martes, 18 de diciembre de 2018

El "cambio" religioso













Dos escritos, uno de actualidad y otro de Ortega y Gasset a propósito de un comentario a la “Investigación de los Evangelios Sinópticos” de Rodolfo Bultmann, han vuelto a provocar en mi no solo la curiosidad que amplía el paisaje teológico, sino albergar la posibilidad de un cambio religioso en España. Muchos son los índices que años atrás estaban en sus 60% y hoy están en los mínimos. La transición religiosa en España ha quedado siempre pospuesta y algún día podemos ser sorprendidos por un cambio religioso. Hoy hay bastantes católicos que piensan en “Evangélico” y se acercan a nosotros como el único lugar de hallar alimento y consuelo.
Bien es cierto que son pocos y que estos mismos siguen atados a su tradición, sin romperla y sin mancharla en nada. Las lacras, las rémoras y las protuberancias que, dice Ortega, deforman el perfil del catolicismo, siguen siendo un lastre que puede dejar en la tumba al catolicismo y si nosotros los evangélicos seguimos encerrados y sin visión, sin motivaciones creadoras, sin ir a las vanguardias, también estaremos avocados al mismo fin.
José Marcelino García, licenciado en estudios eclesiásticos y amigo personal, acaba de publicar un artículo con datos demoledores y que titula “Seminarios vacíos”. Dice que el desencanto instalado en la sociedad rechaza la institución sacerdotal. Los jóvenes ni siquiera se acercan al seminario para escoger un medio de vida,( en medio de tanto paro), ni por el prestigio y privilegio de ser un escogido. Desde los años 80 veinte seminarios han cerrado y otros quince están a punto de cerrar, quedando el resto casi rozando el vacío. Cree José Marcelino que las diócesis están destartaladas y que los obispos en su mayoría son reaccionarios, viviendo en el pasado los problemas del presente. Pero del mismo modo la sociedad civil ha ido encerrando al catolicismo español en una especie de cárcel espiritual, donde los curas solo tendrán una labor social como pude ser el bautizar, casar y enterrar dentro de la tradición del nacional catolicismo. El buscar la salvación, el sentido de la vida en Dios -dice José Marcelino- “ hace tiempo que desapareció del horizonte cultural del presente, a lo que también hay que sumar la violencia ideológica ejercida por la central romana, que fue enterrando, entre cenizas, las prometedoras semillas del Concilio Vaticano II”.
Toca, José Marcelino, otros temas, como la religión a nivel de estética, sin ser portador de experiencias espirituales y sobre todo el tema sexual. Al tener que seleccionar a jóvenes mediocres, por las necesidades institucionales en España, en ocasiones se escogen a niños del coro o tarados sexuales y verdaderos incompetentes, que tendrán problemas para resolver el mundo tan complejo de la sexualidad en la cultura occidental. “ Habrá que enseñarles a cultivar una religiosidad que supere las viejas divisiones que todavía hoy separan el alma del cuerpo, el afecto del sentimiento, el amor del deseo, la mujer del hombre, el célibe del casado, el clérigo del laico; en definitiva, a Dios del mundo”.
En este mismo sentido ya se preguntaba Ortega y Gasset, a propósito del libro citado, porqué en España nadie se preocupaba de la exégesis evangélica. Lo cierto es que en España hay muchos católicos buenos escrituristas y, de Ortega hasta hoy, las investigaciones y el desarrollo teológico ha estado mas que a la altura, aunque solo haya sido traduciendo y mirando al campo evangélico. Lo que mas nos importa de Ortega en este artículo es cuando se pregunta: ¿Porqué en España ha de ser admisible que muchas gentes usen el título de católicos como una patente que les excusa de refinar el intelecto y su sensibilidad, y los convierte en rémora y estorbo para todo perfeccionamiento nacional? Ortega no presentía el cambio religioso pero se daba cuenta de la necesidad de una depuración fecunda de la España católica, “pues como están las cosas mutuamente se dañan: el catolicismo va lastrando con vicios españoles y, viceversa, los vicios españoles se amparan y fortalecen con frecuencia tras una máscara insincera de catolicismo”
En tiempos de Ortega se podía decir que el catolicismo en España era una fuerza importante pero no de vanguardia. Hoy todavía creemos en su fuerza de convocatoria pero sin fuerza moral para seguirle, sin ser una fuerza de choque, sin ser el fermento de la iglesia institucional. En este cambio que obliga el agotamiento de un catolicismo sin levadura, los evangélicos tendremos que estar firmes en la vocación a que hemos sido llamados.
Manuel de León es escritor, historiador, y director de "Vínculo"
(revista de las Iglesias de Cristo de España).

© M. de León, Asturias, España.2004

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