martes, 25 de diciembre de 2018

Tolstoi y el compromiso












Manuel de León.- agosto 2004


El 1928  nació León Tolstoi, otro de esos hombres emblemáticos que marcaron un estilo de vida y con su labor pedagógica y espiritual  creó inquietudes religiosas que buscaban a Dios. Tolstoi no solo fue el genial aristócrata que escribió la novela mas hermosa del mundo “Guerra y Paz”, sino también el de otros y  muy significativos libros, sobre temas religiosos. Para Gandhi el libro de mas impacto y que supuso el evangelio de sus enseñanzas, fue la obra de Tolstoi “El Reino de Dios está dentro de ti”.  El contenido es la expresión de una vida que sintetiza la manera de vivir el credo cristiano con una conducta comprometida. Podaríamos decir que la vida de Tolstoi es paralela a de Gandhi en este aspecto del compromiso, y que  Gandhi llamaría a esta experiencia con el nombre de “resistencia pasiva” o satyagraha (verdad-fuerza, amor-fuerza) que era la reclamación de la verdad sin hacer sufrir al oponente, sino a uno mismo.

Para ambos personajes las discrepancia entre el mensaje de Cristo y los caminos seguidos por los cristianos les perturbaron y ambos crearon esa especie de juramento de fidelidad ante Dios. Sus  vidas de impacto supondrían hoy  en nuestra sociedad una forma nueva de entender el bienestar, porque ellos optaron por una vida sencilla a semejanza de Cristo que no tenía ni donde reclinar la cabeza. Tolstoi, por ejemplo, a sus 57 años fue capaz de ir descalzo, arar y plantar la tierra, dejar la droga del tabaco, aprender a aliviar el hambre  o ejercer una labor de enseñanza por las aldeas. Por eso de todas las partes del mundo y de todas las religiones llegaron en peregrinación numerosos admiradores de ese famoso aristócrata que daba la preeminencia a Dios en sus actos. No podría decir que todos los cristianos hemos olvidado esto. Los hay con grandes compromisos frente a los inmigrantes, frente a los huérfanos, frente a los drogodependientes. Hay quienes están dando lo que tienen para mantener las ONGS puestas en marcha por ellos mismos y que tienen que optar también por  “la resistencia pasiva” en cada frontera en la hay funcionarios corruptos.

Quizás la propuesta que nos tenemos que hacer todos los creyentes es la de poner en marcha una vida acomodada a las injusticias y a las mentiras y dejar obrar el Reino de Dios en nosotros. “Para alcanzar el Reino de Dios – decía Tolstoi- es menester sacrificar las circunstancias externas en aras de la verdad”. Los gobiernos poco pueden hacer con hombres, aunque se denominen cristianos, si no viven la verdad en amor. Pero tampoco los gobiernos cometerían los atropellos  generados por  la globalización, por el poder y el dinero, si hubiese cristianos  dispuestos a una resistencia pasiva y a un ejemplo forjado en la herrería del corazón y sacado a la luz por hombres mansos frente a los violentos, por samaritanos que se comprometen con el apaleado hasta las últimas consecuencias, por hombres dóciles y amorosos frente a la altanería y brutalidad emanadas en nuestras sociedades postmodernas.

Tolstoi creyó y así lo demostró con infinitas citas de la historia  que todas las iglesias cristianas intentan ocultar el verdadero significado de la doctrina de Cristo y llegó a decir que en materia de opresión las naciones cristianas son peores que las paganas. El abismo entre la doctrina y las obras debería hacernos recapacitar sobre la doctrina que decimos tener. Conozco hermanos que se les llena la boca hablando de doctrina y verdad. Afilan su elocuencia y con “doctrina y verdad” tienen amordazados a muchos creyentes que no se atreven a discutir esas “doctrinas” que no pasan de ser un párrafo mal leído, literal y fuera de contexto bíblico, sin una sana hermenéutica y sin sentido existencial y espiritual. La “verdad” para muchos de ellos no pasa de ser una tradición denominacional, un punto de vista con una sola faceta, que, como decía el gran expositor bíblico Ernesto Trenchard, olvida las múltiples facetas del diamante de la verdad revelada.

Por lo general, cuando la doctrina con la verdad se ponen en marcha y se empiezan a vivir desde las trincheras, desde la desobediencia a los gobiernos perversos que obligan a obedecer a los hombres antes que a Dios, es cuando tienen sentido la vida cristiana y el ser súbdito del Reino de Dios. Tolstoi percibió la ceguera de la Humanidad y la incapacidad del hombre para aplicar la clave de la felicidad presente en las enseñanzas de Cristo. Murió decepcionado porque la  ley del amor se había mezclado con la fuerza, con la violencia, con la ley de la vida que era el poder del mas fuerte y los hombres comprometidos se contaban con los dedos.

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