Ruinas de Tiro |
Manuel de León.- diciembre 2004
¡Ay
de ti Corazaín! ¡Ay de ti Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho
los milagros que han sido hecho entre vosotros, tiempo ha que se hubieran
arrepentido en cilicio y ceniza. (Mateo, 11:21)
Este
artículo no es publicidad turística de esos lugares de Israel. Nos referimos a
Tiro y Sidón, en este texto de Mateo, 11:21, donde Cristo afirma que si se hubiesen dado las
mismas condiciones y milagros que en Corazaín y Betsaida, habrían llegado al
arrepentimiento y la conversión. Pero esas condiciones y contingencias
incondicionales crean uno de los tres o cuatro problemas filosóficos y
teológicos mas importantes de todos los tiempos. Versículos como estos, leídos
de pasada durante años, hoy al hacer un
estudio sistemático, provocan infinitas preguntas que el cristianismo de
todos los tiempos ha intentado resolver. Hoy siguen siendo actualidad en otras
ramas de la ciencia, de la ética, la metafísica o la psicología. Y son
preguntas que podrían formularse así: ¿Es el hombre y su destino final el
resultado de sus circunstancias? ¿Estamos predestinados inexorablemente por las
rígidas consecuencias del pecado del pasado y del presente, sin poder tener
ningún control en nuestros pensamientos y voliciones?
Vengo
insistiendo en la necesidad de acudir a la Biblia, concientes de ser esta
Palabra de Dios, Sabiduría de Dios y por tanto desde ella ser provocados a
estudios menos pietistas y emocionales, por otros de mas calado teológico y
espiritual –alimento sólido-.Digo esto porque hoy mas que nunca la psicología
cree que somos producto de nuestras circunstancias, gobernados por agentes
externos, físicos, anímico o espirituales. Desde hace 50 años esta literatura
de psicología ha analizado todos los procesos de la actividad apetitiva y de
logro, así como la voluntad y el libre albedrío humano.
Todos
conocemos que los Reformadores Protestantes del siglo XVI negaron el libre
albedrío, la libre voluntad moral del hombre- muerto en delitos y pecados- y como tal muerto, sin poder de decisión ni
elección de su destino. “De servo arbitrio” de Lutero es la descripción
de un ser humano impotente y esclavo. Por otra parte la teología católica, se
muestra mas optimista en su concepción del hombre. Para el católico, el
bautismo quita el pecado original y por la gracia de Dios, como fundamento de
mérito, el ser humano puede alcanzar la salvación si libremente acepta esa
gracia operante o puede condenarse si la
rechaza. Pero estas dos concepciones pesimistas y optimistas del hombre que han
nacido en frontera del pensamiento de Agustín de Hipona y del apóstol Pablo, no
son mas que la punta del iceberg del
enorme debate en torno a la Soberanía de Dios y la providencia omnipotente de
Dios, que es imposible abordar en estas líneas.
Estas
grandes escuelas teológicas afirman que la bondad infinita no es visible al
intelecto en esta vida. El bien que se nos presenta, siempre es deficitario,
nunca sacia completamente, ni estimula irresistiblemente la voluntad. Sin
embargo Dios conoce los futuros actos del hombre y puede premotivar la voluntad
para que adopte una línea de conducta hacia el lado decretado. Es lo que
solemos decir como chiste: “Yo mando en casa, lo que mi mujer quiere que
mande”. La escuela de Molina y luego la de Suárez, no satisfechos con este tipo
de libertad moral o libre voluntad, llegaron a un punto medio “sciencia media”.
Explicaron entonces el texto de Cristo de Tiro y Sidón, que si hubiesen
recibido los milagros y la enseñanza que tuvieron ciudades tan privilegiadas como Corazaín y
Betsaida, su habitantes habrían sido convertidos y cambiados. La condición no
se dio, aunque lo afirmado por Jesús era cierto, pues el llamado “conocimiento
medio” supone que Dios decide libremente de acuerdo a su sabiduría. Pondrá las
condiciones que son requisito para cooperar en la acción o se abstendrá de
hacerlo impidiendo la realización del evento.
Los matices
teológicos y filosóficos de esta
cuestión se desgranan hasta la saciedad, pero quizás la conclusión mas clara de
todo sea que la voluntad de Dios es la pura necesidad de las cosas y por tanto
la voluntad humana no puede cooperar con la gracia de Dios para obtener mérito
y justificación. Por eso Lutero y Calvino mantienen que los mandamientos de
Dios nos muestran, no lo que podemos hacer, sino lo que debemos
hacer. La salvación seguirá siendo además de un misterio de Dios, la obra
completa de Dios en Cristo Jesús, que el Espíritu Santo reparte- como viento-
en los rincones del alma
No hay comentarios:
Publicar un comentario