martes, 18 de diciembre de 2018

Fabricantes de miseria.














 noviembre 2004
El principio físico de la “acción y la reacción” también se experimenta y se cuantifica en el terreno de las ideas y las actitudes que mantienen atrapados en la pobreza a grandes multitudes de la Tierra. Cuando se transmite un ideario desde las escuelas y se proclaman, en nombre de Dios,  disparates económicos o sociológicos desde los pulpitos, las consecuencias suelen ser funestas y duraderas. “Fabricantes de miseria” es un libro que examina las verdaderas causas de la pobreza en el Tercer Mundo y deja al descubierto la culpa de los gobiernos, los sindicatos, los intelectuales, los revolucionarios al estilo de Robin Hood y también de la Iglesia Católica. Curiosamente no lo hace con el protestantismo, porque ven los autores que la “reacción” al fenómeno de la pobreza, es la contraria: esto es, hay riqueza. Este análisis es minuciosamente estudiado por Max Weber en “El protestantismo y el espíritu del capitalismo y que ya tuvimos un comentario desde Protestante Digital. Hoy nos interesa mas saber donde y cuales han sido los errores católicos en el adoctrinamiento social del catolicismo.

La confusión y la ambigüedad de la doctrina social católica, siempre con esa lamentable tendencia al dogmatismo,  coloca a los creyentes en una encrucijada frente al fenómeno económico. Sin querer cargar las tintas y dejar como único responsable de  la mayor parte de la pobreza del mundo, a la jerarquía católica, si podemos decir que las consecuencias, los efectos, la reacción a esa “doctrina”, les coloca como los mayores fabricantes de miseria.¿Por qué decimos esto? En primer lugar, porque el peso y poder histórico del catolicismo, hacen que los creyentes católicos confíen en  ese magisterio. Cuando curas, obispos, conferencias y concilios examinan algún tema, suele ser tomado muy en serio. Máxime desde el Concilio Vaticano I en el que se proclama la infalibilidad y el creyente medio no distingue cuando el Papa habla “ex catedra” o es mera opinión.

En segundo lugar, al católico se le adoctrina de que la pobreza tiene bienaventuranza, de que “primero pasará un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre al reino de los cielos” olvidándose de la parábola de los talentos en Mateo 25:30, donde se condena al que no invierte el dinero y todas sus actitudes de progreso. El equilibrio del apóstol Pablo se expresa en 2ª Corintios 8 : 13-15 “Porque no digo esto para que haya para otros holgura y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad, como está escrito: El que recogió mucho no tuvo mas, y el que poco no tuvo menos”. Desviarse de estos principios, ha dado lugar  a una “teología de la liberación” mal entendida o a un catolicismo marxista iberoamericano, en el que  han sido líderes muchos curas guerrilleros españoles, y que  han regado de sangre y desdicha el campesinado y los indígenas de media América. Héroes y tumbas  aparecen por doquier como Cristos revolucionarios con aureola de grandeza, pero la realidad del catecismo marxista-leninista que el Che Guevara dictó, decía así: “el odio intransigente al enemigo, que impulsa mas allá de los límites naturales al ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar.”

En tercer lugar ¿cómo propone el magisterio católico y mas concretamente el CELAM americano- al que nos referimos principalmente- poner fin a la pobreza? ¿Cuáles, creen los obispos, son los factores que mas influyen en el empobrecimiento americano? Según las conclusiones de Medellín, son cinco los motivos, cinco los enemigos identificados: el abuso en el precio de las materias primas, la fuga de capitales, la evasión de impuestos, la deuda externa y lo que llaman “el imperialismo internacional del dinero”. Sin embargo no se habla de productividad por no tener infraestructuras ni inversión en bienes de capital. No se habla del robo a manos llenas de gobiernos y se le hecha la culpa al mercado libre, a las ideologías liberales, etc. ¿Pero porque no dejan los obispos a los técnicos económicos, en vez de confrontarse y crear conflictos?¿No se dan cuanta que la involución y la parálisis de las sociedades aparece cuando no hay estímulo? La pobreza no se puede extirpar con el espíritu ascético, con actitud contemplativa o el desprecio de los bienes materiales, sino con el lúdico. No se puede rehuir de las cosas gratas, o si Dios nos da abundancia, pues esta vida no tiene porque ser siempre un “valle de lágrimas”aunque estemos de paso.


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