sábado, 15 de diciembre de 2018

Dos momentos protestantes en Unamuno.











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Por Manuel de León
Pastor evangélico en La Felguera

junio 2006


INTRODUCCIÓN: Unamuno y la Asturias protestante de la generación del 98.


         La generación del 98 fue también una generación espiritual o espiritualista, donde se destapa el alma y brillan los sentimientos religiosos. La España decadente, ya no era toda católica, ya no buscaba una religión del rito externo, de la espiritualidad farisaica, sino en espíritu y en verdad. La frase unamuniana" descatolizar es españolizar" no tenía un sentido iconoclasta, sino que implicaba el deseo de una España menos cúltico-folklorica y mas espiritual. 
         En este momento de España, la Filosofía empieza a recuperarse con Unamuno y empieza a tener perspectivas mas europeas, aunque con la raigambre cervantina, como es evidente en sus ensayos "Vida de don Quijote y Sancho" y "En torno al casticismo" en los que Unamuno intenta descubrir e interpretar el alma española. También se recuperan las artes y las letras, (pintura y poesía especialmente,); pero es en la renovación y hasta la reforma espiritual del pueblo español, al que le quedan ya pocas cosas donde asirse, donde Unamuno sobresale por encima de todos. No hacerlo así, por antipatriótico o antiintelectual que parezca, es desconocer a Unamuno.
         Unamuno fue el eterno buscador de la Verdad. Del catolicismo popular y folklórico, Unamuno quiere llegar al Cristo eternizador, del que proviene la moral tendente a la salvación del alma individual, rasgo mas propiamente católico, frente al énfasis de la ética social característica del protestantismo.
         Al reformista Unamuno le urge ir diciendo sucesivamente lo que piensa, lo que le tiene perplejo en la duda y la desesperación. Es un hombre con una inmensa necesidad de Dios, de perpetuar su existencia, de resucitar el "ser" y rechazar la "nada". ¡Cuan diferentes los tiempos de hoy, en que hablar de Dios parece traumatizar la placida existencia del zombi humano, absorto en la materialidad insaciable del hedonismo, dejando sus fauces como lobo del hombre en la pobreza explotada desde que se nace, y dejando millones y millones de seres humanos frustrados, sedientos de todas las aguas,   y esclavos de la injusticia de un prójimo que pasa vestido de escriba o de sacerdote o de hombre de bien, pero que mira para el otro lado, sin entrañas y sin misericordia.
         Parafraseando a Nietsche, diríamos que el mundo moderno predica una ética del hombre libre, mientras legaliza una ética de esclavos que buscan la felicidad tras la zanahoria de la acumulación de la riqueza material.
         Unamuno un su "Diario íntimo" dice a este respecto: "Me había fijado en aquella proposición de Spinoza que dice que el hombre libre en todo piensa, menos en la muerte, siendo su vida una meditación de la vida misma, no de la muerte. Y no comprendí que para llegar a ser hombre libre en  espíritu y en verdad, era preciso hacerse esclavo y haciéndose esclavo esperar del Señor la libertad que nos permite vivir meditando en la Vida misma, en Cristo Jesús."
            Este es el Unamuno interior, el Unamuno librepensador, indómito, valiente, que ve en el protestantismo otra forma de ver las cosas. Por ejemplo, la eterna pobreza del pueblo español (y asturiano en particular) y la prosperidad del mundo protestante. La pobreza era virtud en España, pero Unamuno ve que se puede servir a Dios desde el trabajo bien hecho y desde la prosperidad fruto del esfuerzo, para consumir el producto de tus manos y tener unas perspectivas humanas, sanitarias, culturales, etc., que le liberen y realicen. Con este espíritu progresista y social irrumpe el protestantismo en Asturias. La ética que transformó Asturias socialmente, (aunque apenas nadie haya hecho el mas mínimo guiño a unos hechos tan aplastantes) fue la ética social protestante. La ética protestante que legitimó la civilización y la cultura modernas, no condenó la riqueza, como lo hizo la ética católica medieval, siendo la poseedora de la mayor parte de la riqueza y producción, sino por el contrario, reconoció y consagró como un derecho humano a la vida, al disfrute del producto de la tierra.
         Como bien señaló Max Weber, el afán de lucro no apareció con el mundo moderno, sino que es un asunto muy antiguo, que los griegos llamaban crematística y que fue también un asunto generalizado en las sociedades premodernas. Sin embargo el cambio social y ético en Asturias superó la crematística en beneficio del obrero, que pudo tener su casa, su médico y medicinas, sus seguros y sus ahorros guardados con fidelidad.
Unamuno estuvo en Gijón, Oviedo y en Sama. Habló del espíritu religioso protestante y los beneficios que el trabajo, la libertad y la democracia traían para los pueblos. En su famoso - aunque no tan leído - libro "Del sentimiento trágico de la vida" el gran ensayista librepensador, recorre todos los pensadores protestantes liberales, en una influencia que algunos han resumido en el calificativo de "ritschliano católico", aunque es bien cierto que su singularidad teológica encajaría en cualquiera de estas categorías: luterano, calvinista, católico, ateo, racionalista, místico.
         En carta de Unamuno a Luis de Zulueta, decía:
Desde que me he metido a leer a los pensadores brotados de la izquierda protestante, del libre pensamiento nacido de la Reforma, he encontrado un pensamiento que enraíza mejor en mi corazón y arregla la constante lucha de este con la cabeza, llevándoles, si no a un acuerdo, a un compromiso durable, a una guerra amistosa."

         Esta podría ser la conclusión a su encuentro con la izquierda protestante, mas impuesta en la alta crítica bíblica que en la ética social evangélica. "Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1912" es el resumen de muchas lecturas de filosofía, de lógica, de ética protestante, en una búsqueda trágica y agónica por encontrar la razón de ser de los hombres y de los pueblos. Se pregunta Orringer en "Unamuno y los protestantes liberales" si Unamuno, como lector de Harnack  por lo menos desde 1897 "¿no se sentía aludido por lo relativo a la incertidumbre católica de la salvación? Delante de Unamuno se abrieron tres posibilidades, y dada la inestabilidad de su fe, intentó realizar cada una de ellas por el orden siguiente: 1.- buscar en los dogmas católicos la unidad que los luteranos liberales echaron de menos; 2.- adoptar el protestantismo liberal y sacrificar la incertidumbre por la seguridad de salvación y 3.- aceptar la incertidumbre como algo suyo y  católico a la vez, construyendo sobre ella un sistema de ideas religiosas que comprendiera a los sistemas protestantes en todo menos en la base, la doctrina de la justificación. Es decir lo que justificase a Unamuno ante  Dios, sería precisamente su incertidumbre, su afán de inmortalidad, su deseo de salvación.
"Méteme, Padre eterno, en tu pecho,
         misterioso hogar,
         que vengo cansado de tanto bregar. Este verso de su lápida,  podría ser su síntesis existencial, que no solo se refleja en "Del sentimiento trágico de la vida" sino en obras como Niebla, que plantea problemas escatológicos; "El Cristo de Velázquez" y la "Agonía del cristianismo" así como "San Manuel  Bueno mártir" que intentan dar soluciones al ritschilianismo católico, esto es, el regreso a un cristianismo mas puro que no era el de la Edad Media, ni siquiera el de la Reforma.
         De la izquierda protestante, autores como Alber Ritschl o Adolf Harnack son sus principales proveedores de ideas; pero detrás de ellos estarían Wade Robin, Herrman, Kaftan, Alfred Loisy, Georg Wobbermin, Ernst Troeltsch, Alexandre Vinet, Eugene Menegoz, Auguste Sabatier y Willian Ellery Chaning entre otros muchos mas. El libro de Nelson Orringer "Unamuno y los protestantes liberales" cita, en un profundo estudio, la larga lista de protestantes liberales, pensadores y teólogos, que sería prolijo enumerar en este espacio.


         De este contacto con el protestantismo real, ubicado en Asturias en el periodo generacional del 98, sobresalen mas los aspectos materiales, científicos y técnicos (como fue la primera industrialización asturiana), que los espirituales, pero también en este aspecto  Asturias fue beneficiada por el testimonio integrador protestante, que, como decía Unamuno, "el trabajo también es oración y la oración trabajo".
 No debo dejar de citar en esta ocasión los hechos tan olvidados de algunos evangélicos en la industrialización de Asturias, haciendo su trabajo bien. Guillermo Schultz había levantado los planos topográficos de Asturias y media España, indicando las mejores minas y sus métodos de extracción. La Escuela de capataces de Mieres, que fundó y fue durante años su director, es el mejor testimonio de su obra. Los protestantes ingleses montaron los castilletes de las minas y conformaron la industria minera desde su nacimiento,  hasta su organización y explotación. Hoy siguen existiendo los "puentes de los ingleses" por el río Nalón y otros lugares de Asturias, como buen testimonio de su actividad.

         Luis Truan creó la industria vidriera de Gijón, y protestantes fueron los principales directivos de la mayoría de las fábricas  e industrias, puertos, ferrocarriles, correos, manufacturas, etc... Numa Guilhou elevó la industria siderometalúrgica a los niveles mas altos de su historia y  su "Fabrica de Mieres" también construyó el ferrocarril de Langreo. Numa llegó a dar trabajo directo a mas de 4000 obreros.

         Roberto Frasinelli había  diseñado y construido la admirable basílica de Covadonga, dirigido por el obispo Sanz y Forés. Lo retirarían de la obra, cuando se iban a colocar las bóvedas, por ser protestante.
         Banqueros y filántropos como Magnus Blinstad, y toda una serie de especialistas en todas las artes y saberes, inundaron Asturias de todo aquello que significaba progreso, ciencia tecnológica, tejido industrial -del que hoy tanto necesitamos- y ética social protestante. Las fábricas de loza y  de armas, el puerto y el correo, la luz y vías férreas, fueron dirigidos en su mayor parte por técnicos protestantes. Pero esto debería ser objeto de otra conferencia.

         Primer momento: Unamuno el Lutero español.

         Hoy solo vamos a detenernos en dos momentos de la vida de Unamuno, en la que no solo simpatiza o coquetea con el protestantismo, sino que lo presenta como la única tabla de salvación para la España que ya resurgía de sus cenizas. El primero de ellos no es muy conocido y sin embargo es el momento de mayor clarividencia de Unamuno. El pensador quiere ser el Reformador español a la manera de Lutero en Alemania, pero de una manera autóctona, española.
"Desde hace algún tiempo - dice en carta a Jiménez Ilundain - desde que pasé cierta crisis de conciencia, se va confirmando en mi una profundísima persuasión de que soy un instrumento en las manos de Dios para contribuir a la renovación espiritual de España."

         En otro discurso precisaba mas su ansiada Reforma y, desde luego, la veía muy distinta a como la estaban estableciendo en España tanto los misioneros extranjeros, como los españoles, que a raíz de la "Gloriosa" habían salido con la Biblia bajo el brazo a evangelizar España, tan necesitada de ir a las fuentes de la Verdad.
"Yo recuerdo también - dice Unamuno - la lucha de los aldeanos alemanes, la lucha terrible provocada por el hambre, pero de cuyo sacudimiento poderoso salió el movimiento redentor de la Alemania moderna: La Reforma. También aquí, tal vez, una guerra de aldeanos salga el preludio de la Reforma española, el dogma de nuestro pueblo."
        
Tales gritos de guerra no eran lo que los protestantes - muy pocos entonces- españoles y extranjeros, querían para España. Por esta causa, aunque conoció a protestantes intelectuales como Juan Antonio Mackay en Salamanca, Unamuno consideró al movimiento protestante español, como demasiado moderado, "capillista y estrecho". Ansiaba una Reforma mas violenta, porque creía que España no podría de otro modo salir del letargo de los siglos de Inquisición y oscurantismo y de la apatía religiosa.

         La ignorancia y la superstición religiosa española le ponían enfermo.
"Es indudable - dice Unamuno - que la religión católica oficial en España y la que profesan la mayoría de los españoles (aunque muchos finjan profesarla y otros no tengan conciencia de ello) ha influido en el modo de ser de vivir, de pensar y de sentir del pueblo español... La profunda ignorancia que en los asuntos religiosos nos aqueja, es la causa capital de los males  - de los que sean - que lamentan y combaten los que a la enseñanza de religión se oponen... Una vez mas y no será la última, tengo que repetir lo vergonzoso y degradante que resulta el que en un país que se dice cristiano, no haya leído el Evangelio la inmensa mayoría de hombres que por cultos se tienen y que en cambio cuelguen al cuello de los niños a modo de amuleto, trocitos de Evangelio en latín metidos dentro de unas bolsitas cosidas y adornadas de lentejuelas, y que se traguen las parturientas la cinta de papel hecha un rollo conteniendo una jaculatoria, y otras formas del mas bajo y anticristiano fetichismo.
        
         Cuando en 1904 Unamuno dice " dan en decir que tengo aires de pastor protestante, pero es el caso que los que  hace dos años me tomaban en broma, empiezan a irritarse. ¡Esto marcha!" es porque se había tomado en serio lo de Reformador español. Los que "empezaban a irritarse" era porque Unamuno en sus campañas y mítines, ponía el dedo en la llaga y proclamaba a los cuatro vientos que la única salvación espiritual para aquella España era el protestantismo.
  "Lo del protestantismo - decía  a Jiménez Ilundain - no le parece a Vd. solución eficaz y posible en España. Yo creo que es acaso la única que puede salvarnos del irreligiosismo y de la indiferencia y del olvido de la otra vida."

         Unamuno, aunque contradictorio y paradójico en algunos aspectos, siempre fue preciso y claro,  aunque no mantuvo la misma defensa del protestantismo como lo hacía en estos momentos de su vida. Su protestantismo es un protestantismo místico, de raigambre propia y no el protestantismo español contemporáneo que " sustentado - decía -  por Sociedades Bíblicas, se caracteriza porque entre sus seguidores se detecta un espíritu capillista y estrecho". Por otra parte, el protestantismo español de entonces era puritano y netamente evangélico, sin demasiada especulación teológica, pero de una pragmática social y ética que en algunos casos provocaba injustos calificativos de proselitismo.  Pero sobre todo el protestantismo español que él conocía,  era ajeno a toda revolución  pues las guerras de religión habían cansado y hastiado de tanta violencia a los dos bandos.

         En un discurso de 5 de Octubre de 1906 en Barcelona, Unamuno había llegado a decir: "Se ha dicho que las guerras de religión pasaron ya. Se ha dicho mas de una vez y hay que repetirlo, si, pasaron; pero es que donde ha llegado la Paz de Wesfalia es porque se pasó antes por la Dieta de Worns. En España es necesario encender las guerras de religión."

         A partir de 1907 Unamuno empieza a armonizar la lucha interior que mantenía y cree encontrarla en la izquierda protestante, pero es en el catolicismo popular y no en el oficial de la Iglesia Católica, donde encuentra mejor solución. En "La España moderna" Unamuno expone y defiende su españolidad frente lo europeo y al catolicismo frente al protestantismo. Zulueta lo había convencido y convertido con solo una frase al considerarlo "el último gran católico español" La expresión suya "descatolizar es españolizar" había quedado inservible y poco a poco el miedo secular al protestantismo le doblegaron a posiciones mas católicas. El miedo siempre ha sido provocado por frases improvadas que han pesado como losa de tumba en la conciencia española y que podían resumirse en que el protestantismo es extranjero y corruptor de costumbres.

         Para algunos como Luis Farré, los conocimientos de Unamuno sobre el protestantismo fueron de laboratorio, pero creo que fue algo mas. Las cartas con los protestantes españoles dan fe de que Unamuno tuvo,  algo mas que afecto, convicción de que en aquellos momentos España podía salir de su marasmo espiritual. Quizás fue el miedo a perder su españolismo y su tradición de cristiano viejo o gran católico español, como lo había encumbrado Zulueta. Pero lo cierto es que también él tuvo miedo al protestantismo.
En su libro "Rouseau, Voltaire y Nieztche" dice:
"En España también hay quienes maldicen del protestantismo no por lo que tenga de heterodoxo, desde el punto de vista de la Iglesia Católica, sino por lo que tiene de exótico, de extranjerizante. Y si en Francia el protestantismo tiene una tradición notabilísima - recuérdese a Calvino, a Cologny, a Guizot, a tantos otros - no deja de tenerla España. Yo creo que nuestros místicos españoles del siglo XVI preludiaron una verdadera reforma española, indígena, propia, que fue ahogada en germen  luego por la Inquisición."

Así pues el momento reformador de Unamuno podíamos resumirlo en dos palabras. Unamuno quiso ser el reformador español, con revolución y guerra religiosa incluida, pero cambió a posiciones menos comprometidas. No por ello deja de ser un digno defensor del protestantismo liberal y de la llamada Segunda Reforma en España en particular. En 1930 decía en contestación a otra carta de la Alianza Evangélica Española:
"Quiero estimado señor, que haga presente a la Junta de la Alianza Evangélica Española cuanto agradezco su saludo de bienvenida a mi repatriación y que les diga cuan de espíritu estoy con lo fundamental de su obra."
        
En parecidos términos, casi veinte años antes, en carta  dirigida a Guillermo Graell Moles, economista catalán, que había pronunciado una conferencia sobre "La cuestión religiosa" Unamuno dice:
"No puede Ud. figurarse hasta que punto estoy de acuerdo con las líneas generales de su conferencia y con el íntimo sentido de ella. Aunque no católico (hay quien dice que "aun") soy cristiano. Lo que Vd. dice lo he dicho cien veces de otro modo...


Segundo momento: La carta del pastor evangélico Atilano Coco.

         Nadie mejor para describir este momento que Luciano González Egido en su "Agonizar en Salamanca". Es uno de los libros mejor escritos en esta época y en cuyo contenido se descubre magistralmente el alma cansada del viejo profesor.

         Es la fiesta de la Raza, 1936. La parafernalia protocolaria había llenado la Universidad. Los periódicos habían publicado la carta pastoral del obispo de la ciudad Pla y Daniel con el título "Las dos ciudades" y Franco dio a Unamuno su representación en este acto académico. La glorificación de la raza española y toda su épica gloriosa salía a relucir, mientras se fusilaban diariamente a miles de personas inocentes. El viejo rector se sentó al lado de la asturiana Carmen Polo de Franco y del obispo de la ciudad, pero en su bolsillo crujía la carta de la esposa del pastor protestante, Atilano Coco, amigo suyo: En el dorso de esta carta había escrito frases y palabras a modo de bosquejo para su discurso.

         Unos meses atrás el pastor Atilano Coco le había escrito:
"Mi buen amigo D. Miguel: Por mi esposa se las molestias que Vd. se está tomando con respecto a este extraño encarcelamiento del que soy objeto desde hace 38 días. Muy grave debe ser la causa para tenerme apartado de mi ministerio evangélico, aun cuando todavía no se si estoy a disposición de algún juez o del Comandante Militar. De todos modos le agradezco su solicitud. Mi esposa me ha dicho que ha estado Vd. en mi casa, hace unos días. ¿Quizás esperaba Vd. encontrarme en ella? Ello sería un buen augurio para mi.
         Bien quisiera volver a gozar de libertad, pero me figuro que aquí se entra con demasiada facilidad para poder salir con la misma. Espero con impaciencia que acabe esta trágica lucha y estoy pidiendo constantemente a Dios en mis oraciones que todos los españoles depongan las armas y se amen como hermanos. Los primeros en dar ejemplo hemos de ser los cristianos. "Ve tu y haz lo mismo" fue el mandato de Cristo a aquel doctor de la ley que le preguntaba quien era el prójimo.
         De momento repito la gratitud que siento por la deferencia que en esta ocasión memorable ha tenido para mi y mi esposa. Suyo en el Evangelio. ATILANO COCO."

Unamuno seguía gestionando la libertad del pastor, pero todas las puertas se cerraban con evasivas y falsas promesas. La solicitud de al menos una instrucción de juicio, chocaba contra murallas infranqueables. Dice González Egido intentando describir la situación de Unamuno ante el aluvión de acontecimientos trágicos, injustos y crueles, que poco a poco habían debilitado a un hombre viejo , sumido en la ansiedad, los conflictos y el cansancio.
"Aquel hombre viejo - dice - seguía encamado y comido por todos las hormigas de sus remordimientos, adelgazando a ojos vistas, envejecido por momentos... Y hasta la cama de su soledad y de su impotencia, le trajeron una carta, que añadió un adarme mas de desesperación a su colmada capacidad de tristeza en aquellas vísperas de sus 72 años. Era la carta de la esposa del pastor protestante encarcelado, que ni siquiera se atrevió a firmarla, ni se acordó de ponerle fecha. Era una carta amargamente esperanzada.
         D. Miguel: Soy la esposa del pastor evangélico y le voy a molestar una vez mas. Se acusa a mi esposo de masón y en realidad lo es; lo hicieron en Inglaterra en el año 20 o 21; me dice que consulte Vd. que es lo que tiene que hacer. Mi esposo desde luego no ha hecho política de ninguna clase; le hicieron eso porque sabe Vd. en Inglaterra casi todos los pastores lo son y muchos también en España; en Inglaterra lo es el Rey y también el jefe de las iglesias anglicanas. En España he oído que lo son algunos generales; no se lo que habrá de verdad en todo esto.
         Creo que esto pasará al Gobierno militar y si quisiera, que Vd., cuando pudiese, se informase de algo o que de alguna luz sobre esto. Perdone que le moleste hasta en la cama; que mejore Vd. y Dios le premie todo lo que por nosotros está haciendo."

         Esta carta acaba de sobrecoger al viejo profesor y le recordaba, posiblemente, sus visitas a la casa del pastor evangélico Atilano Coco, y los ruegos de este a favor de la reconciliación de todos los españoles. Sin embargo, el contenido de aquella carta era mortal de necesidad. "Todo masón es un traidor a la patria" - se decía aquellos días, y Atilano era masón según le confirmaba la esposa. Era pues un caso perdido. En esos días no se andaba con distinciones entre masonería  inglesa o la francmasonería; ambas eran delito de lesa patria. Unamuno, ahora, en estos momentos, de su vida, parece que le debe algo no solo a la injusticia, sino también al protestantismo representado en Atilano Coco. ¿Porqué? Porque él sabía de la contribución a su filosofía, que el protestantismo intelectual le había aportado. Los arrebatos contra algunos aspectos del protestantismo que leemos en su "Diario íntimo" no dejan  de ser extremos que el protestantismo real tampoco sostenía. Cuando dice:" El protestantismo oscila entre la esclavitud de la letra y el racionalismo, que evapora la vidas de la fe" o El protestantismo tiene que cumplir su ciclo todo, ir a perderse en el racionalismo que mata toda la vida espiritual, para que vuelva a caer en la fe de que salió, indicaba los males que a muchos amigos suyos de la izquierda protestante, aquejaban.

         El filosofo nacido en España, pero mas conocido en Argentina y Méjico, Luis Farre, dijo que " los conocimientos de Unamuno sobre el protestantismo fueron de laboratorio". Unamuno había estudiado a la mayoría de los protestantes liberales y unitarios alemanes, ingleses y americanos, pero también estaban presentes en sus escritos los reformadores Melanchton, Calvino y Lutero. De este último dice Unamuno: "El mas grande servicio, acaso, que Lutero ha rendido a la civilización cristiana es el haber establecido el valor religioso de la profesión civil"

         Sin embargo, hemos de repetir que el conocimiento del protestantismo en Unamuno es racionalista, el de la alta crítica bíblica que destruye lo esencial del mensaje evangélico, en tanto habla de desprecio del sencillo culto y la ardiente fe en los templos protestantes de las primeras congregaciones evangélicas en España. La llamada Segunda Reforma en España - ya que la Reforma del siglo XVI fue ahogada en su mayor parte por la Inquisición- era para Unamuno "capillista y extranjerizante" aunque reconozca el alto valor espiritual y su praxis ética y sociológica diferentes a las prédicas de la España decadente, ahora en turbulenta revolución.

         No es pues extraño que Unamuno quisiera ser el reformador español, siendo consciente del avance de los pueblos protestantes y sobre todo en la libertad y la democracia y en la socialización e igualdad entre los pueblos, que entonces se consideraba malo para los pueblos. Conozco varios libros que intentaron destruir la idea de desarrollo y espiritualidad protestantes, pero que, de alguna manera, tales apologéticas solo sirvieron para constatar la realidad del avance de la comunidad evangélica. Uno fue el del filosofo Jaime Balmes: "El protestantismo comparado con el catolicismo"  y también "Del protestantismo y de todas las herejías en su relación con el socialismo" de Augusto Nicolás, traducido por Joaquín Roca y Carnet. Otro fue el del obispo de la Habana Fray Jacinto María Martínez y Saez: "La edad Media comparada con los tiempos modernos". En ambas, y especialmente en este último, se intenta llenar sus páginas de nombres históricos ilustres y añorar la Edad Media donde la Iglesia era dueña y señora del mundo, aunque los pueblos dominados estuviesen llenos de miseria e indigencia. Es algo parecido a lo que el eminente polígrafo Menéndez y Pelayo hizo también en "La ciencia española" y la "Historia de los heterodoxos españoles.

         Unamuno sabía esto. Había viajado por toda España y sabía que no debía callar, tenía que decir algo sólido para el resurgimiento de España. González Egido intenta describir este momento de Unamuno en el que ya no puede callar porque España vuelve a la Edad Media. Dice:
" Al sentarse el viejo rector, en su sillón presidencial, crujió la carta de la mujer de su amigo Atilano Coco, el pastor protestante, condenado a muerte, que llevaba en el bolsillo de la chaqueta y que sacó concierta dificultad por entre la vestimenta generosa del protocolo académico. ¿Porqué llevó aquella carta tan comprometida hasta el estrado del Paraninfo, en aquel ambiente hostil, lleno de agresividad militar y de euforia bélica? Probablemente para tratar de gestionar otra vez y directamente con alguno de los jefes de la rebelión alguna medida de clemencia o para recacabar indirectas ayudas, que salvaran aquella causa perdida. ¿Tenía intención de utilizar aquel testimonio acusador, a lo largo del acto, dentro de un proyecto suicida de heroísmo verbal, como tantas veces había hecho en el pasado? ¿Deseaba ingenua y soberbiamente alcanzar la conciencia de los verdugos del evangélico pastor protestante con aquel alegato de justicia, de misericordia y de perdón, aquella confesión personal conmovedora, entre el pudor, la desesperación y la confianza, apoyado en los explícitos discursos cristianos de aquellos mismos verdugos, sabiendo que otras vías eran ya inútiles? Se había propuesto una acción intimidadora desde la provocación, amparado en la notoriedad de su nombre internacional y en la connivencia de su inicial colaboración con los rebeldes? ¿Por qué había llevado hasta allí, junto a su débil cuerpo de anciano indefenso, aquella carta delatora, que era tanto un grito, como una denuncia ? Probablemente, por algo de todo eso, porque solo los tontos se mueven por una sola razón.

         Todas estas múltiples razones y ninguna a la vez, incluía, sin lugar a dudas, su amor por el  protestantismo, por la Palabra de Dios, por la doctrina cristiana que - decía en un discurso - "no queréis conocer". Y como a Cristo lo condenaron en lugar de Barrabás, Millan Astray gritó : "¡Viva la muerte! ¡Mueran los intelectuales! España estaba en peligro "apuñalada" traidoramente por la pseudointelectualidad liberal masónica - se dijo en el Ayuntamiento después del discurso de Unamuno. Todo ello porque Unamuno al que se le calificaba de Erasmo moderno, había intentado conciliar lo inconciliable: Catolicismo y Reforma, conocedor de los resultados visibles e invisibles que el mundo protestante había comenzado a realizar en España, como lo vio Asturias en su primera industrialización.
         Del Unamuno "agitador de espíritus" poco o nada ha pervivido. El ya clásico nacional-catolicismo y el espíritu de una sociedad tendente a la aldea globalizada, han ahogado todo reforma nacional y personal a la manera luterana, como deseaba Unamuno. Se vive en una España democrática y en una Europa cuyos principios libertarios y societarios tienen sus raíces en el protestantismo, pero España en su manifestación religiosa - creo yo- siempre será diferente.
Dice el sacerdote Felix García en la introducción al "Diario personal" de Unamuno : "A Unamuno tenemos que explicarle desde él mismo, con sus textos católicos, heterodoxos, agnósticos, hegelianos, protestantes, jansenistas, místicos, anárquicos, ateos, profundamente cristianos, en definitiva unamunianos.
Hoy hemos volado por dos momentos protestantes, que pueden ser sintomáticos y esclarecedores de su personalidad única y multifacética. Quisiera terminar con unas palabras del viejo profesor junto al sepulcro de don Quijote, en "Vida de Don Quijote y Sancho: "Y ante todo cúrate de una afección terrible que, por mucho que te la sacudas, vuelve a ti con terquedad de mosca; cúrate de la afección de preocuparte cómo aparezcas a los demás. Cuídate SOLO de cómo aparezcas ante Dios, cuídate de la idea que de ti Dios tenga..... Todo esto dije a mi amigo, y él me contestó en una larga carta, llena de un furioso desaliento, estas palabras: "Todo eso está muy bien, está bien, no está mal; pero ¿ no te parece que en vez de ir a buscar el sepulcro de don Quijote y rescatarlo de bachilleres, curas, barberos, canónigos y duques, debíamos ir a buscar el sepulcro de Dios y rescatarlo de creyentes e incrédulos, de ateos y deistas, que lo ocupan, y esperar allí  dando voces de suprema desesperación, derritiendo el corazón en lágrimas, a que Dios resucite y nos salve de la nada?
         Advertencia esta de Unamuno que plasma su lucha por la eternidad y la salvación. San Pablo había dicho: "Ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor". Esperando que esta visión de Unamuno, reformador y profundamente religioso, haya ampliado su figura y la de la generación del 98, solo me resta, darles las gracias por su atención.
  Muchas gracias.




Alguna bibliografía consultada. 

El secreto de España.  JUAN MARICHAL
El reformador Unamuno y los protestantes españoles. PATROCINIO RÍOS SÁNCHEZ.
Del sentimiento trágico de la vida. MIGUEL DE UNAMUNO
Agonizar en Salamanca Unamuno. (Octubre a Diciembre 1936). LUCIANO GONZÁLEZ EGIDO.
Unamuno. Antología. Prólogo de JOSÉ LUIS ARANGUREN.
Unamuno y sus guerras civiles. JOSÉ MIGUEL DE AZAOLA.
Unamuno y los protestantes liberales.(1912) NELSON R. ORRINGER.  

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