sábado, 22 de diciembre de 2018

La señal de Caín en su frente.










Manuel de León.- abril 2003


Dice Hebreos  que la sangre de Abel clamaba venganza, mas la sangre de Cristo expresaba un nuevo pacto del  amor que Dios tiene  hasta con los enemigos, como éramos nosotros. Sin embargo Caín  no queda expuesto a la venganza, sino que la dignidad humana está garantizada por el mismo Dios que pone un sello en su frente para que nadie atente sobre él.  Y desde entonces se establece una alianza  y se abre una esperanza en un Mesías que ponga fin a la violencia y el sufrimiento humano. Una teología de la historia donde el agente humano es protagonista de un devenir existencial que descansa en la Providencia divina. Una historia que debe resaltar la dignidad humana en base a la paternidad de Dios, resaltada por Jesús 170 veces el en Nuevo Testamento.  Sin embargo nuestra historia ha sido la de la inhumanidad y cuya crisis los filósofos la han situado en el “después de Auschwitz”. Auschwitz representó el poder destructivo del hombre, planificado y sistematizado para aniquilar la vida humana. Es el símbolo de  del mal del siglo XX, pero también pudieron serlo otros símbolos como el archipiélago Gulag, las masacres de Camboya o Hiroshima que se ha convertido en el exponente máximo de la capacidad destructiva del hombre. Por eso se ha escrito tanto sobre el creer en Dios después de Auschwitz, porque nos volvemos a preguntar por la paternidad creadora de Dios y su actuación en el mundo.
¿Acaso fue Hitler un instrumento de Dios , como antes lo había sido Nabucodonosor, rey de Babilonia? ¿Se puede mantener una concepción providencioanalista, una teología de la retribución, o de culpa y castigo? ¿Podemos seguir afirmando, en medio de guerras cada día mas destructivas y de catástrofes naturales tan pavorosas, que nada acontece sin que Dios lo mande o lo permita?.¿Podemos seguir viendo estos horrores como el justo castigo divino por el pecado colectivo del pueblo? ¿Podemos seguir creyendo que Dios, de vez en cuando y como en tiempos del Diluvio, se arrepienta de haber creado al hombre y se decide a exterminar una parte y salvar a otra, sin tener en cuenta el pacto de Dios de no volver a exterminar a los vivientes (Gen 9:11)?¿Es posible mantener confianza en Dios y en el hombre después de tanto holocausto, incluido el del hambre en el mundo y el de los que mueren de enfermedades por no tener para medicinas? Son preguntas, todas, de difícil respuesta. Estamos instalados en un mundo que desplaza la esperanza  mesiánica y la praxis liberadora del Reino de Dios, hacia una moral privada y  una religión meramente cúltica.
Pero el ateísmo también se queda sin respuestas. Los millones de manifestantes por la paz y “no a la guerra” de los que muchos son ateos o al menos han manifestado que Dios ha muerto, ya no pueden manifestarse  y volverse contra Dios, para descargar el peso de la culpa de la responsabilidad colectiva. Lo que hacen es culpabilizar a unos pocos y aliviar a la mayoría. Saben que ya no hay fe moral en el hombre, en la autonomía  del hombre solo con su razón. Ya no se puede mantener la fe en el progreso como decía Walter Benjamín, contemplando los horrores del pasado, las víctimas de la historia inmoladas en nombre de Dios, de la patria, del partido o de la ideología de turno.
Se han propuesto varias soluciones para una nueva teología después del horror. La primera es dejar espacio al no saber, al no comprender las acciones de Dios. Es dejar el misterio de Dios a las interpelaciones de un Job que debatía con la Providencia o como lo hizo Jesús exclamando “¿Dios mío, Dios mio,porqué me has abandonado?” Las dudas y preguntas no son incompatibles con la fe, como muestra la historia de Jesús, sino el miedo a hacerlas y al compromiso. Lo segundo es manifestar que Dios no es el agente de la historia humana sino el hombre. Solo puede ser agente Dios, en cuanto el hombre se deja inspirar, motivar y guiar por Él. Hay que buscar a Dios en rostros humanos, aunque estos también tengan la señal de Caín en su frente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario