Manuel de León.- Noviembre 2004
No me ha salido otra palabra mas políticamente correcta
que sustituya a “prostitución”. Cuando
la religión es un producto que se vende
y se pasa de la esfera espiritual al mercado de los votos, de los intereses, del
poder y la influencia que manipula y lleva a montones de seres humanos a la
guerra, a la violencia o al hambre sin paliativos, la religión se ha
prostituido. Nadie puede permanecer callado cuando tantos pecados se esconden en servilletas de religión y piedad..
Las últimas elecciones de los Estados Unidos de América parecen haber sido
ganadas por el voto de los evangélicos. Ellos han decidido una política, un
sistema, una forma de ver, sentir y pensar. Pero ¿esto puede ser
perfecto?¿podemos estar orgullosos los evangélicos de tener oportunidades de
hacer el bien a la humanidad desde el plano político?
Las respuestas no son fáciles, porque desde la óptica nuestra, la de la
vieja Europa, que ha recibido la postmodernidad indiferente al hecho religioso,
y que se ha atrevido a decir que Dios ha muerto, ya nada parece importarnos.
Los americanos, por el contrario, tienen
a Dios mas allá de la esfera de la intimidad. Es el Dios al que se ora en las
Escuelas, en los Seminarios, en las Universidades, sin que esto suponga un
sonrojo, ni una vergüenza. Se sienten orgullosos de que Dios bendiga cada
momento de su vivir vertiginoso y agotador. Esto sería un estilo de vida muy
parecido al que Calvino soñó para Ginebra, aunque sea a una escala diferente y
mucho menos puritana.
Según nos cuentan las noticias
periodísticas, el candidato ganador, ha sabido explotar el aborto, la
homosexualidad o la manipulación genética, a este fundamentalismo
norteamericano, puritano y simplista. El republicano Busch, tachado de pocas
luces por los medios, ha tocado el corazón sencillo y sin dobleces de las
iglesias evangélicas. Se ha presentado como un predicador mas y esto ha
relajado a los cristianos evangélicos en su mayoría. Como un nuevo Moisés les ha prometido la victoria
sobre el mal y se lo han creído. Pero ¿ de qué mal hablamos? ¿Acaso el
presidente de la guerra preventiva, puede ser creído y ser fiable cuando no ha
habido tales armas de destrucción masiva?¿Acaso podemos creer en defensores del
aborto, cuando los que tienen el poder dejan morir millones de seres humanos?
Yo puedo creer que, según nos cuentan los diarios (no tengo otras fuentes de
información) el presidente Busch haya nacido de nuevo en 1986 en un encuentro
con el evangelista Billy Graham, pero la política de prioridades nunca es una
guerra. Las guerras solo se alimentan de odio y de sangre y sus frutos son la
muerte y la desolación.
El simple cristiano evangélico no puede ser nunca un cristiano simple.
Tenemos que saber que la retórica sobre el bien
venciendo al mal, es algo mas que blanco y negro. El mal es algo mas que
el aborto, la homosexualidad y otros problemas de bioética. El “Príncipe de
este mundo” tiene un sistema del mal que reúne poder, dinero y vanagloria de la
vida para sustituir a Dios. La religión se
prostituye cuando solo se mira el bienestar propio y Dios solo es el
tapa-agujeros de nuestros caprichos. Cuando el bienestar viene a la vida de los
cristianos, tenemos que estar agradecidos a Dios por sus bendiciones, pero ¿qué
pasa con aquellos que parecen abandonados de la mano de Dios? ¿No será el “mal”
y nuestra lucha contra el mal, el dar de comer al hambriento, de beber al
sediento y vestir al desnudo?
La Religión-Estado suele ser una trampa en la mayoría de los casos. Se
suele perder el sentido profético y el acercamiento del samaritano. El Estado
protegiendo a la Religión o la Religión apoyando al Estado, no crea mas que un
imperialismo religioso. El cristianismo que nació perseguido y pobre, cuando
fue apoyado por Constantino, se convirtió en perseguidor y poderoso. Esta
mezcla ha sido la que a lo largo de la historia ha atado con cadenas
insufribles no solo las conciencias y la libertad del ser humano, sino que ha
sumido a las naciones en eras de oscurantismo y pobreza espiritual.
Aunque el protestantismo evangélico parezca robusto en Norteamérica, mucho
me temo que estemos asistiendo a una de esas etapas en las que el
fundamentalismo haya perdido sus fundamentos. La Biblia además de ensalzar los
hombres de fe, ensalza un estilo de vida
que además de dar al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios,
establece principios de misericordia, de mansedumbre y de solidaridad hacia los
seres humanos, que los políticos y los Estados suelen olvidar.
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