martes, 18 de diciembre de 2018

Educar para la libertad.








Resultado de imagen de Educar para la libertad.

junio 2004
Cuando decae la fe, o mejor, cuando nadie busca a Dios, crece la credulidad y el recurso a lo esotérico. No es solo secularización de lo sagrado, sino indiferencia hacia lo eterno  y, como decía José Luis Aranguren del protestantismo, falta de conciencia “supersticiosa” propia del hombre de fe. ¿Por qué decimos esto? Miren estos datos tan curiosos.
“La quinta parte de los españoles que se declaran católicos "fieles" creen en la reencarnación. Si tienen o no tienen una idea clara sobre su sentido correcto no lo dice el estudio "España 2000. Entre el localismo y la globalización", en el que aparecen otras perlas de parecida rareza: -El 14% de los ateos dice creer en Dios (?); una tercera parte de los católicos "fieles" no cree en una vida después de la muerte, ni en el cielo ni, aún menos, en el infierno, y aunque el 82% de los españoles se declara católico, sólo una tercera parte asiste a misa al menos una vez al mes, sólo un 46% cree en un Dios personal, y el 27% identifica a ese Dios con el revelado en Jesucristo” Esto lo dice JUAN GONZÁLEZ-ANLEO Catedrático de Sociología de la Universidad Pontificia de Salamanca la revista electrónica “Discípulos”.
Lo que me llama la atención del análisis que hace el catedrático González-Anleo y  otros eminentes críticos sobre esta “religión a la carta” es la añoranza por falta de control de las iglesias sobre sus fieles. Parece que el éxito de una religión es pensar en términos de poder y de fiscalización y el que no lo haga debe ser sometido a la Santa Inquisición para que lo purifique y lo amontone en la masa de conformistas. Sin embargo resulta paradójico en la era de la globalización, donde las multinacionales arrasan los espacios productivos, amontonan riquezas en los nuevos graneros de la injusticia social y manipulan para la centralización y uniformidad, la mayor multinacional que ha existido como ha sido la iglesia católica romana, se den en sus filas esa  deserción y fragmentación.¿Le ocurrirá lo mismo a la globalización? ¿Primará la individualización, la singularidad y el calor de lo humano en vez de la máquina?
En el “Mundo Feliz” de Aldous Huxley se pronosticaba una sociedad de fuerzas impersonales que empujaban hacia la centralización del poder y una sociedad uniformada. Parece que solo se está consiguiendo en lo económico porque, en lo religioso, todavía no existe un “Soma” lo suficientemente fuerte, ni un tratamiento de manipulación genética capaz de quitar del ser humano su sentido individual y su sed de eternidad. Pero es necesario educar para la libertad y esto no es fácil, porque los valores no son suficientes y la tolerancia y al amor pueden ser eclipsados por una falsedad emocionante, neutralizados por sofismas y hábiles apelaciones a la pasión. Es el caso de la globalización económica que  ofrece paraísos aparentes para unos pocos, mientras se agiganta el hambre, la muerte y la injusticia por doquier.
 Educar en libertad, desde el punto de vista cristiano, debe estar basado en Juan 8:36 “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. El pecado ha distorsionado y esclavizado todo el ser humano y ni el lenguaje ni los símbolos pueden producir principios fijos de sentimiento y conducta que liberten. Debe ser un nuevo nacimiento y este desde el Espíritu, no desde la sugestión ni del hechizo de manipuladores profesionales de la mente. Una libertad que no debe que tener miedo, por citar algo, a la superpoblación sino a que el poder se concentre cada día en menos manos. Una libertad que tenga el modelo de la primitiva comunidad cristiana, que sin estar organizativamente estructurada se regía por el orden y los principios del amor y de la conciencia individual abrasada e impulsada por el Espíritu.
El psicólogo y profesor Skinner en su novela utópica “Walden Dos” inventaba un mundo sin necesidades y feliz. Un mundo sin aparentes coacciones ni propagandas que mermasen la libertad creadora, organizado y sin las tentaciones antisociales como las actuales. Sin embargo el exceso de organización aunque produzca buenos resultados, al final la abundancia y la regularidad de comer pan tres veces al día, producirán esclavos y entregarán su libertad como en el cuento de Dostoyevsky: “Hacednos vuestros esclavos, pero alimentadnos”, Como dice Husley, “todo pájaro que aprenda a organizarse una buena vida sin necesidad de usar sus alas pronto renunciará al privilegio del vuelo y permanecerá por siempre en el suelo”. Cristo nunca dijo, vosotros seréis mis esclavos, sino mis amigos. Cristo sigue siendo el compañero del camino de Emaus, que no va quitando las piedras del camino, ni las pruebas de la vida diaria, pero nos hace verdaderamente libres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario