La frase “vivir para sobrevivir” no es
bíblica, sino una realidad del mundo de hoy. La Escritura
enseña la manera de vivir para poseer la tierra, para vivir en
concordia desde la mansedumbre, para alcanzar la sabiduría
cuyos caminos son deleitosos y todas sus veredas paz (Pro.
3:17). Edgar Morín, pronunció un conferencia en la universidad
de Valencia el día después de los acontecimientos del 11-M y
decía: “Hoy día, el desencadenamiento sin límites de la
violencia a nivel planetario ha culminado en un ciclo
infernal, en el que el maniqueísmo alimenta la violencia;
violencia que, a su vez, alimenta el maniqueísmo. El fanatismo
alimenta la violencia que alimenta el fanatismo . No
podemos caer nosotros y nuestro odio a la violencia en un
maniqueísmo simétrico al maniqueísmo que nosotros rechazamos
.” La propuesta de Morín es añadir algo de poesía que
eleve por encima de lo prosaico, hacia un modo de vida en la
participación, la comunión, la danza, el canto, la fiesta y
sobre todo el amor, para transfigurar la vida prosaica hecha
de tareas utilitarias o técnicas, en un vivir para vivir y no
solo para sobrevivir.
Edgar Morin denunció también en un manifiesto, hace un año
en el diario “Le Monde”, el conflicto palestino-isaraelí, del
que se le acusó de antisemitismo y racismo, cuando en realidad
solo intentaba entender el fenómeno de porqué unos jóvenes
eran llevados a convertirse en kamikazes de Alá el
Misericordioso. Morin que desciende de una familia de judíos
expulsados de España, que llegan a Salónica, siendo deportados
en su mayoría durante la Segunda Guerra Mundial, no puede ser
un antisemita por ser sensible al sufrimiento de los
palestinos. Pero también ha dicho que “lo peor es ver regresar
la idea bárbara de responsabilidad colectiva, que castiga a
una familia, a una población, del crimen o supuesto crimen de
una persona o un Estado. Una responsabilidad colectiva a nivel
planetario por la que los civiles españoles deben pagar con su
muerte la muerte de civiles iraquíes.
Otro de los lemas de Morin es el de resistir a la crueldad
del mundo. Es el poner la otra mejilla cuando ya te han roto
una, “ y al que te quite la capa, ni aún la túnica le niegues”
como dijo Jesús en Lucas 6:27-36. “ Debemos pensar en
preparar, siguiendo las ideas de Gandhi, una política no
violenta. Ésta es la tarea de nuestro siglo... Lo que podemos
hacer es introducir en la educación el modo de pensamiento que
permita superar las visiones mutiladas, ciegas, las tendencia
a la autojustificación constante y al desprecio hacia el otro.
Por esta razón, me parece que el modo de conocimiento complejo
es un modo de conocimiento que permite situarlo todo en su
contexto, que permite reconocer al sujeto humano, que
considera la solidaridad entre todos los componentes de
nuestras realidades. Un pensamiento que religa las
informaciones, que religa los hechos, que muestra la sociedad
en su conjunto, que los individuos no están constituidos de
forma separada, sino que constituyen una totalidad. El
conocimiento complejo que muestra la solidaridad entre las
realidades sociales puede ayudar a regenerar las solidaridades
entre humanos, a regenerar nuestras posibilidades de
comprensión, de amistad. En suma, un pensamiento complejo es
un pensamiento que demuestra las necesidades humanas de
responsabilidad y de solidaridad”.
El mundo que nos toca hoy vivir tiene que dar un giro
completo no solo hacia la no violencia, sino hacia el
desmantelamiento de todas las locuras planetarias, que en
nombre de la globalización, del orden mundial basado en una
monoétnia o de la “revolución”, usan todas las armas del
poder. Morin es un experto en complejidades y sabe muy bien
que este cambio supone un proceso lento, pero sus teorías han
dado ya algún fruto. En Francia por ejemplo, se está
produciendo la reforma de la Universidad y en “Los siete
saberes necesarios para la educación del futuro” o “La mente
bien ordenada” no se proclama una enseñanza laica sino que se
hace hincapié en la inseparabilidad de los aspectos
físicos/biológicos /sociales de los fenómenos.
El diagnostico de Morin sobre el mundo de hoy, coincide con
el diagnóstico de Dios en la Escritura. Donde los hombres
esperaban encontrar logros, revelaron los males, problemas
periféricos se han convertido en centrales, problemas privados
o existenciales se han convertido en politicos, problemas que
no eran económicos deben hallar soluciones económicas. “Estos
problemas -dice Morin- son los que hicieron surgir el revés de
la individualización, el revés de la tecnificación, el revés
del desarrollo, el revés del bienestar. Dice el salmo 90: 3
“Vuelves al hombre hasta ser quebrantado y dices: “Convertios,
hijos de los hombres” Esta sigue siendo la realidad a la que
tiene que enfrentarse todo hombre.
Manuel de
León es escritor, historiador, y director de "Vínculo"
(revista de las Iglesias de Cristo de España).
© M. de León, Asturias, España.
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