sábado, 15 de diciembre de 2018

Dos animales bíblicos y la evolución.








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El behemot y el leviatán son dos animales citados en Job, 40 y 41. El behemot es un animal de enormes dimensiones, que vive en tierras húmedas, que come hierva, tiene una enorme cola como la de un cedro, unas espinas como barras de hierro y muy alto y fuerte. El leviatán también es un animal grande con aliento de fuego. Como algunos han señalado tiene un mecanismo como el escarabajo bombardero que produce una explosión, teniendo el leviatán un mecanismo parecido que le permitiría lanzar fuego: “Su aliento enciende los carbones, y de su boca sale llama...” Job 41:1-34. La Biblia inglesa  de King James suele usar “dragón” mas de 20 veces y la católica española de N.C. traduce por el contexto unas veces dragón o cocodrilo, aunque por ejemplo en el Salmo91:13 traduce: “Pisarás sobre áspides y víboras y hollarás al leoncillo y al dragón”. Lo que queda claro es que ambas versiones no dan un uso mitológico a estos animales raros para nosotros, sino  pleno significado real.¿Estamos pues hablando de dinosaurios reales?
Aunque no seamos expertos en estos temas, sino que mantenemos esta mínima curiosidad bíblica y científica, no se nos escapa que esto tiene gran trascendencia frente a la teoría de la evolución. De los setenta millones de años que los evolucionistas calculan de la existencia de los saurios, nosotros estamos hablando como mucho de 7300 años, en los que el hombre convivía con estos dinosaurios. Los que ya venimos de vuelta de tanta literatura fantástica sobre la teoría de la evolución, especialmente de la gran evolución o del salto de una especie a otra, ya estamos curados de las fantasías en las que por el azar y la necesidad nace la vida, de lo inanimado se llega a lo animado y posteriormente al espíritu del hombre. Cada cual cuanta lo suyo, pero la realidad es que no se tiene una explicación mínimamente digna frente a las enormes realidades de los registros geológicos, biológicos o, como en este caso, historico-bíblicos también.
Dice un experto como es Santiago Escuaín, que el gran público no recibe una información veraz. No se explica con claridad la imposibilidades del “azar” en los procesos evolutivos, puesto que si damos siete mil millones de años  para la creación de la vida tendríamos que dar billones de años para los procesos evolutivos superiores. Por esta causa tendrían que existir otras leyes naturales con fuerzas físicas, químicas o biológicas diferentes. Los estratos fósiles no contienen un nivel evolutivo de menor a mayor, sino que se mezclan organismos complejos con otros simples. Del mismo modo que en  los estratos fósiles hay una época de mil quinientos millones de años sin evidencia fósil. El origen de los vertebrados, anfibios o aves no presentan características morfológicas que hagan sospechar en ese salto evolutivo, sino que mas bien, lo que se ha presentado como pruebas, estaba falsificado o manipulado deliberadamente. Así pues, para Escuaín estaríamos con el problema de la evolución ante una hipótesis de trabajo mas.
Los descubrimientos geológicos y  antropológicos mas recientes van en esta dirección de devaluar  la evolución  frente al Método Científico. Si Atapuerca en España parece reverdecer con sus hallazgos la evolución, sin embargo es mas divulgación mediática  que comprobación científica. En otros lugares como en el corazón de Texas, en el río  Palixi aparecen huellas de dinosaurios al lado de las huellas del hombre. La Biblia, pues, no estaría describiendo en Job animales mitológicos sino reales. Las dificultades de tamaño de los dinosaurios para entrar en el Arca de Noe tienen explicación suficiente, pues como dice la enciclopedia Compton´s : “Los dinosaurios bebés crecían rápidamente y, en algunos casos, aumentaban su tamaño hasta 16,000 veces antes de alcanzar una edad adulta". Así mismo los procesos de hibernación en estos animales, o estas especies metidas en el Arca en huevos fecundados, dejarían espacio suficiente en el arca y no necesitarían comida. El tamaño del Arca se narra en Génesis 6:15. Los descubrimientos de creacionistas como Carl Baugh Ph. D. nos dicen: "Había espacio de carga suficiente en el arca para cargar todos los tipos de animales terrestres vivos y extintos de que se tienen conocimiento hasta hoy, además de alimentos para todos ellos, y todavía quedaría casi la mitad del espacio de carga del arca disponible.".



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