martes, 18 de diciembre de 2018

El alpinista: creencia y fe













No hace mucho que recibía un correo con una anécdota. La del alpinista del Aconcagua. Decía mas a menos así: “ Un alpinista quería realizar la hazaña de conquistar el pico mas alto de los Andes que es un volcán de 6959 metros de altitud, en Argentina. Se preparó concienzudamente, porque buscaba la gloria. Años de preparación y de sacrificio le llevaron a la creencia de que él, en solitario, podía conquistar la gran cima y poder pasear su triunfo por todo el mundo. Un día intentó la subida. Todo era propicio para el éxito. El tiempo de férrea disciplina daba sus frutos y subía con facilidad. Pero los últimos cien metros se le hacían interminables. Las fuerzas se agotaban y la noche se había acercado como una sombra impenetrable. Clavaba sus cuerdas cada vez con menos precisión y en un momento de descuido cayó al vació. Esperando estrellarse contra la roca, en esos instantes de la desgracia, pareció ver pasar toda su vida y en la angustia clamó a Dios. Y oyó como una voz que le decía: “¿Que quieres que haga?” ¡Oh Dios¡ que me salves de morir estrellado contra la roca –le contestó-. De repente sintió un fuerte tirón de la cuerda que le abrazaba y se vio suspendido de la cuerda en medio de la noche. Como buen alpinista sabía que en poco tiempo moriría congelado por las bajas temperaturas. Y volvió a suplicar: “Sálvame, porque aquí me muero.” Y una voz profunda y amigable le dijo: “Si quieres salvarte, corta la cuerda”. La historia dice que al día siguiente encontraron al alpinista congelado y aferrado a la cuerda a sólo 1 metro del suelo.”
Esta historia no solo es triste y dramática por la muerte de un ser humano, sino porque la salvación del alpinista estaba en haber cortado la cuerda de la que pendía a un solo metro del suelo. Es una buena aplicación para entender lo que significa creencia y fe. Resulta sumamente chocante que hombres de la talla del filósofo Gustavo Bueno, autor del libro “El animal divino”, un ensayo sobre una filosofía de la religión, hable solo de creencias y no de fe. Este libro de mas de 400 páginas y que cita a mas de 1000 autores entiende la propagación de la fe y la fe misma, como fenómeno sociológico, sometido a leyes de mercado donde la “llamada de la Gracia” está sometida a leyes parecidas a las de la “llamada de la Coca Cola”. Sin embargo, en esta historia, el “cortar la cuerda” supone un acto de fe en medio de la angustia vital, un cambio de mete. La razón puede decir que “cortar la cuerda” es una locura, un acto contra lo que parece natural que sería sujetarse a ella. Pero, no es menos irracional quedarse colgado durante la noche para morir congelado. El ateo, el materialista, intenta, como el alpinista del Aconcagua, conquistar espacios mas altos por sus propias fuerzas, pero siempre el resultado es de muerte. Muerte, porque aunque conquiste esa cima, no habrá llegado a las nubes, ni a las estrellas, ni a las galaxias, y siempre le esperará la fría noche de la nada.
La creencia puede tener firmes convicciones. Puede tener asentimientos indemostrables pero creerlos seguros. Puede tener componentes afectivos, intelectuales y volitivos que convenzan al que los profesa pero su final son caminos de muerte. La fe implica “cortar la cuerda”, un salto en el vació con esperanza, un dejarse caer en los brazos de Dios. Aunque el ser humano sopesa con la razón las posibilidades de salvación, solo una expresión de confianza dejara abierta la puerta a que Dios actúe. Así mismo Dios realiza su esencia a través de la existencia del hombre y el hombre solo es hombre en tanto que a través de su acción existencial, realiza la esencia de Dios. Dice Hans Küng: “Así pues el argumento de que con la idea de Dios viene dada también su existencia ¿no deberá entenderse menos como demostración que como expresión de una fe confiada..., a saber, que a mi idea de un ser perfectísimo responde una realidad y que mi pensamiento no está orientado a la nada, sino a la suma plenitud de todo ser?” Está claro que el hombre no es un animal que ha alcanzado el reino del espíritu por evolución, sino que percibe, por medio de la fe, las cosas de Dios. El cristianismo no es solo la religión terciaria y monoteísta que ha puesto al hombre en el lugar mas elevado de la creación. Lleva en su seno al Dios trascendente que se ha hecho carne, escucha la aflicción del ser humano y, en su angustia, salva al ser humano que acepta “cortar la cuerda”, dar el salto, en medio de las tinieblas, desde el lado del abismo a lugares de luz y de paz. El cristianismo no es solo antropología cultural, sino que desde el Espíritu, que sopla donde quiere, nace la fuente interior del alma que riega, limpia y despeja los ojos de la fe.




Manuel de León es pastor, Presidente del Consejo Evangélico de Asturias, ha dirigido la Revista "Asturias Evangélica" y ha publicado “ORBAYU" una revista de investigación histórica, cultural y sociológica del protestantismo en Asturias

© M. de León, 2003, España. I+CP (www.ICP-e.org)

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