Noviembre 2004
Dice el refrán que “el gato
escaldado del agua huye”. Siempre en España cuando se ha intentado un proceso
de normalización religiosa, hay muchos que salen como gatos escaldados
enseñando las uñas. La polarización de lo liberal contra lo fundamentalista
católico y romano, ha hecho que no se busque una tercera vía mas evangélica, donde
la mejilla esté dispuesta a los bofetones de uno y otro lado, pero que tenga el
propósito de regularizar la izquierda tradicionalmente mas irreligiosa y anticlerical,
con la jerarquía mas imperialista y caciquil. Uno de esos momentos perdidos
para esta normalización fueron los actos fúnebres por las víctimas del atentado
de Atocha, del 11-M, donde parecían todos los muertos católicos, puesto que
estaban en la catedral católica y con el culto católico. No haberlo hecho por
parte de las autoridades del Estado y de la jerarquía católica, quienes sabían
que muchos eran evangélicos y musulmanes, ha supuesto la mas lamentable discriminación
de los tiempos modernos.
Hemos de tener en cuenta que
los liberalismos, partidarios de una “educación popular” también suponen un
atentado a la libertad científica, de conciencia y también religiosa. Ese tipo
híbrido de educación ha fracasado, como fracasarán los que hoy mantienen una
educación “laica” sin contenidos históricos y científicos. Decir que venimos
del mono y hablar de la evolución de las especies por el azar y la necesidad,
es tan pobre como lo fue el debate de las Cortes de 1837 en las que se proponía
que se bautizase a los niños con agua templada. Por cierto, la derecha católica
se pronunció a favor del agua fría. También
los liberales llenaron las bibliotecas de libros raros y otros contra el
secreto de confesión o historias macabras que no eran mas que calumnias. El
mismo Jorge Borrow cuando pasó por Portugal vendiendo Biblias y Nuevos
Testamentos, encontró en casa de una joven
campesina “Las ruinas de Palmira” de Volney que mandó quemar por ser impío y
estúpido.
No se ha llegado en estos días
a ninguna condena rotunda, ni ninguna excomunión por parte de la iglesia
católica, pero si lo hace esperemos no llegue nunca a las lamentables y tristes
contestaciones del catecismo del P. Ripalda:
-¿Qué clase de pecado es el
liberalismo?
-Un pecado gravísimo contra la
fe.
-¿Porqué?
-Porque consiste en una
colección de herejías condenadas por la Iglesia.
-¿Es pecado para un católico
leer un periódico liberal?
-Puede leer las cotizaciones de
Bolsa.
No es de extrañar que un catolicismo que ve en la
enseñanza liberal una verdadera inmoralidad, un peligro para la fe y
estabilidad social, se haya atrevido a gritar a favor de la ignorancia, haya
considerado al filósofo sinónimo de bárbaro y a Guttemberg lo mas funesto que
ha producido la descendencia de Adán.
España ha
tenido pocos momentos liberales o de Estado laico. En muchos casos esto del
liberalismo parece sonar a templos quemados y clérigos asesinados. Sin embargo
pocos se han dado cuenta que ha sido una reacción frente a la acción clerical
manipuladora y arbitraria. El citado colportor Borrow, que se encontró en 1815
con el último inquisidor, describe que le había dicho que la herejía y la
incredulidad se habían introducido en España por la libertad de imprenta y por
“la secta inmoral de los judíos”. Dentro de ese saco indirectamente entraban
los masones que eran liberales y algunos protestantes e intelectuales que
fueron masones y liberales, pero tales liberales v.g. en el exilio de Londres,
amaban la España que responsablemente criticaban.
El protestante José María
Blanco (White) que publicó desde Londres “El Español” y escribió para otros
periódicos de América, describe una España necesitada de reforma, de cambios
estructurales, porque se moría de hambre, porque la ciencia y la tecnología, la
industrialización y la educación no tenían salida. Los privilegios de los
hijodalgo, de la burguesía religiosa con un 80 por ciento de las tierras
cultivables en sus manos, no tenía mas que esclavos a sus órdenes. La
desamortización de Mendizábal no logró
tampoco ninguna normalización porque en poco tiempo los bienes desamortizados
volvieron al clero, aunque ahora para pedir
mas dinero abogan la citada desamortización.
La posible normalización, no
exenta de tensiones todavía, tendrá que venir por una tercera vía en la que
entren al ruedo de la cultura religiosa y la educación, todas las
sensibilidades, sin rasgarse las vestiduras y sin invocar los privilegios que
el catolicismo español reclama por ser mayoría. Si el catolicismo tuviese que
contar sus fieles con quienes confiesan su fe en Cristo públicamente cuando ya
son mayores y no por un acto bautismal infantil, no se sentiría tan
fundamentalista.
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