viernes, 21 de diciembre de 2018

La falacia de la armonía entre las tres culturas.










Manuel de León. noviembre 2004



No es la primera vez que se denuncia  la propaganda del paraíso de paz y buena vecindad entre las tres culturas – musulmana, judía y cristiana- en España. La existencia nadie la pone en duda, pero la coexistencia, en idílica convivencia, es una falsedad. La revista evangélica “La Luz” en su número 1217 último,  acaba de publicar un artículo de Valeriano de Amestoy, que denuncia el machaqueo inusitado de la placentera convivencia de las tres religiones. La  realidad es que la España medieval fue mas bien un marasmo de convulsiones, en los que los tratados de sumisión a los conquistadores, quienes imponían un fuerte tributo, fueron los que hicieron que haciendas y religión permaneciesen por un tiempo estables. Cuando un bando se sentía el mas fuerte, la presión era insoportable y los descontentos continuados, provocando la consecuente guerra. ¿Felices en el paraíso hispano? Nada de eso. ¿Porqué no fue posible ese paraíso? Sencillamente por las características de las mismas religiones.
Quizás la religión menos belicosa y también menos  universalista en la práctica , es decir que no incluye en su seno a todos los pueblos y naciones, sea la judía. Y esto no porque en la Torah no exista un mandato universal, sino porque la tradición judía en la práctica aborta todo llamamiento a un  pueblo universal. El pueblo solo es el judío, la sinagoga el centro de su comunidad, la autoridad moral y guía espiritual del pueblo es la ejercida por los rabinos que v.g. no admitían matrimonios mixtos, y la comida ritual “kosher” y otras peculiaridades mas, no salían mas allá de la judería. Esto les hizo un pueblo unido, amante de la paz y ecuménico. Cierto es que siempre tuvieron que pagar impuestos especiales y ser considerados propiedad de la Corona, pero su habilidad en sortear dificultades hizo que en cualquiera de los bandos, musulmán o cristiano, alcanzasen la paz mas continuada. La misma comida ritual  motivó que en muchas legislaciones los cristianos y judíos no pudiesen sentarse en la mesa juntos, por lo que el “getho” de la judería era el lugar mas seguro.
La oración del musulmán, “Dios, tú eres capaz de cubrir la tierra con la paz, porque tú haces milagros”, no siempre ha sido contestada. Detrás de los deseos de paz, el musulmán como el cristiano, tienen en su haber todas las guerras mas indignas del mundo. El moro español fue un activo defensor y difusor del Islam, con sus bondades y sus fracasos. El Islam hizo un mestizaje de raza, influyó en la lengua española, fundó ciudades,  trajo parte de las culturas griegas y romanas que se habían perdido, nos culturizó en el concepto de “cero” y el álgebra, instaló la primera escuela de científicos, etc.etc., pero su afán proselitista y conquistador no le dejó tiempo para la paz.
El cristianismo también tiene un mandamiento que está aún mas por encima de la misma paz: “Amarás al prójimo como a ti mismo” pero en pocos momentos esta cultura de la concordia se convirtió en hechos. Es cierto que hubo un tiempo con el Califato Omeya donde la coexistencia cristiano-hebrea-islámica se hizo realidad,  reuniendo sabios de las tres religiones, donde, por ejemplo, la Escuela de Traductores aprovechó a los judíos para pasar los textos árabes al castellano y clérigos cultos pasaran estos al latín, enriqueciendo la cultura universal así como al judaísmo y cristianismo que empezaron a valorar el aristotelismo. Alfonso VII llegó  esgrimir el título de “emperador de las tres religiones” y ser recibido por judíos que portaban rollos de la Toráh y por los musulmanes. En los siglos XII y XIII fue quizás el momento en que aparecieron las tres creencias juntas pero en tres comunidades dotadas de tradiciones, lengua, costumbres y derecho particulares.
La Edad Postmoderna y la Europa de los pueblos han recibido parte de la semilla de estos momentos felices y no tan felices de la España multicultural de las tres religiones. Tendremos que bajarnos de los imperialismos religiosos  a las esferas de la concordia, sin que ninguna bandera ondee por encima de las demás. Ambos pueblos, ambas culturas y ambas religiones tienen a Abrahán como el profeta de la fe, del Dios grande y misericordioso que quiere que todos los hombres se amen. Mucho nos tememos que las desigualdades y el estilo de vida que manipulan los líderes de algunas religiones, sigan dando el mismo resultado de violencia y dominio sobre el vencido, sin que esa misericordia y compasión hacia el prójimo, que Dios nos solicita, florezca y se establezca como principio de vida. ¿Aprenderá la Europa en la que conviven fundamentalmente estas tres religiones, la cultura de la paz en el espíritu de misericordia que Dios quiere?


.


No hay comentarios:

Publicar un comentario