El gran buscador “Google” me
sirve, todos los días puntualmente, los artículos que tratan sobre “religión” y
“sociedad”. Llevo mas de un año recibiendo en mi correo electrónico un rondón
de letanías invocando la asignatura de religión en las escuelas, pero ni un
solo artículo sobre Dios. Ni siquiera sobre ese Dios desconocido del que, los
filósofos y teólogos de todas las religiones, buscan palpando, razonando o
imaginando. Dios parece abandonado, como aquel arpa del poeta, en el ángulo del
salón oscuro. El arpa puede producir melodías sublimes y enriquecedoras, pero
es un trasto más si no se usa. Dios cada día parece mas, en nuestra sociedad
europea, un cachivache que el polvo de la historia religiosa mantiene intocable, inservible y en lo mas
oscuro del salón. ¿Quién tiene la culpa de este estado tan lamentable de las
ciencias bíblicas y teológicas? ¿Es posible que solo usemos la religión cuando
hay intereses económicos?
Se dice de Emilio Castelar
que era un agnóstico. Pero en 1869 en su discurso sobre la necesidad de la
libertad religiosa hizo una de los mejores retratos que se perciben y podemos
entender de Dios. Su “grande es el Dios del Sinaí ...” descubría otro Dios mas
grande, el de la “religión del amor” del “poder misericordioso” el de la
“igualdad entre todos los hombres”. Además Castelar entonces dejó claro algo
que también los responsables religiosos de hoy siguen sin entender, esto es,
que no se puede exigir con fuerzas y apoyos coercitivos al Estado, ya sea en
nombre del catolicismo, o del protestantismo, ni siquiera en nombre de una idea
moral y religiosa, lo que solo es patrimonio de la conciencia y de la fe. A veces parece que el
adoctrinamiento católico español sigue basándose en esa religión autoritaria,
que cohíbe, que exige en nombre de la esencia española, que marca en la carne
un catolicismo forzosamente impuesto, sin mas razones de que te casan y te
entierran.
Hay
católicos, sin lugar a dudas, que están muy por encima de estas autoridades jerárquicas.
Los evangélicos nos encontramos muy bien entre ellos, porque han escogido el
Dios mas grande. Alguna asociación evangélica tiene colaboradores católicos con
experiencia en campos de solidaridad y obra social. Hay una simbiosis
enriquecedora entre dos formas religiosas y allí Dios no es una entelequia arrinconada en el ángulo
oscuro. Como diría Castelar “como la religión después de todo es tanto una
relación social como una relación del hombre con Dios, podréis engañar con la
religión impuesta por el Estado a los demás hombres, pero no engañareis jamás a
Dios, a Dios que escudriña con su mirada el abismo de la conciencia.” Así pues
creemos que el camino de la exigencia y
del ultimátum al Estado es un camino
erróneo. Las autoridades religiosas que deberían estar para agitar conciencias,
promover las ciencias bíblicas y mostrar el ejemplo de Cristo - que no
poseyó nada y solo pasó haciendo el
bien- se dedican ahora a echar pulsos al Estado con el apoyo de aquellos
españoles que han entendido la religión de una manera muy peculiar y enraizada
en los sentimientos mas profundos del modo de ser español.
Entiendo también que la
otra fuerza en este proceso de la enseñanza religiosa es la laicista. Que es
una fuerza tan intransigente como la católica y donde se exige que la religión
salga de las escuelas. Sin embargo no se distingue bien entre la enseñanza de
la confesionalidad religiosa y la historia del hecho religioso. Creo que la
mayoría estamos de acuerdo en que se lleve a las escuelas dominicales la
enseñanza confesional, pero se mantenga en la escuela la enseñanza del
desarrollo histórico-filosófico-teológico del “hombre religioso”. No hacerlo
así creará analfabetos y zombis culturales, donde el universo propio no alcance
mas allá de la pantalla del móvil. De hecho hay gente pública tan iletrada y
tan inconsciente de su propia realidad, que parecen ser de otro planeta.
España no puede permitirse
seguir siendo esa fábrica de hipocresía, en donde se dice una cosa y se
practica otra. Aunque España haya dejado de ser católica, tiene una mayoría
católica que tiene que buscar el otro Dios mas grande que decía Castelar.
España parece seguir siendo aquella del relato que Menéndez y Pelayo describe
de Damian de Goes y Fr, Roque que defendían las doctrinas luteranas de “la
gracia y predestinación, confesión auricular y poder del Papa”, que no rezaban
las horas canónicas y que leían y prestaban libros de Lutero, pero a la
pregunta de qué harían si volviesen a Portugal, Goes respondió “Oiría misa y
confesaría, pero guardaría en mi interior la doctrina que profeso”. ¿Acaso hoy
no habrá muchos evangélico no integrado en la confesionalidad por miedo al modo
profundo del ser religioso en España?
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