martes, 18 de diciembre de 2018

El gato escaldado...










Noviembre 2004

Dice el refrán que “el gato escaldado del agua huye”. Siempre en España cuando se ha intentado un proceso de normalización religiosa, hay muchos que salen como gatos escaldados enseñando las uñas. La polarización de lo liberal contra lo fundamentalista católico y romano, ha hecho que no se busque una tercera vía mas evangélica, donde la mejilla esté dispuesta a los bofetones de uno y otro lado, pero que tenga el propósito de regularizar la izquierda tradicionalmente mas irreligiosa y anticlerical, con la jerarquía mas imperialista y caciquil. Uno de esos momentos perdidos para esta normalización fueron los actos fúnebres por las víctimas del atentado de Atocha, del 11-M, donde parecían todos los muertos católicos, puesto que estaban en la catedral católica y con el culto católico. No haberlo hecho por parte de las autoridades del Estado y de la jerarquía católica, quienes sabían que muchos eran evangélicos y musulmanes, ha supuesto la mas lamentable discriminación de los tiempos modernos.
Hemos de tener en cuenta que los liberalismos, partidarios de una “educación popular” también suponen un atentado a la libertad científica, de conciencia y también religiosa. Ese tipo híbrido de educación ha fracasado, como fracasarán los que hoy mantienen una educación “laica” sin contenidos históricos y científicos. Decir que venimos del mono y hablar de la evolución de las especies por el azar y la necesidad, es tan pobre como lo fue el debate de las Cortes de 1837 en las que se proponía que se bautizase a los niños con agua templada. Por cierto, la derecha católica se pronunció a favor del agua fría. También  los liberales llenaron las bibliotecas de libros raros y otros contra el secreto de confesión o historias macabras que no eran mas que calumnias. El mismo Jorge Borrow cuando pasó por Portugal vendiendo Biblias y Nuevos Testamentos, encontró en casa  de una joven campesina “Las ruinas de Palmira” de Volney que mandó quemar por ser impío y estúpido.
No se ha llegado en estos días a ninguna condena rotunda, ni ninguna excomunión por parte de la iglesia católica, pero si lo hace esperemos no llegue nunca a las lamentables y tristes contestaciones del catecismo del P. Ripalda:
-¿Qué clase de pecado es el liberalismo?
-Un pecado gravísimo contra la fe.
-¿Porqué?
-Porque consiste en una colección de herejías condenadas por la Iglesia.
-¿Es pecado para un católico leer un periódico liberal?
-Puede leer las cotizaciones de Bolsa.
No es de extrañar que un catolicismo que ve en la enseñanza liberal una verdadera inmoralidad, un peligro para la fe y estabilidad social, se haya atrevido a gritar a favor de la ignorancia, haya considerado al filósofo sinónimo de bárbaro y a Guttemberg lo mas funesto que ha producido la descendencia de Adán.
            España ha tenido pocos momentos liberales o de Estado laico. En muchos casos esto del liberalismo parece sonar a templos quemados y clérigos asesinados. Sin embargo pocos se han dado cuenta que ha sido una reacción frente a la acción clerical manipuladora y arbitraria. El citado colportor Borrow, que se encontró en 1815 con el último inquisidor, describe que le había dicho que la herejía y la incredulidad se habían introducido en España por la libertad de imprenta y por “la secta inmoral de los judíos”. Dentro de ese saco indirectamente entraban los masones que eran liberales y algunos protestantes e intelectuales que fueron masones y liberales, pero tales liberales v.g. en el exilio de Londres, amaban la España que responsablemente criticaban.
El protestante José María Blanco (White) que publicó desde Londres “El Español” y escribió para otros periódicos de América, describe una España necesitada de reforma, de cambios estructurales, porque se moría de hambre, porque la ciencia y la tecnología, la industrialización y la educación no tenían salida. Los privilegios de los hijodalgo, de la burguesía religiosa con un 80 por ciento de las tierras cultivables en sus manos, no tenía mas que esclavos a sus órdenes. La desamortización de Mendizábal  no logró tampoco ninguna normalización porque en poco tiempo los bienes desamortizados volvieron al clero, aunque ahora para pedir  mas dinero abogan la citada desamortización.
La posible normalización, no exenta de tensiones todavía, tendrá que venir por una tercera vía en la que entren al ruedo de la cultura religiosa y la educación, todas las sensibilidades, sin rasgarse las vestiduras y sin invocar los privilegios que el catolicismo español reclama por ser mayoría. Si el catolicismo tuviese que contar sus fieles con quienes confiesan su fe en Cristo públicamente cuando ya son mayores y no por un acto bautismal infantil, no se sentiría tan fundamentalista.

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