martes, 25 de diciembre de 2018

Tiro y Sidón


 

 

Ruinas de Tiro

Manuel de León.- diciembre 2004

¡Ay de ti Corazaín! ¡Ay de ti Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hecho entre vosotros, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza. (Mateo, 11:21)

Este artículo no es publicidad turística de esos lugares de Israel. Nos referimos a Tiro y Sidón, en este texto de Mateo, 11:21, donde  Cristo afirma que si se hubiesen dado las mismas condiciones y milagros que en Corazaín y Betsaida, habrían llegado al arrepentimiento y la conversión. Pero esas condiciones y contingencias incondicionales crean uno de los tres o cuatro problemas filosóficos y teológicos mas importantes de todos los tiempos. Versículos como estos, leídos de pasada durante años, hoy al hacer un  estudio sistemático, provocan infinitas preguntas que el cristianismo de todos los tiempos ha intentado resolver. Hoy siguen siendo actualidad en otras ramas de la ciencia, de la ética, la metafísica o la psicología. Y son preguntas que podrían formularse así: ¿Es el hombre y su destino final el resultado de sus circunstancias? ¿Estamos predestinados inexorablemente por las rígidas consecuencias del pecado del pasado y del presente, sin poder tener ningún control en nuestros pensamientos y voliciones?
Vengo insistiendo en la necesidad de acudir a la Biblia, concientes de ser esta Palabra de Dios, Sabiduría de Dios y por tanto desde ella ser provocados a estudios menos pietistas y emocionales, por otros de mas calado teológico y espiritual –alimento sólido-.Digo esto porque hoy mas que nunca la psicología cree que somos producto de nuestras circunstancias, gobernados por agentes externos, físicos, anímico o espirituales. Desde hace 50 años esta literatura de psicología ha analizado todos los procesos de la actividad apetitiva y de logro, así como la voluntad y el libre albedrío humano.
Todos conocemos que los Reformadores Protestantes del siglo XVI negaron el libre albedrío, la libre voluntad moral del hombre- muerto en delitos y pecados-  y como tal muerto, sin poder de decisión ni elección de su destino. “De servo arbitrio” de Lutero es la descripción de un ser humano impotente y esclavo. Por otra parte la teología católica, se muestra mas optimista en su concepción del hombre. Para el católico, el bautismo quita el pecado original y por la gracia de Dios, como fundamento de mérito, el ser humano puede alcanzar la salvación si libremente acepta esa gracia operante o puede condenarse si  la rechaza. Pero estas dos concepciones pesimistas y optimistas del hombre que han nacido en frontera del pensamiento de Agustín de Hipona y del apóstol Pablo, no son mas que la punta del iceberg  del enorme debate en torno a la Soberanía de Dios y la providencia omnipotente de Dios, que es imposible abordar en estas líneas.
Estas grandes escuelas teológicas afirman que la bondad infinita no es visible al intelecto en esta vida. El bien que se nos presenta, siempre es deficitario, nunca sacia completamente, ni estimula irresistiblemente la voluntad. Sin embargo Dios conoce los futuros actos del hombre y puede premotivar la voluntad para que adopte una línea de conducta hacia el lado decretado. Es lo que solemos decir como chiste: “Yo mando en casa, lo que mi mujer quiere que mande”. La escuela de Molina y luego la de Suárez, no satisfechos con este tipo de libertad moral o libre voluntad, llegaron a un punto medio “sciencia media”. Explicaron entonces el texto de Cristo de Tiro y Sidón, que si hubiesen recibido los milagros y la enseñanza que tuvieron  ciudades tan privilegiadas como Corazaín y Betsaida, su habitantes habrían sido convertidos y cambiados. La condición no se dio, aunque lo afirmado por Jesús era cierto, pues el llamado “conocimiento medio” supone que Dios decide libremente de acuerdo a su sabiduría. Pondrá las condiciones que son requisito para cooperar en la acción o se abstendrá de hacerlo impidiendo la realización del evento.
Los matices teológicos y filosóficos  de esta cuestión se desgranan hasta la saciedad, pero quizás la conclusión mas clara de todo sea que la voluntad de Dios es la pura necesidad de las cosas y por tanto la voluntad humana no puede cooperar con la gracia de Dios para obtener mérito y justificación. Por eso Lutero y Calvino mantienen que los mandamientos de Dios nos muestran, no lo que podemos hacer, sino lo que debemos hacer. La salvación seguirá siendo además de un misterio de Dios, la obra completa de Dios en Cristo Jesús, que el Espíritu Santo reparte- como viento- en los rincones del alma

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