martes, 18 de diciembre de 2018

El secreto del éxito moral de Gandhi










La lectura del libro de Louis Fischer  sobre la figura  ejemplizante de “Gandhi  ha convulsionado mi conciencia y me ha sumido en reflexiones motivadoras. Lo que quiero decir, es que no ha sido un libro más. El Mahatma Gandhi, nacido en 1869 y asesinado por el fanatismo religioso en 1948, representa la fuerza moral practica y viva, frente al teorizador, frente al filósofo, frente al religioso que todo lo espiritualiza. Gandhi progresa a la grandeza mediante sus actos. Del hombre del traje y sombreo de Londres, al de la sencilla túnica en la India, existe un constante aprendizaje de la acción. Conocedor del cristianismo, supo extraer los valores y la sabiduría que dignifican al ser humano de los textos bíblicos  pero aprendió de “El Gita” la manera de practicarlo. Su voluntad férrea, su energía y sensatez le distinguieron como líder, pero solo el toque mágico de la acción le hizo florecer como uno de los hombres más singulares después de Jesucristo.
 En estos tiempos sin ideales convertibles en acciones éticas y espirituales, donde el cristianismo se ha momificado por la inacción y el pasotismo, deberíamos aprender de Gañid como se pueden poner en practica los principios del Sermón del Monte. Hemos convertido el cristianismo en alimento sin sabor y sin  valor energético. Tenemos tal mimetismo con el mundo que pasamos desapercibidos. El compromiso y el vivir como ovejas en medio de lobos, no nos preocupa porque evitamos el dolor de los azotes de los hombres, de ser llevados ante los gobernantes por causa de Jesús, de sufrir la pobreza, el aborrecimiento, la persecución y la muerte. Aunque el discípulo no es mayor que su Maestro nosotros hemos aprendido a sortear las alambradas de los inconvenientes y hacer oídos sordos al que clama y padece el hambre y sed de justicia.
Decía Gandhi: “El placer que puede procurarme por ejemplo, la posesión de la riqueza, es engañoso; la verdadera paz y bienaventuranza espiritual solo será asequible cuando yo me sienta superior a cualquier tentación, aunque me acosen la pobreza y el hambre” Es cierto que esta religión espartana y masoquista no es el Evangelio de Cristo, porque Cristo no predica la superación del yo, ni la elevación del superhombre, ni el éxito espiritual por obras que nosotros hubiésemos hecho, sino que los principios del Reino de los Cielos trasformarían la Tierra. El fuego y la espada de Jesús son para salvación global e integradora del hombre. El tomar la cruz y seguir a Jesús tiene recompensa eterna y como dice Gandhi verdadera paz y bienaventuranza espiritual.
Seguimos debatiendo los cristianos sobre doctrina (denominacional  la mayoría de las veces) y hermenéutica, sobre si el modernismo y el liberalismo han sido los causantes de tanta indiferencia religiosa, pero creo que estamos olvidando lo fundamental: vivir los principios éticos y espirituales del Evangelio. La óptica hinduista de Gandhi le hizo distinguir a una sociedad que proclama el éxito material y olvida el moral y espiritual. Pero aprendió a luchar en esa frontera donde existía la discriminación de los parias, los derechos  de otras razas y los valores éticos. Gandhi se inspiro en la obra del creyente cristiano León Tolstoi “El Reino de Dios esta dentro de ti”en la que Tolstoi decía entre otras cosas: “La historia de la iglesia es una historia de crueldades y horrores. Todas las iglesias, con sus dogmas de redención y salvación, sobre todo la fe ortodoxa con su idolatría , excluyen la doctrina de Cristo” ¿Estaremos ocultando también hoy el verdadero significado de la doctrina de Cristo?
Gandhi no percibió siempre y de la misma manera,  la lucha de los mansos contra los violentos, de la docilidad y el amor contra la altanería y brutalidad. También el sendero de Gandhi estuvo sembrado de posesiones y placeres externos que el fue apartando en esa marcha hacia el Reino de Dios dentro de su ser. Pero de lo que siempre estuvo seguro es de que su modo de vida debería ser una síntesis entre el credo y la conducta, la fe y la vida.  Ya no se podían trasmitir mas palabras para mantener una forma de vida espiritual. Las palabras sobraban porque el simple mensaje no conmueve los corazones, ni hace que los pies y las manos se pongan en movimiento. El monaquismo y el ascetismo no tienen eco en el mundo de hoy, porque es necesario renunciar pero para poder servir. Solo se conquistan los corazones cuando hay renuncia y se da uno a los demás. Ese fue el secreto del éxito moral de Ganhi.

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