lunes, 24 de diciembre de 2018

¿Qué hacer frente a la indiferencia religiosa?



 Manuel de León.- julio 2004
 
            Esta pregunta inocente, tiene respuestas enmarañadas. La indiferencia, es una tendencia muy compleja, caracterizada, desde un punto subjetivo,  por la ausencia de inquietud religiosa y objetivamente como la afirmación de la irrelevancia y poca significación de Dios y la dimensión religiosa en el plano axiológico y central. Ante la realidad de  Dios, no sería un valor indiferente pero se mostraría un desinterés religioso en el plano intelectual y un desafecto a nivel de la voluntad.
Dice  Antonio Jiménez Ortiz[i]:“El indiferente se halla perdido en la superficie de la realidad. La dinámica de su dimensión religiosa está bloqueada, cegada. Vive en la despreocupación de lo religioso, adolece, sin nostalgias turbadoras, de insensibilidad ante ciertos valores, ante las experiencias de sentido y de totalidad. No se pronuncia ni a favor ni en contra de Dios. Lo decisivo es la realidad inmediata, los objetivos profesionales, el arte el poder, la felicidad, el éxito, el placer, el dinero, el consumo, el vivir sin horizonte trascendente. Esta indiferencia religiosa no se ofrece como ideología. Se extiende como una mentalidad, como una atmósfera envolvente.
Algunos  trasladan la secularización y la indiferencia religiosa a los principios de la historia del pensamiento, encarnada en Tales de Mileto, quinientos años antes de Cristo. Mileto trajo inquietudes que despertarían a otros mas tarde hacia una secularización de gran magnitud, que sería la impulsora de esta indiferencia religiosa. La mayoría de los libros de historia coinciden en la afirmación de que el Renacimiento y la Reforma fue el despertar del hombre, adquiriendo su mayoría de edad, pero que, inducido por la libertad y la desacralización, aboca en un hombre mas mundanizado, mas confraternizado con el universo y guiado por su sola conciencia.
Otros creen que el tema de la secularización, por demás debatido y estudiado, no merece una nueva reflexión. Los sociólogos, sin embargo,  siguen manteniendo que la secularización es la productora de la indiferencia religiosa, de la vaciedad espiritual del ser humano, de la desorientación social y económica de los pueblos. Por esto, no nos quedará mas remedio que pararnos de nuevo, reflexionar y tomar decisiones.  Los embates sobre la teoría de la secularización en libros y revistas especializadas han sido monumentales. Ha sido llamada una “doctrina” o una “ideología” mas que una teoría (Haldden 1987); “mito” central de la sociología de las religiones (Ammerman 1994) y algunos ya han propuesto “dejar de lado la palabra secularización de toda discusión teórica”. Según la socióloga americana Nancy Ammerman, el mito de la secularización se puede contar así:
" Había una vez una época en que toda en el mundo estaba en relación con lo sagrado. Todo acontecimiento que no se podía explicar de otra manera era adjudicado a la intervención divina. Todo el poder social estaba legitimado por símbolos y mitos sagrados. Todo este poder sagrado se concentraba en instituciones que definían la vida social, política y la moral de la gente. Los sacerdotes eran los especialistas centrales de la sociedad, ya fuera porque ejercían directamente el poder político , o fijaban los límites dentro de los cuales otros lo ejercían. Toda la cultura estaba impregnada de valores y hábitos religiosos. La religión era la principal institución que legitimaba el mundo. Pero entonces algo cambió. La bestia maldita de la modernidad apareció (o, si la historia no está contada por religiosos, fue la reluciente armadura del caballero del Iluminismo la que se vislumbró). Poco a poco lo sacro desapareció de la vista, refugiándose en las pequeñas grietas de la "esfera privada". La autoridad de los líderes religiosos fue usurpada por los científicos, y aquello que era deseable y posible comenzó a ser definido por los líderes políticos y los tecnócratas. La vida pública fue desencantada, y aunque ocasionalmente se producen pequeños temblores en la esfera privada, la religión fue para siempre privada de su poder. "   [ii]
Esta idea de que la religión estaba perdiendo importancia y que iba a desaparecer en el mundo actual, era uno de los dogmas de la sociología y compartido por la mayoría de las élites intelectuales de Occidente. Pero lo cierto es que, si bien la religión (de religare) ha perdido importancia en varios aspectos de la vida social y en su sacralidad, no necesariamente ha disminuido en la esfera privada, ni ha perdido su relevancia. La prueba de ello siguen siendo los altos índices de creencia en Dios en el mundo y los numerosísimos grupos religiosos y corrientes renovadoras en las Iglesias establecidas.



[i] idem. Cita a J. Zubiri. El hombre y Dios
[ii] Desregulación del mercado religioso y expansión de nuevas religiones: Una interpretación desde la oferta. Por el Dr. Alejandro Frigeiro 1998. www. forointer.net

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