martes, 18 de diciembre de 2018

El Dios del ángulo oscuro en la enseñanza.













El gran buscador “Google” me sirve, todos los días puntualmente, los artículos que tratan sobre “religión” y “sociedad”. Llevo mas de un año recibiendo en mi correo electrónico un rondón de letanías invocando la asignatura de religión en las escuelas, pero ni un solo artículo sobre Dios. Ni siquiera sobre ese Dios desconocido del que, los filósofos y teólogos de todas las religiones, buscan palpando, razonando o imaginando. Dios parece abandonado, como aquel arpa del poeta, en el ángulo del salón oscuro. El arpa puede producir melodías sublimes y enriquecedoras, pero es un trasto más si no se usa. Dios cada día parece mas, en nuestra sociedad europea, un cachivache que el polvo de la historia religiosa  mantiene intocable, inservible y en lo mas oscuro del salón. ¿Quién tiene la culpa de este estado tan lamentable de las ciencias bíblicas y teológicas? ¿Es posible que solo usemos la religión cuando hay intereses económicos?

            Se dice de Emilio Castelar que era un agnóstico. Pero en 1869 en su discurso sobre la necesidad de la libertad religiosa hizo una de los mejores retratos que se perciben y podemos entender de Dios. Su “grande es el Dios del Sinaí ...” descubría otro Dios mas grande, el de la “religión del amor” del “poder misericordioso” el de la “igualdad entre todos los hombres”. Además Castelar entonces dejó claro algo que también los responsables religiosos de hoy siguen sin entender, esto es, que no se puede exigir con fuerzas y apoyos coercitivos al Estado, ya sea en nombre del catolicismo, o del protestantismo, ni siquiera en nombre de una idea moral y religiosa, lo que solo es patrimonio de la conciencia  y de la fe. A veces parece que el adoctrinamiento católico español sigue basándose en esa religión autoritaria, que cohíbe, que exige en nombre de la esencia española, que marca en la carne un catolicismo forzosamente impuesto, sin mas razones de que te casan y te entierran.

            Hay católicos, sin lugar a dudas, que están muy por encima de estas autoridades jerárquicas. Los evangélicos nos encontramos muy bien entre ellos, porque han escogido el Dios mas grande. Alguna asociación evangélica tiene colaboradores católicos con experiencia en campos de solidaridad y obra social. Hay una simbiosis enriquecedora entre dos formas religiosas y allí Dios  no es una entelequia arrinconada en el ángulo oscuro. Como diría Castelar “como la religión después de todo es tanto una relación social como una relación del hombre con Dios, podréis engañar con la religión impuesta por el Estado a los demás hombres, pero no engañareis jamás a Dios, a Dios que escudriña con su mirada el abismo de la conciencia.” Así pues creemos que el camino de la exigencia  y del ultimátum al Estado  es un camino erróneo. Las autoridades religiosas que deberían estar para agitar conciencias, promover las ciencias bíblicas y mostrar el ejemplo de Cristo - que no poseyó  nada y solo pasó haciendo el bien- se dedican ahora a echar pulsos al Estado con el apoyo de aquellos españoles que han entendido la religión de una manera muy peculiar y enraizada en los sentimientos mas profundos del modo de ser español.

            Entiendo también que la otra fuerza en este proceso de la enseñanza religiosa es la laicista. Que es una fuerza tan intransigente como la católica y donde se exige que la religión salga de las escuelas. Sin embargo no se distingue bien entre la enseñanza de la confesionalidad religiosa y la historia del hecho religioso. Creo que la mayoría estamos de acuerdo en que se lleve a las escuelas dominicales la enseñanza confesional, pero se mantenga en la escuela la enseñanza del desarrollo histórico-filosófico-teológico del “hombre religioso”. No hacerlo así creará analfabetos y zombis culturales, donde el universo propio no alcance mas allá de la pantalla del móvil. De hecho hay gente pública tan iletrada y tan inconsciente de su propia realidad, que parecen ser de otro planeta.

            España no puede permitirse seguir siendo esa fábrica de hipocresía, en donde se dice una cosa y se practica otra. Aunque España haya dejado de ser católica, tiene una mayoría católica que tiene que buscar el otro Dios mas grande que decía Castelar. España parece seguir siendo aquella del relato que Menéndez y Pelayo describe de Damian de Goes y Fr, Roque que defendían las doctrinas luteranas de “la gracia y predestinación, confesión auricular y poder del Papa”, que no rezaban las horas canónicas y que leían y prestaban libros de Lutero, pero a la pregunta de qué harían si volviesen a Portugal, Goes respondió “Oiría misa y confesaría, pero guardaría en mi interior la doctrina que profeso”. ¿Acaso hoy no habrá muchos evangélico no integrado en la confesionalidad por miedo al modo profundo del ser religioso en España?

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