sábado, 22 de diciembre de 2018

La prostitución de la Religión-Estado.






Manuel de León.- Noviembre 2004


No me ha salido otra palabra mas políticamente correcta que sustituya a “prostitución”.  Cuando la religión es un  producto que se vende y se pasa de la esfera espiritual al mercado de los votos, de los intereses, del poder y la influencia que manipula y lleva a montones de seres humanos a la guerra, a la violencia o al hambre sin paliativos, la religión se ha prostituido. Nadie puede permanecer callado cuando tantos pecados  se esconden en servilletas de religión y piedad.. Las últimas elecciones de los Estados Unidos de América parecen haber sido ganadas por el voto de los evangélicos. Ellos han decidido una política, un sistema, una forma de ver, sentir y pensar. Pero ¿esto puede ser perfecto?¿podemos estar orgullosos los evangélicos de tener oportunidades de hacer el bien a la humanidad desde el plano político?

Las respuestas no son fáciles, porque desde la óptica nuestra, la de la vieja Europa, que ha recibido la postmodernidad indiferente al hecho religioso, y que se ha atrevido a decir que Dios ha muerto, ya nada parece importarnos. Los americanos,  por el contrario, tienen a Dios mas allá de la esfera de la intimidad. Es el Dios al que se ora en las Escuelas, en los Seminarios, en las Universidades, sin que esto suponga un sonrojo, ni una vergüenza. Se sienten orgullosos de que Dios bendiga cada momento de su vivir vertiginoso y agotador. Esto sería un estilo de vida muy parecido al que Calvino soñó para Ginebra, aunque sea a una escala diferente y mucho menos puritana.

 Según nos cuentan las noticias periodísticas, el candidato ganador, ha sabido explotar el aborto, la homosexualidad o la manipulación genética, a este fundamentalismo norteamericano, puritano y simplista. El republicano Busch, tachado de pocas luces por los medios, ha tocado el corazón sencillo y sin dobleces de las iglesias evangélicas. Se ha presentado como un predicador mas y esto ha relajado a los cristianos evangélicos en su mayoría. Como un  nuevo Moisés les ha prometido la victoria sobre el mal y se lo han creído. Pero ¿ de qué mal hablamos? ¿Acaso el presidente de la guerra preventiva, puede ser creído y ser fiable cuando no ha habido tales armas de destrucción masiva?¿Acaso podemos creer en defensores del aborto, cuando los que tienen el poder dejan morir millones de seres humanos? Yo puedo creer que, según nos cuentan los diarios (no tengo otras fuentes de información) el presidente Busch haya nacido de nuevo en 1986 en un encuentro con el evangelista Billy Graham, pero la política de prioridades nunca es una guerra. Las guerras solo se alimentan de odio y de sangre y sus frutos son la muerte y la desolación.

El simple cristiano evangélico no puede ser nunca un cristiano simple. Tenemos que saber que la retórica sobre el bien  venciendo al mal, es algo mas que blanco y negro. El mal es algo mas que el aborto, la homosexualidad y otros problemas de bioética. El “Príncipe de este mundo” tiene un sistema del mal que reúne poder, dinero y vanagloria de la vida para  sustituir a Dios. La religión se prostituye cuando solo se mira el bienestar propio y Dios solo es el tapa-agujeros de nuestros caprichos. Cuando el bienestar viene a la vida de los cristianos, tenemos que estar agradecidos a Dios por sus bendiciones, pero ¿qué pasa con aquellos que parecen abandonados de la mano de Dios? ¿No será el “mal” y nuestra lucha contra el mal, el dar de comer al hambriento, de beber al sediento y vestir al desnudo?

La Religión-Estado suele ser una trampa en la mayoría de los casos. Se suele perder el sentido profético y el acercamiento del samaritano. El Estado protegiendo a la Religión o la Religión apoyando al Estado, no crea mas que un imperialismo religioso. El cristianismo que nació perseguido y pobre, cuando fue apoyado por Constantino, se convirtió en perseguidor y poderoso. Esta mezcla ha sido la que a lo largo de la historia ha atado con cadenas insufribles no solo las conciencias y la libertad del ser humano, sino que ha sumido a las naciones en eras de oscurantismo y pobreza espiritual.

Aunque el protestantismo evangélico parezca robusto en Norteamérica, mucho me temo que estemos asistiendo a una de esas etapas en las que el fundamentalismo haya perdido sus fundamentos. La Biblia además de ensalzar los hombres de fe, ensalza un  estilo de vida que además de dar al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios, establece principios de misericordia, de mansedumbre y de solidaridad hacia los seres humanos, que los políticos y los Estados suelen olvidar.

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