Por MANUEL DE LEÓN
mayo 1997
NOTAS SOBRE EL PROTESTANTISMO EN ASTURIAS:
( INTRODUCCIÓN... )
• ADVERTENCIA PRELIMINAR.
La
fascinación que ejerce la Inquisición sobre cualquier estudioso, no es solo por
lo que supone de represión, tortura, miedo, marginación o muerte en la hoguera,
La Inquisición española, después de los primeros 30 años, fue otra cosa. No por menos terrorífica, en cuanto a la integridad física de la persona, la
Inquisición dejó de ser intranscendente o descuidada. Quizás algún día podamos
descubrir los efectos psicológicos y traumas generacionales, que hoy ni
siquiera son objeto de estudio, en las principales obras sobre el tema. Al
menos yo desconozco tales estudios.
Tampoco
es imposible que existan estudios sobre este posible trauma generacional,
puesto que la bibliografía estudiada por EMIL VAN DER VEKENE, es de 1950 títulos, hasta el año 1.963; lo
que da una idea de como el crimen tiene un morbo especial. Solo en el siglo
XIX fueron 629 títulos y en el XX hasta
el año 1961 ya habían 739 mas. Todo este material, junto con los mismos papeles
de procesos de la Inquisición, tanto en
los archivos de Simancas o Madrid como el otros archivos internacionales, hacen
que pretender hacer un estudio exhaustivo sobre el tema, sería una pretensión
inútil por imposible.
Hoy
mismo historiadores como RICARDO GARCIA CARCEL - Catedrático de Historia
Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona - o JAIME CONTRERAS, son los
españoles que mejor conocen las fuentes de la inquisición española. Ambos, - el
primero estudioso del Tribunal de Valencia y el segundo del Tribunal de Galicia
- pueden considerarse inventores de las “relaciones de causas” y mediante
ordenador, elaborar un método de explotación para resumir procesos.
No
podemos, sin embargo dejarnos aplastar por tantos datos e historiadores tan
eruditos, porque el propósito nuestro es conocer desde la perspectiva
histórica, los hechos y las causas de la REFORMA en España y en Asturias. En
este punto es precisamente donde mas flaquean la mayoría de los historiadores,
repitiendo los mismos hechos y bebiendo
en las mismas fuentes. Unos por intereses confesionales, otros porque quieren
ignorar la importancia del movimiento de
la reforma - incluimos a muchos del pueblo evangélico - otros porque las
numerosas víctimas de la Inquisición les parecen pocas, y no quieren ver la
punta del icebergs de la Reforma.
A este
respecto, quisiéramos dejar remarcados dentro de nuestras limitadas
posibilidades, los siguientes puntos:
1. La
duración de la Inquisición española en casi tres siglos y medio, hizo que el movimiento
Reformador del siglo XVI, fuese aplastado rotundamente, hasta pasado el año
1837. Se inicia entonces la difusión de
las Escrituras y se constituyen iglesias, dando lugar a la llamada Segunda
Reforma.
2. El número
de víctimas o mártires fue grande en
proporción del incipiente movimiento reformador, muy madurado en algunos casos
a tenor de los precedentes iluministas, erasmistas y luteranos que
proclamaban una reforma para la Iglesia.
3. El desarrollo de la imprenta y la rápida
difusión de libros, folletos y traducciones de la Escritura en lengua
vernácula, hizo que personas con cierta cultura, se acercaran a la Palabra de
Dios y la conocieran de primera mano. Este fuego de la Palabra, fue quizás el
mas importante acontecimiento. En Universidades y colegios, en caminos y
posadas, en iglesias y conventos, entre nobles y comerciantes, hubo porciones
de la Biblia y tratados y gentes tan
preparadas, como para que la Reforma hubiese sido tan sólida como en Europa, si la Inquisición no hubiese actuado con
rapidez y contundencia.
DANIEL VIDAL en “Nosotros los protestantes españoles” pese
al pesimismo general, tiene reflexiones válidas, entre ellas la hipótesis de
trabajo sobre el protestantismo español, que dice: “El protestantismo español
tiene un significado profético”. Esto es
quizás, el punto de partida válido, porque cualquier “reforma” tiene que
exponer la Palabra de Dios, al pueblo de Dios, que se había apartado de Dios.
En su juicio al protestantismo y a la Iglesia Evangélica Española -IEE- dice:
“Nuestra IEE se anuncia heredera de los
reformadores españoles. No podemos por menos que preguntarnos ¿herederos de
que? Por que parece evidente que los reformistas españoles dejaron excelentes
escritos y una maravillosa traducción de la Biblia ¿Pero dejaron algo mas ? De
una manera sentimental podemos ver en los reformistas del siglo XVI nuestros
predecesores, pero eso no significa en modo alguno que nos consideremos sus
herederos, porque NO HAY COSA ALGUNA QUE HEREDAR.
Otro hubiera sido el caso si los reformistas
hubieran sido reformadores, aunque hubieran sido aplastados de idéntica manera
a como aquellos lo fueron. Es el caso, por ejemplo, de los valdenses en Italia,
Entre ellos se produjo un verdadero movimiento, con notable conciencia de reforma
y aunque fueron perseguidos y se refugiaran en los valles italianos, se forjó
una comunidad y una tradición.
En una palabra, se forjó una identidad
histórica de la cual los valdenses son herederos. Es precisamente por la
conciencia de tres siglos de vacío histórico, que en España se habla de
Reforma, término equivoco a mas no poder, con el que se designa, de hecho, la
aparición del protestantismo español en la segunda mitad del siglo pasado. Este
es el hecho concreto: La aparición del protestantismo español ¿Pero es esto
reforma?
Varias
cosas nos sugiere VIDAL: A.- La herencia de la Reforma del siglo XVI. B.- La ubicación en
el tiempo y el espacio de la Reforma.
A.- La
herencia del siglo XVI a medida que vamos adentrándonos en el estudio de los
reformadores - Los hermanos Valdés,
Doctor Egidio, Doctor Constantino Ponce, Blanco, Juan Pérez de Pineda,
Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera,
etc. - creo que es rica y
original. En el estudio sobre Juan de Valdés en el número 2 de ORBAYU, hacíamos
hincapié en las formas tan sutiles de su
enseñanza, en la profundidad doctrinal superior a Lutero, en la habilidad para sortear a la
Inquisición y en saber hacer una reforma donde pudo hacerla.
El
influjo de Valdés en su corta vida de 32 años, fue grande como reformador, que
volaba muy por encima de la inteligencia de su época. Aquí en Asturias tenemos
al teólogo y enseñador Doctor Campa, que
subraya la notoriedad de Valdés por su
precisión en el texto, su exégesis y profundidad de comentario y la
originalidad de su doctrina. No por ser
reformador, nos asimos a él, sino porque aún hoy son válidos la herencia
lingüística y exegética de sus comentarios a epístolas y salmos.
¿Hay
algo que heredar? Yo pienso que mucho, lo que ocurre es que está en gran parte
por descubrir.La historia del protestantismo aunque parezca sorpresivo, está por hacer. El legado está
ahí, pero hay que conocerlo, porque si conocemos mas a Lutero o a Spurgeon que
a nuestros reformadores, sería un grave error depreciar el valor de la Reforma,
solo por nuestra ignorancia. !Claro que dejaron algo mas,! Dejaron una aureola
de sabiduría por toda Europa, que en aquellos días, casi la mitad
de ella, era del Imperio Español. Eran consultados por todos los grandes
reformadores extranjeros, se sentaban en las mejores cátedras de Europa y en
España se respiraba cambio y reforma, que se introducía a gran velocidad,
impulsada por el empuje de nuestros reformadores.
B.- Si es
reforma o no, nuestro protestantismo, depende de los parámetros a que se
someta. Lo que creo que debe quedar claro, es que en España no pudo ubicarse
una reforma, al estilo de Europa, porque todo el movimiento protestante,
pereció en la hoguera de la Inquisición. Este hecho debe hacernos entender que
hubo Reforma, pero limitadísima en el tiempo y en el espacio. En algunos casos
era reforma en ciernes, en otros casos,
como los reformistas que huyeron al extranjero, se pudo ver el potencial que
existía en España, y que en poco tiempo
hubiese podido cambiar toda la historia.
Las
iglesias, las cátedras Universitarias, el interés por España de los españoles
en el exilio, fueron de grandes dimensiones en calidad y cantidad en toda
Europa. Se introducían libros, se escribían cartas de ánimo en los tiempos
difíciles cuando la Inquisición apretada. Pero antes España pudo ser evangélica
toda ella si en la dieta de Worms las cosas hubiesen sido favorables y la
Inquisición no hubiese estado a alerta.
El “marrano”
de Amberes, MARCUS PEREZ -al que prácticamente acabo de conocer - logra
enviar por mar 30.000 ejemplares de la “Institución de la Religión Cristiana”
de CALVINO. Las “Consideraciones” de Valdés se leían en los púlpitos de las
iglesias . ¿Cuándo en la historia de España hubo un movimiento religioso tan
fuerte?. Menéndez y Pelayo dice que JUAN DÍAZ excedía a todos los españoles en
el conocimiento del hebreo. Del “Diálogo” de Alfonso y La Biblia en castellano
de Casiodoro dice que es un tesoro de la lengua. De CONSTANTINO PONCE dice, que
no había leído en los místicos españoles mejores pasajes. Esto y otras cosas
más lo dice un apalogista católico.
5.- Afirmar con rotundidad que la Inquisición española no
solo fue símbolo del fanatismo, intolerancia, torturas, hogueras, sino que fue
algo más. Fue lo que yo llamo “depravación”; muy especialmente en los primeros
50 años de existencia del Tribunal. La locura por el poder, el dinero, las
ambiciones políticas y religiosas, llegaron a la máxima expresión por esta
época dando lugar a que si no había herejes, se inventaban. Ese fue el caso del
arzobispo CARRANZA.
Sin
embargo, en su conjunto, podemos decir, que más que la tortura, la intolerancia
o la hoguera, fue la pedagogía del terror y del miedo la que creó un modelo
social, religioso y sexual tridentino, creando un reino de sumisión y
conformismo.
Para
quienes crean que estos calificativos son demasiado fuertes y que hoy se tiende
a exculpar a la Inquisición como producto de una época, iremos viendo que cuando
nos enfrentamos a las fuentes de los procesos, bajo la capa de piedad y santo
celo, se escondían “la depravación” y todos los adjetivos que indiquen la
bajeza humana.
CECIL
ROTH dice: “El ejemplo histórico de
España es suficiente para advertirnos que no importa que una nación conquiste
el mundo entero, si pierde su alma.”.
6.- Estamos de
acuerdo con TOMAS M’ CRIE que dice:
“Por los hechos que hemos presentado (y nosotros también presentaremos)
el lector habrá podido apreciar la EXTENSIÓN que alcanzó la propagación de la
doctrina reformada en España y la RESPETABILIDAD, tanto como el número de sus
discípulos. Tal vez no hubo nunca en ningún otro país, una proporción tan
grande de personas ilustres, tanto por su rango, como por sus conocimientos, entre
los convertidos a una religión nueva y proscrita. Esta circunstancia ayuda a
entender el hecho notable de que un cuerpo de disidentes que no debió de bajar
de las 2000 personas,(yo creo que mas) diseminadas sobre un extenso territorio
y vagamente relacionadas entre si, hayan podido comunicar sus sentimientos y
realizar reuniones privadas, durante una cantidad de años sin ser sorprendidos
por un Tribunal tan celoso y vigilante como el de la Inquisición.”
7.- ¿Por qué no
surgió una llama que la resistencia de la Inquisición no hubiese consumido,
antes al contrario, hubiera hecho crecer?.
Los
primeros cristianos, antes de ser perseguidos tuvieron libertad durante un
tiempo para predicar el evangelio. Los reformados alemanes pudieron proclamar
sus doctrinas desde el principio bajo la protección de príncipes y ciudadanos
libres. Los reformadores escoceses gozaron de ventaja similar. En Francia, un
hugonote no podía ser aprehendido sin la orden de un magistrado. En muchos
estados italianos se oponía igual limitación a la violencia del clero que
perseguía con la Inquisición.
No fue
lo mismo en España. No hubo tregua. No hubo ventajas. Cualquier expresión u
opinión pública era castigada terriblemente por el Tribunal. La llama que pudo
extenderse pudo ser sofocada sin poder ponerse en contacto con la atmósfera
exterior.
GEDDES
en “Tratados de Miscelánea” dice: “Tan poderosas eran las doctrinas de la
Reforma en aquellos días, que ni los prejuicios, ni los intereses eran
suficientemente fuertes como para impedir a las mentes piadosas abrazarlos una
vez comprendidas bien. Y que la misma doctrina no tenga todavía la misma
fuerza, no se debe ni a que haya envejecido ni a que el papismo sea menos
grosero, ni a ningún cambio en la disposición del pueblo sino puramente a la
falta de celo en los que hoy profesan la doctrina que los mártires sellaron con
su sangre.”.
Esto debe hacernos reflexionar.
A MODO DE PÓRTICO: Asturias.
JUAN CUETO ALAS nos dice:
“ La vida de las Asturias de Oviedo durante el siglo XVI poco tenia que
ver con la ortodoxia que tan magníficamente encarnaba el asturiano
VALDÉS-SALAS. Lo que existía con toda seguridad, era una especie de paganismo
salvaje, con mas mitos que ritos, con mas supersticiones rurales que prácticas
litúrgicas y con un poder eclesiástico poderoso en lo terrenal y limitado en lo
espiritual a la mínima expresión urbana.”
En el libro “ Los Hijosdalgos Langreanos” de
Juan Gómez y G. de la Buelga describe
la vida del valle del Nalón por esta época con la forma más simple: “ Y antes
de seguir adelante, advertiré al lector que no espere encontrar en este libro
acontecimientos extraordinarios, sino tan solo una cosa tan simple como la vida
misma. Una vida sencilla de labradores apegados a su terruño que consumían sus
afanes terrenales en un bregar continuo para superar las estrecheces y las
dificultades y con una mirada siempre puesta en el Más Allá al que confiaban
acudir algún día si previamente eran perdonados sus pecados. Unos hombres para
los que en el año solo contaban ciertas fiestas, como el San Juan, el San
Martino, a la Pascua de las fliores, referencias obligadas en sus vidas de
labradores y que desconocían a ciencia cierta cual era la fecha exacta de su
nacimiento. Gentes cuyas vidas eran vigiladas SEVERAMENTE desde las iglesias
siempre cercanas por unos respetados pero también en el fondo TEMIDOS curas
párrocos que eran los verdaderos jueces de sus comportamientos individuales.
Unos clérigos que eran recibidos y agasajados en las casas de los feligreses y
que vivían holgadamente en sus rectorales, ahorrando para comprar ropa blanca
que metían en arcones, o para adquirir pomaradas o molinos o caballos que a su
muerte heredarían sus sobrinos que acudían puntualmente desde lejanos lugares.”
En un país, como el asturiano, esencialmente
asentado sobre una economía de subsistencia, basada en las peculiares
vinculaciones jurídicas del hombre con la tierra, y entre tantos hijosdalgos, la situación parecía
insostenible, especialmente para el campesinado.
Feijoo
años después, sigue describiendo la misma situación. “ Yo a la verdad, solo
puedo hablar con perfecto conocimiento de lo que pasa en Galicia, Asturias y
montañas de León. En estas tierras no hay gente mas hambrienta, ni mas
desabrigada que los labradores. Cuatro trapos cubren sus carnes, o mejor diré
que por las muchas roturas que tienen, las descubren. La habitación está
igualmente rota que el vestido, de modo que el viento y la lluvia entran por
ella como por su casa, Su alimento es un poco de pan negro, acompañado o de
algún lacticineo o alguna legumbre vil, pero todo en tan escasa cantidad que
hay quienes apenas una vez en la vida se levantan satisfechos de mesa.
Agregando
a estas miserias el continuo trabajo corporal rudísimo, desde que raya el alba
hasta que viene la noche; contemple cualquiera si no es vida mas penosa la de
los míseros labradores que la de los delincuentes que la justicia pone en
galeras... Ellos siembran, ellos aran, ellos siegan, ellos trillan y después de
hechas todas las labores les viene otra fatiga nueva y la mas sensible de
todas, que es conducir los frutos o el valor de ellos, a las casas de los
poderosos, dejando, en la propia, consorte y los hijos llenos de pobreza y
bañados de lágrimas “a facie tesmpestatun famis.”
No me
parece pues, que en esta sociedad , en
su mayoría rural, pudiesen introducirse demasiadas ideas reformistas, cuando
todo estaba quieto y bajo el férreo “ severo y temido” clero. El dicho de Cueto
que el aislamiento astur, lo mismo protegía contra el sarampión reformista que
asumían aquellos animados Valdeses ( Juan y Alfonso de Valdés) que contra el
rigor que desplegaba la iglesia española para preservarse de los erasmistas,
luteranos y alumbrados, es muy cierto.
El
jesuita José M. Patac dice que la hidalguía ha sido siempre una característica
de nuestro Principado de Asturias. No solo porque en ninguna región de España
(cuando existía la diferenciación de estados) la mayoría de la población
pertenecía a la clase denominada de hidalgos, como consecuencia del aislamiento
de la región y que para la concepción de aquel tiempo dificultaba lo que
entonces se denominaba contaminación árabe o judía.”
Así
pues, todo apuntaba a que tampoco la Reforma Protestante del siglo XVI pudiera
entrar, con visos de continuidad, tanto por la población con pocas inquietudes
y menos medios, como por las barreras naturales que aislaban al asturiano y
menos aún por los puertos de mar, estrechamente vigilados por la Inquisición.
Tampoco
podemos decir que los libros reformistas tuvieron difusión alguna en Asturias,
introducidos por algún mercader o marinero fraudulentamente. En 1557 es
detenido JULIAN HERNÁNDEZ quien
transportaba libros desde Ginebra a Sevilla. También doce frailes del
Monasterio de los Jerónimos de San Isidoro del Campo (donde hoy día está
ubicado el Centro Evangélico” Fundación Reina-Valera.”) se deciden a huir a
Ginebra, colgando los hábitos. Unos meses después, se tuvieron noticias de
“núcleos luteranos” en diversos lugares de Castilla como Valladolid, Salamanca, Zamora, Toro, Palencia y Logroño saltando la
alarma de la Inquisición.
Igualmente
en Sevilla se recogen por doquier , libros y folletos impresos en lengua
vulgar, así como toda clase de Biblias y Catecismos, Nuevos Testamentos,
Salmos, Epístolas y otros que tenían vinculación con todo el Movimiento
Reformista Evangélico de Europa.
En
Asturias, nadie detectó este movimiento. Solo el Inquisidor General
Valdés-Salas, quien en un informe al Papa en Septiembre de 1.558 se expresa así:
“Considerando bien estos negocios parece que no dejan de
tener el principio de mas lejos y que las herejías de que el Maestro Juan de
Oria fue acusado y los errores que hubieron los que llamaban alumbrados o
dejados, naturales de Guadalajara y de otros lugares del Reino de Toledo y de
otras partes, eran de la misma simiente de estas herejías luteranas, sino que
los Inquisidores que en aquel tiempo conocieron de aquellas causas, no estaban
prácticos de estos errores luteranos, para usar de la ejecución que conviniera
hacerse con mas rigor...”
.
Para
quienes consideran la Reforma Evangélica del siglo XVI un movimiento sin
importancia, tendrían que considerar las intenciones de Valdés, quien pone en
marcha toda la inmensa, tenaz y temerosa máquina de la Inquisición, para
perseguir y condenar brutalmente el Protestantismo incipiente pero ya muy
madurado en España.
Miguel
de la Pinta Llorente dice: ”Pese a no
creer nosotros en la trascendencia del movimiento reformista en España , es
interesante reproducir aquí una epístola firmada en Amsterdam por CIPRIANO
DE VALERA que reza así:” En España muy
muchos doctos, muy grandes nobles y gente de lustre e ilustres han salido por
esta causa en los autos . Común refrán es el día de hoy en España cuando hablan
de algún docto decir. “Es tan docto que está en peligro de ser luterano” texto
del mas subido interés que subraya una trayectoria que arranca de los cimientos
iluministas y de la vertiente erasmiana, donde se acusan mas o menos
titubeantes o expresivas manifestaciones luteranas, profesadas por hombres
cultivados hasta llegar a las minorías intelectuales de Sevilla y Valladolid”
No podemos por menos que
citar al católico Gonzalo de Illescas
que en su “Historia Pontifical” escribía: “En años anteriores, alguna vez
se prendieron en España herejes luteranos en número mayor o menor, y fueron
quemados, pero estos eran extranjeros, alemanes, holandeses o ingleses. A
continuación se enviaron al patíbulo gentes pobres y de cuna humilde, y les
ponían los sambenitos en prisión; pero en los últimos años hemos visto llenas
las prisiones, los patíbulos y aún los quemaderos de hombres notables y , lo
que es mas lamentable, de personas que según el sentido del mundo sobresalían
mucho de otros en instrucción y virtud...Y eran tan números que si todavía se
hubieran esperado dos o tres meses mas en combatir esta plaga, esta peste se
hubiera extendido por toda España y nos hubiera traído la desgracia mas dura
que jamás le habría herido.”
En
Asturias había intelectuales y grandes de España como D. Fernando Valdés-Salas,
pero su afán fue de perseguir a la Reforma en
vez de abrazarla. CUETO nos dice que “el de Salas conocía al dedillo los pormenores de la
Iglesia asturiana y sus grandes lagunas (por llamar eufemisticamente a la corrupción
y caos existente)”
En 1532
el Inquisidor Valdés es nombrado obispo de Oviedo, desde la diócesis de Orense
donde estaba destinado. En 1557 el 8 de Enero se funda el colegio de San
Gregorio de Oviedo -vulgo los Pardos- Hoy universidad - Alma mater de Oviedo-,
según al acta fundacional dictado por Valdés ante el escribano de Valladolid,
Juan Fuente Mayor.
De esta
universidad empezarían a salir grandes hombres, pero ninguno implicado en la
Reforma sino mas bien en combatirla. Las dos profesiones preferidas por los
Langreanos y asturianos en general, de aquella época, fueron las de sacerdote y
escribano, siendo mas tarde la de Licenciado en Leyes, coincidiendo con la
apertura de las primeras cátedras de la Universidad de Oviedo, de manera que se
controlaba con los estudios, los
resortes del poder y la religión.
Podríamos
concluir que en Asturias no hubo Inquisición, sino inquisidores. Los últimos
coletazos inquisitoriales a nuestros intelectuales , como a Jovellanos o a los
religiosos, como al “molinista” Don José Fernández del Toro, Obispo de Oviedo,
que fue preso en el castillo de Sant Angelo en 1.716, son los mas
significativos ejemplos y que estudiaremos en su contexto de la Inquisición.
También
hemos de repetir que si el daño a la Reforma española fue horrible por sus
consecuencias y por los mártires evangélicos que derramaron su vida, no podemos
olvidar la historia de tan nefasta institución. A ella le dedicaremos las
siguientes páginas.
LA INQUISICIÓN PAPAL.
INTRODUCCIÓN.
El
médico a medida de ver y manipular la sangre humana, termina por adaptarse y no
sentir la misma repugnancia, ni ante la sangre ni la muerte misma.
Al
historiador creo que le pasa algo parecido, a medida que analiza unos datos con
otros, unas posiciones o puntos de vista que por si son repugnantes, pero que
desde puntos de vista filosóficos, teológicos, políticos, sucumbe ante la
intolerancia, la barbarie, el nepotismo, la crueldad y furia de la Inquisición.
Yo me
alegro de no ser de la profesión y aunque no aparentaré imparcialidad, si que
podré ver los hechos no solo como me impacten o me duelan, sino como le
percutían a los reos y procesados de la Inquisición. Porque es extraño que si a
ellos- citemos a Santa Teresa, Fray Luis de León, Vergara, Vives etc.etc.-
les pareció vivir en tiempos de
desasosiego y gran temor a perder la vida, vengamos ahora los historiadores
a rectificarles y decir que la
Inquisición fue un bien para España.
No
podemos de estar de acuerdo, ni en razones políticas, que las hubo, ni en
razones de la época, que no eran como las de hoy, para justificar la barbarie,
la arbitrariedad, el afán de lucro envuelto en servilletas de religión y santo
celo. Hoy en 1.996 no entiendo la Inquisición, después de haber leído las
mejores obras sobre ello. La miseria humana es humana desgracia. Solo los
humanos podemos llegar a tal grado de depravación que inventamos los métodos
mas crueles para dominar al hombre. La
Inquisición no solo fue una horrible máquina de tortura física y espiritual, no
solo fue el caldo de cultivo de las ambiciones humanas disfrazadas de religión,
no solo fue el lugar de los intereses económicos , políticos y religiosos, fue
algo mas, que casi se nos escapa a quienes estudiamos al Santo Oficio. Ese “algo mas” se llama DEPRAVACIÓN
HUMANA.
El
poder corrompe y cuando es tan fuerte como la
Inquisición, su putrefacción sale por las calles y plazas y penetra en
los hogares que ven como se enfrentan padres e hijos y esposos, delatándose,
viviendo en el miedo, haciendo de la conciencia una “máscara de cristiano
viejo”. Todo fue una mascarada horrible. ¡Tristes días aquellos! Tristes
también los de hoy, porque la sociedad se ha pasado al bando del materialismo
que no es mejor para el hombre, en el aspecto religioso, que la inquisición religiosa.
Hemos
de decir también, que el que seamos seres humanos, con todas nuestras miserias,
tampoco nos disculpa; quizás nos puedan someter con el poder, como veremos en
tantos procesos en los que se abjura y se vuelve a defender la fe, cuando la
mente humana se despeja, pero la verdad no puede cambiar.
Tampoco
es la época la que disculpa a las personas que cometieron esos crímenes en nombre de la Religión. Tampoco es
la fragilidad de la memoria humana la culpable, aunque todo en conjunto haga
que épocas como la de los “nacis” y el exterminio judío, no tenga el relieve
adecuado. El Memorial hecho en Jerusalén
por las víctimas judías es un claro ejemplo de la pérdida de memoria de
los pueblos; sin ello se olvidarían los millones de judíos muertos en los
campos de exterminio.
Este
estudio de la Inquisición, quisiera que fuese ese memorial a la Reforma y a los
evangélicos españoles que sufrieron o
tuvieron que ocultar su fe, frente a la
mafia inquisitorial, que vivía y se hacía grande con la sangre de los mártires.
DEFINICIÓN.
TEOFILO GAY define a
la Inquisición en los siguientes términos:
“Basta mencionar este nombre para producirnos escalofríos,
porque expresa todo lo que de cruel haya podido imaginar el hombre en contra de
sus semejantes, y esto bajo pretexto de la religión; es el sistema de
espionaje, de torturas y de servicios de todas las clases utilizados por los
papas para aquellos que no pensaban como ellos en los tiempos en que no podían
constituirse en amos. No hemos de
describir los horrores de la Inquisición ni demostrar cuanto esté en oposición
a los principios del Evangelio; los mismos papistas, en general, hoy lo
reconocen y hablan de ella con execración; pero a pesar de ello procuran
disculpar a su Iglesia con tres subterfugios a los cuales respondemos.
1.- Dicen que , al fin y al cabo, la Inquisición no hizo
todas las víctimas que se le atribuyen
en general, sino que fueron muy limitadas. No es verdad. La Inquisición se
ensañó por siglos en Italia, en España, en Francia, en Alemania, en los Países
Bajos, por no hablar de otros Estados menos importantes; y el número de sus víctimas
ha sido horrendo. Solamente en España la Inquisición hizo víctimas a 340.000
personas, de las cuales 32.000 fueron quemados vivos, 17 en efigie, 291.000
encarcelados o expatriados o privados de sus bienes. Y en los Países Bajos la
Inquisición condenó a muerte en bloque a todos los habitantes del país (3
millones) el 16 de febrero de 1.568. Esto demuestra lo que la Inquisición
estaba dispuesta a hacer donde podía. Esta institución forma la página mas
negra de la historia de la Humanidad, por la infame manera de proceder que ella
tenía y por la inmensa variedad y naturaleza de los pretendidos delitos de que
ella acusaba, y por el infernal refinamiento de sus torturas, y por el disfraz
religioso bajo el cual pretendía obrar. No es posible exagerar los horrores de
la Inquisición. Véase el “Sagrado
Arsenal” o práctica del Santo Oficio publicado por Longhi con licencia de los
superiores , en Bolonia 1679” La lectura de aquellas páginas oficiales son
horrorosas.
2.-Entonces el clero dice: “La Inquisición fue un asunto de
los poderes civiles, y no de la Iglesia romana; antes, mas bien, los papas se
esforzaban en mitigarla; fue el brazo
secular que hizo todo el mal.” Esta aserción es una mentira descarada. es
positivo que la Inquisición fue instituida por el papado, sancionada por los
Concilios, puesta en práctica por los frailes, organizada como una de las
congregaciones que desde Roma dirigen
los asuntos de la Iglesia romana. La Inquisición es una institución
oficial de la Iglesia católico romana; pertenece por entero a la iglesia papista, como la misa o el
purgatorio; y el que desee se verdadero católico romano debe forzosamente
reconocer y aprobar esa diabólica institución
por ser creada y mantenida por la infalible cabeza de la Iglesia romana.
He aquí ahora un breve resumen de la historia de la Inquisición.
El tercer Concilio Lateranense en 1177, el de Verona en 1184
y el cuarto Lateranense en 1215, atemorizados por el progreso de los albigenses
y valdenses en el sur de Francia y en la alta Italia, decretaron que los
obispos deberían hacer una severa
inquisición (o sea búsqueda) de los herejes en sus respectivas diócesis,
y excomulgarlos y perseguirlos sin tregua. Inocencio III mandó con este fin a
Francia a algunos legados suyos, entre los cuales estaba Pedro Castelnau, al
cual mandaron en Como, Italia, y fue canonizado bajo el nombre de San Pedro Martir, mientras que su matador,
arrepentido mas tarde, luego fue beatificado y se venera en la ciudad de Forli
como beato Carino. Pero como la extirpación de los herejes iba muy lenta, el
Concilio de Tolosa en 1229 formuló una severa constitución de cuarenta y cinco
artículos, y Gregorio IX nombró a los dominicos”inquisidores de la fe”.
Entonces sucedieron horribles escenas de sangre, y los albigenses fueron masacrados
por millares, por orden del papa y de santo Domingo; y los inquisidores fueron
apodados “Domini canes (perros del Señor).
LA TORTURA fue
ordenada en 1252 por Inocencio IV en la bula “De extirpanda” con el fin de
obligar a los infortunados acusados no solamente a confesarse reos, sino
también a denunciar a los otros herejes. En 1478 Sixto IV con una bula autorizó
la erección del horrendo tribunal supremo de la Inquisición en España, el cual,
bajo Torquemada, Deza, Jiménez, etc, hizo tremendos estragos de hebreos, moros
y herejes de toda clase.
Mas tarde cuando los principios de la Reforma del siglo XVI
empezaron a penetrar también en Italia, el papa sintió necesidad de reforzar la
Inquisición y Pablo III creó en 1534 una congregación especial de cardenales de Roma para dirigir y
extender aquella institución; y aquella congregación, llamada Santo Oficio
existe todavía y ha sido siempre la principal entre todas aquellas que forman
la curia romana y ha encarcelado y quemado vivo a todo aquel que no pensaba
como el papa, siempre que halló Gobiernos esclavos del Vaticano y ejecutores de
sus sentencias.
3.- Obligados a reconocer que la Inquisición es hija
legítima de la Iglesia romana, el clero pretende librarse diciendo: “Las ideas
de la Edad Media exigían esa institución y los mismos protestantes han
castigado corporalmente a algunos herejes; por ejemplo ¿No mandó Calvino a la
hoguera a Servet en Ginebra? Respondemos: a/ La Inquisición para la Iglesia
Romana, es una institución que perdura hasta nuestros días; no solamente en la
Edad Media, sino hoy ella sostiene las ideas de la Inquisición, sin que las
haya abandonado; antes por el contrario, se mantiene viva en Roma la
Congregación del Santo Oficio y si hoy como ayer los Gobiernos se lo
permitieran, la Inquisición volvería a encender hogueras y encarcelar a cuantos
no piensan como el papa.
b/ Y si sucedió algunas veces por casualidad que alguien
haya caído en la intolerancia, esta ha sido
por inconsecuencia de los principios del protestantismo, y todos los
evangélicos lo deploran y condenan y jamas se harían solidarios con el que
hubiese cometido esa falla porque ni
Calvino ni nadie es el papa de ellos; mientras que con los papistas el asunto
es bien distinto; la Inquisición no ha sido la excepción sino la regla; no ha
sido una inconsecuencia de los principios papistas, sino que es su consecuencia
lógica; no ha sido creada por individuos aislados, sino por la Iglesia reunida
en Concilio; no por una persona cualquiera, sino por el mismo jefe supremo de la
Iglesia. No es una circunstancia ocasional solamente, en tiempo de ignorancia,
sino continuamente por sistema, hasta nuestros días. El catolico romano no
puede rechazar la solidaridad con el delito de la Inquisición, porque esta es
una institución oficial en su iglesia. Por esto, ese nombre, INQUISICIÓN,
permanece perpetuamente escrito como una marca de infamia sobre la frente de la
Iglesia romana, para demostrar en plena luz ante el mundo, que ella es aquella
ramera “ebria de la sangre de los santos” que el Apocalipsis 17:6 anunciaba que
vendría para hacer estragos a la verdadera Iglesia de Cristo.
Después
de esta larga cita, también se que este discurso está pasado de moda, porque
todo el mundo intelectual aparenta imparcialidad. Hoy no se defienden así las
ideas; se hace mas sutilmente , citando lo que mas conviene y ocultando e
ignorando lo imprudente o comprometido.
Cuando
leemos a D. Bernardino Llorca (S.J.) en
“La Inquisición Española” todo un cúmulo
de distracciones al lector no avezado en lectura apologética, le circunda y le
pone orejeras para no escuchar otras tesis.
Dice
Llorca que las acusaciones contra la Iglesia católica, de las “ejecuciones de
algunos herejes” suelen calificarlas de fanatismo religioso; pero dice Llorca
que no fue la Iglesia quien condenó a muerte sino el tribunal civil; ni fueron
condenados por herejía sino por convictos y confesos del delito de magia
condenado por las leyes romanas con la pena de muerte.
La
culpa pues, la tenían las leyes romanas y nada mas lejos de la realidad. El
mismo Llorca tiene que reconocer los casos de enfrentamiento civil y religioso,
con conspiraciones incluidas, al instalarse los tribunales de la Inquisición.
Dice :”Como sucedía casi siempre, al inaugurarse los nuevos tribunales de la
Inquisición, tuvo lugar entonces en Sevilla un terrible levantamiento o mejor
dicho una verdadera conjuración contra los inquisidores. Al frente de la misma
se hallaron Diego Susan y varios otros conversos de los mas acaudalados de la
ciudad. Con este acto de terror pretendían no solamente deshacerse de los
inquisidores, sino difundir miedo a todos los demás que pudieran sustituirles.
“Sigue diciendo Llorca que sobre esto unos dicen unas cosas y otros otras; sin
embargo está claro que nada se podía hacer contra la Inquisición poderosa y con
oficio, aunque el relato sea verdadero. Lo que queda claro según relata el
cronista Bernaldez es que “en muy pocos días por diversos modos y maneras
supieron toda la verdad de la herética pravedad malvada e comenzaron de prender
hombres e mujeres de los mas culpados e metíanlos en San Pablo; e prendieron
luego algunos de los mas honrados e de los mas ricos, veintiquatro, y jurados e
bachilleres e letrados e hombres de mucho favor... e facían proceso según la
culpa de cada uno e llamaban letrados de la cuidad, seglares e a el provisos al
ver de los procesos e ordenar de las sentencias, porque VIESEN como se hacía la
justicia e no otra caso; e comenzaron a sentenciar PARA QUEMAR EN FUEGO”
La
sutil habilidad con que se introduce la Inquisición española moderna, puede
atribuírsele al edicto de “gracia” ( ¡vaya eufemismo!) del cardenal Mendoza. Se
indicaba que cualesquiera herejes, SE DELATASEN A SI PROPIOS, VOLUNTARIAMENTE,
ante el inquisidor, bajo la seguridad de que se les absolvería y reconciliaría
con penitencias correspondientes, pero sin confiscación de bienes, ni cárcel
perpetua. A esta orden general acudieron 20.000 judíos (de los 200.000 que
había entre Castilla y Aragón) quienes confesaron las culpas y tomaron el seno
de la Iglesia.
Lógicamente
no todo fueron confesiones, sino que hubo tantos recursos llegados a Roma, que
acusaban de arbitrariedad y proceder sin asesor, que hubo que tomar medidas.
Con estas protestas se nombra por el Pontífice Romano, 8 inquisidores entre ellos
a Tomas de Torquemada, confesor del Cardenal Mendoza. Con sutileza demoniaca,
con apariencia de integridad y de toda sospecha de arbitrariedad y deseo de
confiscación de riquezas judías, se empieza a trabajar.
Para
parecer mas real dicha imparcialidad y sobre todo buscar una pureza de fe hasta
en la sangre, se hizo proceso a los obispos de Ávila y de Calahorra, por ser
descendientes de judíos. Este último tubo que sufrir que se le condenara la
memoria de su padre Diego Arias Davila, converso, Contador Mayor de Hacienda de
Juan II y Enrique IV. Se le encontró que murió en la herejía -era judío- y se
le confiscaron los bienes, desenterrando sus huesos que fueron quemados
juntamente con su efigie.
La
intriga inquisitorial se hacia para sacar el dinero de quienes lo tenían en
abundancia y no se perdonaba ni al mayor del Reino. LLORENTE nos describe como fueron procesados Carlos V
y Felipe II entre otros muchos importantes y principales. El dinero era el
aceite con que se engrasaban todas las
ambiciones políticas ,unas veces (pagando levas de soldados) culturales
(pagando la Universidad de Oviedo con los bienes de Carranza y los protestantes
de Valladolid) y religiosos , pagando la extensa nómina de funcionarios del
Santo Oficio.
De
otras piedades y conmiseraciones, que nos hablan los apologistas, hubo leyes
como la “Compilación de las Instituciones del Oficio de la Santa
Inquisición”hechos en Toledo de 1561 de D. Fernando Valdés-Salas apartado 71
que cita J.Ignacio Telechea en “Tiempos recios”. Dice así:” Si algún preso adoleciese en la
cárcel, allende que los Inquisidores son obligados a mandarle curar con
diligencia y proveer que se de todo lo necesario a la salud con parecer de
médico o médicos que le curasen; si se pidiese confesor se le debe dar persona
cualificada y de confianza”
Podemos
concluir que en la práctica tales piedades no se cumplían, ya que unos decían
que el paciente estaba bien y otros que no tan malo, entablándose una
dialéctica que siempre ganaba el juez sometido al tribunal de la Inquisición o
como en el caso de Carranza, la persona o calidad del preso.
LA INQUISICIÓN ANTIGUA EN ESPAÑA
Empieza
su obra LLORENTE diciendo: “Apenas hubo religión cristiana,
hubo también herejías y el Apóstol San
Pablo enseña a su discípulo Tito, obispo de Creta, la Conducta que debía
observar con sus sectarios, diciéndole que después de amonestar primera y
segunda vez al hombre hereje, evitara su trato. En esto advertimos la
diferencia que hay entre el pecado de herejía y los otros en que Jesucristo
encargó tres amonestaciones antes de cortar la comunicación con el pecador,
pues solo procediendo estas con el orden expresado en el Evangelio, puede
reputarse como étnico y publicano, esto es, separado de la comunidad de los
fieles.”
Sin
matizar demasiado en esta realidad bíblica, lo cierto es que cuando el Imperio
Romano adoptó el cristianismo, toda herejía era también una ofensa contra el
Estado.
De su
magnífica obra “La Reforma en España en el siglo XVI” de Tomas M’Crie, tomamos los siguientes datos:”Cuando
Prisciliano fue ejecutado por sostener el
maniqueísmo en Treves en el 384, San Martín, el apóstol de Francia
reclamó ante el Emperador Máximo por tal medida que repugnaba a todos los
obispos de Francia e Italia. San Agustín manifestó al procónsul de África que
si se aplicaba la pena de muerte a los donatistas, él y sus clérigos sufrirían
la muerte a manos de esos turbulentos herejes antes que ser instrumentos para
conducirlos ante los tribunales. Pero es mas fácil sacar que envainar la espada
de la persecución; y los eclesiásticos de épocas posteriores se mostraron
claros en estimular a los magistrados renuentes a ejercitar esas leyes...
En el
siglo XI se extendió la pena capital, aun en su forma mas terrible, la de ser
quemado vivo, a todos los que se adhirieran obstinadamente a opiniones
diferentes de la fe recibida.”
Los
historiadores no han señalado con
precisión el periodo en que tuvo lugar la extensión del código penal a las
causas que lo determinaron. Ejemplos de esa práctica aparecen ya antes del
edicto imperial de Federico II en 1224 y años antes de Federico I en 1184”
En la obra “Concilios”” se dice “A partir del siglo XI las sectas de
esta clase - cátaros o albigenses -se multiplicaban por doquier. Las
autoridades no hacían mas que descubrir centros de las mismas por todas partes:
en Aquitania en 1010; en 102 Orleans, en donde trece sectarios fueron
ahorcados; 1025 en Cambrai y Arros; en 1030 en Turín; en 1052 en Gastor
y allí fueron exterminados todos los apresados, por orden del Emperador.
Los
pontífices romanos que habían extendido su autoridad aparentando celo por la fe
cristiana, hallaron en las cruzadas el mejor medio para acrecentar su poder,
poniendo a su disposición numerosos ejércitos, que no solo servían para liberar
la Tierra Santa y el sepulcro de Cristo, sino que crearon el principio de “guerra santa”, donde
cualquier soldado por licencioso que fuera, confería perdón de pecados a todos
los que se congregaran bajo el estandarte de la cruz.
En el
primer Concilio Español el mayor estigma se aplicaba a los informantes que a
las mismos herejes. El Concilio de Elvira, después de limitar la penitencia de
aquellos que pudieran incurrir en herejía se decretó “ que si un católico se
constituyese en informante y alguien es condenado a muerte o proscrito como
resultado de la denuncia, no recibirá la comunión, ni aún en la hora de la
muerte”
Hemos
de añadir, como resumen, que cualquier Inquisición sea antigua o moderna, como
la Española, fue siempre un abuso, donde cualquier disidencia al poder omnímodo
del papado, se pagaba con la muerte. Todo un río de sangre y de muerte, desde
los primeros mártires hasta hoy, baja regando las conciencias de quienes nos
asomamos a la historia y con asombro descubrimos el hedor de la depravación
humana.! Quiera Dios librarnos de la intransigencia y de la arbitrariedad.
LA DIÁSPORA JUDÍA DE ESPAÑA.
Los
judíos españoles estuvieron presentes en la península antes que los romanos.
Eran pues españoles y formaban la comunidad mas numeroso de Europa. No hablaban
hebreo mas que en las ceremonias religiosas, y aunque la cultura era diferente,
pues vivían en el barrio judío, apartados como medida de protección, estaban
integrados en la sociedad con todos los derechos y deberes. Bien es cierto que de manera diferente, pues los impuestos
los pagaban directamente a la corona, estando exentos de casi toda obligación
con el municipio.
El
fanatismo religioso se acentúa en 1390 por Ferrant Martínez , arcediano de
Ecija. En Sevilla cientos de judíos fueron asesinados y la aljama fue destruida
totalmente, Pocos días después la misma furia se extendió por toda la
península. Los que no fueron asesinados, se les obligó a bautizarse y se les
llamó “conversos o cristianos nuevos.”
La
hostilidad popular hacia los judíos se produce a consecuencia de sus
actividades financieras, y sobre todo por ser recaudadores del fisco, al
servicio de la nobleza y la corona.
Esta hostilidad por asuntos financieros o de usura es la que
se manifestó en el grave motín de Toledo en 1449 contra los recaudadores de
impuestos, por los mismos “conversos”.
HENRY KAMEN en “La
Inquisición española” dice: “Antiguamente
todos los que se aplicaban a ser arrendadores de tributos eran judíos y
gente vil; y hoy que no lo son, la gente los tiene por hebreos aunque sean
cristianos viejos y descendientes de nobles.”
Hay que
decir que la posición marginal en que vivían los judíos, propiciaban el que se
dedicasen a la industria del servicio. En realidad casi nunca fueron grandes
mercaderes sino que se dedicaban al pequeño comercio y a las profesiones
modestas. ANDRÉS BERNALDEZ dice que
“nunca quisieron tomar oficios de arar y cavar, ni andar por los campos criando
ganado, ni enseñaron a sus fijos; salvo oficio de poblado e de dar asentados,
ganando de comer con poco trabajo.”
Así podemos concluir este retrato del judío, urbanizado
totalmente, con un comercio que le iba bien a sus aptitudes y les habían hecho
ricos, sin lugar a dudas por el cuidado de Dios hacia ese pueblo, cosa que no
suelen decir los historiadores. No es el momento de citar los consejos de Dios
en el Antigua Testamento, pero si eran
ricos, mucho tiene que ver con las leyes divinas.
La
creciente presión sobre los judíos surgió en cierta manera por la situación de
los conversos. Por una parte el converso recibía presión por sus hermanos de
raza, quienes trataban de reconvertirlos secretamente. Por otra parte el
converso vivía junto al cristiano viejo sin que hubiese esa separación y el
disimulo de ser cristianos fervientes, contrastaba con lo que secretamente se
judaizaba.
Los
Reyes Católicos, desde el principio de su reinado en 1474, quisieron mantener
la misma paz entre judíos y cristianos, que la que deseaban para las ciudades y
entre la nobleza. El rey Fernando tenía un médico judío, David Abenosaya y
también la reina Isabel tenía colaboradores y financieros judíos. Pero es
innegable que los reyes católicos tuvieron que enfrentarse a un antisemitismo
creciente. En 1496 las Cortes de Madrigal aprobaron por iniciativa de las
ciudades, leyes que obligaban a los judíos a llevar un símbolo que los
distinguiera y a la vez para restringir la usura. Ante estas leyes, los judíos
de Ávila, rehusaron prestar dinero mientras no se dieran normas sobre la usura.
En 1480 los monarcas convencidos de que la mejor solución para acabar con el
problema de los conversos era separarlos de los judíos, poniendo en marcha la
Inquisición.
En principio la Inquisición solo tenía autoridad sobre los
cristianos, pero los judíos estaban en la línea de fuego y pronto empezarían las
expulsiones en masa, a fin de separar a los conversos de los judíos verdaderos.
El Inquisidor General Torquemada, llegó a convencer a los reyes de la necesidad
de la separación, para no recaer los conversos en judaizar. De la separación a
la expulsión fue todo seguido.
Esta
decisión fue algo sin precedentes en la historia europea. La mayor
justificación que se daba en el edicto de expulsión era “el daño que a los
cristianos( es decir conversos) se ha seguido y sigue de la participación, y
tienen con los judíos, los cuales conversión y comunión que han tenido se
prueba que procuran siempre, por cuantas vías y maneras tienen, de subvertir y
sustraer de nuestra Santa Fe Católica a los fieles cristianos”
Parece
por otra parte que la propuesta de la expulsión de los vino de la Inquisición y
de Torquemada en concreto; “Viendo el Santo Oficio de la Inquisición, la
perdición de algunos cristianos por la comunicación y la participación de los
judíos, ha proveydo en todos los reynos y señoríos nuestros, que los judíos
sean dellos perseguidos... y nos ha persuadido que para ello les diésemos
nuestro favor y consentimiento, por lo que
al dicho Santo Oficio debemos y somos obligados y como quier que dello
no se sigua no pequeño danyo, queriendo profesar la salut de las animas, a la
utilidat nuestra y de otros particulares”
No
existen datos fidedignos de la expulsión pero se ha dicho que eran cerca de
165.000 judíos, pero es probable. que a medida que se van conociendo los datos
de las comunidades judías, el número sea la mitad.
Unos salían para Italia otros para Turquía y norte de
África, pero la mayoría quedó en Portugal donde no fueron molestados hasta
1497.
Los
sufrimientos los describe el cronista
Andrés Barnáldez :”Andaban rogando con
ellos - las casas - e non hallaban quien que se las comprase; e daban una casa
por un asno e una viña por un poco de
paño o lienzo; porque no podían sacar oro ni plata”
La
diáspora no fue bien para ninguno, pero menos para los que tuvieron que volver
a reconciliarse con España y el bautismo. Otros llegaron a los destinos, para
ser víctimas del pillaje y asesinatos. Un
rabino, cuyo padre fue uno de los desterrados escribió: “Los Turcos mataron a
algunos para robarles oro que se habían tragado, para ocultarlo de ese modo; otros
perecieron por el hambre y las epidemias y hubo quienes fueron abandonados por
los capitanes en las islas; algunos de ellos fueron vendidos en Génova y no
faltaron los que fueron arrojados al mar.”
Concluyendo,
hemos de decir que mas que un triunfo de Estado, fue un triunfo de la
Inquisición. El Estado perdió y dio la espalda a un estado pluralista; la
Inquisición ganó a los judíos ”conducidos al redil, convertidos muy tarde e por
fuerza e por muchas penas” según cita Barnáldez.
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA Y SUS PECULIARIDADES.
Los
Reyes Católicos, con la expulsión y regreso de los judíos, en 1492, no alteran
la vida nacional en esencia, pero si que ahora se encuentran con el número de
conversos duplicado, siendo en la
mayoría de los casos falsos conversos.
Habían
confiado en cegar las fuentes del
judaísmo, pero este siguió siendo su problema, provocando discordia social,
blanco de la crítica y creando una sociedad conflictiva.
Los
conversos habían desempeñado durante mas de un siglo un papel activo en España.
Así se exponía en el libro de Fernán Díaz de Toledo, secretario real, titulado
“Instrucción” dirigido al obispo de Cuenca en 1499, donde todos los linajes
importantes de Castilla, incluyendo el Rey Fernando, tenían sangre judía.
Muchas importantes familias judías se
habían convertido y se habían casado con la nobleza cristiana.
Así
pues las familias conversas eran tan capaces de contribuir a la vida social,
cultural y política, como los cristianos viejos. Algunos personajes como Juan
Vives, Juan de Ávila, Fray Luis de León, Teresa de Jesús, Diego Lainez etc.
fueron de conocido origen converso.
De los
1641 conversos que cayeron en manos de la Inquisición en 1945, la mayoría
ocupaban oficios modestos, pero había joyeros y plateros (59) mercaderes(38)
recaudadores de impuestos(15) y cambistas (12). Una gran proporción de los
grandes financieros del siglo XVII eran conversos, encontrando lamentaciones
nacionales a la evasión de capital a Amsterdam, proveniente de la expulsión de
los financieros judíos.
Otra ocupación fue la medicina. Así se ve como la Inquisición en muchos casos tiene
que usar de médicos conversos, porque no encontraban médicos cristianos viejos.
Sin embargo fueron acusados de que se hacían médicos ,para tener mayores
oportunidades de realizar sus hechos nefandos.
Se sabe
también que a mediados del siglo XVI la
mayoría del clero español que acudía a Roma en busca de prebendas, era de
origen judío. Así pues los judíos se habían establecido en el corazón de la
nobleza, de la iglesia y en la sociedad cristiana.
Dos
libros hacen referencia a esta infiltración “El,libro verde de Aragón” donde
los orígenes de la nobleza no podían escapar a la infiltración de conversos, y
“Tizón de la nobleza” de 1560, presentado a Felipe II por el cardenal Francisco
Mendoza y Bobadilla, que pretendía demostrar que la nobleza toda era de origen
judío.
La
compleja naturaleza del problema de los conversos, unas veces por la subversión
de los judíos, otras por las falsas conversiones, había dado origen a la
petición de una Inquisición especial.
En
Aragón ya era conocida una inquisición especifica desde 1232 para luchar contra
el problema cátaro, pero en Castilla,
solo los obispos y tribunales eclesiásticos habían luchado contra la herejía.
La Bula
promulgada finalmente por el papa Sixto IV el 1 de Noviembre de 1478 ordenaba
el nombramiento de dos o tres inquisidores,
mientras se le concedían a la corona española, plenos derechos para su
nombramiento y destitución.
Convencido Fernando de la necesidad de la Inquisición el 27
de Septiembre de 1480 en Medina del campo fueron nombrados como inquisidores,
con arreglo a la bula de Sixto IV, los dominicos Juan de San Martín y Miguel de
Morillo. Con estos nombramientos la Inquisición española comenzó su existencia.
Su propósito inmediato era asegurar la ortodoxia en España, de los cristianos
bautizados, porque que los NO CRISTIANOS estaban exentos de sus medidas
disciplinarias. Eso fue en el principio, porque poco a poco la Inquisición
poderosa, ejerció su dominio sobre lo divino y lo humano, entrando hasta en el
contrabando y control de fronteras.
PRIMEROS PASOS DE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA.
Las
primeras actividades de la Inquisición española, se ubicaron en Andalucía, como ya hemos visto, provocando un
éxodo masivo de judíos conversos, emprendiendo la huida unos 4000. Otros se
quedaron e intentaron enfrentarse, pero fueron descubiertos los conspiradores y
fueron detenidos poco a poco, los mas ricos y poderosos de Sevilla.
En
Castilla la resistencia al establecimiento de la Inquisición fue escasa y
resultó fallida, dado el antagonismo racial. Sin embargo, respondiendo a las
protestas del clero español por los abusos de Sevilla, el papa Sixto IV revocó
la Bula fundacional y sometió a los inquisidores al obispo.
LEA califica la bula del 18 de Abril de 1482 de
Sixto IV, como la mas extraordinaria de la historia de la Inquisición. Cita lo
siguiente”... que en Aragón, Valencia, Mallorca, y Cataluña, la Inquisición
lleva actuando no por celo de la fe y la salvación de las almas, sino por la
codicia de la riqueza y muchos verdaderos y fieles cristianos, por culpa del testimonio
de los enemigos, rivales, esclavos y otras personas bajas y aun menos
apropiadas, sin pruebas de ninguna clase, han sido encerradas en prisiones
seculares, torturadas y condenadas como herejes relapsos, privadas de sus
propiedades y entregadas a brazo secular, para ser ejecutadas con peligro de
sus almas, dando un ejemplo pernicioso y causando escándalo a muchos.”
Esta
opinión papal, no creemos que haya sido provocada por los conversos con
influencia en la corte papal, sino que los mismos obispos españoles también la
apoyaban. Hay pues argumentos, mas que probados. que la codicia de las riquezas
judías conversas, con razón o sin ella, fue la espoleta de tantas condenas y
torturas de la Inquisición.
La bula
era tan favorable a los conversos que el Rey Fernando se sintió ultrajado por
el papa y no quiso creer o mejor, obedecer a su autoridad, basándose en que
ningún pontífice romano razonable habría publicado tal documento. El 13 de Mayo
de 1482 la manda el Rey una carta en estos términos:” Me han contado cosas que
de ser ciertas sin duda merecerían el mayor de los asombros. Se dice que su
santidad ha concedido a los conversos un
perdón general por todos los errores y delitos que han cometido. Sin embargo yo
no he dado crédito a esos rumores, porque parecen cosas que de ningún modo
habrían sido concedidas por su santidad, quien tiene un deber para con la
INQUISICIÓN. Pero si por acaso hubieran sido hechas concesiones por la
persistente y astuta persuasión de los citados conversos, no pienso permitir jamás
que surtan efecto. Tenga cuidado por lo tanto de no permitir que el asunto vaya
mas lejos y de revocar toda concesión, así como de confirmarnos el manejo de la
cuestión”
La
Inquisición española ya no era papal; pasaba a depender directamente de la
corona y era la única institución de ámbito nacional para todos los reinos de
España. Poco a poco fueron nombrados nuevos inquisidores conforme al modelo
nuevo.
Los autos de fe siguieron inmediatamente, inquietando a los
conversos y a todos aquellos que se mantenían leales a los fueros.
JERONIMO
ZURITA cronista de Aragón dice:”
Comenzaronse a alterar y alborotar los que eran nuevamente convertidos del
linaje de los judíos y con ellos muchos caballeros y gente principal,
publicando que aquel modo de proceder era contra las libertades del reyno,
porque por este delito se confiscaban los bienes y no se les daban los nombres
de los testigos que deponían contra los reos, que eran dos cosas muy nuevas y
nunca usadas y muy perjudiciales al reyno.”
La
oposición pública fue tan fuerte, que el mismo rey Fernando se apresuró a
justificar su posición, mandando una carta, a la oposición de Aragón, en estos
términos: “No hay menor intención de infringir los fueros, sino mas bien
reforzar su observancia. No puede imaginarse que vasallos tan católicos como
los de Aragón, pedirían, o que reyes tan católicos concederían, fueros y
libertades adversas a la fe y favorables a la herejía. Si los antiguos
inquisidores hubieran actuado concienzudamente de acuerdo con los cánones, no
habría habido causa para traer estos nuevos; pero no tenían conciencia y
estaban corrompidos por el soborno. Si hay tan pocos herejes como se dice, no
hay porqué temer a la Inquisición. No hay que impedirle que SECUESTRE,
CONFISQUE O HAGA CUALQUIER ACTO NECESARIO, para asegurarse de que a ninguna causa o interés, por grande que
sea, se le permitirá que infiera con sus procedimientos en el futuro, como
ocurre ahora”
Pese a
esta carta real, la resistencia continuó en unas partes y en otras. El caso mas
importante en toda España, fue el de Teruel en 1484, cuando fueron dos
inquisidores a establecer tribunal, cerrándosele las puertas de la ciudad. Los inquisidores
lanzaron la excomunión y el entredicho contra toda la ciudad y los magistrados.
El
clero de Teruel, obtuvo pronto la dispensación papal por tales causas, pero la
Inquisición volvió a decretar la confiscación de los bienes de los cargos
públicos y la solicitud de ayuda al rey para que se cumplieran los decretos de
confiscación. El dinero era lo primero.
Fernando
replicó en Febrero de 1485, dando órdenes a todos los funcionarios de Aragón
para que reunieran armas y ayudaran a los inquisidores. No siendo muy numerosa
la respuesta, Fernando llamó tropas de las provincias limítrofes de Castilla, y
fácilmente redujo a la obediencia la ciudad. Verdaderamente los fueros ya eran
letra muerta y la Inquisición triunfó rotundamente en todo Aragón.
En
otras ocasiones fue tomando la idea de matar al inquisidor, PEDRO ARBUES, lo
que hicieron el 15 de Septiembre de 1485 cuando este rezaba. Los asesinos
escaparon y los canónigos de la catedral acudieron presurosos pero Arbues murió
veinticuatro horas después. Cuando se supo que los asesinos eran judaizantes,
cambiaron las cosas en Aragón, siendo Arbues declarado “santo”; con su sangre
hicieron milagros y la plebe recorrió las calles buscando conversos. A uno de
ellos le clavaron las manos en la puerta de la Diputación después de
cortárselas. Otro se había suicidado para no sufrir la prueba.
Para
acabar con cualquier otra conspiración, se fueron dando castigos continuos,
rodando ahora las cabezas de las familias mas importantes de Aragón, fueran o
no judaizantes, hubieran dado o no aprobación del asesinato. Solo de la familia
Santangel, mas de 15 miembros fueron castigados por la inquisición, entre ellos
la prima de Luis Santangel, cuyos préstamos monetarios hicieron posible la
empresa de los viajes de COLON.
A
través de estadísticas, podemos tener una idea del propósito de la Inquisición:
el 99’3% de las personas juzgadas en Barcelona y Valencia entre 1488 y 1530,
fueron conversos de origen judío. El salvajismo y la violencia empleada no
tiene igual en la historia de ningún tribunal occidental. A su lado la
Inquisición Medieval era un modelo de moderación.
Los españoles
nunca antes se habían enfrentado a los españoles en una lucha fratricida.
HERNANDO DEL PULGAR afirmó que en 1490 la Inquisición había quemado 2.000
personas y reconciliado a 15.000 por medio de edictos de gracia. ANDRES
BERNALDEZ contemporáneo de Pulgar estimó que en Sevilla entre 1480 y 1488
fueron quemados 700 personas y reconciliado a mas de 5.000 sin contar los de
prisión perpetua. DIEGO DE ORTIZ DE ZUÑIGA, decía que en Sevilla, entre 1481 y
1524 mas de 20.000 herejes habían abjurado, mientras que 1.000 relapsos habían
sido enviados a la hoguera.
La
ferocidad religiosa sin precedentes en España, hace que podamos afirmar que las
tres cuartas partes de los condenados, lo fueron en los veinte primeros años y
con unos porcentajes de quemados vivos del 44%.
LA INQUISICIÓN Y LOS REFORMISTAS ESPAÑOLES.
INTRODUCCIÓN.
Si
ninguna disculpa tenía la Inquisición para perpetrar sus crímenes religiosos
contra judíos y mahometanos, menos razón tenía la furia desatada con las
doctrinas evangélicas, renovadores y humanistas.
IGNACIO TELECHEA en “ Tiempos recios” cita a Santa Teresa que dice:”...iban a mi
con mucho miedo a decirme que andaban los tiempos recios y que podía ser que me
levantasen algo y fuesen a los inquisidores.”
En el
prólogo a este libro, MARCEL BATAILLON dice: “Pero también cabe otra miseria y
opresión que sufren las minorías selectas cuando internos anhelos espirituales
se ven condenados a extirpación por
instituciones tiránicas. Así pasó bajo el sistema inquisitorial de España en
1558 siendo inquisidor don FERNANDO VALDÉS.
También cita a VIVES quien decía:” Tiempos difíciles los nuestros, en
que no podemos ni hablar ni callar sin peligro.”
Era
imposible formular mas brevemente la dolorosa opresión impuesta a lo espiritual
y humano, por la Inquisición, que transformaba en delito, cualquier palabra
imprudente y obligaba a denunciar cualquier pensamiento que tuviese viso de
herejía.
Dice
Batallón en “Erasmo y España:” Los que no eran suficientemente juiciosos se
veían entre la espada y la pared. Al escribir en estos términos Vives a Erasmo,
solo le informa de algo que él primero ya sabía que tenía que ocurrir. Aquel
fue el año en que Tomás Moro, estadista
inglés, fue puesto bajo custodia por negar la supremacía real sobre la iglesia;
mientras que el doctor JUAN DE VERGARA, esperanza de los humanistas españoles,
era condenado al confinamiento en los calabozos de la Inquisición. Estos
hombres se habían enfrentado con un problema a escala europea, íntimamente
relacionado con las consecuencias políticas y religiosas, provocadas por la
rebelión de MARTÍN LUTERO. En España, como en otros países, la reacción contra
esta rebeldía, condujo al confinamiento de las fronteras intelectuales, hasta
que quedó poco sitio para los humanistas y España se confinó en los estrechos
límites de una sociedad cerrada.”
Sin
embargo, a principios del siglo XVI hubo grandes centros de humanismo. como la
Universidad de Alcalá, Salamanca con Nebrija y Lucio Marineo Sículo,
difundiendo por todas partes su labor. Con la introducción de la imprenta se
habían publicado en 1501 mas de 800 títulos.
A
principios de 1519 Juan Froben un famoso impresor de Basilea, envió a España
una cantidad de tratados, de una serie escrita por LUTERO, que él acababa de
imprimir - dice M’CRIE. Estos tratados
estaban en latín y eran destinados por consiguiente a las personas ilustradas.
Pero en el curso del año siguiente fue traducido al español el comentario de
Lutero a la Epístola a los Gálatas, una obra que presenta sus puntos de vista
doctrinales, sobre las cuestiones mas
importantes.
Este
comentario fue seguido por la traducción al español de su tratado de “Libertad
cristiana” y su réplica a Erasmo en cuestión de libre albedrío. Estos libros
fueron traducidos e impresos en Amberes, un lugar de mucho tráfico dentro de
los dominios de Carlos V, donde los mercaderes españoles a cuyas expensas se
hizo la publicación, podían hacer llegar mas fácilmente los libros a su país
natal.
Por
otra parte el Inquisidor General Alonso Manrique y el sucesor de Cisneros
Alonso de Fonseca, eran partidarios entusiastas de Erasmo. Hacia finales de 1526 el Enchiridion de
Erasmo fue saludado con entusiasmo en toda la península. El traductor Alonso
Fernández en 1527 escribía a Erasmo:” En la corte del Emperador, en las
ciudades, en las iglesias, en los conventos, hasta en las paradas y caminos,
todo el mundo tiene el Enchiridion de Erasmo en español. Hasta entonces lo leía en latín una minoría
de latinistas y aun estos no lo entendían por completo. Ahora lo leen en
español personas de toda especie y los que nunca habían oído hablar de Erasmo,
han sabido ahora de su existencia por este libro.”
PRIMEROS ATAQUES A LA REFORMA EN ESPAÑA.
VIVES
decía :”Es pasmosa la admiración inspirada por Erasmo a todos los españoles”;
lo que no era del todo cierto, pues muchos criticaban los métodos
exegéticos y otros, principalmente los
frailes de las órdenes mendicantes, que presionaban para que hubiera un debate
sobre sus herejías. Una conferencia presidida por el Inquisidor Manrique en
1527 en Valladolid, resultó en fracaso para las órdenes de frailes y en la que
Carlos V rogaba a Erasmo no dar marcha atrás:
“Como si en nuestra presencia se hubiese de
determinar cosa ninguna contra Erasmo, de cuya cristiana intención estamos muy
ciertos... queremos pues que tengas buen corazón e te persuadas de que tu honra
e fama, jamás dejaremos de tener muy entera cuenta...”
Esta
admiración por Erasmo puede verse en infinidad de cartas animándole para salir
victorioso de la contienda que la Inquisición le estaba tendiendo. En 1527 sus
enemigos logran, en una junta realizada en Madrid, condenar y prohibir sus
enseñanzas en escuelas y la venta y lectura de
sus “Coloquios” “Elogio de la locura” y su “Paráfrasis del Nuevo
Testamento”. Por esta causa exclamaba Erasmo:”Los luteranos me atacan como a papista convicto y los católicos me
persiguen como amigo de Lutero.
Pero
mientras Erasmo es desprestigiado, en este mismo año de 1527, la causa de
Lutero en España adquiere una impresión
favorable. La disputa entre Carlos V y el papa Clemente VII, que dio lugar al
saqueo de Roma y la prisión del Pontífice, la nación lo consideró un triunfo,
dando lugar a sátiras como esta:” La soberbia de Roma/ agora España la refrena
/ Por la culpa del pastor/ el ganado se condena.
Y el ya conocido
verso del libro “Dos tratados”:
Padre nuestro en cuanto Papa /
sois Clemente sin que os cuadre. / Mas reniego yo del Padre / que al hijo quita
la capa..
Otro
acontecimiento en 1530 fue la “Dieta de Augsburgo, en la cual estuvo presente
Carlos V, con un cuerpo de nobles y clérigos españoles, entre ellos Alfonso de
Valdés , de estirpe asturiana. Si en la Dieta de Worms, en 1521 Lutero no había
salido bien parado, en esta ocasión fue muy diferente. Carlos V pidió el
consejo de los nobles presentes, quienes propusieron que los puntos en litigio
entre Lutero y el Papa eran cosa de abolición de ceremonias y no contrarias a
la fe y tampoco de adoptar medidas violentas.
Dice
M’Crie que Alfonso de Valdés, secretario
del Emperador, tuvo varias entrevistas amistosas y confidenciales con Melanchton,
durante esa importante crisis; él selló la confesión de Augsburgo antes de que
fuera presentada a la Dieta y la única objeción que parece haber hecho fue la
de que se lenguaje era demasiado severo con sus adversarios.
En una
de las conversaciones sostenidas por aquellos dos hombres ilustrados, en
presencia de Cornelio Scepper, un representante del rey de Dinamarca,
Melanchton se lamentó de los fuertes prejuicios que los nativos de España
abrigaban contra los Reformadores y dijo que él había tratado frecuentemente de
palabra y por medio de cartas, de convencerles de los errores de apreciación
sobre los cuales se basaban, pero con muy poco existo.
VALDÉS
reconoció que era una opinión corriente entre sus compatriotas la de que Lutero
y sus seguidores no creían en Dios, ni en la Trinidad, ni en Cristo, ni en la
Virgen , y que en España se consideraba acción tan meritoria estrangular un
Luterano, como pegarle un tiro a un turco. Agregó que él había empleado su
influencia para quitar de la mente del emperador impresiones tan falsas y que
en una entrevista anterior había recibido encargo de manifestarle que sus
majestad deseaba que Melanchton redactara un resumen claro de las opiniones
Luteranas, contrastadas artículo por artículo, con los de sus adversarios.
El
reformador entendió prontamente ese ruego y el resultado de su trabajo fue
comunicado por Valdés al legado papal Campegio.
¡ Que momentos mas sublimes debieron de ser aquellos, para
que se hubiese dado el impulso reformador en España !. Todos están de acuerdo
en que si la Inquisición no hubiese estado con el ojo vigilante y con el enorme
poderío que había adquirido, la reforma en España hubiese sido un hecho
irreversible.
Las
conquistas represoras con judíos y mahometanos, habían hecho una máquina
inquisitorial capaz de penetrar en los palacios y en las chozas.
Alfonso de Valdés cuando volvió a España de la Dieta, fue
acusado por el Santo Oficio y condenado como sospechoso de Luteranismo. Por
luterano también fue condenado Alfonso de Virues, erudito benedictino, capellán
de Carlos V, quien había acompañado a Alemania en sus últimas visitas.
VIRUES fue mantenido en las prisiones secretas
durante cuatro años y él mismo dice “que estuvo ocupado sin tregua ni respiro
con acusaciones, réplicas , contrarréplicas, deposiciones, defensas,
argumentos, actas, palabras - cuya sola articulación le hacia estremecer - errores, herejías, cismas, blasfemias y anatemas.
Por fin
en 1537 se pronunció sentencia definitiva, siendo absuelto “ ad cautelam “,
confinado en un convento por dos años y privado del derecho de predicar; pero
lógicamente antes fue obligado a adjurar y hacerlo en un auto de fe en Sevilla.
La mera
sospecha de un hombre culto con algún contacto con el Luteranismo, era
suficiente a la Inquisición para la consideración de hereje, máxime si
conminaba la Escritura como lo hacia Virues. Él mismo dice, respecto a la
manera de convertir herejes, lo siguiente: “ Muchos han adoptado el principio
de que es legal ultrajar a un hereje de palabra y por escrito, cuando no está a
su alcance el torturarlo. Si cae en su poder un pobre hombre a quien pueden
perseguir impunemente, lo someten a una desgraciada sentencia; y de tal manera
que aunque consiga demostrar su inocencia y ser absuelto, queda deshonrado para
toda la vida, como un criminal. Si por otra parte, el desdichado a ha caído en
el error por inadvertencia o por la conversación de aquellos con quienes se
reunía, sus jueces no procuran desengañarlo esplicando las doctrinas de la
Escritura con suave persuasión y consejo paternal, sino que , a pesar del
carácter de padres que pretenden ser, recurren a la prisión las cadenas y el
hacha.
¿ Y
cual es el efecto de estos horribles medios ? Todos estos tormentos infligidos
al cuerpo no pueden producir cambio alguno en la disposición de la mente que
solo puede ser vuelta a la Palabra de Dios la cual es, poderosa y aguda más que
espada de dos filos.”
Entre
los ataques de la Inquisición a los humanistas y hombres destacados en el
conocimientos de la palabra de Dios, destacamos además de los ya citados
Alfonso de Valdés y Alfonso de Virues como grandes erasmistas y reformadores en
ciernes, a Luis Vives, Juan de Vergara, Luis Nuñez Coronel, Bernardino Tovar,
Mateo Pascual, Pedro de Lerma, Fray Luis de León, Cantalapiedra, Fernando del
Castillo, etc. Seria interesante el estudio de todos ellos, pues fueron
condenados por la inquisición y podemos decir que fueron una avanzadilla de la
Reforma Protestante.
LA REFORMA DEL S. XVI
Dice
Paul J. Hauben en su libro” Del monasterio al ministerio” que el echo de que los emigrantes estén en la
periferia histórica, explica el que solo se hayan hecho estudios individuales
sobre sus vidas, cuando se debería haber situado todo el estudio dentro del
marco y el meollo de la Reforma y dejar a los emigrantes como hombres de menor
relevancia. Yo no se si esto es cierto, pero lo que creo es que todos son
hombres de la Reforma y unos desde fuera y otros desde dentro dieron su
testimonio, en la mayoría de los casos, como mártires del evangelio.
Nos
dice HAUBEN que queda por descubrir la
figura fascinante de Marcus Perez o MARCOS PEREZ de Amberes, cuyos campos de actividad se
extienden de Holanda asta los Pirineos y Alpes. Lo considera como el
protestante más importante no nacido en España pero que ejerció de español y
como tal fue visto por las autoridades españolas.
Fue un
Calvinista, hijo de emigrantes “marranos”
. Tan solo los archivos de Amberes y Basilea pueden servir de base para
un estudio completo enmarcándolo en un campo que abarcase las dos Reformas.
V. VÁZQUEZ DE PRADA dice de Marcos Pérez: “ Informaciones recibidas en Amberes y
trasmitidas a la Inquisición española, revelaban que, hacia 1566, un tal Marcos
Pérez, personaje de antecedentes judíos, muy conocido en los medios comerciales
y religiosos de Amberes en relación con
los secretarios del Conde de Brederode, expedía libros calvinistas a varios
corresponsales en España. Se decía que había enviado por mar o por tierra unos
30.000 ejemplares de la Institution
Religionis Christiane de Calvino. Especialmente un flamenco, establecido en
Sevilla de nombre Thilman (¿o Wilman?) y otro cuyo nombre se ignoraba, eran los
mas implicados; el primero los vendía en Sevilla y en Medina del Campo y el
otro personaje los pasaba por la frontera pirenaica, hacia Aragón y Navarra.
Yo
tengo que confesar que desconocía esta personalidad y me ha resultado
sorprendente el calificativo de “protestante español mas importante”. Lo que si tenía, como el primer protestante
español, por el hecho de sus adelantadas doctrinas, mas que por pertenecer al
movimiento reformador posterior, es D. PEDRO MARTÍNEZ DE OSMA.
Tanto
Menéndez y Pelayo , como en estos días el escritor evangélico, José María
Martínez hacen hincapié en que las
posiciones de Pedro de Osma en su libro “De confesione”estructura una doctrina
teológica netamente evangélica. Tocó los temas de las indulgencias, purgatorio,
la confesión, sobre la Iglesia Romana y el Papa. Que no era cosa baladí lo que
decía Pedro de Osma, se refleja en el hecho de que maestros, doctores y
teólogos, el 22 de Mayo de 1497 fueron citados en número de 58 personalidades.
En los palacios arzobispales de Alcalá de Henares, se reunieron para combatir
al “hombre loable por su sciencia y honestidad de vida” según Hernando del
Pulgar.
El
libro fue quemado y considerada herética su doctrina. Menéndez y Pelayo termina
diciendo: “Pedro de Osma no fundó secta ni tuvo discípulos, ni es mas que un
hecho aislado, como voz perdida de los wiclefitas y husitas en España. Pero al
rechazar la infalibilidad de la Iglesia, no ya de su cabeza, la potestad de las
llaves, las indulgencias, y reducir la confesión sacramental a los pecados
ocultos y no de pensamiento, destruyéndola casi con tales límites, cortapisas y
laxitudes, precedía y anunciaba a los reformistas. Es en este sentido el primer
protestante español.”
Creemos
que en este sentido hubo algunos mas, porque el deseo de reforma , era un
clamor constante y también porque si no hubiese habido tales personas, aunque
sus nombres no hayan llegado hasta nosotros, los inquisidores no habrían
anunciado el peligro de infección. Aunque tampoco es raro encontrar
inquisidores como en el caso de Fernando de Valdés, que si no tenía herejes los
hacía.
EL INQUISIDOR GENERAL FERNANDO VALDES-SALAS
SU PERSONALIDAD.
No
podremos entender el holocausto de la Reforma en España, sin entender al
asturiano Fernando Valdés Salas y su época. El inquisidor nace en Salas en
torno a 1480, formado en la familia del cardenal Cisneros y llegando a ser
rector del colegio de San Bartolomé de Salamanca antes de la muerte de Fernando
el Católico.
También
dice Cueto que queda anotado que era pariente de los antiguos Valdés (Juan y
Alfonso de Valdés) estos - dice- urdían
herejías y su pariente Fernando Valdés era el encargado de condenarlas y de
“fabricar” a su vez prestigiosos herejes como fue el caso de Carranza.
Cueto
en su capítulo al tercer Valdés productor de herejes, es claro y preciso en su
visión del personaje, aunque valla a contra corriente de otros como Tarsicio de
Azcona o José Luis G. Novalin que no ven las mismas cosas.
Cueto
no se inmuta al decir que la creación de Valdés no fue el “alma mater”
ovetense, sino uno de los mas polémicos herejes de todos los tiempos: el
arzobispo Carranza. “Entiendaseme
bien, no resto méritos a la fundación académica; afirmo que sin el celo puesto
por el Inquisidor Valdés en la caza y captura y condenación de aquel anodino
“Catecismo Christiano” publicado en Amberes en 1558, la historia de los
heterodoxos españoles estarían privada de una de las figuras principales. Todos
sabemos que un filósofo produce ideas, un poeta versos, un pastor sermones, un
profesor manuales y un criminal crímenes. Lógico es que un Inquisidor General
produzca ante todo herejes.”
“El
relato de la persecución de Carranza por Valdés también soporta una
explicación, digamos economicista,
puesta recientemente de relieve por otro hijo de Salas, el señor Velarde
Fuertes, cuya desconcertante e insufrible ortodoxia en asuntos políticos,
constituye un gran misterio para quienes lo admiramos intelectualmente.
Sostiene Velarde que en el duelo Valdes-Carranza hubo razones dinerarias al
margen de los teológicos.
El
Inquisidor asturiano, que aspiraba ser un segundo Cisneros, necesitaba mucha
pasta, como ahora se dice, para llevar a feliz término las mil y una empresas
en las que el hombre andaba metido: Fundar una Universidad, colegios, crear
hospitales, casar doncellas intrigar en palacios socorrer a los pobres, etc.
etc.”
“ Los
pleitos por estas cuestiones de dinero hicieron del Inquisidor un personaje en
desgracia en la Corte. Mientras tanto, Carranza, habla del necesario despego al
dinero, que así nutria la Hacienda en su lucha contra los herejes y turcos, lo
que en aquel 1558 le daría el prestigio definitivo ante Felipe II. Carranza en 1557 recomendó a este en
Inglaterra según declaraciones del propio Primado, que se le confiscasen al
arzobispo de Sevilla, los 150.000 ducados que Valdés defendía para sus
fundaciones.
Este es
el momento del gran golpe de Valdés, el prelado en posición peligrosa en lo
político. Demuestra la existencia de un foco protestante en Valladolid. Su
teólogo Melchor Cano, encuentra próximas o iguales a los protestantes los
comentarios sobre el “Catecismo Cristiano de Carranza”. De este modo los ducados
confiscados a Carranza que no eran pocos y los confiscados a los reformadores
evangélicos de Valladolid, contribuyeron indirectamente a la fundación de la
Universidad de Oviedo.”
Llorente
en “Historia critica de la Inquisición en España” dedica unos epítetos bastante
fuertes, al contemplar la figura del inquisidor Valdés-Salas. Dice que” Don
Fernando Valdés, fue nombrado sucesor del cardenal Loisa en el arzobispado de
Sevilla, y en el destino de Inquisidor General; era entonces obispo de Sigüenza y presidente del Real Consejo de
Castilla, después de haber sido sucesivamente alumno del colegio mayor de San
Bartolomé de Salamanca, individuo del Consejo de la Gobernación del arzobispado
de Toledo por el cardenal Cisneros, visitador de la Inquisición den Cuenca y
del Consejo Real de Navarra, deán de la iglesia metropolitana de Santiago de
Galicia, consejero de la Suprema Inquisición, miembro del Consejo de Estado,
obispo de Elna, Orense, Oviedo y León, Y presidente de la real cancillería de
Valladolid.
Todo esto
habría sido hasta la edad de 64 años que tenía Valdés en 1547 y tantos honores
no bastaron a librar el corazón de la pena de carecer del capelo (cardenalicio)
de sus sucesores y la que le dio luego ver arzobispado de Toledo en Fray
Bartolomé de Carranza, contra quién concibió envídia, le tuvo mala voluntad y
le ejerció cruel e inhumanamente de manera que el vigor y la fortaleza de las
pasiones de ódio, persecución y soberbia, prevalecientes en el alma de quien
tenía 66 años de edad, aunque procuradas disimular hipócritamente con el celo
de la religión y del honor del Santo Oficio, dan justo motivo de sospechar que
el mismo inquisidor general NO ERA NI CATÓLICO, NI CREÍA EN LA INMORTALIDAD DEL
ALMA; pues si la creyese temería la proximidad de la muerte .
TARSICIO
AZCONA es mas prudente en su
apreciación. Coloca a Valdés dentro de la actitud adoptada por la corona y por
la jerarquía castellana en materia de libertad religiosa, aprendiendo del Cardenal Cisneros los principios reformadores
y también viendo como no se respetaron los principios básicos de la libertad
con los judíos que fueron expulsados en bloque en 1492, con el lema: conversión
o expulsión.
Sin
embargo, observa Azcona, que se podían haber adoptado medidas distintas, en vez
de imponerse la “razón de estado” En esta línea - dice -debe ser colocado
Fernando Valdés, como actor importante... Valdés no innova nada, sino que sigue
los principios aprendidos en su juventud, lo mismo cuando actúa la reforma
religiosa, moral y benéfica desde el
consejo de Castilla, cuando reorganiza la Inquisición general y cuando adopta
su postura frente al concilio de Trento. Se tiene la impresión de que es nuevo
el hombre, nuevo el personaje, pero conocida la actitud proyectada sobre la
pantalla de la vida castellana.”
La
figura de Valdés siempre está envuelta
en ese claro-oscuro, en esa contradicción de hombre odioso y rencoroso, y a su
vez, hombre de bien, defendiendo al rey, la religión, la cultura y los pobres y
marginados.
Antes
de ser Inquisidor General y reprimir cruelmente los brotes luteranos y
reformadores de Valladolid y Sevilla principalmente, Valdés ya había ocupado cargos importantes en la
administración del Estado. En 1.539 cuando Carlos V se ve obligado a abandonar
España para sofocar la rebelión de su ciudad natal, Gante, Valdés es nombrado
presidente del Consejo de Castilla. Entonces nombra también como regente al
arzobispo Tavera, ya que Felipe solo tiene 12 años.
El Consejo de Castilla podíamos decir que funcionaba como
Tribunal Supremo de Justicia en tiempos de paz y en tiempos de guerra, como
máquina de guerra castellana.
En
Asturias sin lugar a dudas, el gesto afortunado, lo tiene Valdés al fundar la
Universidad de Oviedo, elevando la pobre cultura regional y haciendo posible
que sobresaliese el trabajo de beneméritos profesores como “Clarín” y Altamira.
Manuel Fernández Alvarez en “Simposio Valdés-Salas citado tantas veces,
concluye que con este gesto Valdés destaca mas como Fundador, que como
Inquisidor. Yo realmente lo dudo, porque la mayoría de las opiniones están en su contra, y sobre todo que el fin
loable de fundar una Universidad, no justifica los medios inquisitoriales,
crueles, mezquinos y sorprendentes en un hombre ya mayor.
VALDÉS Y LA INQUISICIÓN.
Dice
Miguel de la Pinta Llorente O.S.A. en el “Simposio Valdés.Salas” , que la
Inquisición estaba asistida por hombres de excepción, como Diego de Deza,
Cisneros o Manrique, siendo todos insignes y de perfiles. Deza artífice de las
Ordenanzas procesales; Cisneros reorganiza la Inquisición y salva de la
destrucción la paz y la unidad de España. Alonso Manrique inicia un movimiento
de independencia romántica, de sabio espíritu crítico, convocando las juntas
erasmistas en Valladolid.
Hasta aquí casi bien.
De acuerdo. Pero sigue diciendo que
“estas Juntas fueron el primer capítulo de una historia de la cultura que junto a indiscutibles desviaciones
empalmaba con el renacimiento de Petrarca y producía la fermentación espiritual
que ha influido en toda la cultura moderna”.
Me
quedo sorprendido ante la visión tan trastocada de los hechos, porque Manrique
fue un dicidido erasmista y dejó que España se llenara de cultura del
renacimiento y de la reforma protestante en aquellos aspectos no teológicos,
como el conocimiento de los textos Sagrados - ignorados por generaciones -, las
traducciones a lengua vernácula y el retorno a los clásicos griegos y a la
patrística. Cuando se reúnen en Valladolid es para condenar a Erasmo, porque
los frailes eran maltratados por él, en sus “COLOQUIOS” “ELOGIO DE LA LOCURA” y
“INQUIRIDION MILITIIS CHRISTIANI”, y por
contra ellos predicaban contra Erasmo en sus sermones dominicales. Manrique lo
que hace es convocar una “junta” para apaciguar los ánimos y conocer la doctrina
que presenta Erasmo en su “Apología ad monachos hispanos”
Mas
sorprendente aún, ha sido la frase “fermentación espiritual que ha influido en
toda la cultura moderna”. Es de todos sabido y así lo afirma el mismo LLORENTE,
que el atraso en las letras, en el conocimiento humano y en la religión, fue
promovida por esta cerrazón. Dice Llorente” Se conocerá que el Santo Oficio ha
contribuido mucho a la despoblación del
suelo español, dando motivo a innumerables familias para emigrar en diferentes
épocas; provocando la expulsión de los judíos, moros y moriscos; sacrificando
en tres siglos, cerca de 400.000 mil personas y cerrando la puerta, con título
de religión, el fomento de las artes, industria y comercio, que florecerían
admitiendo ingleses, franceses, holandeses y otros, aunque fueses protestantes,
como se podía hacer, con las cautelas convenientes.”
Esto
fue una realidad en Asturias, cuando en épocas mas modernas, encontramos que la
industrialización asturiana, se funda principalmente con capitales extranjeros
y personajes como Nunca Guilhou, que se
integra y se hace asturiano de pura cepa, pero con la idiosincrasia y fe
propias de un protestante. Guilhou hizo
el cementerio protestante de Mieres, entre otras manifestaciones de su fe.
El
ferrocarril que había contribuido a levantar la minería de Langreo y
determinado la primera siderurgia de España _ DURO en La Felguera - hace de
Gijón, la zona portuaria mas importante, hasta convertirla en una ciudad
industrial
Los
Ingenieros de las fábricas son en su mayoría extranjeros, hasta que llegó D.
Luis Adaro Magro quien marcó las directrices a una generación de ingenieros
españoles. Podríamos citar, en el caso asturiano, por sernos cercano, como la
región floreció por estas ayudas no solo de capital sino en el trato humanizado
por los ingenieros extranjeros. También fue importante, por ejemplo, la ayuda del
ingeniero de la “Fabrica de Loza” de Gijón, a D. José Garcia (1848-1920)
pionero de los evangélicos de Asturias,
quien le introdujo en la fábrica y con este sueldo y otros estímulos personales, se asienta la obra en Gijón, y se
lleva el Evangelio por toda Asturias de la mano de este hombre.
Así
pues rechazamos toda idea de modernidad y cultura, en los inquisidores y en la
Inquisición, porque es un error monumental. Valdés ahogó toda sabiduría
humanista y lo que construyó, se desarrolló vejetativamente, sin mas espíritu
que la insulsez de una teología escolástica y una apologética idiota. Véase
solo el título de una de estas apologéticas, que yo poseo, editada en Madrid en
1767: “El duque de Brunsvik desengañado
y felizmente convertido a la fe católica romana. Cincuenta razones que le
persuadieron a renunciar al luteranismo; las cuales incluyó sustanciadamente D.
Miguel Josef Fernández en el Prólogo de su traducción de la Historia de las
variaciones Protestantes y fundadisimos motivos por los cuales la religión
católica, apostólica, romana debe ser absolutamente preferida a todas las diversas ciencias que hay en la
cristiandad y que convencieron a su alteza el Antonio Ulric etc....”
Como podemos ver por solo el título, otro
“Cervantes” de las letras y mucho mas aun en su teología que da risa. Sin
embargo este libro nos da una de las claves y conclusiones a los que queremos
llegar. Dice:” la religión católica deber ser
preferida a todas las demás ciencias”
y esta es la causa por la que decimos que tanto la Inquisición , como
Valdés “ahogó” con todo su poder, la
ciencia y la modernidad y sobre todo el aire renovador y libre que traía la
Reforma.
LLORENTE dice:” Yo miro al Inquisidor General Valdés como
autor original, principio y fin del mal gusto de la literatura eclesiástica que
a excepción de unos pocos hombres de espíritu, prevaleció en España desde el
reinado de Felipe II e introducción de los jesuitas hasta la expulsión de
estos; porque las hogueras encendidas en Valladolid, Sevilla, Toledo, Murcia y
otras partes y los edictos publicados por Fernando Valdés eran capaces de
ACOBARDAR a cualquiera; por eso, a pesar del crecido número de sabios españoles
que acudió al concilio Tridentino, apenas quedaron gérmenes, pues muchos fueron
perseguidos por la Inquisición, bastando para reputarlos de luteranismo por
saber las lenguas originales, especialmente hebreo y griego y decir que sin
ellos ninguno podía ser teólogo profundo en el conocimiento de las sagradas
escrituras, cuyos textos habían sido producidos en aquellos idiomas.”
Casi 20
años durará la Administración de Valdés al frente de la Inquisición y son
muchos años para moldear a España, haciendo que la Inquisición atrofiase las
espíritus, las mentes y todo el desarrollo humano. Valdés crea la Suprema y
hace que todos los poderes recaigan sobre él.
VALDÉS Y LAS DOCTRINAS LUTERANAS.
FERMIN CANELLA dice de Valdés que “ pagó un triste tributo a
las preocupaciones religiosas y a la fanática política de su siglo; que llevado
del fanatismo de su tiempo y de la ciega intolerancia que apenas comprendemos
en plena libertad de conciencia, es cierto que
ejerció con severidad su cargo de Inquisidor”
Pero
Miguel de la Pinta Llorente sigue defendiendo las razones de Estado, no reconociendo la tolerancia universal. Dice
que las primeras diligencias para entorpecer y oponerse a las disociaciones de
las doctrinas luteranas se reflejan en la disposición de Adriano de Utrech en
el año 1521, ordenando recoger la literatura protestante.
De la
Pinta tampoco cree en la trascendencia peninsular del movimiento reformista en
España y cita una conocida frase de Cipriano de Valera y que aunque ya la hemos
citado, no estará de mas el recordarla: “En España muy muchos doctos, muy
muchos nobles y de gente de lustre y ilustres han salido por esta causa de los
autos. Común refrán es al día de hoy en España, cuando hablan de algún docto
decir:”Es tan docto, que está en peligro de ser luterano”
Por
nuestra parte estamos en desacuerdo, en cuanto a la intrascendencia que de la Pinta, quiere dar del movimiento
protestante y reformista, quizás porque no lo ve en su conjunto. Si la dogmática no se veía definida, como
Calvino en Ginebra o la ruptura con las cadenas
de Roma no fue revolucionaria, no por eso, no hubo Reforma en España, sino que
tanto los erasmistas, iluministas y luteranos fueron evolucionando a medida del
conocimiento de la Escritura. No hay cristianismo sin Palabra de Dios. El fuego
que la Palabra de Dios estaba prendiendo, hubiese podido quemar en muy poco
tiempo todo la Península, si la Inquisición no hubiese intervenido con la
ferocidad con que lo hizo. Prueba de ello son
las palabras del Consejo a los inquisidores de Sevilla y Valladolid. ”En
esta inquisición se tuvo relación de algunas personas que en esta villa y
comarca residen, tenían opiniones luteranas y que con gran osadía y
desvergüenza persuadían a otras MUCHAS que las tuviesen y de la información que
cerca de ello se recibió, resulta culpado el Dr. Cazalla predicador de su
majestad, dos hermanos suyos y una hermana, los cuales están presos en las
cárceles y con otras MUCHAS personas muy calificadas en linaje y letras”
Les
interesa Fray DOMINGO DE ROJAS, hijo del marqués de Poza, fugitivo de la
justicia española “ el cual se cree que va a Alemaña. Ase fecho diligencia para
procurar avelle antes de que desembarque y por ser el negocio de tanta calidad
y tocar a TANTAS Y TALES personas, no enviamos a su majestad
,mas particular relación hasta podersela dar muy entera”
Fray
Domingo de Rojas fue detenido en el Reino de Navarra con ropas seglares. La
Inquisición consiguió en su sentencia “ que como persona de muy noble
generación y fraile profeso, tenía mas obligación de tener firmeza.”
Cazalla
quien había propagado las doctrinas por Salamanca, Toro, y Valladolid fue también preso por la Inquisición , siguiendo
su ejecución, si bien antes morir dicen las actas inquisitoriales que recitó el
credo de la fe. Aquí empieza el hilo del ovillo de la represión a la Reforma en
España.
La
Inquisición se dirige al confesor instándole a que se informe al rey y “ con
toda demostración y sentimiento, se castigue un tan grave exceso y mal tan
pernicioso, y que V. P. se lo suplique y sea instrumento para que los ministros
que lo tractan, se les de todo favor”
Aunque
parezca por el resultado final, que el movimiento de la Reforma en España fue
de pocas personas, los datos insinúan “ que hubo muchas personas calificadas en
linaje y letras” y “Tantas y tales personas” les preocupaban a la Inquisición
que estaba en el momento mas álgido de su poder, en cuanto a organización
encargada de inquirir secretamente como lo haría hoy cualquier red de
espionaje.
También
insistir que la evolución de nuestros reformadores fue progresiva y los mas
maduros solían ser los que viajaban o los emigrantes, a quienes se les vigilaba
con la misma discreción como tenacidad. A este respecto, existe una información en la documentación
inquisitorial, que nos habla del control a que se había sometido al Dr. Morillo
de París, quien preocupaba a la Inquisición como tantos intelectuales
emigrados. Dice así: ”Rvdº. Señor: De Roma nos han avisado, que el Dr. Morillo,
natural del Reino de Aragón, se ha absentado de París, en donde residía y un
sobrino suyo, que se llama Juan Lamberto, librero español que está en Londres,
escribe a Juan Pérez, que debe ser estudiante y se huelga que va a Jaén con
Jonás; y el mismo Lamberto escribe del Doctor Morillo que desea mucho que Jonás
vaya pronto a JAÉN porque cree que bien presto EDIFICARAN IGLESIA en aquella ciudad, porque hay buen aparejo.
Damos señor aviso dello para que estéis advertido de lo que pasa y luego debéis
dar noticia desto al señor obispo de Jaén”
Esta
policía secreta, al lado de la represión y control en todo momento por parte de
la Inquisición, hace que el movimiento reformador, para unos sea insignificante
e intranscendente; sin embargo las cifras de condenados y sentenciados son
abundantes y el peso intelectual y espiritual de nuestros reformadores fue
enorme.
Las
actividades del Inquisidor Valdés contra los protestantes andaluces, fueron mas
intensas y complicadas que las de los reformadores de Valladolid. Andalucía
contaba con mas solera protestante y figuras como el antiguo canónigo
magistral, el doctor Juan Gil “Egidio” Dr. Constantino Ponce de la Fuente,
Julián Hernández “Julianillo” el Monasterio de San Isidoro del Campo, con los
doce que lograron huir a Ginebra, Alemania
e Inglaterra. Valdés los persigue y escribe al Monarca español “para que
manden se busquen y si estuvieren en parte donde se puedan prender, se prendan”
Así
ocurrió con Fray Juan de León, detenido en un puerto de Zelanda, seguido desde
Estrasburgo por agentes secretos españoles.
Es
increíble que Miguel de la Pinta siga diciendo en 1968 que “nunca sabrá
valorarse adecuadamente el beneficio reportado a nuestro país por la
Inquisición española, defendiéndonos de la invasión heterodoxa y anti-humanista
desatada en Europa, contra los principios esenciales y la confusión religiosa
que la modelaron.”
¿ Como puede llamarse “beneficio” a la ignorancia, la
crueldad, la esclavitud religiosa, política, intelectual y humana en
definitiva.?
La
invasión heterodoxa y antihumanista, en el reformador español, Dr. Constantino
Ponce de la Fuente, no era otra cosa, que tener la biblioteca particular mas
importante de Europa. En su haber, cerca de 1000 volúmenes, de hasta cinco
diversas lenguas. Las Sagradas Escrituras ocupan un lugar destacado, contando
la Inquisición cuando se la confiscaron, nada menos que 2 Biblias en hebreo,6
Biblias latinas, 1 Biblia poliglota (la complutense de Cisneros) 1 Septuaginta
además de numerosas y diferentes ediciones parciales del Antiguo Testamento. 2
Pentateucos en hebreo, 1 Levítico en caldaico, 1 Job en traducción italiana, 12
Salmos (de ellos 3 poliglotas 1 hebreo y latín, 3 en hebreo) 3 Proverbios en
hebreo, latín e italiano 1 Cantar de los Cantares , 1 Isaías, 2 Jeremías y 1 Profetas en hebreo. Es probable además
que entre los libros registrados con solo el añadido de “hebreo” figurasen
otros que contenían otros textos bíblicos.
Si esto
es espíritu anti-humanista y heterodoxo ¿que será la ignorancia? Los mismos
inquisidores, no sabían ni poner los títulos y a esto se llama “beneficio
reportado por la inquisición”.
No fue
tan torpe Menéndez y Pelayo, quien nos trata a los evangélicos mal e
injustamente, pero tiene que decir, hablando del libro del Dr. Constantino
Ponce de la Fuente, “CONFESIÓN DEL
PECADOR” dice:” Es el mejor trozo que he
leído en nuestros místicos protestantes” Se refiere a un texto que también cita
Menéndez y Pelayo “Véngome a Vos, como Hijo Pródigo, a buscar
el buen tratamiento de vuestra casa... Y por mucho que la conciencia de mis
pecados me acuse, por mucho mal que yo sepa de mi, por mucho temor que me pone
vuestro juicio, no puedo dejar de tener esperanza, que me habéis de perdonar,
que me habéis de favorecer, para que nunca me aparte de Vos. ¿ No tenéis vos
dicho Señor y jurado, que no queréis la muerte del pecador? ¿ Que no recibís
placer en la perdición de los hombres? ¿No decís que no vinisteis a buscar justos, sino pecadores?
¿ No a los sanos sino a los enfermos? ¿ No fuisteis Vos castigado por los
pecados ajenos? ¿ No pagasteis por lo que no hicisteis? ¿ No es vuestra sangre
sacrificio para perdón de las culpas del linaje humano? ¿ No es verdad que son
mayores vuestras riquezas para mis bienes, que toda la culpa y miseria de Adán
para mis males? ¿No llorastes Vos por mi pidiendo perdón por mi u vuestro Padre
oyó? ¿Pues quien ha de quitar de mi corazón la confianza de las promesas ?”
Dice de
la Pinta Llorente que de todo esto se liberó España;” de la heterodoxia, de la
anarquía, sin desgarramiento de nuestra unidad política y religiosa,
reaccionando ante el proceso secularizante enfrentado con las formas integrales
de civilización cristiana. Fernando Valdés
con unos cuantos inquisidores fue capaz de realizar semejante empresa.”
¡Que cantidad de apreciaciones tendenciosas ! - por llamarlo
de la manera mas suave-. La mejor red de espionaje del mundo, la llama “unos
cuantos inquisidores”. Véase el relato sobre
Fray Juan de León, perseguido hasta Zelanda, por la poderosa mano de
Valdés. Y sobre la anarquía, vuélvase a leer a Constantino Ponce en su
“Confesión del pecador”. Esta es una realidad que ninguna apologética por muy
tendenciosa que sea, podrá desbancar.
SALTA LA ALARMA CONTRA LA REFORMA.
Cecil
Roth cree que la mala fama de la
Inquisición y el sinónimo de horror en la Europa del Norte, se debe a la
simpatía que despertaron los protestantes españoles. Es para el protestantismo,
que la Inquisición Española se convirtió “en piedra de escándalo y objeto de
reproches y siguió siéndolo hasta nuestros días”.
Este
autor considera al protestantismo como el último de los grandes problemas que
tuvo que afrontar la Inquisición y el primero que resolvió de una manera más o
menos correcta. Lo dice, porque los judíos y moriscos fueron obligados a
ingresar en la iglesia y luego se actuó salvajemente contra ellos por ser
solamente “sospechosos”. En cambio los protestantes nacieron dentro de la
iglesia católica, consideraban que había que efectuar en su seno una Reforma y
rechazaban a sabiendas y premeditadamente la doctrina católica.
Es más,
en aquella primavera tumultuosa del movimiento de la Reforma, hicieron cuanto
pudieron para propagar sus Reformas y poner en peligro de contagio a toda la
nación.
Los
marranos de Amberes constituyen, tal vez, el otro punto de propagación más
fuerte de la Reforma difundiendo el espíritu humanístico y las ideas Luteranas
y Calvinistas. Tampoco hemos de olvidarnos de las simpatías que el inquisidor
Manrique dispensó a todo el “nuevo saber”.
El 7 de
abril de 1521, el cardenal Adriano, que gobernaba el país en ausencia del
emperador, publicó el primer edicto, para prohibir los libros de Lutero, en
cualquier lengua, y ser entregados a las autoridades confiscándolos.
Por
esta causa los gobernadores escriben al rey de esta manera: “No contento aquel
seductor de haber pervertido y engañado a Alemania, procura con sus malignas y
diabólicas astucias... contaminar estor reynos... de España y para ello, con
yncitación y ayuda de algunos destas partes que desean impedir o enervar el
santo oficio de la Ynquisición ha tenido forma de hacer traducir y poner en
lengua castellana sus herejías y blasfemias y enviar las a sembrar y publicar
en esta católica nación. Y porque de pequeña centella... suelen hacer grande
incendio y si... Vuestra Majestad no remediase a tiempo, mayormente estando
algunas ciudades destos reynos alteradas podría causarse grande escándalo y
mayor incendio y tal que después no se podía fácilmente extinguir.”.
Quedaba
claro que el Tribunal no se podía suprimir porque la siembra era fecunda y el
ascua podría provocar el incendio protestante. Grupos importantes intentaron
vivir un cristianismo más interiorizado, más personal, más reflexivo lejos de
las sendas tranquilas del rito y la devoción mecánica, decía Marcel Bataillón
respecto al año 1521.
Agustín
Redondo afirma que hacia 1522-23 los
alumbrados -Isabel de la Cruz y Alcaraz- fueron influidos por las ideas de
Lutero sobre el libre albedrío. En 1523 unos corsarios vascos capturaron una
nave francesa. A bordo había libros de Lutero. Fueron distribuidos y los
inquisidores después tuvieron que recorres todo el país vasco para
recuperarlos. En 1525 se buscaba libros heréticos enviados a la Universidad de
Alcalá. En 1531, un buhonero de Salamanca ofreció un libro de Lutero a un
agustino toledano que estaba de paso. En 1533, un sacerdote que había sido
expulsado de su empleo por seducir a una monja presentó a las autoridades una
lista de setenta personas a las que acusaba de herejía luterana. La más
importante de ellas era Juan de Vergara, profesor de filosofía en la
Universidad de Alcalá e íntimo amigo de algunos eclesiásticos españoles más
eminentes de la época. Fue detenido por poseer obras de Lutero y acusado de
profesar doctrinas de igual signo, ser cómplice y defensor de herejes y enemigo
de la Inquisición y corruptor de funcionarios inquisitoriales.
En
1535, se desmanteló toda una red: Unos franceses pasaban obras de Lutero a
Barcelona, las cuales desde allí eran distribuidas hasta la misma Galicia.
Hasta aquí relatos de libros pero también hay relatos
orales. Se cuenta la historia de Fray Bernardo: “Estando en casa de un barbero
para se afeitar... estaban allí tres o cuatro hombres... e como vieron que este
declarante hera estranjero, le preguntaron que qué sabía de Lutero... E que
este testigo les dixo... que predicaba que no abía más de un sólo Dios, e que
no abía santo ni santa en el cielo, e que no abía de aver clérigo ni frayre, e
que los clérigos e frayres abían de ser casados con las monjas, e que no nos
abíamos de confesar con clérigo ni frayre salvo a un solo Dios, cara a la
pared. E que en la misa no se abía de decir Hevangelio ni en la iglesia abía de
aver ymágenes de santo ni santa alguno sino una cruz.”.
Estos y
otros casos hicieron sonar la señal de alarma y el Tribunal que se hallaba aún
a la defensiva tiende a endurecerse.
Juan de
Vergara canónigo de Toledo que mencionamos anteriormente fue condenado a
adjurar “de vehementi” en auto de fe, un año de reclusión en un monasterio y
mil quinientos ducados de multa.
Diego
Hernández es reconciliado por adepto a la doctrina de los alumbrados y al
luteranismo.
Alfonso
de Virues que más tarde sería obispo de Canarias y favorito de Carlos V también
fue objeto de acusación parecida.
Sin embargo eran todavía ataques de advertencia de que no se
iba a tolerar ninguna libertad en cuestiones de fe, por muy teórica que fuese
su naturaleza.
FRANCISCO DE SAN ROMÁN ¿Primera víctima luterana de la
Inquisición?
A decir
verdad Francisco de San Roman fue detenido en el extranjero. Durante una visita
a Alemania y los Paises Bajos, este joven mercader fue convertido en la ciudad
de Bremen, y fue tanto el fuego y el celo de su fe que emprendió la arriesgada
misión de convertir al emperador Carlos V en Ratisbona. Fue mandado detener y
enviado a España donde pereció en la hoguera en 1540 rehusando retractarse y
muriendo como mártir. Parece ser que bien inducidos por la Inquisición o por
atentar contra la fe del emperador San Román fue agredido por la chusma antes
de llegar al quemadero y apuñalado una y otra vez.
La vida
de San Román es la de un joven aventurero que
cuando encuentra una buena causa se entrega a ella con pasión. Menéndez
y Pelayo lo trata con desprecio. Dice
que como los hermanos Encinas, era un burgalés, mercader rico pero ignorante.
Líneas más abajo tiene que reconocer Menéndez y Pelayo que en su vorágine de
aprender y conocer aprendió cuantos libros franceses y alemanes pudo haber en
sus manos. Así que ya no era tan
ignorante. Con su modo de exponer dice el señor Pelayo que fue convertido en
una iglesia luterana que predicaba el maestro Jacobo Spreng, antiguo prior de
los agustinos de Amberes. San Román deja sus negocios y se pone bajo la
dirección de Spreng permaneciendo largos días en su casa, conversando y
disfrutando con el doctor Macabeo. Parece ser que escribió algún tratado, (hoy
perdido) y un catecismo y otros libros, así como cartas a sus amigos y al mismo
emperador. Su celo hacía que condenase la idolatría y exhortase a seguir su
ejemplo teniendo como única regla la Palabra de Dios. Su vehemencia parecía
asustar a muchos en Amberes y su deseo era volver a Flandes y a España.
Cuando
llegó a Flandes, los frailes ya estaban advertidos y le detuvieron, registraron
su equipaje y encontraron muchos libros en latín, francés y alemán de Lutero,
Melanchton y Ecolanpadio. Los dominicos le interrogaron sobre su fe y él
respondió entre otras cosas: “que solo por los méritos de Jesucristo, sin
consideración alguna a las buenas obras, gozaría de la vida eterna; que el papa
era el anticristo, hijo del diablo, agitado del espíritu de Satanás, lobo rabioso” etc.
Tal
enervación de ánimo le hizo pasar por loco ante los españoles que asistían a la
disputa. después le quemaron los libros y lo encerraron en una torre a seis
leguas de Amberes. Al cabo de seis meses le pusieron en libertad y se marchó a
Lobaina donde estaba FRANCISCO ENCINAS. Encinas le aconsejó:” que no encontraba
bien que sin especial llamamiento de Dios, usurpase inconsiderablemente la
vocación teológica en vez de servir a Dios en si oficio de mercader...; que en
cuanto a doctrina, no se guiase por humanos afectos o por inciertas opiniones,
sino por un juicio puro, íntegro y recto, fundado en el sólido y claro
conocimiento de la voluntad de Dios; y puesto que por otra parte se alucinaba
en muchas cosas y no tenía verdadera ciencia, sino umbratil y mal fundada; que
era impiedad predicar sin legítima misión, como si Dios no tuviera cuidado de
su Iglesia, y tenacidad sediciosa ponerse en peligro de muerte y alterar la
república.”
Estos
consejos, no parecen haberle hecho desistir de su fogosidad evangélica. En
cuanto supo que Carlos I trataba de bien
a los protestantes y estaba en la Dieta de Ratisbona en 1541, habiendo obtenido
audiencia del emperador, se puso a predicarle. Parece ser que en dicha
audiencia, se lamentó del estado de la religión en España y queriendo
demostrarle que la verdadera religión estaba entre los protestantes y que el
Cesar haría muy bien en imponerla en todos sus dominios, dejar en paz a los
alemanes y abrazar la Reforma.
“La
benévola respuesta del emperador - dice M’CRIE - le dio valor para repetir su
solicitud, ante lo cual algunos de los asistentes españoles se exasperaron en
tal manera que lo hubieran arrojado al Danubio instantáneamente, de no haberlo
impedido su señor, ordenándoles reservarlo para ser juzgado por los jueces
competentes.”
En
consecuencia fue encadenado y conducido en el séquito del emperador, de
Alemania a Italia y de Italia a África, y después del fracaso de la expedición
contra Argel, fue desembarcado en España y entregado a la Inquisición de
Valladolid.
Su
proceso fue breve. Llevado ante los inquisidores, confesó francamente su
creencia en la doctrina de la Reforma, de que el hombre no recibe la salvación
por sus obras o méritos o fuerzas, sino únicamente por la misericordia de Dios,
mediante el sacrificio del único Mediador.
Declaró
que la misa, la confesión auricular, el purgatorio, la invocación a los santos
y el culto a las imágenes, son blasfemias contra el Dios viviente. Su celo era
impetuoso y lo sostuvo hasta el fin. Soportó los horrores de un dilatado
encarcelamiento con la mayor fortaleza y paciencia. Resistió todos los métodos
utilizados por los frailes para inducirle a retractarse. Rehusó ya en el lugar
de la ejecución, comprar una mitigación de la pena, confesándose a un sacerdote
o inclinarse ante un crucifijo que le fue colocado delante.
Cuando
primero lo alcanzaron las llamas al ser atado a la estaca, hizo un movimiento
involuntario de la cabeza, ante lo cual los frailes presentes exclamaron que se
arrepentía y ordenaron sacarlo del fuego; pero al recobrar el sentido, los miró
tranquilamente a la cara y dijo:”¿Envidiais mi felicidad.? ante cuyas palabras
fue arrojado a las llamas, que casi inmediatamente lo sofocaron. Entre gran
cantidad de prisioneros presentados, él fue el único ejecutado, produciendo una
gran impresión en los espectadores.
Los inquisidores lanzaron una proclama prohibiendo rogar por
su alma y expresar opinión favorable a un hereje.
Dice
Menéndez y Pelayo que algunos arqueros de la guardia del emperador contagiados
de las nuevas doctrinas, recogieron huesos y cenizas del muerto, a quien tenían
por santo y mártir. El embajador de Inglaterra dio 300 escudos por un
huesecillo de la cabeza. Por ello, a los
guardias se les encarceló y al embajador se le prohibió presentarse a la Corte
por algún tiempo.
También
es de destacar que el sermón de este auto de fe, fue predicado por el arzobispo
Carranza, quien mas tarde habría de sufrir el proceso mas largo de la
Inquisición, por luterano.
Reseña
Menéndez y Pelayo citando al nacionalista y protestante belga CAMPAN que San Román demuestra una exaltación
parecida a la locura. Sin duda, tenemos que admitir nosotros, que mas que
locura, nuestros reformados tuvieron madera de mártires.
En
carta dirigida a Francisco de Encinas, Jacobo Spreng- padre espiritual de San
Román - decía después de su muerte:” La sangre de nuestro hermano Francisco de
San Román clama y no sin fruto. Yo miserable, tuve en mi casa aquel tesoro de
Francisco... Estuvo lleno del Espíritu del Señor... No dudo que por su
confesión de fe tan constante, que movió los corazones de muchos y que de su
sangre derramada, será semilla de iglesia plantada para los españoles...
Ciertamente maravilloso es Dios entre sus santos y elegidos.”
Respecto
al año de su muerte, Pelayo lo ignora, pero M’Crie, dice que fue en 1544 .
Termina diciendo que la “doctrina reformada había sido ya introducida antes en
Valladolid, pero sus discípulos se conformaban con retenerla para si o hablar
de ella con la mayor cautela a sus amigos íntimos.
Los comentarios suscitados por el martirio de
San Román rompieron esa restricción; expresiones de simpatía por su muerte o de
asombro ante sus opiniones, llegaron a conversaciones en el curso de las cuales
los partidarios de la nueva fe, como se llamaban, pudieron reconocerse
fácilmente entre si.
El celo y aún la magnanimidad que había
demostrado al afrontar el odio popular y desafiar una muerte tan horrible por
la Verdad, provocaron la emulación de los mas tímidos de ellos; y en el curso
de unos pocos años después de su martirio, se organizaron en una iglesia que se
reunía en privado con propósitos de instrucción religiosa y culto.
RODRIGO DE VALER.
La
ciudad de Sevilla, por aquel tiempo es descrita como rica y hermosa ciudad.
Paraiso de deleites, centro de la contratación de las Indias occidentales.
Vivía
por los años de 1540 un noble caballero natural de Lebrija, llamado Rodrigo de
Valer, el cual toda su vida ocupaba en mundanos ejercicios, deleitándose mucho
en jugar y cazar y tener buenos caballos y bien enjaezados.
“De
pronto - sigue diciendo Pelayo- como si
estuviera movido por sobrenatural impulso, se vio dejar sus antiguos
pasatiempos y consagrarse todo a la lectura y meditación de la Biblia, que
aprendió casi de memoria, con ayuda de un poco de latín que en su mocedad había
estudiado.
En suma, se hizo un fanático y dejándose guiar
por sus propias inspiraciones (y sin duda por algún libro protestante que le
cayó en las manos, aunque Reinaldo y Valera lo disimulen) a cada paso trataba
disputas con clérigos y frailes echándoles en cara la corrupción del estado
eclesiástico. Y esto lo hacía en medio de las plazas y de las calles y hasta en
las mismas gradas de la catedral, que eran lonja de mercaderes y mentidero de
ociosos.
Deciase
inspirado por el Espíritu de Dios y nuncio y mensajero de Cristo, para aclarar
las tinieblas del error y corregir a aquella generación adultera y pecadora.
“Esta descripción la hace Pelayo sacándola de las fuentes de Montes y
Valera .
Tanta
fue la manifestación pública de su fe, que fue atrapado por el Tribunal, con el
que disputaba sobre la verdadera iglesia de Cristo, de sus marcas y señales, de
la justificación del hombre y de otros puntos que según Valera “Valer había alcanzado sin ningún
ministerio ni ayuda humana, sino por pura y admirable revelación divina.”
Los
inquisidores lo tuvieron por loco y le pusieron en libertad, confiscándole
parte de los bienes. Pero como él siguiese en sus predicaciones, fue llevado a
un acto privado -autillo- en la iglesia mayor, entre los dos coros, en 1545, Se
le condenó a sambenito, cárcel perpetua, con obligación de oír misa y sermón
todos los domingos. De allí le llevaron al Monasterio de San Lucar de
Barrameda, donde acabó sus días, a la edad de 50 años. Entre los prosélitos en
su cuenta, estaba el Dr. EGIDIO.
SUPRESIÓN DE LA
REFORMA EN ESPAÑA POR LA INQUISICIÓN.
La
noticia de que la doctrina protestante de había extendido con celeridad en todo
el reino, hizo que los inquisidores hacia 1557 empezasen a actuar con toda
rapidez y crueldad.
Las
noticias del establecimiento de iglesias y de la introducción de libros, no
provienen de los inquisidores españoles, sino de los teólogos agregados a la
corte de Felipe II en Bruselas, que vigilaban estrechamente a los refugiados españoles,
establecidos en Ginebra y Alemania.
Los
espías que informaban a los inquisidores, habían descubierto en la
correspondencia de los refugiados, con los reformados españoles, que eran ya
muchos desafectos a la religión. Este descubrimiento de sus hermanos en España,
es lo que dio lugar, a que muchos de ellos se interesasen, mandando libros,
cartas y otros apoyos. Mas tarde esta admiración llevaría a escribir de sus
vidas, o sus terribles muertes en la hoguera.
Normalmente
se suele resumir toda la Reforma en los autos de fe de Valladolid y Sevilla, y
dar un mayor relieve a los exilados protestantes en el extranjero, al tener una
obra escrita que ha permanecido. Sin embargo ya hemos visto, como personajes
valientes, que ya hemos comentado, como Francisco de San Román o Rodrigo de
Valer o el que comenzaremos a estudiar, aunque sea someramente, Julián
Hernández, fueron la vanguardia y la luz puesta sobre el candelero, para
manifestar públicamente, lo que desde hacía años se creía en privado en España.
Quizás
fueron solo 50 años los de libertad relativa para conocer y desarrollar la
nueva fe, porque la Inquisición estaba con el ojo avizor; pero lo que se había
formado fue algo grande, que por grandes intereses religiosos, ha sido
silenciado y menos aún investigado. En alguna medida tendremos culpa también
los evangélicos españoles.
JULIÁN HERNÁNDEZ.
“Julianillo”
Todos
los que hemos leído “Recuerdos de antaño” de Emilio Martínez, nos ha fascinado
la figura de Julianillo y el Dr. Zafra. Las bellas telas de Cambay, anunciadas
por aquel diminuto buhonero quedaron impresas en nuestras mentes, como los
libros que secretamente escondían los toneles cargados en las sudorosas mulas.
Para la Inquisición tanto San Román, como Valer o Julianillo
eran personas insignificantes, para borrar la vergüenza que había sumido la
falta de vigilancia. Fernando Valdés, ya lo hemos comentado, tuvo que decir al
rey, que estos herejes no eran entendidos por los inquisidores, dada la
similitud con la doctrina de los alumbrados.
De
Julián Hernández, los inquisidores solo querían información y “aplastar de
inmediato el nido de la víbora”. Sin embargo en vano emplearon todas sus artes,
en lo que eran maestros para “inquirir” y arrancar el secreto a Julianillo.
Cuando le interrogaban, él confesaba francamente su fe, pero cuando le
preguntaban cuales eran sus maestros y compañeros religiosos, se negaba a
contestar, o refutaba a los eruditos que ellos traían, defendiéndose con
valentía y conocimiento de las Escrituras.
Durante
los tres años que permaneció en prisión, con torturas incluidas, su fortaleza y
firmeza exasperaban a los inquisidores que ya no sabían, que nueva crueldad
inventar, para doblegar su obstinación. Cuando le arrastraban, medio muerto,
después de cada tormento, volvía con aire de triunfo, cantando su copla
favorita:
Vencidos van los frailes, vencidos van,
corridos van los lobos, corridos van.
Era Julián Hernández español y de padres españoles, sin que
se sepa porqué fue enviado a Alemania, donde parece ser, aprendió el oficio de
cajista de imprenta.
PRESCOT
dice: “Habíase impreso en Alemania una traducción castellana de la
Biblia y publicándose en el mismo país otros libros protestantes, ya escritos
en español, ya trasladados a este idioma. De
vez en cuando lograba introducirse por los Pirineos alguno que otro
pertenecientes a tal o cual individuo, pero eran casos muy raros; en esto que
un español llamado Julián Hernández
residente en Ginebra, cuyo oficio era el de corregidor de imprenta, se
propuso estimulado solo por la afición a la Reforma, introducir gran cantidad
de libros en su patria. Diose maña para burlar la vigilancia de los empleados
de aduanas y lo que era mas difícil, la de los espías de la Inquisición y al
cabo consiguió desembarcar dos grandes cajones de libros prohibidos, que
inmediatamente se distribuyeron entre los individuos de la nueva comunión.”
Entre
los posibles títulos que se distribuyeron por Julián Hernández “el Chico”
podían estar:Las Epístolas de San Pablo a los Romanos y Corintios de Juan de
Valdés; La Imagen del Anticristo de Juan Pérez de Pineda. Las Ciento Diez
Consideraciones de Juan de Valdés, algún Catecismo Reformado en latín y también
algún Nuevo Testamento, así como el libro de Cipriano de Valera “El Papa y la
misa”.
“Su
cuerpo - dice Reinado González Montes de
Julián - eran tan macilento, que parecía constar solo de piel y huesos” sin
embargo cuando fue detenido y encarcelado, mostró una fortaleza, que ni el
tiempo de prisión, ni las torturas, pudieron doblegarlo.
Ante
los inquisidores no trató de ocultar sus sentimientos y se gloriaba del hecho
de haber contribuido a la iluminación de los compatriotas, suministrándoles las
Sagradas Escrituras en su idioma natal. En vano emplearon promesas y amenazas,
interrogatorios y careos, empleando “topos” y fingiendo salvarle de la quema.
La sentencia de la Inquisición reza así: “Habida
interrogatoria con el presunto reo de fautor de herejía luterana, que llamándose
Julián Hernández, según declara... de.. años de edad, natural de Billaverde en
Tierra de Campos, de oficio impresor, preso en las cárceles del Santo Oficio de
Sevilla y no pudiendo obligarle a declarar los nombres de sus cómplices, aunque
consigna que tiene muchos y habiéndole ocupado algunos libros de la secta
luterana, unos sin firma y otros con las firmas de reconocidos herejes
residentes en países extranjeros :
Christi nomine invocato.
Fallamos,
atentos los autos y méritos del proceso, indicios y sospechas que de él
resultan contra el dicho Julián Hernández que le debemos condenar y condenamos
a que sea puesto a cuestión en la polea o garrucha en la cual mandamos que esté
y persevere tanto tiempo como a nos bien visto fuere; para que en él diga la
verdad de lo que esté testificado y acusado: en protestación que le hacemos,
que si en dicho tormento muriese o fuere lisiado o se siguiese efusión de
sangre o mutilasen de miembro, será a su culpa y cargo y no a la nuestra
sentencia, así lo pronunciamos y mandamos, en esta ciudad de Sevilla...”etc.
Por el
espacio limitado de este artículo, tenemos que reducir la descripción de la
valentía en los interrogatorios, torturas y muerte de Julianillo. El P. Martín
de Roa dice con todo su odio que “encomendaron los inquisidores esta maldita
bestia - Julianillo- al Padre Licenciado Francisco Gómez, el cual hizo sus
poderíos para poner seso a su locura; mas viendo que solo estribaba en su
desvergüenza y porfía y que a veces quería hacer buena su causa y apellidaba
gente con ella, determinó quebrantar fuertemente su orgullo y cuando no se
rindiera a la fe, a lo menos confesase su ignorancia, dándose por convencido de
la verdad, siquiera con mostrarse atajado, sin saber dar respuesta a las
razones de la enseñanza católica. Y fue así que comenzando la disputa junto a
la hoguera, en presencia de mucha gente grave y docta y casi innumerable vulgo,
el padre le apretó con tanta fuerza y eficacia de razones y argumentos que con
evidencia le convenció; y atado de pies y manos, sin que tuviese ni supiese que
responder enmudeció.”
Nada
suena mas a cuento que lo de Roa y no es el contexto de toda una vida de
clarividencia en la fe. Nunca hubo ninguna duda o confusión en la mente de “Le
Petit” según los franceses, aunque no hubiese sido raro tergiversarle todo,
para aparecer como salvadores de un alma.
Cuando
apareció en la escena final de su vida, en el Tribunal de Triana, en la mañana
del auto, dijo a sus compañeros de prisión: “¡Valor camaradas! esta es la hora
en que debemos mostrarnos valientes y dentro de pocas horas recibiremos
testimonio de su aprobación ente los ángeles y triunfaremos con El en el
cielo.”
Fue
reducido a silencio por la mordaza, pero continuó alentando a sus compañeros
por gestos, durante todo el auto. Al llegar a la pira, se arrodilló y besó la
piedra sobre la cual estaba erigida; luego levantándose introdujo la cabeza
entre los haces de leña, en señal de bienvenida a su muerte que era tan temible
para otros. Ya atado al poste, adoptó una actitud de oración, que el doctor
Fernando Rodríguez uno de los sacerdotes asistentes interpretó como una señal
de asentimiento, consiguiendo que el juez le hiciera quitar la mordaza. Julián
entonces, después de una sucinta relación de sus creencias, empezó a acusar a Rodríguez,
con quien en otra época había estado relacionado, de esconder sus sentimientos
por temor a los hombres; oyendo lo cual el irritado sacerdote, exclamó: ¿ Y la
paz de España, conquistadora y señora de naciones, ha de ser perturbada por un
enano.? Verdugo ¡ cumple tu misión !
Inmediatamente
fue encendida la hoguera y los guardias envidiando la inconmovible firmeza del
mártir, terminaron sus sufrimientos hundiendo sus lanzas en su cuerpo.
UNA CRÓNICA DEL PROCESO INQUISITORIAL Y SU APLICACIÓN
MEDIANTE TORTURA.
Llegados
a este punto de exterminio total, concentradas todas las fuerzas para
perseguir, torturar y dar muerte a todo pensamiento reformador, tenemos que
hacer un paréntesis para explicar el procedimiento inquisitorial.
Muchos
detalles están ya apuntados en esta narración. Los edictos de gracia, que
promovían la acusación voluntaria, bajo el miedo a la ruina de sus bienes,
juntamente con los edictos de fe, que ordenaban a todos los cristianos, bajo
pena de excomunión, a que denunciaran a los herejes o personas sospechosas de
herejía, fueron las artes mas sutiles y malvadas de la Inquisición.
“Acusar
de crueldad al Santo Oficio - dicen Guy Testas y Jean Testas, doctor y
catedrático de Universidad respectivamente - no supone correr excesivas riesgos
de discusión. Uno puede preguntarse si esta excepcional actuación de la
justicia, no se escapaba a todo control. Imaginamos a los inquisidores
torturando cruelmente para obtener confesiones y condenando sin remisión a las
víctimas, a la hoguera, única purificación aceptada por el fanatismo. Hay que aportar
algunos matices a este cuadro: no intentamos en absoluto justificar la
violencia, sino simplemente puntualizar que los tribunales inquisitoriales
estaban sometidos a normas precisas”
Tales normas
eran muy indefinidas en la practica. pues ya leíamos antes en la sentencia a
Julián Hernández, como los tiempos de tortura por ejemplo eran “ como a nos
bien visto pareciere”
En
el Manual del Santo Oficio compuesto por
el secretario de la Suprema, se dispone de la forma en que debía extenderse la
diligencia de tortura. Dice: “Hase asentar lo que el reo dixere, y las
preguntas que se le hicieren y respuestas sin dexar nada, y como le mandaron
desnudar y ligar los brazos y las vueltas de cordel que le dan; y como le
mandan poner en el potro y ligar piernas, cabeza y brazos; y como se hizo; y
como se mandaron poner y pusieron los garrotes y como se apretaron, declarando
si fue muslo, espinilla o brazo etc...; y lo que se dixo a cada cosas destas.
Si es de garrucha se ha de assentar como pusieron los grillos y las pesas y
como fue levantado y cuantas veces y el tiempo en que cada uno estuvo. Si es de
potro, se dirá como se le puso la toca y cuantas jarras de agua se le hecharon
y lo que cabía en cada una dellas. De manera que todo lo que pasare se escriba,
sin dejar nada por escribir. Y confesando alguna cosa se le dirá porque no lo
había declarado antes y lo que mas pareciere necesario para atender el crédito
que se les debe dar para otros efectos.”
La
siguiente crónica data del siglo XVIII y la tomamos del libro de Cecil Rot “La
Inquisición Española” que nos hará tener una aproximación a toda la crueldad y
falsedad del proceso.
“Cuando
el prisionero ha sido examinado tres veces y todavía persiste en la negativa,
sucede a menudo que es retenido durante un año entero o mas tiempo antes de ser
admitido a otra audiencia, para que cansado por su encarcelamiento, sea
propenso a confiar lo que se desea; mas si todavía persiste en la negativa,
finalmente se le entrega su acusación entremezclada con cierto número de
supuestos crímenes de naturaleza nefanda, cuya composición de verdad y falsedad
es una trampa para el infeliz desgraciado; pues como raramente deja de
exclamarse contra los crímenes fingidos, sus jueces concluyen que los otros de
los que se queja son verdaderos. Cuando se celebra en serio su juicio, los
testigos son examinados de nuevo, u se le entrega una copia de las declaraciones,
suprimiendo las circunstancias que pudieran revelar la identidad del testigo;
el prisionero replica a cada particular y da interrogatorios a los que quiera
que se sometiese a los testigos y los nombres de otros que quisiera que se
examinase en su nombre; se le designa un abogado, lo cual pese a tener apariencia de Justicia, en
realidad de nada sirve al prisionero, pues el abogado ha prestado juramento
ante el oficio, no se le permite hablar con su cliente salvo en presencia del
inquisidor, ni puede alegar en su favor nada salvo lo que juzgue apropiado.
Después
de llevar a cabo el proceso de esta manera durante un tiempo considerable, los
jueces, con sus asesores, examina las pruebas y determinan la suerte del
prisionero; si sus respuestas y exepciones
no son satisfactorias, ni las pruebas contra él bastan para declararlo
culpable, se le condena a la TORTURA.
El
escenario de la diabólica crueldad es una oscura bóveda subterránea; a su
llegada allí el prisionero es cogido inmediatamente por un torturador, que
lo desnuda en seguida. Mientras lo
desnudan y mientras es torturado, el inquisidor le exhorta encarecidamente a
confesar su culpa, pero sin levantar falso testimonio contra si mismo o contra
otros. La primera TORTURA es la de la CUERDA, que se lleva a cabo de esta manera.
Las
manos del prisionero se atan a la espalda y por medio de una cuerda ligada a
ellas y pasando por una polea, es levantado hasta el techo, donde habiendo
colgado durante un rato con pesas atadas a sus pies, es bajado hasta casi tocar
el suelo con sacudidas tan briscas que le descoyuntan los brazos y las piernas,
por medio del cual se le inflige el mas exquisito dolor, y se le obliga a
gritar de modo terrible.
Si la fuerza del prisionero aguanta, normalmente le torturan
de esta manera durante cerca de una hora, y si esto no le arranca una confesión
que les guste, recurren a la siguiente tortura, a saber: EL AGUA.
El
prisionero es tendido de espalda en una artesa de madera por cuyo centro pasa
una barra sobre la que reposa su espalda y a veces se le rompe así la espina
dorsal y se le infringe un dolor increíble. La tortura del agua se ejecuta a
veces obligando al prisionero a tragar una cantidad de agua y luego apretándole
el cuerpo atornillando las los lados de la artesa; otras veces se coloca un
paño mojado sobre la boca y las ventanas de nariz del prisionero y una pequeña
corriente de agua descendiendo constantemente sobre ella introduce el paño en
su garganta, que al ser retirado bruscamente de pronto sale con sangre y agua y
hace pasar al infeliz desgraciado las AGONÍAS DE LA MUERTE.
La
siguiente tortura, a saber, la DEL FUEGO, se ejecuta si: el prisionero
hallándose en el suelo se le acercan los pies a una hoguera y se le frotan con
materia untuosa y combustible, por medio de la cual, el calor penetrado en esas
partes, sufre dolores peores que la muerte misma.
Uno de
los interrogatorios, que no convenció a los inquisidores, pese a haber
reconocido, que había cometido tales acciones, pero negó haberlo hecho por
razones o intención herética alguna. Elvira del Campo cayó de rodillas y
suplicó que le hicieran saber qué querían que dijese. Esta petición sincera
tampoco satisfizo a los inquisidores, que prosiguieron su labor:
La
llevaron a la cámara de tortura y le ordenaron que dijese la verdad y ella dijo
que no tenía nada que decir. Le ordenaron que se desnudara y de nuevo le
exhortaron, pero guardó silencio. Una vez
desnuda dijo: “Señores he hecho todo lo que se dice de mi y levanto
falsos testimonios contra mi misma, pues no quiero verme en semejante brete;
plegue a Dios, no he hecho nada.”
Le
dijeron que no levantase falsos testimonios contra ella misma y dijera la
verdad. Empezaron a atarle los brazos; dijo : “He dicho la verdad, ¿que tengo
que decir?” Le dijeron que dijese la verdad y replicó. “He dicho la verdad y no
tengo nada que decir.” Le aplicaron una cuerda a los brazos y la retorcieron y
la exhortaron a decir la verdad, pero dijo que ella que nada tenía que decir.
Luego chilló y dijo: “Decidme lo que queréis pues no se que decir.” Le
ordenaron que dijese lo que había hecho, pues era torturada por no haberlo
hecho y ordenaron que se diese otra vuelta a la cuerda. Exclamó:” Soltadme
señores, y decidme lo que tengo que decir; no se lo que he hecho ¡Oh Señor!
apiádate de mi pecadoras.” Dieron otra vuelta a la cuerda y ella dijo:
“Aflojadme un poco para que pueda recordar lo que tengo que decir..., lo
hice... me hacen daño, Señor..., soltadme, soltadme y lo dire. “Le dijeron que
lo dijese, y dijo: “No se lo que tengo que decir... Señor ... lo hice... No
tengo nada que decir. ¡Oh mis brazos! Soltadme y lo diré. Le pidieron que
dijese lo que hizo u dijo: “No lo se, no comí porque no quise... Soltadme y lo
diré.” Le preguntaron porqué no quiso y replicó. “¡Ay! soltadme, soltadme...
sacadme de aquí y lo diré cuando me hayáis sacado”.
Después
de haber insistido otras 30 veces mas, en parecidos términos y de haber
apretado las cuerdas una y otra vez. El interminable interrogatorio se
suspende, cuando logran sacar la palabra que les interesaba: La Ley de Moisés.
Era judía y judaizaba.
Dijo
muchas veces: “Señores, señores, nada me ayuda. Tu, Señor, oye que digo la
verdad y no puedo decir mas..., me están arrancando el alma...,ordénales que me
suelten.” Luego dijo: “No digo que lo hice... No dije mas.” Luego dijo: “Señor lo hice para observar
aquella Ley.” Le preguntaron que Ley.
Dijo: “ La Ley que dicen los testigos...,lo declaro todo. Señor y no recuerdo
que Ley era... Oh, desgraciada fue la madre que me parió”. Le preguntaron a que
Ley se refería y cual era la Ley que ella decía que decían los testigos. Se lo
preguntaron repetidas veces, pero ella guardó silencio y al final dijo que no
lo sabía. Le dijeron que dijese la verdad o apretarían los garrotes pero ella
no contestó. Ordenaron dar otra vuelta a los garrotes y la exhortaron a decir
que Ley era. Dijo ella: “Si supiera que decir lo diría. Oh Señor, no se lo que
tengo que decir.. Oh, Oh, me están matando... si quisieran decirme que... ¡Oh
señores! ¡Oh mi corazón!”. Entonces preguntó porque deseaban que dijera lo que
no podía decir y exclamó repetidamente: “¡Oh desdichada de mi.! Luego dijo: “Señor se testigo de que me están
matando sin que yo pueda confesar.” Le dijeron que si deseaba decir la verdad
antes de que echasen el agua, que lo hiciera y así descargaría su conciencia.
Ella dijo que no podía hablar y que era una pecadora. Luego colocaron (en su
garganta)la toca (embudo) de lienzo y ella dijo:” Quitadmelo, que me estoy
asfixiando y me revuelve el estomago”. Entonces vertieron una jarra de agua,
tras la cual le ordenaron que dijese la verdad. Ella pidió a gritos confesarse,
diciendo que se estaba muriendo. Le dijeron que la tortura continuaría hasta
que dijese la verdad y la exhortaron a decirla, pero, aunque la interrogaron
repetidamente, ella guardó silencio. Entonces el inquisidor, viendo que estaba
agotada por la tortura, ordenó su suspensión.
La
tortura que ordenaron “suspender” - no que se le pusiera fin, pues aunque
estaba prohibido torturar mas de una vez, a menos que sobrevinieran nuevas
pruebas, se podía continuar después de una pausa -, fue especialmente benigna,
toda vez que se aplicó una única jarra de agua. También esta prisionera parece que fue parca en alaridos y
lagrimas, pues todos los detalles de esta índole eran anotados meticulosamente
por el secretario que, con estilo frío, impasible, dejaba constancia de todo lo
que ocurría en la cámara de tortura. A decir verdad, este es uno de los
aspectos mas repugnantes de todo el sistema inquisitorial.
Pero
los sufrimientos de Elvira del Campo no habían terminado, ni mucho menos. Los
inquisidores no accedieron a su petición de decirle lo que tenía que confesar;
de hecho, no podían hacerlo, toda vez que sus objetivo era salvar el alma inmortal de la mujer. Tras
un lapso de cuatro días, - intervalo
durante el cual, según había demostrado la experiencia, las extremidades
tendrían tiempo de ponerse rígidas, por lo que la repetición sería aún mas
dolorosa - fue llevada de nuevo a la cámara de la tortura.
En esta ocasión se derrumbó por completo
cuando la desnudaron, y suplicó lastimeramente que cubrieran su desnudez. A
pesar de todo, se reanudaron la tortura y los interrogatorios. Al principio,
sus respuestas fueron aún mas incoherentes que antes pero finalmente los
inquisidores obtuvieron el resultado apetecido. La mujer se confesó culpable de
judaísmo, expresó su arrepentimiento e imploró misericordia y acabo
reconciliándose con la santa Iglesia católica en un auto de fe público.
Otra
historia sobre la arbitrariedad de los tormentos, donde siempre se ponía la
coletilla de que “si lesión, muerte o quebrantamiento de miembros hubiere,”
sería culpa del reo, la tenemos en el licenciado Juan Salas de estirpe
asturiana tal vez.
Dice
así Llorente: ”En Valladolid, a 21 de junio de 1527 años, estando el señor
licenciado Moriz, inquisidor, en su ausencia, mandó traer ante si al licenciado
Juan Salas, al cual le fue leída e notificada en su persona la sentencia de
esta otra parte contenida: e así leída, el dicho licenciado Salas dijo que no
había dicho cosa ninguna de lo que estaba acusado. E luego su merced le mandó
llevar a la cámara de tormento: el cual fue luego desnudo en camisa, e puesto
de espaldas en la escalera de tormento: e por Pedro Porras, pregonero, con unos
cordeles de cáñamo fue atado los brazos e piernas, en que había en cada brazo e
pierna once vueltas: al cual estándole atando fue muchas veces amonestado que
diga la verdad: el cual dijo, que nunca había dicho cosa alguna de lo que fue
acusado: e rezo el salmo “Quicunque vult”, e continuó dando gracias a Dios u a
nuestra Señora muchas veces: et así atado le fue puesto un paño de lino delgado
sobre su cara, e con un jarro de barro de fasta una azumbre, horadado por el
suelo, le fue echada agua en las narices e boca cerca de un cuartillo: e
todavía dijo, que no había dicho cosa ninguna de lo que había sido acusado: e
fuele dado un garrote en la pierna derecha, e tomando a echar mas agua fasta
medio cuartillo: e dado asimismo otro garrote en la dicha pierna derecha,
todavía dijo que nunca tal había dicho: e siendo muchas veces amonestado, decía
que nunca tal había dicho. E luego su merced dijo que había el dicho tormento
por comenzado e no por acabado:e mando
le quitar del tormento, el cual fue quitado. A lo cual todo yo, Enrique Paz,
fui presente. Enrique Paz. Notario.
“Si
esto era comenzar y no acabar el tormento ¿cuando se daría por acabado? ¿Sería
en caso de morir el paciente? Para entender bien el anterior testimonio del
notario de la Inquisición de Valladolid, conviene saber, que lo que él llama
escalera, conocido también con el nombre de “BURRO”, es una maquina de madera,
inventada para tormentos, en forma de canal, capaz de recibir en medio,el
cuerpo de un hombre, sin tabla por debajo, sino solo un palo atravesado, sobre
el cual cayendo las costillas y doblándose el cuerpo hacia atrás, por causa del
artificio con que está dispuesta la maquina, son imponderables los dolores que
resultan de sola la postura, la cual es de tal forma que los pies quedan mas
altos que la cabeza, lo que produce una respiración violente y afligida, además
de la presión del palo atravesado, que casi quebranta las costillas. A ello se
añaden los dolores de los cordeles cuyas vueltas en brazos y pies oprimen con tanta fuerza que
aun sin llegar a dar garrotes se introducen en las carnes hasta los huesos y
hacen brotar sangre.
¿Que
será, cuando para nuevos grados de opresión, se dan vueltas al garrote?.
Obsérvese a los conductores de géneros en las bestias y aun en carros, cuando
oprimen fardos o paquetes por medio de garrotes -torniquetes- que son aquellos
palos metidos en las sogas para darles vueltas cuando ya no bastan las fuerzas
de las manos por si solas, y se vendrá al conocimiento de esta parte del
tormento que sufrió Juan Salas.”
Como no
queremos incidir demasiado en estos temas de tortura, porque desfiguran muchas
veces la realidad de otras torturas mas sutiles, como el miedo a una vida en la
miseria a toda una generación o varias, a la ignominia diaria, al control de tu
mente por despiadados monjes, diariamente hurgando en tu vida.
Por
otra parte, pese a que la Inquisición española no tenía demasiados instrumentos
de tortura, los que tenía a mano siempre eran los menos sofisticados, pero si
los mas dolorosos, quedando muchos reos en las
manos de los torturadores.
EL SECRETO DESCUBIERTO
El
secreto de no decir nombres a los inquisidores, de quiénes profesaban la nueva
fe y que tan valientemente habían defendido y guardado los mártires anteriores,
fue descubierto al fin.
En
Sevilla lo consiguieron por medio de los temores supersticiosos de un miembro
de la iglesia protestante y por un emisario oculto de la Inquisición. En
Valladolid, Juan Garcia un platero acostumbrado a oír la Palabra de Dios en la
iglesia que se reunía con la nueva fe, y consciente de la superstición en su
esposa, le ocultaba el lugar y días de reunión. La traidora siguió al marido y
dio cuenta a la Inquisición, quien en recompensa le extendió una pensión
vitalicia pagada por fondos públicos.
Con
todos los datos en la mano, el Consejo Supremo, mandó mensajes a todos los
tribunales del reino, para controlar simultáneamente los protestantes de
Sevilla, Valladolid y comarcas vecinas, e interceptar el paso y prender a las
personas que pudiesen huir.
En un solo
día detuvieron a 200 personas, que luego con los informes obtenidos en los
interrogatorios llegaron a 800 personas en unas semanas. De repente todas las
cárceles se llenaron y también el castillo de Triana, los conventos y hasta
casas particulares.
En
Valladolid se detuvieron 80 personas y en otros tribunales mas o menos se
mantuvo esta proporción.
La
alarma fue tan grande que unos fueron perseguidos y atrapados al intentar huir;
otros se delataban a si mismos a la Inquisición. Dice M’Crie a quien seguimos
en estas partes, que sin saber lo que hacían, eran personas que como si
saliesen de una casa en llamas y se tiraran a un torrente que los arrastraba.
Otros que habían conseguido huir, al extranjero cayeron en los brazos de los
espías de la Inquisición.
Entre
los que mas odio despertaban entre los inquisidores, era el licenciado Zafra quien fue prendido
entre los primeros pero logró escapar, igualmente que Reinaldo González Montes,
llegando hasta Alemania.
Los
monjes reformados de San Isidoro hacía pocos días que se habían reunido en
Ginebra como habían convenido, cuando estalló a principios de 1558, este
calamitoso suceso.
Carlos
V se había retirado al monasterio de Yuste, legando los dominios a su hijo
Felipe II. A parte de otras circunstancias
de largas guerras entre España y Francia y viendo las guerras de
religión en Europa, Felipe II fue implacable en la condenación de los
protestantes de España. Felipe II arregla la disensión con el papa Paulo IV que
era un perseguidor furioso y decidido sostenedor de la Inquisición.
El
inquisidor general Fernando Valdés-Salas que ya se había distinguido por la
severidad de su administración, no fue mas clemente y así los tres poderes,
papado, el rey y el inquisidor, adoptaron las medidas mas ilegales y sanguinarias
de la historia para extirpar la herejía luterana en la Península.
EL PODER DE LA INQUISICIÓN EN EL PUNTO MAS ÁLGIDO.
En 1557
Felipe II escribe a su general el Duque de Alba, diciendo que era su voluntad,
se firmasen pronto la paz con Roma en términos que no fuesen deshonrosos para
su santidad, porque prefería sacrificar la corona que tocar lo mas mínimo la
Santa Sede.
Así lo
hizo el Duque de Alba, virrey en Nápoles, con el que el Pontífice orgulloso y
triunfante dijo a los cardenales, “que acababa de prestar a la santa Sede el servicio mas grande que jamás
recibiría: y que en lo sucesivo, el ejemplo que acababa de dar el monarca
español, enseñaría a los papas como abatir el orgullo de los reyes que no supieron
cuanta era la obediencia que legítimamente debían a la cabeza de la
iglesia”.
Por
estas razones Paulo IV accedió con la mejor disposición a las solicitudes de
Felipe II y de Valdés, renovando todas las decisiones de concilios y papas
contra los herejes y poner en un breve arrollador, todo lo necesario para
pesquisar libros, perseguir y hacer autos de fe públicos, con todos los que
descubrieran en la herejía.
Se
mandó a los confesores interrogar estrechamente a sus penitentes. Se ordenaba
pena de muerte para todo el que vendiera, comprase, leyera o poseyese libros
prohibidos por el Santo Oficio y se decía que había razones para creer que la
herejía de Lutero se había propagado porque algunos obispos eran sospechosos de
haber abrazado sus doctrinas.
Como
estas medidas no daban el resultado apetecido de multiplicar las denuncias,
Felipe II dio una ordenanza ofreciendo a los denunciantes la cuarta parte de
los bienes de aquellos que fueran delatados y declarados culpables de herejía.
¡Que vergüenza ,el recurrir a la recompensa !
Pero no
quedó ahí la sinrazón. A pedido de
Felipe II y Valdés, el papa el 4 de Octubre de 1559 remitió un breve, derogando
las leyes que entregaban al brazo secular (juzgados civiles) a los que se
retractaban o eran convictos de luteranismo.
Se ha
dicho que si Felipe II y Valdés no tuvieran mas reproches que este, sería esta
“bula” suficiente para cubrir de infamia sus nombres. Ninguno anterior a ellos,
quemaba vivos a quien no era culpable o se arrepentía. Sin embargo esta fue la
ultima intervención de la “DEPRAVACIÓN” , LA TIRANÍA, LA LOCURA POR ODIO Y
TEMOR A LA VERDAD..
Como
tampoco se fiaba Valdés de los inquisidores de Sevilla y Valladolid, los
considera culpables de negligencia y de connivencia protestante y nombra dos
inquisidores: González Muriebrago para Sevilla y Pedro de la Gasca para
Valladolid.
Del
primero cuentan injusticias, atrocidades, escarnios y crueldades de quien se
veía todos los días paseando por los jardines de Triana, vestido de púrpura y
seda, seguido por multitud de pagados que lo aclamaban e insultaban a los
presos protestantes que aparecían detrás de las rejas.
Para
afrontar los gastos de esta cruzada nacional, el papa les autorizó a los
inquisidores apropiarse para su uso, de rentas eclesiásticas y un subsidio de
100.000 ducados de oro que debían ser pagados por el clero. Así mismo los ricos
y poderosos eran expoliados de sus
bienes por cualquier sospecha, pues no eran suficientes los dineros para
mantener a tanto “familiar” tantos jueces, tantos sospechosos, tantos caballos
en todo el reino, para perseguir a los fugitivos.
Pero
toda esta crueldad en los juicios y torturas y condenas no era el fiel reflejo
de la “depravación” porque estas injusticias fueron pasadas de padres a hijos
en muchos casos y porque el prolongado confinamiento, con tortura incluida, no
podemos con palabras expresar, toda aquella lucha que mantenían los presos con
sus opresores. Estos querían aterrorizar a toda la nación y mostrar a Europa un
gran espectáculo de celo por la fe católica.
No
tenían la mas mínima intención de mostrar misericordia - pese a que algunos
defensores se empeñen en demostrarlo - y solo los mas vigorosos físicamente
podían después de dos o tres años rendirse o testificar ante el rigor del confinamiento y tortura o
morir en lento martirio secreto. ¿Cuantos murieron en las cárceles ? Nunca lo
sabremos.
CONSTANTINO PONCE DE LA FUENTE.
Entre
los grandes Reformadores españoles está Ponce de la Fuente. El también sufrió
martirio secreto en las cárceles de Sevilla. Siendo uno de los primeros aprendidos, por estar en el
ojo de la Inquisición, por celos y rivalidad de quienes lo consideraban el mas
capaz de todos los que profesaban las nuevas opiniones.
Cuando
llegó a oídos de Carlos V, que estaba en el monasterio de Yuste, de que su
capellán favorito había sido encarcelado exclamó: “Si Constantino es hereje, lo
es grande.” Cuando lo hallaron culpable dijo : “ No podíais condenar a uno
mayor.”
La
alegría que sintieron los inquisidores por tan grande trofeo, se vio truncada
en parte porque no se declaraba convicto. Durante un tiempo Constantino había
manifestado con el mayor cuidado en su palabras, su inocencia y había rechazado
todos los cargos, sin fiarse de nadie, ni aun de los mas honrados partidarios
de la Reforma.
Pero
algo cambió de improviso, cuando Dª. Isabel Martinia, una dama viuda fue
encarcelada por sospechosa de herejía. Por un sirviente de esta, la Inquisición
se entera de que su hijo Francisco Bertrán había ayudado a poner a salvo unos
cofres llenos de libros y otros efectos, enviando de inmediato al alguacil Luis
Sotelo que exigiese la entrega de los mismos. Bertrán asustado y pidiendo fuese
librado de la vergüenza de la Inquisición, abrió un delgado tabique y le mostró
la gran cantidad de libros que Constantino había mandado guardar a su madre
Isabel Martinia, como medida de precaución.
Al
examinarlos encontraron también, un manuscrito de su puño y letra en el cual se
discutían expresamente los puntos de controversia entre la Iglesia Católica y
los protestante, definiendo la verdadera Iglesia según los principios de Lutero
y Calvino.
Se
trataba de la justificación por la fe, los méritos de las buenas obras, los
sacramentos, indulgencias y purgatorio, diciendo de esto último que era la
cabeza del lobo e invención para llenar los vientres de los perezosos monjes.
Ante estas pruebas y reconociendo en seguida su caligrafía les dijo a los
inquisidores: “No es necesario que consigáis mas pruebas; allí tenéis una
cándida y completa confesión de mis creencias. Estoy en vuestras manos; haced
conmigo lo que os parezca.”
Antes
de seguir adelante, quisiéramos dejar algunas pinceladas de la vida y obra
de Ponce de la Fuente. Si a nuestro mas
encarnizado detractor el Sr. Menéndez y Pelayo le salen alabanzas y lo trata
con altura, no menos hemos de agradecerlo nosotros, para admirar su fe y poner
sus enseñanzas en nuestros corazones.
a.-CONSTANTINO PREDICADOR.
Era
Constantino natural de San Clemente, La Mancha y había sido estudiante de la
Universidad de Alcalá, donde dejó fama por su buen humor, dichos agudos y por
lo suelto, alegre y licencioso de su vida. Reinaldo Gonzalez Montes, entusiasta
panegirista suyo, confiesa que tuvo una juventud nada laudable, conforme a la
educación libre que tenían los escolares. Le gusta mucho hablar mal de los
clérigos, frailes y predicadores y algunos de sus chistes y cuentos llegan a
hacerse proverbiales, perjudicándole bastante en su posterior carrera.
Sigue
diciendo Pelayo que para Reinaldo González Montes de quedarse el “Hablar de la
universal ignorancia de España” y empeñarse en decir que Constantino “era casi
el único que sabia entonces lengua hebrea, griega y latina y que había
aprendido sin maestro”. “A nosotros - dice Pelayo- cúmplenos decir que tuvo en
todas ellas mas que medianos conocimientos, que se aplicó mucho a la teología y
a las Sagradas Letras y que escribía con mucha pureza, propiedad y energía, la
lengua castellana, no siendo indigno a veces de compararse con nuestros buenos
ascéticos. Pero Dios le había concedido sobre todo el don de la elocuencia, de
que tan funesto uso había de hacer después. La gente invadía las iglesias, desde
las cuatro y tres de la madrugada, para oírle. Nadie elogió tanto a Constantino
como el célebre humanista ALFONSO GARCIA MATAMOROS, catedrático de retórica en
el Gimnasio complutense y autor de los mejores tratados de oratoria sagrada que
por entonces se escribieron. Dice así, en su “Apología pro adserenda Hispañorum
eruditione”: “Uno de los insignes predicadores es el Dr. Constantino Ponce de
la Fuente, cuyos sermones, mientras vivió en Sevilla, fueron oídos con aquella
admiración que Cicerón tenía por una de las primeras señales de un orador... Era su modo de decir tan
natural y tan llano, tan apartado del uso de las escuelas, que parecían
palabras tomadas del sentir del vulgo, siendo así que tenían sus raíces en las
mas íntimas entrañas de la divina filosofía... Mucho debió al arte, pero mucho
mas a la naturaleza y a la rica vena de ingenio, que cada día produce cosas
tales, que el arte mismo con dura y pertinaz labor, no podía alcanzarlos.”
JUAN CRISTOBAL CALVETE DE ESTRELLA en la “Relación del
felicísimo viaje” hablando de que el emperador en 1549 “pasó la cuaresma en oír
sermones de los grandes predicadores, que en la Corte había, en especial tres,
los cuales eran el Dr. Constantino, el comisario Fray Bernardo de la Fresneda y
el Dr. Agustín Cazalla, predicador del emperador, excelentisimo teólogo y
hombre de gran doctrina y elocuencia” Estas frases las mandó quitar después la
Inquisición “y cuantas tocara en alabanza de Constantino de la Fuente, autor
condenado.”
Este
autor, Calvete, dice de Constantino, alabando ser “ de muy gran filosofo y
profundo teólogo, de los mas señalados hombres en el púlpito y elocuencia que
ha habido de los grandes tiempos acá, como muestra bien claramente las obras
que ha escrito, dignas de un ingenio.
Sigue
diciendo Pelayo que la fama de Constantino era tal que algunos prelados
quisieron atraerle a sus diócesis con ventajas económicas; pero él renunció un
canonicato en la iglesia de Cuenca y tampoco quiso admitir la magistralía con
que sin oposición ni edictos le brindaba el cabildo de Toledo, dando satírica
respuesta de que no “quería que fuesen inquietadas las cenizas de sus mayores”.
Aludía con esto a la sangre judía de los suyos y el estatuto de limpieza de sangre del cardenal Siliceo.
De
Constantino como de Cazalla, se ha dicho que aprendieron sus ideas en el viaje
a Alemania, pero que de uno y otro es inexacto. Cazalla se convirtió a la
vuelta y Constantino era luterano años antes de ir en el séquito del emperador.
Si no miente Montes - dice Pelayo -Constantino fue el primero que dio a conocer
en Sevilla la verdadera religión ayudado por Egidio y por un cierto Vargas,
quien todos citan y de quien nadie sabe dar mas puntual noticia. Montes dice
que Vargas murió en lo mas recio de sus cuestiones con los inquisidores. Lo
mataron en la tortura. ¡Digase claro!
Los
tres de común acuerdo, se dieron con fervor a la propaganda - así lo llama Pelayo, quien siempre copia a Montes - y Vargas explicaba desde el púlpito el
Evangelio de San Mateo y Salmos; Eigidio y Constantino predicaban también,
teniendo entre los oyentes mas destacados a Arias Montano “quien oía de buena gana esos sermones” dice
Cipriano de Valera.
“ Y era tal el crédito de
la elocuencia y sabiduría de Constantino, que el emperador Carlos V le
hizo capellán y predicador suyo y con él viajó algunos años por Alemania y
Países Bajos. Pero las noticias que de este periodo de su vida tenemos, se
reducen a bien poca cosa. Acompañó al príncipe Felipe en su viaje de 1548 a
Flandes y a la Baja Alemania y Calvete de Estrella, después de vagos elogios ya
transcritos, nos informa que predicó en Castellón, antes de embarcarse al
Príncipe el día 1 de Noviembre y que “el sermón fue tan singular como suele
hacer D. Constantino. El dDía 2 se embarcó en la galera “Divicia” del príncipe
Doria, en compañía de Francisco Duarte y de Diego Laso de Castilla. En la
cuaresma de 1549 predicó en Bruselas famosísimos sermones.”
b.- CONSTANTINO ENSEÑADOR.
“Vuelto
a España y a Sevilla, tomó nuevos bríos
a su empresa dogmatizadora, sin arredrarse por las persecuciones de
Rodrigo de Valer y Egidio. Y aunque se sentía enfermo, flaco y desfallecido,
predicó la segunda cuaresma después de su vuelta, con gran concurso de gentes y
no menor daño - dice Pelayo -. El cual
se acrecentó - sigue diciendo - con ocasión de haberse encargado de la cátedra
de sagrada Escritura que el maestro Escobar había fundado y sustentaba con
rentas propias, en el colegio de Niños de la Doctrina.
Allí explicó Constantino Los Proverbios, Eclesiastés, El
Cantar de los Cantares y la mitad del Libro de Job.
Todas
estas lecciones y comentarios quedaron manuscritos en poder de los discípulos,
que perseguidos mas tarde por el Santo Oficio, llevaron los papeles a Alemania.
Reinaldo González Montes tuvo
pensamiento de publicarlos, pero después debieron perderse.
Por
espacio y tiempo solo mencionaremos de su obra los títulos publicados. Tenemos
en primer lugar la “Sunma de doctrina cristiana”. En el que se contiene lo
principal y necesario que el hombre cristiano debe saber y obrar”(1540) según
Usoz y Rio.
Dice Pelayo, que no se descuidó en dedicar el libro al
cardenal Loisa, con una epístola en la que encarece el daño y perdición de la
falsa doctrina y que su libro es para la gente llana , sin erudición, ni
letras.
“Mas
que doctrina - dice Pelayo - lo que ofende es el sabor del lenguaje y la
intención oculta y velada del autor. En la materia de la iglesia católica está
ambiguo y cuando habla de la cabeza
parece referirse siempre a Cristo. No alude una sola vez al primado del
pontífice, ni nombra, ni se acuerda del purgatorio, ni mienta las indulgencias.
El libro en suma era mucho mas peligroso por lo que calla que por lo que dice”.
En esto digo yo, que se parecía a Valdés en lo sutil por
dejar clara la Escritura y dejar aparte el debate, del mérito o demerito de las
obras, o las fuerzas de la voluntad humana. Valdés insistía en que el espíritu
humano también es “carne”.
Como
esta “Suma” era demasiado extensa, en 1556 se publicó un “Cathecismo” mas
breve, para niños y principiantes, dedicado a Juan Fernández Termiño, Obispo de
León, padre del concilio de Trento y amigo de Arias Montano.
También
existe un “Tratado de doctrina cristiana” que Usoz no imprimió, por contener los mismos
principios.
c.-CONSTANTINO MAGISTRAL DE SEVILLA.
Vacante
la canonjía de magistral de Sevilla por muerte del Doctor Egidio, se anunció la
vacante el 5 de febrero de 1556.
A la
presentación de méritos Constantino expuso su título de licenciado en teología
por el colegio de Santa María de Jesús de la Universidad de Sevilla. Sus
contrincantes eran el Dr. Pedro Sánchez Zumel, magistral de Málaga; el Dr.
Francisco Melendez, el doctor Francisco Moratilla y D. Miguel Mazuelo.
Este
cargo le llevó a un pleito entre el Dr. Zumel a quien había elegido el provisor
y él, que era admirado por los canónigos que formaban la comisión de elección.
Del Dr. Constantino dijeron que “era hombre de muy buena vida y ejemplar
conducta y buena opinión, teniendo de mas de veinte años a esta parte por
sacerdote de misa y por muy eminente predicador y teólogo... sin saberse ni
entenderse de él otra cosa en contrario, porque si otra cosa fuese no pudiera
ser menos sino que nosotros lo supiéramos y entendiéramos, por haber estado
siempre e residido en esta ciudad y predicado en esta iglesia... Y por ser tal
persona, el serenisimo y católico rey, Felipe nuestro señor, lo tuvo en su
servicio e se confesó con él y le hizo proveer de la maestroescuela de Málaga y
le da salario por su predicador y estando en servicio de S.M. le fue ofrecida
esta prebenda otra vez sin oposición alguna y no la quiso aceptar, lo cual es
todo notorio...”
El 3 de
julio de 1557 sin mas oposición que la del arcediano de Ecija D. Alonso
Manrique, votaron a su favor, otorgando gastos extraordinarios para la
prosecución del pleito en Roma, casa que ganara al cabo de un año.
Dice
Pelayo, que tan ciegos estaban por Constantino que el 21 de Junio 1 557, le
dispensaron las horas canónicas todos los días que se ocupara de predicar o
estudiar para los sermones.
Antes
de ser prendido por la Inquisición, quiso entrar en la Compañía de Jesús, pero
los inquisidores que ya lo habían llamado varias veces al castillo de Triana,
lo traían muy vigilado y procuraron que no entrase.
d.-CONSTANTINO: EL HOMBRE Y SU BIBLIOTECA.
Ya
hemos mencionado que posiblemente, la biblioteca de Constantino fuese de las
mas importantes bibliotecas particulares de Europa. El libro de KLAUS WARGNER
“El Dr. Constantino Ponce de la Fuente y su Biblioteca” hace una relación o
inventario según lo hizo la Inquisición, tanto de libros como de todos sus
bienes personales.
Los
libros representaban un lujo que solo una minoría podía disfrutar y los 898
títulos de Constantino, que en la actualidad parecen insignificantes,
comparados con los de sus amigos, nos dan la verdadera dimensión, de su
impresionante biblioteca. Francisco Vargas, por ejemplo, tenía 70 volúmenes;
los libros de Gil de Fuentes y Alonso de Escobar, no pasan de 47 y 57
respectivamente. La de Gaspar Baptista Vilar, amigo también de Egidio y
Constantino no contenía mas de 33 libros, 5 de los cuales eran prestados.
“Respecto
a los dichos por el Dr. Diego Pérez de Valdivia cuando en 1556 hizo una visita
de cortesía al celebrado y envidiado predicador, entonces en la cumbre de la
fama, muestra un hogar mas bien modesto. Las muchas colgaduras de damasco y
grande menaje de casa y sobre un bufete algunos breviarios hechos en ascua de
oro” no pueden haber existido, mas que en la imaginación de Pérez.
Constantino
no obstante, era hombre rico. No solo contaba desde el principio de su carrera,
con pingües emolumentos, que el cabildo de la catedral de Sevilla se apresuraba
a ofrecerle por sus servicios de predicador de la iglesia metropolitana y luego
los de su canonjía, sino que Felipe II le hizo merced de una renta de 700
ducados de oro, que la Inquisición mas tarde intentaría apropiarse. Sus bienes
confiscados produjeron al Santo Oficio la respetable cantidad de 500240
maravedies, deducidos los gastos de manutención y otras diligencias.
No
sabemos en que empleó Constantino su dinero, pero parece que una buena parte
fue para sufragar los considerables gastos que suponía la constante adquisición
de libros.
Reinaldo
González Montes, escribe sobre el tema diciendo que de todo aquel prestigio,
que se granjeaba entre todos (quitando los hipócritas) fuera de un frugal
sustento y de una librería medianamente surtida, “ninguna otras riquezas sacó”.
Se
sigue discutiendo si Constantino dio el paso a la Reforma después o durante el
viaje a Alemania, donde pudo contemplar el panorama religioso.. También puede
suponerse que la compra de libros del mundo alemán, imposibles de conseguir en
España, pudo influir. Lo que si está claro, que nunca compró un libro por
capricho, sino por necesidades propias de enriquecimiento cultural, como
demuestra el que no haya ningún libro de entretenimiento-
Alguna
afición si tenía al mundo de las matemáticas, la astrología, la cosmología y el
conocimiento de temas extraños.
La
sección patrística no puede ser mas completa: Ambrosio, Agustín, Tertuliao,
Cipriano, Clemente Alejandrino, Origenes, Jerónimo, Atanasio, Basilio,
Teodoreto de Ciro, Niceforo, Prudencio, Gregorio Niceno, Beda, Hilario, Juan
Damasceno... etc.
Lo que
llama mas la atención es el carácter universal de la Biblioteca. Esto vale
también para los fondos teológicos, donde se mezclan autores de las mas
diversas tendencias. Así al lado de un Driedo, están Witzel y Catarino,
dándonos el fiel reflejo de un hombre con un insaciable afán de saber, empujado
por el espíritu de su época.
Terminar
diciendo que el Dr. Constantino, es sin duda, el personaje mas relevante y
discutido del movimiento reformista, integrado por los doctores Egidio y
Francisco Vargas, y otras personas de las mas diversas procedencias sociales y
culturales, que se produjo en Sevilla a mediados del siglo XVI. El conmovió
profundamente la opinión pública y los medios eclesiásticos de Sevilla y España
entera.
e.-MUERTE DE CONSTANTINO.
Ninguna
información respecto a otros hermanos de fe en Sevilla, lograron arrancar los
inquisidores, pese a los tratos horribles y amenazas habituales. Aunque se hizo
circular el rumor de que había declarado contra los apresados cuando se le
interrogaba y se pagó a testigos para declarasen que habían oído los gritos de
Constantino en el “potro”, no fue sometido por este tormento.
Parece
ser que no fue torturado por los expresos deseos del emperador. Solo cuando
murió el emperador, es cuando se le arroja a la celda baja, húmeda e infecta,
donde fue sometido, mas que todos sus hermanos, a la aplicación de los
instrumentos de tortura.
Sigue
diciendo M’Crie que oprimido y gastado por una manera de vivir tan diferente a
aquella a que estaba acostumbrado, se le oyó exclamar: “¡Dios mío! ¿No había
escitas, caníbales u otros mas crueles e inhumanos, en cuyo poder me pusierais,
antes que el de estos bárbaros?.” Termina diciendo Llorente - que también cita
a Montes - que una situación semejante no podía durar mucho tiempo: enfermó y
murió de disentería, aunque al tiempo del auto de fe se extendió la voz de que se había quitado
voluntariamente la vida, por no sufrir el castigo.
También
por las calles de Sevilla vociferaban indecentes baladas, compuestas sobre esa
historia apócrifa, pues si hubiese sido cierta, los inquisidores habrían puesto
buen cuidado en hacer una investigación y exponerla públicamente.
Fue
otro preso, un monje de San Isidoro, Fray Fernando, el que refiere que por esta
causa de fetidez de otro calabozo próximo al de Constantino, sufrió enfermedad
y muerte un tal Olmedo, luterano, exclamando como Constantino, contra la
inhumanidad de los jueces.
“Los
inquisidores -dice Llorente, dispusieron
leer sus méritos en púlpito cercano a su asiento: no lo escuchaba bien el pueblo, por excesiva
distancia, lo reclamó el corregidor Calderón primera y segunda vez y se vieron
los inquisidores precisados a ceder de su empeño y trasladaba lectura del
extracto al púlpito de los otros procesos.
Constantino había publicado la primera parte del catecismo; la segunda
quedó sin imprimir. En el índice de libros prohibidos publicados por el
inquisidor general Valdés en Valladolid a 17 de Agosto de 1559 se le habían
condenado las obras siguientes=
1º Suma de la doctrina cristiana. 2º Confesión de un pecador
delante de Jesucristo. 3º Dialogo de doctrina cristiana entre maestros y
discípulos. 4º Catecismo cristiano 5º Exposición del Salmo primero de David
“Beatus vir qui no abuit in concilis impiorum”
Alfonso
de Ulloa en la “Vida de Carlos I , alaba mucho las obras de Constantino y en
especial la doctrina cristiana, que se había traducido al italiano.
La
estatua de Constantino no fue armazón con cabeza como solían ser los otros,
sino verdadera de cuerpo entero, con brazos en la misma disposición y actitud
que tomaba cuando predicaba y aun con hábitos semejante a los que vestía por lo
que acabado el auto de fe, fue conducida de nuevo al Santo Oficio,
sustituyéndole con otra de los comunes para la hoguera, en que se quemaban sus
huesos.
La
cantidad de infamias y dichos adversos a su persona, los inquisidores las
hacían correr con el fin de apagar su fama y temer la propagación de las
doctrinas reformadas.
Respecto a la historia que se había publicado sobre un viaje
a Flandes realizado por Felipe II siendo aun príncipe de Asturias, en ella se
describía al capellán Constantino como “el mas grande filósofo, el teólogo mas
profundo y el orador mas elocuente que había habido en España por muchos años.”
Esté claro que una vez condenada esta obra por los censores tachándola no
procedente, dice alguien que consiguió un ejemplar de esta historia de España
“que en este pasaje, el expurgador del tomo que tengo en mis manos, fue tan
pródigo con la tinta, que me ha costado mucho poder leerlo”.
LOS AUTOS DE FE PÚBLICOS.
Habían pasado dos años arrestando, torturando y metiendo en
los cárceles a gran cantidad de gente.
La incipiente iglesia de la Reforma se hallaba en su mayoría en las
cárceles. Otros habían logrado huir,
porque sabían que mas tarde o mas temprano serían apresados.
Ahora
se hacia necesario la realización de autos de fe públicos como último acto de
poder, de la tragedia de un pueblo aplastado por la Inquisición pero no
dominado.
Un auto
de fe podía ser particular “autillo” o
general, donde aparecían gran cantidad de penitenciados, con importante solemnidad
y ejecutando a los contumaces, entre efigies y horribles figuras.
Siempre
se realizaba en domingo o día de fiesta, en la iglesia mayor y en la plaza mas
espaciosa. Se anunciaba en todas las iglesias y conventos de la zona y se
solicitaba la asistencia de las autoridades. En los actos mas solemnes, como en
Valladolid, llegó a estar presente el mismísimo rey Felipe II.
La
víspera del auto, se les leía la sentencia a los penitentes o sea a los iban a
aparecer en el auto. A media noche entraba un confesor en los calabozos de los
condenados a muerte y les comunicaba su suerte. Esta era la primera vez y la
última que se le comunicaba la sentencia de muerte, puesto que, aunque se
arrepintiesen -cosa casi imposible de saber en aquellas terribles circunstancias
- lo máximo que podían conseguir era el ser estrangulados en vez de ser
quemados vivos en las llamas. ¡Que horror, debían ser estos momentos!
Ya por
la mañana del día siguiente, empezaban a sonar las campanas de todas las
iglesias y los oficiales de la Inquisición, comenzaban a vestir a los presos
con los diferentes hábitos, con los que aparecerían en el espectáculo .
Los sospechosos “de levi” iban solo de negro. Los otros iban con sambenito o “zamarra” que era una
túnica suelta, amarilla, con llamas pintadas. Los
que iban a ser quemados estaban cubiertos con demonios y tridentes pintados,
atizando el fuego y las llamas eran dirigidas hacia arriba. En cambio en los
que iban a ser estrangulados a garrote,
las llamas iban hacia abajo. También se le ponía al preso un bonete de cartón,
con los mismos símbolos del sambenito.
Después
de este esperpento, se les invitaba a los penitentes a una copiosa comida, que
como no la querían, los familiares del Santo Oficio, daban buena cuenta.
En
“Recuerdos de antaño” EMILIO MARTINEZ
nos describe con emoción, la procesión que se ponía en marcha después de
estos preparativos. “Cierro los ojos y veo descender por la citada Corredera de
San Pablo “La guardia de a pié” que repartiendo golpes con las cuentas de sus
partesanas, abre paso entre los villanos, a la comitiva real, que se dirige
desde la casa-palacio a la Plaza Mayor, para presidir el auto. En mis oídos
resuenan las notas del pínfano y los golpes del atambor. Tras la guardia,
avanzan correos y monteros, jinetes en briosos alazanes. Veo pajes y heraldos,
ostentando ricas dalmáficas y en ellas bordados, blasonados escudos; las plumas de los airosos
gorrilos de terciopelo o de seda, se agitan blandamente. Pasa el Consejo Real y
tras este cuerpo, un grupo de caballeros y “damas muy bien aderezadas” aunque
con luto. “Tras ellos homes ancianos Maceros, con unas mazas de oro en los
hombros y tras ellos y un poco adelante de los Príncipes, quatro Reyes de
Armas, con unos vestidos a manera de almátios de damasco carmesí, bordados en
ellos las Armas Reales.”
Tras
estos maceros, llegan “los Serenisimos Príncipes don Carlos y doña Juana. Muy
temprano han abandonado el lecho y salido hoy a la calle puesto que no son mas
de las cinco de la mañana. Caminan a pié las altezas y la serenísima princesa Gobernadora de los reinos
tenía aderezada de negro, muy honesta, vestida de manto y saya de burato rico,
con una falda en el manto y saya muy larga la cual llevaba un caballero.”
“Cuando
los Príncipes llegaron a la plaza, ya estaba en ella la Universidad precedida
de trompeteros y timbales a caballo, con su estandarte y ujieres; el Colegio de
Santa Cruz y la Clerecía de todas las parroquias con cruces y ciriales”
“Los
Inquisidores mayores y menores estaban sentados al lado de los príncipes en
unas gradas altas y bien aderezadas por su orden, con la autoridad que su Santo
Oficio requiere. Los grandes a mano izquierda de los Príncipes, en unos bancos
por su orden y el Condestable con su orden del Toison al cuello, muy rico”
“Tenía
una alhombra muy larga donde estaban sentados y otros mas abajo para el Consejo
Real, que luego los Príncipes subieron, les gustaron y pusieron unos arambeles
colorados y blancos y bonitos.”
“En el
Theatro mas alto había dos tablados, que eran al principio anchos y cada grada
que tenían redonda iba agostándose hasta la postre que venía a hacerse dos
sillas anchas, en donde por su orden iban sentándose los delincuentes y en los
dos postreros estaban sentados el doctor Cazalla y de otra parte un clérigo
hermano suyo, que dicen era cura de Pedrosa, mayor hereje, que con una mordaza
en la lengua, la cual le quitaron a causa de las muchas bascas que hizo para
beber un jarro de agua. Tenían los reos las caras hacia el corredor donde
estaban los serenísimos Príncipes”.
El
servicio comenzaba - dice M’Crie - con un sermón predicado comúnmente por algún
prelado distinguido, después de lo cual un escribiente del tribunal leía las
sentencias de los penitenciados, quienes de rodillas y con las manos colocadas
sobre el misal, repetían sus confesiones. El inquisidor principal descendía del
trono en que se sentaba y avanzando hacia el altar, absolvía a los penitentes
“a culpa” dejándolos bajo la obligación de sufrir los diversos castigos a que
hubieran sido condenados: penitencia, destierro, azotes, trabajos forzados o
prisión. Luego conjuraba a todos los presentes a vivir y morir en la comunión
de la iglesia romana y sostener y defender contra todos sus adversarios, al
Tribunal de la Inquisición; durante la ceremonia se veía a todo el pueblo de
rodillas y muerto de miedo por las calles. Seguía entonces la parte mas trágica
de la escena.
Habiéndose
leído públicamente las sentencias de los condenados a muerte, se procedía a
degradar a los que pertenecían a órdenes sagradas, arrancándoles pedazo a
pedazo sus hábitos sacerdotales, expuestos toda ignominia.
Después
de esto eran formalmente entregados a los jueces seculares, para sufrir el
castigo que la ley civil aplicaba a los herejes. Era en esta oportunidad cuando
los inquisidores realizaban LA FARSA que ha excitado la indignación de todos
aquellos, a los que el fanatismo aun no ha extinguido todo sentimiento natural.
Cuando entregaban al prisionero en manos del juez secular, se les encargaba que
lo tratasen con clemencia y compasión.
¡Que farsa tan hipócrita y astuta!
Se
lavaban las manos como Pilatos. Las mismas personas que ellos habían reducido a
espectros vivientes, habían torturado hasta el filo de la muerte, ahora los
entregaban a un trato clemente y compasivo. Por otra parte si el juez no hacía
lo que el Tribunal ya había dictado en sentencia y osaba cambiarla, si así
fuera, pronto habría sentido sobre si la venganza mas siniestra del Santo
Oficio.
Nadie
podía manifestar piedad ni misericordia. A la vista estaban aquellos cuerpos
con los huesos rotos, sin sangre en sus venas, retorcidos y estropeados sus
miembros por las infernales torturas y confinamientos inhumanos.
Algunos
escritores han hablado como si la ejecución se hubiese realizado en el mismo
lugar del auto publico. Sin embargo las piras se preparaban fuera de los muros
de la villa en que se celebrara el auto y no solo era la gente corriente la que
presenciaba la muerte, sino personas que por su rango y posición se esperaba
manifestaran rechazo.
PRIMER AUTO DE FE EN VALLADOLID.
El 21
de Mayo de 1559, domingo de la Trinidad, en presencia del Príncipe Carlos y de
su tía Juana, reina regente de Portugal y gobernadora del reino, mientras
estaba ausente Felipe II, se celebra el primer auto de fe de protestantes.
Cuando
tratamos estos temas tan solemnes tenemos que decir que estos lugares “tierra
santa son”, porque nos duele que aquellos mártires fuesen tan odiados , cuando
nada habían hecho, sino difundir la Palabra de Dios. También nos duele que el
pueblo evangélico hoy, se haya olvidado y a veces en su ignorancia, hasta
despreciado aquella sangre derramada por el Salvador de sus vidas, para ejemplo
y enseñanza nuestra. Son
ejemplo de muchas cosas, no lo olvidemos. Amaban la Palabra mas que nosotros,
la defendieron con sus vidas, la manifestaron con sabiduría. Algunos con la
locura de la predicación publica, otros en la enseñanza cotidiana, mostrando
los designios de Dios tan olvidados, la escudriñaban, la meditaban en las casa
y en el silencio de los monasterios.
Unos
eran ricos y otros pobres pero la nueva doctrina unía y hacía un pueblo fuerte.
También amaron a sus conciudadanos. No se quedaron encerrados en sus casas o
sus iglesias; además de estudiar con pasión y como nunca se ha estudiado la
Biblia, supieron transmitir al pueblo, la buena noticia de Dios. ¿Sabemos
hacerlos nosotros?.¿Acaso no nos falta una entrega hasta la muerte, por servir
a Dios? ¿Que nos pueden enseñar estos mártires en un mundo materialista? Quizás
mucho; porque la mayoría de los que vamos a estudiar eran gente acomodada.
Vivían bien. Sin embargo su fe, supo ver otras riquezas y otras glorias que las
de este siglo.
El
inquisidor principal Francisco Baca, avanzó hasta el palco donde estaba el
príncipe y su tía y por primera vez exigió juramento de apoyar al Santo Oficio.
Quizás desde este momento el príncipe que solo contaba con catorce años,
concibió un odio implacable a la Inquisición.
Los
prisioneros esta vez eran treinta. Dieciséis reconciliados y catorce “relajados”
o entregados al brazo secular. De estos solo dos fueron quemados vivos y los
demás fueron estrangulados antes de ser quemados.
La
mayoría eran personas de primera clase, por rango y posición. El hijo del
primer marqués de Poza don PEDRO SARMIENTO DE ROJAS, vecino de Palencia,
caballero de la orden de Santiago, comendador de Quintana. Fue castigado por
luterano, despojado de la cruz y encomienda, condenado a sambenito perpetuo,
cárcel perpetua y confiscación de los bienes e infamia.
Su
esposa doña MARCIA DE FIGUEROA, dama de honor de la reina fue condenada a vivir
recluida en cárcel perpetua, sambenito y confiscación de bienes, acusada de
luterana.
En
estatua se quemó en este auto a doña LEONOR DE VIVERO, mujer de Pedro Cazalla,
contador del rey. Nos dice Llorente, que era dueña de una capilla con panteón,
en la iglesia del monasterio de San Benito el Real de Valladolid y en ella
estaba enterrada como católica. Fue acusada por la Inquisición de haber sido
luterana y muerto profesando su fe. Se probó de una manera rara, torturando
presos que decían que su casa era el templo luterano de Valladolid. Fueron
confiscados sus bienes, desenterrado su cadáver y conducido en ataúd con
estatua o efigie vestida de sambenito.
En
“Recuerdos de antaño” sacado de una nota de Usoz i Rio en las “Artes de la
Inquisición” nos describe con dolor y mimo, Emilio Martinez, ( que sabe colocar
el relato histórico en el momento justo de su novela) la historia del rótulo
que la Inquisición puso sobre esta casa de Leonor Vivero.
Dice: PRESIDIENDO LA IGLESIA ROMANA PABLO
IV E REINANDO EN ESPAÑA FELIPE II, EL
SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN CONDENO A DERROCAR E ASOLAR ESTA CASA DE PEDRO
DE CAZALLA E DOÑA LEONOR DE VIVERO SU MUJER PORQUE LOS HEREJES LUTERANOS SE
JUNTABAN A HACER SUS CONVENTÍCULOS CONTRA NUESTRA SANTA FE CATÓLICA Y IGLESIA
ROMANA, EN 21 DE MAYO DE 1559.
“Desde
esta fecha la calle en que existió la casa de los padres del doctor Cazalla se
denominó “Calle del rótula Cazalla”. Poco a poco los dueños de las casas
vecinas fueron tomando o adquiriendo de los ayuntamientos sucesivos porciones
de terreno, para ensanchar sus moradas o edificar otras nuevas. Sin embargo el
“padrón” se conservó hasta ya bien entrado el siglo XIX. Hoy la calle se
denomina simplemente Calle del Doctor Cazalla.
Demolido
el padrón por orden de una autoridad francesa en tiempos de la invasión de 1808
a 1812, fue reconstruido en los tiempos absolutistas del rey Fernando VII. Demolido definitivamente, ya no queda
vestigio alguno del sitio en que se alzaba la casa Cazalla”
El
autor de estos datos históricos visitó Valladolid en 1874 y alcanzó a ver por
una tapia, unos rótulos bien trazados en los que se leía den forma de triángulo
RECUERDO AL DOCTOR CAZALLA . Los
edificios marcados en esa época con los números 19 al 21 de la calle doctor
Cazalla, se alzan sobre el mismo solar de doña Leonor de Vivero” .
Salieron
para morir en este auto de 2 de mayo de 1559 los siguientes:
1.- EL DOCTOR
AGUSTÍN CAZALLA.
Presbítero,
canónigo de Salamanca, capellán de honor y predicador del rey y del emperador.
Era hijo de doña Leonor de Vivero y de don Pedro Cazalla. descendientes de
judíos por línea materna y paterna. Fue acusado de luterano dogmatizante y
principal artífice de la iglesia de Valladolid.
“Valladolid
- dice Menéndez y Pelayo - era en tiempo del emperador Carlos V, no solo la
residencia de la Corte y la mas importante de las villas castellanas, sino una
de las mas ricas, industriosas y alegres
ciudades de España.”
Quien
fue el primer introductor de la Reforma, no puede decirse con seguridad, ya que
por diferentes caminos, muchos llegan a las mismas conclusiones.
Se dice
que fue el primero el Doctor Agustín Cazalla. Había nacido en 1510. A los 16
años, comenzó a estudiar artes en el colegio de San Pablo de Valladolid, bajo
la disciplina de Fray Bartolomé de Carranza, con quien además se confesaba. De
Valladolid pasó a Alcalá y allí estuvo hasta los 26 años. En 1530 se graduó de
maestro de artes, el mismo día en que Diego Lainez, que sería un jesuita
famosisimo quedase el segundo en artes; el primero fue
Cazalla.
En
1542, el emperador le nombró predicador y capellán suyo y es unánime el testimonio de la elocuencia en su
oratoria. “Excelentísimo theologo y hombre de gran doctrina y elocuencia”.
Gonzalo de Illescas en “Historia pontifical” dice de él: “Gran letrado,
capellán del rey y predicador.” Luis de Cabrea de Córdoba dice: “Predicador del
emperador, de los mas elocuentes en el púlpito de cuantos predicaban en
España.”
Sigue
diciendo Menéndez y Pelayo : “Viajó
Cazalla con el Cesar, nueve años por Alemania y Flandes, hasta 1552 en que volvió
a España. Residía habitualmente en Salamanca, haciendo cortos viajes a
Valladolid. Es opinión común y a primera vista probable que cuando vino a la
Península estaba ya contagiado de la lepra luterana. Así lo afirma Cabrera: se
estragó en Alemania cuando en ella estuvo. Pero sin negar yo que entonces
comenzara a pervertirse, me inclino mas a la relación de Illescas, que le
supone catequizado por “la persuasión y mal consejo de don Carlos de Seso,
vecino de Logroño, hombre lego y mal sabido”.
“Y en efecto
todas las declaraciones de los protestantes vallisoletanos presentan a este don
Carlos, como fanático propagandista, al paso que Cazalla era hombre de carácter
débil y condición liviana, fácil en dejarse arrastrar de cualquier viento, pero
inhábil para cnvertirse en cabeza de motín, no corifeo de secta. Le despeñó la
vanidad pueril de ser en España, lo que Lutero había sido entre los alemanes;
como si el recio temple del alma del fraile sajón pudiera comunicarse a la suya
flaca y pobre. No hay don mas terrible que el de la palabra cuando va separada
del buen juicio y la cabeza del doctor Cazalla, como la de muchos oradores y
hombres de pura imaginación, tenía poquisimo lastre y adolecía de vértigos y
vanidades femeninas. A todo esto se agregaba el no haber sido premiado por
Carlos V, con el que en su presunción
creía merecer.”
No
vamos a entrar en las intenciones del Sr. Pelayo, que bien manifiestas están y
decir que esta descripción puede aproximarse mucho a la debilidad de su
carácter o falta de coraje suficiente para enfrentarse al dolor tanto moral,
como a la tortura física. La habilidad de la Inquisición para infringir todo un
cúmulo de terror e intriga en los corazones de los apresados, ya hemos dicho
muchas veces, que tenían que tener madera de mártires y nosotros no
podemos juzgar la circunstancia vivencial del doctor Cazalla.
Llorente
nos dice que siendo juzgado por hereje
luterano “negó los hechos y dichos de la acusación en varias declaraciones
juradas y aun en las que hizo al tiempo de lo que se llama “publicación de
testigos”; se le condenó a tormento; fue conducido al calabozo destinado para
sufrirlo el 4 de mayo , pero no se le dio, porque ofreció confesar; le hizo por
escrito y se ratificó en el día 16, confesando ser luterano, no dogmatizante
como se le imputaba, pues no había enseñado a nadie su doctrina, explicando los
motivos porqué había negado antes y prometiendo ser católico si se le
reconciliaba con penitencia; pero no creyeron los inquisidores haber lugar al
perdón de la pena capital porque los testigos decían que había sido el reo
dogmatizante. Prosiguió sin embargo dando grandes testimonios de conversión
hasta el suplicio en cuyo camino y a la misma hora de morir predicó a sus
compañeros.”
“El día
20 de mayo víspera del auto de fe, le visitó fray Antonio de la Carrera, monje
jerónimo, por orden de los inquisidores y le dijo que estos no habían quedado
satisfechos de sus confesiones, porque resultaba mas y haría bien a su alma,
confesando todo lo que supiere de si y de otros. Respondió que sin levantar falso testimonio no podía confesar mas, porque nada sabia. Se
le replicó que aún estaba negativo en lo de dogmatizante y resultaba serlo. Y
dijo que jamás había sido , habiendo consistido toda su culpa solo en no
engañar, pero que no habló jamás de sus opiniones, sino con personas de quienes
ya le constara que también las profesaban.
Entonces
Fray Antonio le dijo que se dispusiese a morir al día siguiente: le sorprendió
sobre manera este anuncio, porque creía ser admitido a reconciliación con
penitencia y manifestó deseos de saber si podía tener esperanzas de conmutarle
la pena; el auxiliante le dijo que si confesaba lo demás que se creía ocultar
podría ser que hubiera lugar a misericordia pero no en otro caso y respondió: SI
EN ESTO CONSISTE, DISPONGÁMONOS A MORIR EN GRACIA DE DIOS, PORQUE SIN MENTIR NO
PUEDO DECIR NADA DE LO DECLARADO.”
En
seguida comenzó a exhortarse a si mismo; se confesó varias veces aquella noche
y al día siguiente con el mismo fray Antonio de la Carrera; en el auto de fe
pidió licencia para predicar en público allí mismo a los compañeros de suplicio
y no se le concedió, pero lo hizo después, Se le dio garrote por estar
arrepentido y su cuerpo no estuvo en las llamas sino después de ser cadáver.
Puesto
ya en la argolla se confesó de nuevo y un confesor, edificado de cuanto había
visto y oído en veinticuatro horas, certificó después por escrito que creía con
toda su alma que el doctor Cazalla se había salvado sin dejar el mas mínimo
resquicio de duda. ¿De que serviría la orden que había circulado en el consejo
de la Inquisición con fecha de 18 de julio de 1451? Se mandaba en ella no
ejecutar la sentencia de relajación cuando el reo manifestase verdadero
arrepentimiento aunque fuese después de intimada la citada sentencia y se le
admitiese a reconciliación. Se dirá que los inquisidores no creyeron que el Dr.
Cazalla estaba arrepentido, porque no confesó todo lo que dijeron los testigos
y he aquí cerrada la puerta de la
compasión para todos aquellos contra los que algunos testigos, por ignorancia,
malicia o equivocada inteligencia declaren lo contrario.¿ Puede ser justo un
tribunal donde rigen tales principios?
Montes
en el apartado sobre la interpretación de estas sentencias de reconciliación
dice: “De las sentencias, pues, en unas, se condena a los reos a ser quemados
vivos, y como antes dijimos, suelen estas aplicarse a los que claramente
confesaron su fe y perseveraron constantes en ella, hasta el fin; a estos los
llaman pertinaces. Otras, los condenan también a la hoguera, pero después de
muertos y para ello les rompen antes el pescuezo con un lazo, en el palo del
suplicio: aplican esta sentencia a los que vencidos, por su propia fragilidad,
condescendiesen con sus deseos; pero de modo que algunos indicios suficientes
para sospechar de ellos, que si bien negaron con la boca la pía doctrina, no se
la arrancaron, sin embargo de su alma. Algunos de los que ellos llaman
pertinaces los matan del mismo modo antes de encender la pira, con el fin de
persuadir entonces al mismo pueblo, que al acercarlos al fuego abjuraron sus
herejías y recurrieron a la doctrina de la Iglesia Romana .
2.-FRANCISCO DE VIVERO CAZALLA.
Hermano
del doctor Agustín de Cazalla Vivero, presbítero y cura de Hormijos obispado de
Palencia. Dice Llorente que primero rogó ser admitido a reconciliación, pero
para otros, en vista a la entereza mostrada en todo el auto de fe, es posible
que no quisiera retractarse. Viendo a su hermano Agustín, en tan deplorable
estado y no pudiéndole hablar, le hacía gestos con las manos, afrontando el
fuego sin desmayar.
Le
degradaron antes como a su hermano y no faltaron obispos para degradar, pues
estaban presentes los obispos de Sevilla y Santiago, Palencia y Ciudad Rodrigo.
La degradación la ejerció el de Palencia.
Aquí
debemos aclarar que hay muchas contradicciones entre los autores de la época y
que los datos de la inquisición pese a su meticulosidad, tampoco son de fiar,
porque ya sabemos como se arrancaban confesiones que no tenían ningún valor y
otras veces se les daba garrote para dar al pueblo la salvación de un alma en
el último momento.
En el
caso de Francisco de Vivero Llorente afirma que murió en las llamas. Illescas
que cita también el Sr Pelayo dice : “ que de todos los quince solo Herrezuelo
se dejó quemar vivo. Yo me hallé tan cerca de él, que pude ver y notar todos
sus meneos. No pudo hablar, porque por sus blasfemias tenía una mordaza en la
lengua; pero en todas las cosas pareció duro y empedernido y que por no doblar
su brazo quiso morir antes ardiendo que creer lo que otros de sus compañeros.”
3.-EL LICENCIADO ANTONIO HERREZUELO
Abogado de Toro, murió como
acabamos de ver, junto a Francisco de Vivero. Adolfo de Castro en “Historia de
protestantes españoles” dice que era jurisconsulto sapientisimo, que fue al
suplicio cantando salmos. Llorente dice que fue condenado por luterano y murió
quemado e impenitente. Le predicó el doctor Cazalla y él no le hacía caso y se
burlaba de su acción. Cuando estaba atado al palo y la leña iba a arder, un
alabardero no pudiendo resistir aquel acto con indiferencia, le clavó la
alabarda, saliendo mucha sangre y en este estado comenzó a arder vivo , pero
silencioso. Es muy probable que ninguno pudiera hablar y todas las historias de
los dichos y frases a unos y a otros sean falsas.
4.-LEONOR DE CISNEROS.
Esposa
de Herrezuelo, (que estuvo separado en todo este tiempo de su esposa,) tenía
veinticuatro años cuando la Inquisición la había engañado, de que entre los
penitentes se encontraba su esposo Antonio Herrezuelo. Leonor quizás se dejó
ganar por algunos argumentos persuasivos de los frailes y decidiese renunciar y
vacilar, aunque en su corazón estaba la fe.
Cuando
el doctor Herrezuelo bajaba del tablado del auto de fe y vio a su mujer con
sambenito de reconciliación, sin llamas ni diablos, le dirigió una mirada de
dolor.
M’Crie dice que la mirada de despedida de su esposo
no se apartó de su mente. Durante el resto de su vida, el presamiento de que
ella había causado una pena a su corazón, durante el terrible conflicto
que el estaba sosteniendo, no la dejó
tranquila. Ella avivó la llama de su apego a la religión reformada que secretamente ardía en su pecho.
Habiendo
resuelto imitar la conducta de su esposo, quebrantó resueltamente las reglas de
penitencia a que fue sometida y fue arrojada de nuevo a las prisiones secretas.
Allí la mantuvieron durante ocho años, durante los cuales, hicieron toda clase de esfuerzos para
inducirla a retractarse. Al fin fue presentada en auto de fe público realizado
en Valladolid. Illescas dice: “En el año 1568, el 26 de septiembre, se ejecutó
la sentencia de Leonor Cisneros, viuda del Bachiller Herrezuelo. Se dejó quemar
viva, no obstante los grandes y repetidos esfuerzos realizados para conseguir
que confesase sus errores. Finalmente resistió lo que era suficiente para
derretir una piedra: un admirable sermón predicado en el auto de fe de ese día
por su excelencia don José Manuel obispo de Zamora, hombre cuya ilustración y
elocuencia en el púlpito no desmerecían de la pureza de su abolengo. Pero nada
pudo conmover el corazón impenetrable de esa obstinada mujer.”
Había
aprendido la lección de que antes era necesario obedecer a Dios antes que a los
falsos hombres, que tantas veces la habían engañado con sus artes mentirosas e
hipócritas.
5.-DOÑA BEATRIZ VIVERO CAZALLA.
Hermana
de los antecedentes Cazallas - dice Llorente - negó primero; confesó en el
tormento; pidió reconciliación; tuvo dos votos en su favor contra diez entre
jueces y consultores; se remitió su causa al Consejo de la Suprema, el cual
declaró que debía de ser relajada; se confesó, murió en el garrote y después
fue quemada.
Sobre
ella escribe Menéndez y Pelayo estas
palabras: “Beata, hermana de los Cazallas, confiscación de bienes y entrega al
brazo secular.” El desprecio y la falta de veracidad, salta a primera vista.
Que le confiscaron los bienes no era novedad porque a todos se les confiscaba y
se le sumía en la miseria para toda la vida y hasta las generaciones
siguientes. Algunos historiadores todavía creen, que la confiscación en algunos
casos no era total. Sin embargo “rara avis” es el encontrar algún caso, por el
contrario, encontramos muchos, en los que pese a la suma pobreza del reo, se
les confiscaba igualmente lo poco que tenía.
Que se
entregaba a los jueces “brazo secular”, también hemos de decir que todos se
entregaban al juez, en una farsa hipócrita, como ya hemos visto y se les
recomendaba a los jueces piedad y buen trato, a aquellas tristes figuras
agonizantes de dolor y de miseria.
Lo que
deja claro Llorente y omite Pelayo con intención, es que pese a no encontrarle
una definición clara en cuanto a doctrina, no tuvieron la menor duda en apretar
la argolla del garrote y luego quemarla, para que el movimiento de la Reforma
quedase sin voces. No sabían ellos que aun hoy la sangre de los mártires, clama
contra ellos y aviva aún mas el fuego que arde en nuestros corazones.
6.- ALFONSO PÉREZ.
Presbítero
de Palencia, maestro en teología, negó; en el tormento confesó; se arrepintió;
fue degradado, murió en el garrote y después se le quemó.
El Sr.
Pelayo pone la nota - negativa por supuesto - de que “el maestro Alfonso Perez,
clérigo de Palencia, degradación y entrega al brazo secular”; era feisimo de
rostro y facciones de edad de cuarenta años”
7.-CRISTOBAL DE OCAMPO.
Vecino
de Zamora, Caballero de la orden de San Juan del gran prior de Castilla y León
de la Orden de San Juan de Jerusalén don Antonio Toledo; murió arrepentido en
el garrote y después fue quemado por luterano.
Junto
con Beatriz de Vivero fue el primer agarrotado.
8.-CRISTOBAL PADILLA.
Caballero
particular, vecino de Zamora; lo mismo. Dice de él Pelayo que era dogmatizador
de Zamora. Era criado, al servicio de la marquesa de Alcañices. Sabemos por una
declaración de doña Antonia de Mella, mujer de Gregorio Sotelo, hecha el 15 de
abril de 1558 que “ Padilla fue a casa de esta declarante e leyó una carta e
dixo que era del Maestro Ávila, e la leyó a esta declarante e asu marido e lo
que contenía en la carta parecían buenas cosas y el dicho Sotelo se la pidió y
el dicho Padilla no se la quiso dar, pero le ofreció un traslado. E pasados
ciertos días, volvió Padilla e leyó a esta que declara y a la mujer de Robledo
una carta que también dixo que era del
maestro Ávila, que trataba de la misericordia de Dios, e desque acabó de leer,
dixo a la mujer de Robledo que dixese a su marido que revocase (es decir
abandonase) penitencia, porque Dios lo había hecho por todos”... “y dixo que se
los había dado fray Domingo de Rojas,
aunque luego confesó en secreto a varias mujeres que él mismo las había compuesto y que aun no
los tenía acabados. Al cabo observó que le ponían mal rostro en casa de Sotelo
e buscó fortuna por otra parte.”
9.- JUAN GARCÍA.
Vecino
de Valladolid, condenado por luterano; se confesó; murió agarrotado y después
se quemó su cadáver. Fue voz común que la primera delación, que sufrió la
iglesia reformada de Valladolid, lo hizo la mujer de Juan García, como ya hemos
relatado. También comentamos el premio que se le dio: una renta vitalicia sobre
el tesoro público, de la clase de aquellos que llaman en España “juros”.
10.-PEREZ DE HERRERA.
Licenciado,
juez de contrabandos de la ciudad de Logroño, hermano de Vicente Pérez de
Herrer, aposentador del rey; condenado por luterano; se confesó antes de morir,
se le dio garrote y su cadáver fue quemado.
11.- DOÑA CATALINA DE ORTEGA.
Viuda
del comendador Loisa, hija de Hernando Díaz, fiscal del Consejo Real de
Castilla, vecina de Valladolid, fue condenada por luterana; se confesó antes de
morir y tuvo la misma suerte que los dos anteriores. Tanto CATALINA ROMAN,
vecina de Pedrosa, como ISABEL DE
ESTRADA, beata del mismo pueblo y JUANA BLAZQUEZ criada de la marquesa de
Alcañices, se completa la lista de los catorce quemados. Ninguno era
dogmatizante, ni relapso, pero los inquisidores creyeron que su arrepentimiento
era por temor de la muerte. ¿Y porqué - se pregunta Llorente- ? Porque no
confesaron hasta ser puestos en el tormento. Por semejantes principios solo se
gobierna un tribunal de caribes” (hoy diríamos “bananero”)
De los
16 reconciliados, muchos eran personas de notable alcurnia. El espacio de este
articulo nos impide hacer un comentario.
SEGUNDO AUTO DE FE. 8 de octubre de 1559.
Habían
quedado numerosos presos en las cárceles y muchos importantes, a la espera de
un gran auto de fe, con la presencia del rey Felipe II que regresaba de
Flandes. También estuvieron presentes el príncipe de Asturias, Carlos y su tía,
el príncipe de Parma, tres embajadores de Francia y un numeroso séquito de
prelados y grandes de España, de ambos sexos. El inquisidor asturiano Valdés,
tomó juramento al rey, quien desenvainó la espada y la puso a disposición del
Santo Oficio.
En el
cadalso aparecieron 29 personas, de los cuales 16 eran penitentes y 13 con
llamas en los sambenitos, en señal de que iban a ser quemados. De los
condenados a muerte sobresalen:
1.- DON CARLOS DE SESO.
Este
caballero de estirpe italiana, nacido en Verona e hijo del obispo de Piacensa
de Italia, de una de las familias mas ilustres del país, tenía la edad de 43
años y en su curriculum el haber sido corregidor político de Toro, haber
servido al emperador y ser gran literato.
Menéndez
y Pelayo dice que no pertenecía a la noble familia de la Sese o a lo menos, sus
descendientes lo negaron, pero era de estirpe italiana, no poco esclarecida.
Por su casamiento con doña Isabel de Castilla, estaba enlazado con una rama
bastarda del rey don Pedro - el cruel -. Con motivo de su casamiento, había
establecido su residencia en Villa Mediana de Logroño.
Fue el
principal propagador de la nueva fe en Valladolid, Palencia, Zamora y pueblos
circundantes. Fue prendido por la Inquisición en Logroño y conducido a las
cárceles secretas, el 18 de Juanio de 1558. Se le dijo que se preparase a morir
el 7 de Octubre de 1559, para el auto del día siguiente. Se le aconsejó que
declarase todo lo que sabía, sin mentir ni ocultar la verdad. Don Carlos de
Seso pidió papel y tintero y escribió su confesión totalmente evangélica.
Decía
que el Evangelio es la verdadera doctrina, no la enseñada por la iglesia
romana, la cual afirmaba estar pervertida de algunos siglos a esta parte y que
en creencia quería morir ofreciendo a Dios su afrenta en memoria y por la fe
viva en la pasión de Jesucristo.
Es
difícil pintar el vigor y la energía con que escribió dos pliegos de papel un
hombre intimado a morir dentro de pocas horas - dice Llorente -. Se le predicó
toda la noche y durante la mañana del día, pero en vano, por lo cual estuvo con
mordaza en la boca todo el tiempo del auto de fe.
En una
declaración del proceso de Carranza - que en algún momento tendremos que tocar
- se narra el desarrollo doctrinal evangélico y la propagación a uno de los
primeros discípulos de don Carlos, el Doctor Agustín Cazalla. Esta declaración
es de 4 de Mayo de 1558 y dice así :
Habrá
cuatro años que comunicando con don Carlos de Seso, un caballero cuya amistad
de mas de 14 años tengo, me dijo que creyese que nosotros los hombres fueron
hechos e cumplidos los prometimientos, en los cuales se nos prometió y dio a
Jesucristo, para que el que él creyere hubiese la vida eterna y que esta fe
había de ser tal que la precediese la penitencia, conviene a saber, la remisión
del pecado e dolor e arrepentimiento del e conocer la imposibilidad que de nuestra parte nada había para remediarle,
sino abrazando la pasión e muerte de nuestro Señor Jesucristo e aceptándola por
nuestra, como dada del Eterno Padre y que desta fe para ser viva e
justificativa, habían de seguirse obras cristianas, conviene a saber, la
observancia de los mandamientos, lo cual como fuese doctrina que me hacía fiar
de Dios mucho e tener el buen crédito como de buen Padre y no me quitase el
obrar bien antes me pusiese en obligación de ello abracé y diome satisfacción.
Me dixo
el dicho don Carlos que con esta fe y crédito que de Dios habíamos de tener e
confianza en la muerte de su Hijo, no se podía compadecer el purgatorio. Porque
de tal suerte habíamos de creer ser perdonados e reconciliados con Dios,
mediante la muerte de su Hijo, que ninguna cosa quedase que no se nos
perdonara... la cual proposición como fuese contra la determinación de la
iglesia, me causó escándalo e aflición y esta plática no pasó adelante
entonces... Y como el dicho don Carlos me quedase con escrúpulo y desasosiego
por una parte viéndome obligado a denunciar de él e por otra forzándome el amor
que le tenía a no hacer, vine aquí a Valladolid e comuniqué el negocio con fray
Bartolomé de Carranza e me acuerdo... que dixo luego que yo le propuse el caso,
sin saber la persona: “¡Oh valame Dios, con hombres que discuten tantas
particularidades.!” Preguntome quien era e yo se lo dixe. Mandome le llamase
ante S.S. e todos tres tratamos del negocio. Yo propuse lo que el mesmo don
Carlos me había dicho e por los mesmos términos e palabras.
El
dicho don Carlos dio al Sr. Arzobispo Carranza algunas razones que le movieron
a creer lo ya dixo, los cuales no le confutó el señor Arzobispo, antes se
divirtieron en hablar de algunos doctores de Alemania. En conclusión el dicho
Arzobispo, me mandó no hablase mas en el negocio ni dello hiciese escrúpulo e
no vio mas al dicho don Carlos ni a my,
porque S.S. estaba de partida para Inglaterra”
“De
allí a un mes que esto pasó, fue proveydo el dicho don Carlos por corregidor de
Toro, que es tres leguas de Pedrosa de donde soy cura. Al cual dicho don Carlos
comunicaba yo, como antes, con propósito de no tratar mas con él en la materia
pasada, ni él la trataba conmigo. Acaeció que un día, estando yo solo junto a
la puerta de mi iglesia pensando en el beneficio de Jesucristo e su muerte, se
me ofreció que no había porqué pararse en negar el purgatorio. Y para esto se
me ofrecieron algunas razones. La primera que creyendo no lo haber,
confesábamos de Dios haber recibido mayor misericordia e ser la pasión de
Jesucristo abundante para toda remisión; la segunda razón que se me ofreció, fue
no hallar en el Evangelio ni en San Pablo nombrado expresamente el purgatorio,
como en muchos lugares esta nombrado expresamente el cielo o el infierno. Lo
tercero que se me ofreció fue acordarme del poco o ningún escrúpulo del el Sr.
Arzobispo había hecho del caso, ni ponerme obligación de denunciar al dicho don
Carlos, sabiendo S.S. que había yo entendido no quedar el dicho don Carlos
reducido en aquel caso e la platica que allí pasó ... lo cual todo junto me
venció para que yo creyese no haber dicho purgatorio... En todos los artículos
que deste se infieren como es la de la potestad del Sumo Pontífice y lo de las
indulgencias e confesión vocal, no hice aquella parada que en este primero ni
tampoco me parescía haber dificultad en negarlas, por ser tan correlativas al
ya dicho y nuca dellos traté...”
Sin
lugar a dudas que don Carlos de Seso había introducido en la mente del cura de
Pedrosa, todo un tratado de teología, bien desarrollado. Entre sus adoctrinados
estaba su sobrina doña Catalina de Castilla, moza de unos veinticuatro años,
quien decía: “Yo tenía muy gran deseo de servir a Dios e así pregunté a don
Carlos como le podía servir mejor... y el día de San Juan del año 1557, él
estaba leyendo en un libro y dixo que si yo le prometía e juraba no decirlo a
nadie, ni a mi marido, aunque me casase, que él me leería e me diría que quería decir e yo lo prometí
ansi y entonces leyó el libro, que era escrito de mano y en lengua castellana y
lo que contenía el libro era de la justificación por el beneficio de Cristo”
La
muerte de don Carlos de Seso fue de las mas valientes y su conducta digna de su noble carácter. Cuando le quitaron la
mordaza para que se confesase les dijo: “Si yo tuviera tiempo, veríais como
demostraba que os condenáis los que no me imitáis; encended la hoguera cuanto
antes para morir en ella” Ellos obedecieron y don Carlos de Seso expiró sin un
movimiento de resistencia, ni un gemido. ¡Gracias Dios por el ejemplo de su
vida y su muerte.!
DON CARLOS DE SESO : UN REFORMISTA.
No me puedo resistir a transcribir,
declaraciones de Seso, como de un hombre que vivió la reforma y murió en la
reforma. Todas ellas son esclarecedoras, de que el movimiento evangélico
hubiese arrasado en España, si la Inquisición no lo hubiese aplastado. Esto que
cada poco repetimos es un hecho innegable.
L.I.
Telechea, recoge un precioso estudio de
sus declaraciones ante la Inquisición y concluye de esta manera: “Sin salirnos
de los límites documentales propuestos al principio de este trabajo, nos queda
dar cuenta del final de esta historia. En él se desvelan bastantes cosas, Si en
el resto de las actuaciones de don Carlos pudieron influir la vanidad, la
doblez o artificios persuasivos, cuando se enfrentó al la muerte, rindió culto
a la verdad, a su conciencia a la dignidad humana: y esto es siempre
respetable. Claro está que en su propio proceso inquisitorial el viejo percance
con Carranza que nos ha ocupado tanto espacio, no tuvo importancia mayor junto
a otros cargos graves, que sería prolijo enumerar. Aun sin transformarlo en principio y fundamento
del estrago religioso, como lo quería fray Domingo de Rojas, Seso estuvo
seriamente implicado en el nacimiento del protestantismo castellano y fue
figura principal dentro de él. En un clima represivo, tenso y pasional, y dentro
de las normas vigentes en tales casos, la pena de muerte o relajación al brazo
secular, como entonces se decía, era el final obvio de aquella causa. Don
Carlos no lo quería creer.
Cuando
se vio en el duro trance, reconsideró su vida y sabiendo la sentencia que le
aguardaba, la víspera de su muerte” después de haberle puesto personas
religiosas que le encaminasen al descanso de su conciencia” a las doce de la
noche declaró lo siguiente:
“Yo he sabido que sus
señorías han determinado e me han sentenciado a que sea entregado a la muerte,
lo cual nunca pude creer que en este tribunal sentenciaran a nadie a muerte, ni
dejaran de dar por libre a quien habían duplicado los testigos, pues ANSI es. Y
entendido esto yo, no he descargado mi conciencia esperando ser libre y por no
morir pues que de justicia había de ser dado por libre. E visto como digo que
tengo que ser entregado a la muerte... presento esta declaración e un cuaderno
de las causas que para ello me mueven, que son las siguientes: Yo don Carlos de
Seso, digo, que visto que es Dios servido hacerme merced que yo muera por haber
dicho que su Hijo Jesucristo Nuestro Señor, con su pasión y muerte había
justificado a sus escogidos e que El había sido solo el que había hecho paz
entre Dios e nosotros y que nuestras obras no tenían parte en tan soberana obra
como esta es, lo cual es verdad que lo he dicho y creo por ser la mas
importante cosa de nuestra salud, creer que Jesucristo es nuestra salud, la
cual consiste en creer a Dios y a Jesucristo enviado del mesmo Dios e así lo
dice San Juan. E juntamente con decir e creer que de gracia por Jesucristo
éramos justificados, nunca dejé de decir e siempre creí que nuestras obras eran
necesarias, pero no eran causa de nuestra salvación y esto porque la gloria de
nuestra salvación es razón que se de a Jesucristo nuestro Señor, que sola la
meresce e no a nosotros que todo mal
merescemos. E así muero en ello e por ello de muy buena voluntad.
También
dicen sus testigos que yo he dicho que no hay purgatorio para los que mueren en
gracia de Dios. Dicen muy gran verdad que lo he dicho e así lo creo e digo: que
para los que mueren en gracia, que es merced de Dios, no hay purgatorio, porque
Jesucristo con su sacratisima pasión e muerte satisfizo a la justicia del Padre
eterno por los pecados de aquellos que confiasen en su pasión e muerte con el
debido arrepentimiento e circunstancias necesarias. E digo que los que están en
gracia de Dios, como son todos los que dicen que están en el purgatorio, son
justificados, porque lo mesmo es estar en gracia que ser justificados y estar
justificado es ser hecho justo y esto por la justicia de Jesucristo, que es
suya, como dice San Pablo en 1ª de Corintios 1:30 que Cristo no es hecho
justicia, santificación e redención. E si es justo, no tiene que purgar en
purgatorio; e no se podría decir Jesucristo nuestro Señor perfecto Redentor, si
no nos hubiese redimido de todo daño debido a nuestros pecados después de esta
vida. E a lo que dicen que toda culpa e pena es perdonada, pero que queda pena temporal
que pagar en purgatorio, a esto respondo que cómo es posible que se dé pena
alguna a quien no tiene culpa, pues dicen que ya es perdonada; e sería dar pena
sin tener culpa, e esto sería comutarme Dios la pena temporal, e no seria
redimirme.
E digo
que quien quiso por su infinita caridad librarme de la pena eterna, no le faltó
caridad para quererme librar de la temporal, que es mucho menor obra. A así
creo que a sus escogidos los ha librado, como dicho tengo, de todo daño por sus
pecados merescido y de esta manera y por estas razones digo que creo que no hay
purgatorio otro sino la sangre de Jesucristo. E así lo siente David diciendo
(Sal 50:9) Asperge me hisopo, mundabor; lavabis me et super niven dealbabor, e
lavado con esa sangre, no solo quedará limpio e lavado de sus pecados, pero que
quedará mas blanco que la nieve. Si el anima que queda lavada con la sangre de
Jesucristo queda mas blanca que la nieve ¿como quedan las de los que mueren
justificados y en gracia de Dios? Porque si su muerte no los justificase, no
irían en gracia: bien se sigue que no van a purgatorio los que mueren en gracia
de Dios.
Yo he
dicho en mis confesiones e deposiciones, que creo que después de esta vida hay
lugar de purgatorio, en lo cual deje
gran falsedad y ofendí a la caridad que Dios e al valor de la pasión de
Jesucristo nuestro Señor e de su honra. A lo menos, si pudiera recibir de mi
ofensa, recibido la hubiera. Pero recibiola mi alma en no confesar e negar a su
misericordia y el valor de su pasión, e por ello pido a su Majestad perdón, con
confianza que por sus promesas e bondad me perdonará e ha perdonado, obra digna
de infinita bondad cuando menos de mi merescía. E me desdigo de lo que dije que
creía que había purgatorio. E también lo dejé de confesar entonces por no decir
con quien había comunicado, por no hacer daño a quien no lo merescía, teniendo
entendido que habían de seer habidos por herejes e así deshonrados, perdidos e
por ventura muertos, e teniendo por católico e bueno hacia mi propia
consciencia (sic) e no llevaba remedio el daño.
Demás
de esto tengo creído e creo que creo de verdad, que ningún juramento que los
hombres me tomen me puede obligar a deponer contra la honra de Jesucristo
nuestro Señor ni en daño de mi prójimo, no teniendo yo por malo lo que me
preguntan de él e sabiendo cierto que de
mi deposición han de resultar nuevas cosas. E así, siempre que juré, entendí en
mi ánimo que diría toda la verdad que no fuese en deshonra de Jesucristo
nuestro Señor, ni en ofensa de mi prójimo. E como digo, esta es la cabsa,
porque desde la primera hora me he dicho lo que siento en lo de la
justificación e purgatorio e no quiero negar que la fragilidad de la carne no
tuvo parte en mi maldad. E por el paso en que estoy, que no se de otras
personas algunas en España que esto tengan, sino algunas que me han sido dados
por testigos en mi publicación. A los cuales no solo perdono, pero agradezco
haber sido ellos medio para que yo consiguiese tan grande merced como morir por
Jesucristo nuestro Señor.
En todo
lo demás que soy acusado, por no ser prolijo, digo que creo aquello que
creyeron los Apóstoles e cree la madre santa iglesia católica y apostólica,
verdadera esposa de Jesucristo nuestro Señor, la cual jamás faltó voluntad de
su esposo expresa en su palabra, que es la divina Escritura. E cree e abrazo
todo aquello que conforme a la palabra de Dios han declarado e determinado los
concilios en Espíritu Santo congregados, fuera de la cual e sin ser fundado en
ella,quienquiera que se haya atrevido a ordenar alguna cosa importante a la
salud, se ha engañado e ha hecho mal o no lo acepto e reputo de mi. E digo que
todo lo que he dicho en mis confesiones e deposiciones que no sea conforme a
esto, lo doy por ninguno y a esto lo refiero y en esto me afirmo y en ello quiero
morir e muero como fiel miembro de la Iglesia, fuera de la cual no hay salud. E
digo y concluyo que en solo Jesucristo espero, en solo él confío, en él e a él
adoro, con él me abrazo, a él tengo por único tesoro mío; e puesta mi indigna
mano en su santísimo costado voy, por el valor de su sangre, a gozar las
promesas por él hechas a sus escogidos.
Don
Carlos de Seso.
“Don
Carlos afrontó la muerte con dignidad - dice Telechea - y nada le apartó de su última confesión. Fue
mártir de su conciencia, la cual siempre es digno del máximo respeto. Además su
conciencia le dice que era fiel a Cristo y que se encaminaba al goce de sus
promesas. Este gesto último le redime de sus posibles vanidades y fingimientos
anteriores.”Un bel morire, tutta la vita onora.” Por encima de todas las trágicas disputas
confesionales, hay magnanimidad y belleza en el final de este veronés, cuyo
fugaz tránsito por España, concluyó en la hoguera inquisitorial.
LA DOCTRINA DE DON CARLOS DE SESO.
En el pasaje de su confesión, hemos podido
ver, como tenía bien definida y arraigada la doctrina de la justificación por
la fe y sus consecuencias, como la no creencia en el purgatorio, el papado, o
la seguridad de salvación.
Ahora
bien, cuando dice que quiere morir en el seno de la Iglesia ¿a que iglesia se
refiere , cuando se aferra y pone todo su énfasis en la Escritura ?.
Las
obras no tienen parte en la “soberana obra” de Cristo, justificándonos sin
poder aportar nosotros nada. Sin embargo don Carlos cree que las obras son
necesarias - cosa que desorienta en principio a la Inquisición - pero que NO eran causa de nuestra salvación.
¿Fue
calvinista, luterano, valdesiano o un espíritu ecléctico abierto a todas esas
modalidades ? Telechea, remarca este texto, a la pregunta inquisitorial “¿Donde
aprendió esta doctrina ? A la primera cuestión responde don Carlos:” SEÑOR, YO
OÍ EXPLICAR LA JUSTIFICACIÓN EN ITALIA EN TODAS ESAS IGLESIAS AUNQUE NO SE
ACUERDA DE EN PARTICULAR; E QUE HABRÁ SIETE AÑOS QUE ESTUVO EN ITALIA, TORNO A
DECIR OCHO AÑOS E QUE ALLA OYÓ PREDICAR PÚBLICAMENTE LA JUSTIFICACIÓN E QUE DE
ELLO INFIRIÓ LO DEMÁS”.
Lo mas
probable es que las ideas de Seso fuesen de Ochino, quien asimiló no pocos
elementos de Juan de Valdés. Es posible que las “Consideraciones” de Valdés que
pertenecieron a Juan Sánchez, también procesado en Valladolid, fueran
traducción de Carlos de Seso.
Sin embargo según un dato comunicado por S.
Caponetto hay un esporádico dato documentado que confirma a Seso, con el grupo
calvinista de Verona, capitaneado por Neri.
Las
ideas de Valdés sobre la justificación por la fe en Cristo sin obras, aparece
en la prédica de Ochino nº II, con analogías verbales a las expresadas por don
Carlos, aunque esta doctrina no excluya obras. Por el contrario, los
justificados en Cristo hacen obras “ puras, sinceras y filiales, hechas solo
por la gloria de Dios y el amor que sienten hacia EL.”
Las
cosas se aclaran - dice Telechea . Además del viaje a Trento en 1546 don
Carlos, pasa de nuevo por Italia hacia el año 1550-1551 muy probablemente por
Verona. Allí bebió el fundamento de su doctrina sobre la justificación de la
que extrajo luego sus conclusiones. ¿No había predicado por aquellos tierras
Ochino, cuyos sermones en toscano consta que los trajo manuscritos a España,
así como las “ Consideraciones” de Valdés
y otros libros de Lutero Calvino, Múscolo o Müsli ? La conversión de
Seso adquiere así contornos precisos de tiempo y lugar, así como la fuente de
inspiración.
La
segunda pregunta de los inquisidores se refiere a quienes había comunicado en
Italia y en España lo que escribió en su última declaración escrita y quienes
eran los que sentían así: “Dijo que en España a los que se dicen que han
comunicado con él; e que en Italia no se acuerda de ninguno. E que lo comunicó
una vez con Pedro de Cazalla lo del purgatorio, e después nunca mas le vio ni
se han escrito antes de esto”. Luego
añadiría que no podía afirmar bajo juramento si tornó a comunicar con Cazalla,
mas que lo que trató con Herrezuelo. Preguntado sobre otras personas dijo que “
por el paso en que está, no se puede acordar e que refiere a sus dichos; e que
por el paso en que esta que si no creyese decir otra cosa ofendería a Dios, que
ya lo diría e que holgaría de entender que otra cosa es mas verdad, siquiera
por huir de la pena.”
Una
última pregunta de corte inquisitorial en apariencia inocente, pero con la
rabia del puro cazador:”¿ Que sintió el arzobispo,- Carranza - cuando dice que
le reprendió ?” “ Dijo que le reprendió como el dicho inquisidor le
reprendiera”. Había aprendido don Carlos las artes de la inquisición y no quiso
dañar a nadie siendo fiel a este propósito, silenciando aun a los maestros de
Italia tan alejados en estos momentos de la Inquisición, pero no descuidados.
En otro
orden de cosas y para terminar el apasionante relato de este mártir del
Evangelio, la pregunta que Telechea hace así: ¿Quien era don Carlos de Seso,
este caballero italiano llovido del cielo, joven esposo de una española de
alcurnia, recomendado por el confesor real Fresneda y por el presidente del
Consejo de Estado, este extranjero investido de cargo de corregidor, presente
en Trento, hospedado por el obispo de Calahorra, con un hermano al servicio del
rey de Francia, linaje veronés, de padres poco nombrados, agitado por
cuestiones espirituales, portador de obras y manuscritos comprometedores, a
quien Villagarcia llama noble?.
Llorente
había dejado otra pregunta en el aire, al decir que era hijo del obispo de
Piacenza Italia. Pudiera ser hijo de
alguno de los obispos Trivulzi
que ocuparon la sede de Piacenza, quizás Antonio Trivulzi (1519-1525). La
dignidad que muestra en su muerte y el enfrentamiento con Felipe II que dijo al
rey “que como le dejaba quemar” y la célebre respuesta: “Yo traeré la leña para
quemar a mi hijo, si fuese tan malo como vos”. En la hoguera también tuvo
temple para decir: “Si yo tuviera tiempo y salud, yo os mostraría como os vais
a condenar todos los que no hacéis lo que yo hago. Llegue ya el tormento que me
habéis de dar.”
2.- DON PEDRO CAZALLA.
Natural
de Valladolid y cura párroco de Pedrosa, obispado de Zamora, era hermano de
Agustín Cazalla. Tenía 34 años cuando
fue arrestado el 25 de abril de 1558. Confesó que había abrazado las doctrinas
protestantes, solicitando luego reconciliación. Solo dos votaron que se le
reconciliase y el resto votó que se le relajase por haber sido dogmatizante.
El día
antes del auto se negó a confesar y llevó al auto mordaza, Cuando fue al
quemadero, queriendo los monjes hacer ver que pedía confesión, fue
estrangulado, antes de ir al fuego.
3.-FRAY DOMINGO DE ROJAS.
Presbítero,
religioso dominico y discípulo del arzobispo Carranza, hijo de los marqueses de
Poza, fue prendido junto a don Carlos de
Seso, cuando pretendía huir a Flandes. Hizo su primera declaración el 13 de
mayo de 1558. Repitió muchas declaraciones y la Inquisición se volvió loca
intentando localizar todos los datos del rompecabezas del proceso de Carranza.
Cuando
fue llevado a tortura para sacarle mas datos por el asunto de Carranza,
prometió decirlo todo con tal que le librasen de los horrores de la tortura que
temía mas que la muerte misma. Engañado por algunas promesas de sentencia
compasiva, hizo algunas manifestaciones de mas y sobre todo insinuaciones
desfavorables al arzobispo Carranza.
Cuando
se desengañó de las artes inquisitoriales, pidió audiencia e hizo justicia a
aquel prelado, sin pedir mitigación de su propio castigo. La noche antes del
auto rechazó los servicios del sacerdote designado para auxiliarlo. Cuando
Llorente dice que “cuando le iban a quemar vivo le faltó valor; pidió
confesión, se le absolvió y murió en garrote y se quemó su cadáver”, no parece que tengan visos de verdad esas palabras, ya
que otros contemporáneos expresan lo contrario. Sepulveda menciona a Rojas
entre los que fueron arrojados vivos a las llamas por perseverar en el
error. Si así no fuere, el señor
Menéndez Pelayo no diría lo siguiente: “Demandó licencia para hablar al rey y
cuando creían todos que iba a retractarse dijo:” Aunque yo salgo aquí en
opinión del vulgo por hereje, creo en Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu
Santo y creo en la pasión de Cristo, la cual solo basta para salvar a todo el
mundo, sin otra obra mas que la justificación del alma para con Dios; y en esta
fe me pienso salvar”.
Tanto
Rojas como Seso tenían cargos suficientes para haber sido incluidos y
condenados en el primer auto de fe de 21 de mayo, pero fueron reservados para
este auto. La razón estaba en los datos que estaban obteniendo los
inquisidores, para procesar a Carranza. El usar el nombre de Carranza por parte
del discípulo suyo Rojas, era el talismán por parte de este, para predicar el
Evangelio y también de llenar de cargos a Carranza. Su casta, su condición de
sacerdote y dominico, sus dotes de captación y persuasión, su vanidad de
presentarse como viejo adscrito a la nueva fe, hacían de él una persona dotada
para la extensión de la Reforma.
¿Murió
como dice Llorente, diciendo que creía en la santa Iglesia católica y por eso
no le quemaron vivo ?
Ciertamente Don Carlos de Seso y Juan Sánchez fueron
quemados vivos por impenitentes. ¿Que pasó con Rojas?
Telechea
ha hecho una investigación maravillosa sobre estos momentos y aunque nosotros
no tenemos un interés mórbido, de si murió o no murió impenitente, ya que la
crueldad, perfidia y engaño de la inquisición llegaba hasta la misma pira, es
interesante por ver uno de los aspectos que muy pocos han tocado. Es el seguir
inquiriendo hasta después de la muerte y citando a declarar los que habían
estado a su lado, en los últimos momentos de su vida
A
través de las declaraciones que los inquisidores Baca, Riego y Guigelmo,
pidieron a los dos días del auto de fe, a ocho personas, se supo parte de la
verdad última, aunque yo sospecho que solo aquellos aspectos que la inquisición
quería oír y no fuesen del todo verdad.
BATAILLON
en el prólogo a esta obra de Telechea dice que el estudio titulado “Fray
Domingo de Rojas O.P. y el auto de fe de Valladolid 1559: una reconversión a
última hora” está interpretado con prudencia metódica, en intervalos como
momentos, de la mas tenebrosa tragedia judicial.
El
indagar en la muerte de Rojas por la Inquisición, no era el móvil
principal, sino era el saber las ultimas
palabras de Rojas sobre Carranza, debido
a los rumores que habían circulado. En esas horas que corren entre la sentencia
y la muerte, las palabras de un reo son especialmente terribles y siempre se
filtran hasta que el final no sella definitivamente los labios.
El primer
interrogado fue el corregidor de Madrigal, el treintaañero HERNÁN GÓMEZ, que
estuvo en el auto cerca de Pedro Sotelo, Fray Domingo de Rojas y don Carlos de
Seso. Este documento que para la Inquisición tuvo una nota de atención, de
pesquisa no fructífera, nos revela su opinión y en lo que la basaba. A su
parecer Rojas “ murió en su secta, porque le vio mirar hacia don Carlos y tomar
la cruz y alzar el brazo y meneallo, como quien daba a entender que estuviese
fuerte en su error, pero que no le oyó hablar palabra”. Una mirada cruzada, un
saludo con el brazo, un mostrar la cruz, esa cruz de la que Seso entona un
bello cántico, en la página que cierra su proceso.
El
segundo interrogado fue un vasco curioso: el licenciado ASTEGUIETA. Clérigo
colegial de Santa Cruz, de 30 años de edad, contempló la escena desde un balcón
de la casa de un doctor, un tal Carrillo. En el humilladero solo vio a ciertas
personas religiosas, pues no podía oír y lo que veía era “ menearse e hacer los
meneos que suelen hacer las personas religiosas a los semejantes que están en
aquel paso.”
Sin
embargo cuando estaba en el tablado oyó como Mendiola incitaba a Peña a
acompañar al campo, al humilladero, a Rojas “para tratar de su conversión e
aconsejarle lo que cumplía a su alma”
Lo mas
significativo de este escrito es que Peña había oído decir a fray Domingo de
Rojas “ que nunca había visto ni oído decir ni hacer al arzobispo de Toledo
cosa que no fuese de muy católico cristiano y que siempre le había oído muy
buena y sana doctrina; aunque algunas veces solía decir algunas proposiciones
confusas.
Este
parecía ser el rumor que habían olfateado los inquisidores.
El
tercer llamado fue JUAN DE LA PEÑA. Declaró tener 44 años y reconoció haber
estado en el tablado de los colegiales de Santa Cruz. Llegó tarde y no oyó las
sentencias de los condenados, Seso, Rojas y Pedro Cazalla, solo la de Juan
Sánchez, por lo que de Domingo de Rojas había oído que al término de la
sentencia seguía impenitente. Dice sin embargo que éste fray Domingo tenía
ingenio como veleta y que pensaba que antes que le matasen, haría otra vuelta y
vueltas y tenía poca confianza en él.” Juan de la Peña cuando llegó al
quemadero ya le dijeron que Domingo de Rojas “venía bueno”. Cuando se vio con
Domingo se produjo un coloquio interesante, besándole la mano de Peña y
diciéndole Rojas:” Oh padre, a que traen a hombre sus pecados.” Sigue diciendo
el acta : “ y después se trató allí de que diese por buena la sentencia y que
se confesase públicamente allí sus errores, los que había negado en su juicio y
que también declarase si había
encubierto algún hereje. Y diciendo fray
Domingo que no sabía como podía confesar allí tantos errores y yo le dije: Dad
por buena la acusación a carga cerrada.
Y me dijo: No puedo con verdad, porque algunas cosas que hay en ella no las
tomaron como yo las decía. Y entonces yo le dije: Pues que confesase toda la
sustancia, pues habían tantos errores. Y dijo que así lo quería hacer. Y así
llamaron a un notario que estaba en el cuartaquillo, vestido de negro, que
traía tinta y papel y escribió lo que fray Domingo le dijo, que no se acuerda
este testigo porque no le oyó este testigo, porque el notario estaba a la otra
parte.”
Este
texto que para Telechea es de vital importancia, para mi queda ensombrecido,
por otros testimonios como el del MAESTRO OCHOA, también de los llamados a
declarar por estos rumores. Cuando Ochoa preguntó a Peña como había muerto fray
Domingo le dijo: “que según apariencia exterior la había parescido que había
muerto como cristiano, ratratando sus errores.”
El
escribano SIMON CABEZÓN. Era hombre de
40 años, que efectivamente estuvo en el quemadero el día ocho. Este notario da
fe de que rodeaban a Rojas muchos religiosos y clérigos, dominicos y
franciscanos y de otras ordenes, Que le hablaban recio para que muriese
cristianamente. Que apareció el conde Lerma con un cuartago alazán y apeló a la
estirpe. Que llamaron a otro notario que diese testimonio de como moría. Que
estaban presentes Sandobal, Conde de
Lerma, Olmos y Valladares.
¿Puede
haber otro testimonio notarial no presentado a los inquisidores - se pregunta
Telechea ante la solicitud de tanto notario y escribano ?
El
jesuita TABLARES. Otro llamado mas. No hizo mas que protestar por la
discriminación que la compañía de Jesús había tenido en tal auto. Vio a Rojas
cuando en un asnillo, acompañado de Sotomayor y Carrera quienes le incitaban a
morir en el seno de la tradición dominicana “ e que muráis en la fe murieron
fray Juan Hurtado e fray Tomas de Santa María y vuestro glorioso doctor Santo
Tomás”.
En esta
relación lo mas significativo se refiere a las palabras de Domingo de Rojas a
Juán Sánchez y que bajando la escalera le dijo: “ Hermano Juan Sánchez.
Mira que vuestros pecados que ellos os
han traido a este punto y a mi también los míos, y reducios y creed en la fe
católica de la iglesia romana y digo esta iglesia visible; y mirad que yo
también estoy reducido”. Sánchez dijo que creía en la Iglesia apostólica.
Tablares le repuso:” Juan Sánchez decid la Romana. Sanchez replicó. “Si lo
romano es la apostólica, yo creo en ella. Tablares insistió:” No habéis de
poner esa condición, sino decir que la iglesia romana es apostólica e creer en
ella. Sánchez concluyó: “Dejadme ya y pónganme en el lugar donde he de estar.”
Juan Sánchez permaneció en su convicción.
Telechea
describe el patetismo de estas escenas en el cadalso. Los epítetos, los gestos,
el saludo de Rojas a Juan Sánchez. “Hermano Juan”, las conductas de firmeza,
debilidad, contumacia, conversión. “Para unos - dice - el trauma de la muerte
inminente fue trascendental para recobrar su vieja fe y desechar como una
pesadilla, la reciente aventura. Para otros la muerte fue ocasión de
testimoniar la firmeza de su cambio espiritual. Reconocer que todos son
respetables en esta opción suprema, es una forma de ecumenismo autentico capaz
de asumir la historia, no simplemente de querer recordarla.”
Tres
cosas mas para terminar:
1.-La conclusión final de estas pesquisas inquisitoriales,
posiblemente no dieron el fruto apetecido, de involucrar mas a Carranza, quien
andaba en rumores de ser rectificada la declaración por parte de Rojas. El
rumor no fue acallado tras las averiguaciones inquisitoriales y se insistía en
la inocencia de Carranza, calumniado por unos y por otros, de doctrina
herética.
La
llave del misterio apareció en el acta notarial firmada por el escribano y
notario habitual del proceso a Carranza el Sr. Sebastíán Landeta, presente en
la noche de autos. En ella dice Rojas “ que nunca jamas después que conozco a Bartolome de Carranza de Miranda, entendí de
él cosa que no fuese católica conforme a la iglesia romana e todas sus
concilios e definiciones.”
Sin
embargo aunque Rojas quedó redimido del embrollo de acusaciones o intenciones
finales de implicar a Carranza, esto mismo sirvió después después a la
inquisición como base de las acusaciones.
2.- La psicología de la Inquisición, basada en el secreto y
la honorabilidad, era desarbolada. Cuando como en este caso los rumores ponían en entredicho el poder de la maquinaria inquisitorial, todo el
sistema se puso en vilo.Ya no eran importantes solo las declaraciones de
retractación de Rojas, sino el secreto no guardado y declaraciones hechas ante
notario, sin el control de laI nquisición. Su conciencia inquisitorial, poseedora
de todo el control en el proceso, sentencias y ejecución, no admitía otra
verdad, ni otra apreciación que no fuera la suya. Lo contrario era delito.
Delito que se declaraba o se definía en estos términos: Quien no estaba con la
Inquisición, estaba contra ella y se convertía en “fautor de herejes”
3.- Según estos datos, parece quedar fuera de duda la
confesión de fray Domingo de Rojas a última hora, atestiguada por los hombres
que le acompañaron.
Ya nos tiene advertido Montes, de las artes que empleaban y
sobre todo el despliegue de medios que impactaban el corazón mas firme. Pero
sobre todo nos dice Montes que esas conversiones de última hora eran en su
mayoría falsificadas por los frailes,
que veían en cualquier gesto una conversión.
No en
todos hubo ese tipo de conversión aparente. No son tampoco las mismas razones.
Tampoco cambia uno en su interior de la noche a la mañana, sin una reflexión al
respecto, especialmente cuando la fe ha ido llenando de verdad tu vida. Puedes
decir como Galileo “e pur si move” aunque te hayan hecho decir una palabra
condescendiente a quienes han apoyado tu vida. Y esto nos hace pensar, que las
contradicciones aparentes entre Sepúlveda por ejemplo, que cree que Rojas fue
quemado vivo por perseverar, o quien afirma que declaró ante notario, su
retractación.
De
Domingo de Rojas asegura Menéndez y Pelayo que le fueron acompañando mas de 100
frailes, predicándole y amonestándole, respondiendo él negativamente. “Por
último hicieron decir que creía en la Santa
Iglesia de Roma y por esto no le quemaron vivo.”
Con
tanta variedad de opiniones ¿cual es la verdadera ? Solo Dios conoce a los que
son salvos.
JUAN SÁNCHEZ.
Vecino
de Valladolid, natural de Astudillo de Campos, hijo de Alonso Gómez y de Elvira
Sánchez, criado del cura Pedro Cazalla y después de doña Catalina Hortega, de
edad de treinta y tres años. Se cuenta
que huyó de Valladolid, recelando de la Inquisición y salió por mar a Flandes,
con el nombre fingido de Juan de Vivar. Creyéndose a salvo, dirigió cartas a
doña Catalina Hortega que al tiempo de ser apresada, le fueron descubiertas las
cartas que escribió desde Castrourdiales.
En
seguida avisaron al rey que se hallaba en Bruselas, quien dio las providencias
para apresarle. Don Francisco de Castilla, alcalde de Corte, le prendió en
Turlinga y lo remitió a Valladolid.
No
queriendo confesarse, fue amordazado hasta el quemadero. Cuando empezaron a
arder las piras, las cuerdas de sus ligaduras se quemaron e inconscientemente
saltó a lo alto del mástil, mientras veía como otros confesaban por no morir en
las llamas, excepto Seso que permaneció firme y ardía vivo. Viéndole con tal
firmeza se arrojó a las llamas gritando que avivaran la leña pues quería imitar
a Seso. Los alabarderos con gran cólera le complacieron.
DOÑA MARÍA DE GUEVARA.
EUFROSINA RIOS. CATALINA REINOSO.
Hubo
muchas mujeres y valerosas mártires. Estas tres monjas de Valladolid, María de
Guevara junto con Catalina de Reinoso, del convento de Belén. Eufrosina era del
convento de Santa Clara y fue convertida de luteranismo por veintidós testigos;
estuvo impenitente hasta ser atada en el quemadero. Allí confesó y murió
agarrotada y se quemó su cadáver.
Catalina
de Reinoso, tenía 21 años de edad y era hija de Gerónimo de Reinoso, Señor de
la villa de Astudillo de Campos y de doña Juana de Beza; su mujer era hermana
de Franciosco de Reinoso, obispo de Córdoba y de Inés de Reinoso que vivía en
Málaga, casada con Gonzálo Pérez de Vivero, hermano del doctor Cazalla.
La
madre de esta monja descendía de judíos. Fue convencida de luteranismo y consta
que cuando cantaba en coro ella decía al tono: “Gritad, dad voces altas a Baal,
quebraos la cabeza y aguardad que os remedie.”
Se le
condenó a relajación por confidente
ficticia; se confesó y murió en el garrote antes de ser quemada.
De doña
María de Guevara , Llorente nos cuanta una historia fascinante y casi
increíble, del inquisidor asturiano
Fernando Valdés-Salas. Parece ser que doña María de Guevara tenia
amistad con unos parientes del inquisidor General Valdés y este procuró
ayudarla. Sin embargo la maquinaria inquisitorial eran tan perfecta que no
había lugar al mas mínimo resquicio. Por otra parte pareció a los inquisidores
vallisoletanos que se inmiscuía Valdés en sus decisiones y Valdés no pudo hacer
nada.
María
de Guevara, monja de Belén de Valladolid, de la orden del Cister, hija de Juan
de Guevara, vecino de Treceño, en las montañas de Santander y de doña Ana
Tovar, nieta de otra Juan de Guevara y de Elvira Rojas, su mujer, parienta del
conde de Oñate y del marqués de Poza, confesó los hechos y aunque pidió
reconciliación, fue condenada.
Cuando
le comunicaron las acusaciones, por orden de los inquisidores, contestó que
parecía que quisiesen inculcar los errores en su mente, los cuales ella
ignoraba, en vez de inducirle a abandonar los que ella incautamente había dado
oídos. La firmeza de carácter de esta monja no hizo retroceder un ápice sus
declaraciones, pese a que el inquisidor Valdés, había enviado a D. Alfonso
Tellez Girón a persuadir a su prima, que confesase todo y se librase de la
muerte. Los inquisidores de Valladolid lo resistieron, representando se
escandalosa una singularidad de diligencias que no se hacían con otras monjas
condenadas a morir por menos culpas. Se les intimó para que revocasen las
sentencias de muerte. Valdés también manifestó sus deseos al Consejo de la
Suprema y sus miembros resolvieron que se diese gusto a su presidente,
asistiendo los inquisidores o alguno de ellos a la conferencia, con el abogado
defensor, cuya persuasión sería tal vez, mas eficaz. Se hizo así, pero María Guevara
permaneció firme en su antigua respuesta, que no tenía nada que declarar si no
mentía.
Dice
Llorente: ¡Formidable Tribunal donde se entiende hasta tales términos el
sistema de que todos los testigos dicen verdad, que entendieron exactamente lo
visto y oído y que no han equivocado la especie con el curso del tiempo.!
La
sentencia decía así en algunas partes :” Por nos los inquisidores, contra la
herética pravedad y apostasía en los reinos de Castilla, León, Galicia y
provincia de Asturias, que residimos en la muy noble villa de Valladolid...
visto el proceso que ante nos pende entre el licenciado Gerónimo Ramírez del
Santo Oficio de una parte y doña María de Guevara, monja profesa de monasterio
de Belén... presentó la dicha doña María de Guevara una declaración y después
adelante a otras. por las cuales entre otras cosas, dijo que algunas veces
habló con una persona, la cual estaba en los errores de Lutero e siempre le oía
decir: “Justificados por la fe, tenemos paz con Dios por Jesucristo nuestro Señor.” e que ella le parecían bien estas palabras e
las creía, aunque no entendía el sentido... Por ende debemos declarar y
declaramos a la dicha María de Guevara haber sido y ser hereje apóstata
luterana e haberse hallado en muchas juntas e ayuntamientos con otras
personas donde se enseñaban tales
errores, e ser ficta y simulada confidente
y por ello haber incurrido en sentencia de excomunión mayor y en otras
censuras y penas en que caen e incurren los que se apartan de la creencia de la
santa fe católica, en que por ser cristiana vieja descendiente de muy noble
sangre, e monja profesa, tiene obligación de tener firmeza y relajamos a la
justicia y brazo seglar del magnifico caballero Luis Osorio, corregidor por su
Majestad en dicha villa y a su lugarteniente en el dicho oficio a los cuales
encargamos y que se hayan con ella piadosa y benignamente. E por esta nuestra
sentencia definitiva así lo pronunciamos y mandamos.
Nuevamente
la farsa de la piedad y benignidad, cuando el mismísimo Inquisidor General Valdés
no pudo salvarla y mucho menos la iba a perdonar el juez, ya que si intentase
dar otra sentencia, caería en desgracia. Seguramente le formarían proceso a
este juez, calificándole de reo del crimen de impediente del Santo Oficio, de
perjuro contra el juramento de prestar favor y ayuda al Santo Oficio; y de
fautor de herejes. ¿A que viene por lo tanto, tanta piedad y benignidad, que
algunos historiadores hasta se lo han creído ?
OTRAS MUJERES DESTACADAS.
Por
ser muchas las mujeres, pero con pocas noticias
encontradas sobre ellas, seguiremos el relato de Llorente.
DOÑA MARGARITA DE SANTIESTEBAN, monja de del mismo convento
de Belén. Tuvo la misma doctrina luterana y la propia suerte de las dos
anteriores.
DOÑA JUANA SÁNCHEZ beata, vecina de Valladolid; convencida
luterana, conoció que su causa estaba sentenciada condenándola a relajación y
se hirió la garganta con unas tijeras de
cuya herida murió a los pocos días en la cárcel y aunque se le predicó para que
recibiera el sacramento de la confesión, no quiso; murió impenitente; sus
huesos fueron llevados en ataúd al auto de fe, junto con su estatua y todo fue
quemado con los demás reos.
DOÑA ISABEL DE CASTILLA está entre las penitenciadas. Mujer
de don Carlos de Seso, quemado en este auto; confesó voluntariamente haber dado
algún asiento a las doctrinas de su marido
y se le castigó con sambenito, cárcel perpetua y confiscación de bienes.
Sin duda otros por menos estaban en la hoguera, pero la nobleza y el ser cristiano
viejo parece ser que ayudaba en estos casos.
DOÑA CATALINA DE CASTILLA, sobrina carnal de Isabel de
Castilla, tuvo la misma condenación de su tía.
DOÑA FRANCISCA DE ZUÑIGA Y REINOSO, monja del convento de
Belén, hermana de doña Catalina de Reinoso que había sido quemada en este auto
de fe; fue privada del voto activo y pasivo para siempre y reclusa en su
convento.
DOÑA FELIPA DE HEREDIA Y DOÑA CATALINA DE ALCAZAR monjas de
dicho convento, la misma suerte.
AUTOS DE FE EN SEVILLA
1º AUTO DE FE: 24 de setiembre 1559.
Un mes
antes que el segundo de Valladolid, el 24 de setiembre de 1559, en la plaza de
San Francisco de Sevilla, se celebra otro auto famoso de fe, por la calidad de
sus víctimas y la naturaleza de la causa.
Asistieron
cuatro obispos, los miembros de la corte real de justicia, el capítulo de la
catedral y una gran cantidad de gente de la nobleza y pueblo. Fueron entregados
al brazo secular 21 personas, 80 penitenciados, aunque no todos por
protestantismo.
El
personaje mas distinguido por su rango fue don Juan Ponce de León, hijo del
conde de Bailen y pariente cercano de la duquesa de Bejar, presente en el
espectáculo.
JUAN PONCE DE LEÓN.
Dice
Pelayo que es falso lo que Montes dice de él, puesto que supone que fue quemado
vivo. Pelayo dice que “confesó en el momento del suplicio y que fue agarrotado,
siendo después su cuerpo reducido a cenizas”.
Como la
sentencia de inhabilitación alcanzaba a sus hijos, no pudo heredar el primero
de ellos, don Pedro, el título de Conde de Bailén, que recayó en un don Luis de
León, pariente mas lejano. Pleiteó sin embargo, el desposeído y obtuvo el
mayorazga pero no el título. Al fin se le concedió por Felipe III. Esto es todo
lo que dice Pelayo.
Montes
sin embargo nos da un relato prieto de intenciones, preciso y alentador para
quienes compartimos la misma fe. Como todos le copian, y su lectura es de
castellano del siglo de oro, ágil y muy expresivo, yo también me remito al
original.
Nos
dice que Ponce” era hombre de esclarecido linaje, sobremanera instruido en el
Evangelio de Cristo y en la práctica de él ya de muchos años ejerditadisimo,
según nos consta por la antigua y estrechisima amistad que a él les unía,
Necesitaría el parecer, en todas ocasiones de este nuestro testimonio, por otra
parte veraz y fiel ante Dios, si no atestiguase esto mismo el público
consentimiento de cuantos conocieron a aquel hombre.
Pues
como en él resplandecieran todas las virtudes dignas de la profesión cristiana,
verdadera, no fingida; era tan singular la caridad hacia sus infelices y necesitados
hermanos, que dueño de un opulento patrimonio con que hubiera podido
cómodamente guardar y mantener el esplendor de su linaje, vino a reducirse a
una pobreza extrema aunque para él no ingrata.
Incurrió
por ello en los juicios de los hombres, que como ciegos y prepósteres, así
también son inicuos; y que por lo reglar atribuyen tan raros ejemplos de
piedad, a desidia, o a censurable profusión.
Mas
cuando (por fe sin duda) vivió de tal suerte, que nadie se quejase nunca de él,
nadie concibiese la mas mínima sospecha de un indigno ejemplo en él; y que
muchos, en sus necesidades, experimentaron realmente su bondad; se infiere, que
aquella durísima y por todos reconocida pobreza que a juicio de todos llevó con
tal resignación de ánimo, que apenas la hubieran tenido igual para sobrellevar
una mediana fortuna, otros de condición mas humilde; debe ser un argumento de
su rara y de ningún modo finjida piedad.
Este,
pues, preso a causa del Evangelio por los inquisidores, según el galardón que
da el mundo a la piedad, después de haber defendido animosamente en la cárcel,
durante algunos meses la verdad contra las impías mentiras; bien fuese
conmovido por la gravedad de los tormentos o por blandas promesas de salud;
doblo su fe, hasta entonces inexpugnable y se abandonó torpemente a la
obediencia de la iglesia romana.
Arrastrándole
a tan fea defección, los consejos y el artificio de cierto Mosca pestilente,
que del modo susodicho y bajo nombre de preso, con él encerraron. Este como
hombre de letras y taimado insigne, mas con engañosas persuasiones y promesas,
que con la fuerza de sus argumentos, hizo vacilar la fe de aquel hombre, por lo
demás relijiosisimo.
Pero
si en tan torpe caída le permitió el Señor tocar como con las manos. la
fragilidad de la humana naturaleza; acordándose, seguramente, de su Palabra
“nadie arrebatará de mi mano mis ovejas” no desamparó a su ovejilla por mas
tiempo, sino que la levantó, de tan feamente caída y postrada que estaba y la
restituyó, con su poder, a mayor firmeza y constancia que antes. En aquella
noche que antecedió al día de su suplicio, defendió animosamente la verdad de
su profesión contra el clerizonte confesor, en presencia de varios presos y
ministros inquisitorios.
En
su sentencia fueron leídos en público los siguientes artículos, entre otros,
por cuya causa principalmente le condenaban a la hoguera. Haber tenido horror a
la idolatría cometida en la adoración del pan; que, por lo tanto, si alguna vez
encontraba el viático, cuando le llevaban en pompa a causa de los enfermos,
acostumbraba o bien echar por otra calle apresurado el paso o adelante, para no
verse obligado a rendirle culto alguno de adoración. Que muchas veces, habiendo
entrado en la catedral, por no ver al sacrificulo alzar en sus manos la hostia,
le había vuelto la espalda. Que a menudo se dirigía por pasear, al sitio donde
solían quemar a los justos, por la confesión de la verdad y frecuentaba aquel
lugar, repitiendo los paseos, para que con la asidua meditación, así del
suplicio, como principalmente de la fiel y glorioso confesión, que allí dieron
los buenos, a Cristo, arrancándosela el mundo a fuerza de crueldades, perdiese
el miedo al suplicio.
Que
cuando llegaba el día señalado para participar según costumbre del pan
Misatico, mandaba fuera a otra arte a los criados; y cuando estos volvían,
aparentaba haber ya comulgado, porque no se escandalizasen con su libertad.
El
complemento de su confesión fue: que la justificación del hombre, consistía en
el solo mérito de Cristo y en la sola fe en El. Que no había otro Purgatorio.
Que las indulgencias y bulas del Papa eran meramente bulos. Que el Papa Romano
era el mismísimo anticristo etc. Que hasta entonces, había ardido en el deseo
de que alguna vez le aconteciese ser quemado o sufrir cualquier otro suplicio,
por esta verdad que confesaba. Que con ningún otro fin había deseado las
riquezas, sino para gastarlas en la defensa y propagación de las misma
doctrina, en cuya confesión pedía a Dios, todos los días fervorosamente, que
les concediese morir también, a su mujer e hijos.
Procuró
el Santo Tribunal corromper el mérito de esta ilustre confesión valiéndose de
los rumores, que artificiosa y malignamente esparció entre el vulgo, de aquel
tropiezo que vino a interrumpir el perenne curso de su piedad. Mas por iguales
medios i por los mismos brevísimos argumentos refutaremos cumplidamente
aquellos rumores; por cuanto en los ejemplares de aquella narración, que acerca
de aquel auto de fe, hicieron publicar ellos mismos, atendiendo a los que su
instinto les sugiere, con menos cautela de lo que suelen, revelaron imprudentes
la verdad del caso en las siguientes palabras (que constan) en las quisieron
comprender los crímenes y el suplicio de aquel varón excelente. Son estas: Juan
Ponce de León, quemado por hereje luterano PERTINAZ” Esa sola palabrita
manifiesta bastante el fraude de los inquisidores, a los que duden de la
constancia de aquel hombre.
EL DOCTOR JUAN
GONZÁLEZ .
Juan
González el Predicador este es el
título que Montes da y cuya historia nos
narra así: “Sacaron también en el mismo triunfo a cierto predicador del orden
de los clérigos, hombre de Purísima costumbres, sumamente docto en las sagradas
letras, que había bebido la verdadera piedad, dejando a un lado el cieno de la
sofistica teología, en la cual había antes perdido un no mediano trabajo. Ya
hacía algunos años, que parecía haber tomado expresamente por el tema de todos
sus sermones, el imprimir en el ánimo de las gentes con asidua y no vana
oportunidad, la verdadera doctrina de la justificación, que consiste solo en la
fe en Cristo, desechando enteramente cualesquiera méritos humanos.
Así, la
confesión de este, según declaraciones de los mismos inquisidores, igual a la
del ya mencionado Juan Ponce, para que, los que habían antes sido amigos y
compañeros, se uniesen también a la confesión de su fe y en el último suplicio.
En la noche de la parasceve o preparación del transito, disputó también
empeñándose con sus confesores, a los que, después de grandes voces por una i
otra parte, despachó, cargos de vergüenza.
Mostró
una singular fortaleza y constancia de ánimo, cuando le llevaban desde el
fuerte de Triana al cadalso, hasta su triunfo, acompañado de dos hermanas suyas
carnales a quienes tocó igual suerte y dejando en la cárcel a su madre y a dos
hermanos, de los cuales aquella y uno de estos, fueron después quemados en el
auto siguiente.
Fuera
ya del umbral del alcázar y a la vista de todo el pueblo, a quien tantas veces
había predicado sobre la buena doctrina, empezó a recitar en alta voz el salmo
109 (Deus lueden mean ne tacueris) “Dios
no calles mi alabanza” dedicando sin duda, aquellas imprecaciones a tan pésimo
linaje de hipócritas.
Mantuvo
el mismo semblante en el cadalso aun después de ponerle la mordaza de
madera en la boca, porque mas libremente
y con claras palabras consolaba y exhortaba, a tener constancia a una de sus
hermanas, que sabía era mas flaca por naturaleza.
Después
de escuchar atentamente la sentencia, que le condenaba a la hoguera, sin
abatirse el ánimo, ni el semblante, sufrió la consabida solemnísima degradación
y recibió las vestiduras y las insignias de su confesión, ignominiosas en
verdad a los ojos de los hombres, pero llenas de honra y gloria a ojos de Dios,
que las mira.
Cuando
llegó la tarde en que los habían de quemar, llévanlos al lugar del suplicio i
les mandan rezar el símbolo de la fe, en el cual ninguno titubeó; pero cuando
llegaron a decir, “Creo en la santa iglesia” les manda añadir - romana - y aquí
todos unánimes se pararon. Mas, como quiera que los clérigos y frailes que allí
hacían las veces del antecristo, importunasen a las hermanas de Juan González y
a otras piadosas mujeres condenadas ya a la hoguera, para que añadiesen la
palabra - romana - ellas respondieron, que harían lo que hiciese Juan González.
No porque ignorasen lo que habían de decir a lo que haría Juan González, sino
para que en tal coyuntura, desembarazasen su lengua de la apretada mordaza i
así les fuese dado a declarar una confesión manifiesta de su fe.
Libre
pues de la mordaza de madera, el piadoso maestro, repuso, que tuviesen ánimo y
que nada mas había de añadir. Con esta última confesión, inmediatamente,
delante de la encendida hoguera, les dieron a todos garrote y al punto
empezaron a gritar que habían ellos pedido y que por lo tanto habían muerto en
la confesión de la iglesia Romana.
JUAN DE LEÓN. Monje del convento de San Isidoro de Sevilla.
Había este ejercido el oficio de
sastre en Méjico, ciudad famosisima de Nueva España, en el Nuevo Mundo, Vuelto
de allí a Sevilla, llevado de un ciego temor de Dios, se aplicó a la vida
monástica y queriendo Dios guardarle del precipicio, vino a parar por fortuna,
al monasterio de San Isidoro de Sevilla, en el cual, una buena parte de los
monjes, aspiraba entonces a una mas sólida piedad.
Al cabo
de unos años pasados en aquel ejercicio, habiendo gustado, con la compañía de
aquellos, algo de la verdadera doctrina, aburrido de la forzada clausura, buscó
el pretexto mas plausible, que fue, la falta de salud y renunció al monacato.
Mas
luego que salió echando muy de menos los piadosos coloquios con aquellos, de
donde él había sacado los rudimentos de su piedad, se acogió de nuevo al
claustro, para gozar de ellos; pero en vano. Pues mientras estuvo fuera,
unánimes todos aquellos, cuyo deseo le había echo volver al genero de vida antes desechado, dejando tan peligrosa
mansión, se habían trasladado, poco antes a Alemania.
Buscando
pues, aunque en tan peligrosa recaída, no la comodidad de su cuerpo sino el
bien de su alma, al cabo de pocos días, tan solo hasta que supo con mas
certeza, donde habían ido a parar los suyos; hubo de abandonar al cabo, segunda
vez, el monasterio.
Que
algunos murmuradores ociosos, por haber dejado dos veces la vida monástica, le
llamarán dos veces apóstata; pero otros mas prudentes, le tendrán por dos veces
piadoso.
Siguiendo
pues las huellas de sus píos conmilitones, llegó a Franfort, donde ellos
estaban, no sin pasar en el camino muchos trabajos y peligros. Desde Franfort,
se trasladó con ellos a Ginebra, para reunirse con otros de la misma compañía
que habían fijado allí su residencia.
Acaeció
por aquellos mismos días, que quitada de en medio la Reina María de Inglaterra,
la Iglesia Anglicana, que por crueldad de la dicha Reina andaba derramada y
dispersa por Alemania, al advenimiento de Isabel su sucesora, se restituyó, por
singular beneficio de Dios sin duda, a su propio suelo. A los españoles que
andaban desterrados en Ginebra mas acomodada para acoger la Iglesia de los
suyos propios y con este designio, se fueron algunos con los ingleses, que
volvían a su patria, pero acompañados de diversas personas, por evitar las
celadas del camino. Pues los inquisidores llevaron tan a mal la fuga de
aquellos religiosos monjes y su defección de la antigua piedad, que aunque no
eran muchos, ni tampoco de gran estima entre los hombres, determinaron
infestarlos de sus moscas, de manera, que a todas horas y en todas partes, los
acechasen.
Tenían
principalmente apostados sus espías en Colonia del Rin, en Francfort en Amberes
y estas recorrían con gran solicitud todos los caminos hasta Ginebra, sin dejar
por supuesto de observarse no menos el camino de Ginebra hasta Milán, por otro
lado.
Proveían
largamente los mismos inquisidores a los
gastos de estas asechanzas, con lo que, en virtud de la real munificencia y de
su celo inquisitorio, sacaban del Real Herario; y con tanto empeño y con tantos
gastos - sin contar con los grandes premios ofrecidos por sus cabezas, en caso
de entrega - se buscaban diez gusanillos o diez perros muertos. Tan estupenda
cosa es el odio con que hasta el punto de enloquecer, se ensañan los
inquisidores contra la divina luz de Cristo.
Así que
nuestro Juan de León, tomado por compañero un tal Juan Fernández, hombre muy digno, natural de Valladolid,
dirigiéndose por Alemania a Inglaterra, tropezó en Estrasburgo con los espías,
por cuya delación le prendieron, con su compañero, en un puerto de Zelanda en
su misma travesía a Inglaterra.
Recibió
desde luego, a los alguaciles, con tanta entereza de ánimo y de semblante, que
cuando le dijeron era a él a quien buscaban, no respondió otra cosa, sino
:”vamos pues, que Dios, sin duda nos asistirá “.
Llevados
a la ciudad, los atormentadores primero cruelisimamente, para que descubriesen
a sus compañeros, después al cabo de algunos días, los embarcaron y llevaron a
España.
Mientras
estuvieron en el mar y aun ya en España, por el camino, tuvo cada uno de ellos,
una especie de cabezada de hierro a semejanza de una celada que les cubría la
cabeza y la cara. Esta cabezada tiene dentro metida una placa de hierro a
manera de lengüeta, que admitida en la
boca, impide absolutamente el uso de la lengua; y con este género de
tortura y además con las esposas y los grillos de hierro que apretaban sus pies
y manos, los llevaron a las cárceles inquisitorias: Juan de León llevado a
Sevilla y su compañero a Valladolid, en donde después por su perseverancia y
firmeza en confesar la verdadera piedad le quemaron vivo. Había este vivido con
el doctor Cazalla, a quien quemaron poco antes en Valladolid por causa de
religión y con cuya sobrina, hija de un hermano o hermana había desposado.
Pasó
Juan de León en la cárcel inquisitoria muchos días y en ella experimentó la
crueldad de los inquisidores, así en todo género de tormentos, como en el trato
ordinario. Sacaronle al triunfo, enmantado y ataviado con todas las insignias
con que suelen sacar a los mas constantes.
Daba grima, a cuantos le miraban, su rostro hispido y desencajado y tan
enmagrecido por la prolongada maceración, que se le veían los huesos cubiertos
solo con la piel azulada: aumenta el horror, la durísima mordaza, que apretaba
con tal violencia su lengua, que al pararse, le colgaban hasta el suelo, largos
y abundantes hilos de pituita.
Cuando
le llevaban al suplicio mismo, después de haber oído sentencia de muerte, le
dejaron libre la lengua para que renunciase a Cristo, mas él, en breviísimas
palabras, habló con tal serenidad de ánimo y semblante, como si estuviese fuera
de todo peligro.
En
aquellas últimas horas de su vida, diéronle por antagonista a un monje de su
convento, con quien en mal hora, había pasado un año de noviciado monástico,
para que le trajese a memoria aquellos principios de la superstición antigua;
pero cuantos mas artificios empleaban ellos para hacer vacilar su fe, tanto mas
visible se mostraba esta: favoreciendo Cristo sin duda a su atleta mas
eficazmente. Con la misma tranquilidad y serenidad de espíritu sufrió la muerte
atroz que le aguardaba; que a un varón de tan señalada religiosidad, no le era
debido otro fin menos santo de vida.
FRANCISCO DE ZAFRA.
Posiblemente
este Francisco Zafra, se el mismo Montes. Usoz y Río pone la nota siguiente:”
Si Reinaldo G. de Montes es nombre supuesto y Montes alude a “Serrano” o de la
Sierra, este Zafra es quizá Montes.
La
estatua que apareció en este auto dice Llorente era del licenciado Francisco de
Zafra, presbítero beneficiado de la iglesia de San Vicente de Sevilla,
condenado por hereje luterano, ausente, contumaz. Reinaldo González Montes, da
muchas noticias de él - como que era él mismo -
y de otros procesos en aquella ciudad, de cuya inquisición huyó por
fortuna y habiendo yo cotejado de intento sus narraciones con las notas del
Santo Oficio las he hallado verídicas.
Con
relación a nuestro Francisco de Zafra dice que fue muy sabio en las Sagradas
Escrituras y muy disimulado para ocultar sus opiniones luteranas durante largo
tiempo y tanto que los inquisidores solían llamarle muchas veces a calificar
proposiciones dudosas, con lo que pudo favorecer a bastantes personas que
hubieran sido condenadas sin esta casualidad favorable.
Mantenía
en su casa una beata, la cual después de haber sido una de las que habían
abrazado con mayores veras la nueva doctrina, incurrió en demencia tan furiosa,
que Francisco de Zafra, necesitó recluirla en una pieza de su casa y aun tratarla
con rigor de azotes y otros castigos para sosegar su furia. Esta mujer,
habiéndose una vez podido evadir de la prisión domestica, año 1555, fue a la
Inquisición, pidió audiencia voluntaria y delató de herejes luteranos a mas de
300 personas, de que se formó lista y llamado Francisco Zafra, pudo este hacer
ver el desprecio que merecía la delación de una mujer demente furiosa, sin
embargo de ser nombrado en ella como uno de los mas principales jefes de la
nueva secta.
Como en
el Santo Oficio nada se pierde de lo escrito cuando hay medios de indagar,
sirvió la lista para observar con mas cuidado la conducta y opinión de las
personas denunciadas y fue principio de haber llegado a mas de 800 presos de la
Inquisición en el castillo de Triana, donde residía el tribunal con sus
cárceles, en los conventos de Sevilla y aun en casas particulares, destinadas
expresamente al objeto.
Entre
los presos lo fue también el mencionada Zafra, pero este huyó y de resultas de
su fuga se le condenó en rebeldía y quemó en estatua.
FERNANDO DE SAN JUAN.
Era
este también - dice Montes - de los
ilustres miembros de aquella iglesia, si lo que se busca, es un verdadero temor
de Dios, un candor purísimo de ánimo, un ardiente e incansable deseo de hacer
bien al prójimo, sin respeto alguno a su propia comodidad; y no se requiere
precisamente el esplendor del linaje o una excesiva apostura del cuerpo del
lenguaje.
El encargado
de joven, pero ya distinguido por la religiosodad de su vida, de la dirección
de los niños en el colegio - llamada vulgarmente de la Doctrina - por
disposición los piadosos fundadores de aquel Santo Instituto. Habiéndose pasado
en aquel empleo ocho años, con aceptación general de todos, prendieronle al fin
por Luterano, esto es por perfectamente instruido en la Ley de la verdadera
piedad, en la cual, según oficio, y como podía, en medio de tanta opresión,
procuraba con toda diligencia instruir también a aquella grey de niños que le
estaba encomendada, En cuanto a la recompensa, si se atiende a la condición
humana, obtuvo la que suele dar el pueblo ingrato, por los beneficios; si se
mira a la fe, logró la que predijo Cristo a los suyos.
Tratáronle
en los tormentos, con tan bárbara crueldad, que por haberle maltratado todos
sus miembros, a no poder valerse de ellos, hubieron de bajarle de la polea o
del Burro, los ministros de la iniquidad y desde allí, llevaron de los pies a
rastras, todo el trecho que hay desde el
lugar del tormento hasta su prisión, como si fuese un serón de estiércol o el
cadáver podrido de una bestia. Provocábanles a los señores inquisidores padres
de la fe, a tanta crueldad, las respuestas terminantes de aquel hombre
semirustico, de las que era imposible apartarle ni el blanco de la uña.
Aun
en aquella estrechisima cárcel se valió Dios de su ministerio para alentar a
cierto joven llamado Morcillo, fraile del convento de San Isidoro, a quien
habían arrastrado allí. por confesar mas francamente el Evangelio. Y que
descarriado por las ofertas y blandas promesas de los inquisidores, había
desertado poco antes de su piadosa confesión. Por providencia de Dios, que
ciertamente amaba a Morcillo en Cristo, sucedió, que en aquel entonces, los
inquisidores le dieron por compañero de cárcel a este Fernando, el cual sabida
la bajeza y poquedad del joven le reprende ásperamente, acusa su defección ante
el tribunal de Cristo, le hace volver en si, le levanta, le consuela, le
confirma.
Pocos
días después, pide Morcillo una audiencia, en la que abjura solemnemente,
delante de los Señores, la retractación poco antes hecha y pide conste la
confesión de su fe, que primero hizo y tenía por Cristiana.
Quemaronle
a este, en aquel mismo auto, des pues de muerto, no se sabe si por una nueva
gracia de los inquisidores o por la misericordia de Dios.
Habiéndole
pues elido a Fernando su sentencia, en el tablado y preguntándole los
inquisidores si tenía resuelto permanecer aún en aquellos errores, responde
rotundamente, según su costumbre y de manera que le oyesen en toda la plaza,
que las cosas por él confesadas eran el mismo Evangelio de Cristo u la ley de
los cristianos; tan lejos estaba de pensar en tenerlas por errores.
Quitándole
luego la cruz de madera, que en las manos entre las ligaduras le habían metido
i echándole a la boca una mordaza, que conservó hasta que el fuego le deshizo;
le quemaron vivo.
DOCTOR CRISTÓBAL LOSADA
También
este, de la enseñanza privada del doctor Egidio, sacó los primeros rudimentos
de su piedad. Pues entre las demás dotes celestiales de aquel santo varón, era
verdaderamente de admirar el que, a todos aquellos cuya instrucción religiosa
tomaba sobre si, parecía que con su misma doctrina, les aplicaba al alma una
tea de un fuego santo, inflamándolos con ella, para todos los ejercicios
piadosos, así internos como externos, y
grababa en los corazones de los suyos las mismas palabras, que él con su
boca pronunciaba.
Constituyó
no poco al feliz éxito de aquel gran preceptor en la enseñanza, un compañero
suyo, hombre tan piadoso, que no admitió por yerno a Losada, el cual pretendía
por mujer a su hija, aunque era mozo de honestísimas costumbres, de no vulgar
erudición y de un conocimiento práctico en la medicina mas que mediano; hasta
que se pusiese en manos del Doctor Egidio para aprender religión.
Para
un hombre erudito y que se tenía por buen cristiano, no era aquella una
condición muy honrosa, sino difícil de cumplir, por ser el doctor Egidio, a
cuya autoridad se le remitía, para que enseñase religión, un tanto sospechoso
entre el vulgo, por de religión no bastante pura. Admitió al fin la condición,
no se sabe si por deseo de una instrucción mas sólida o por el amoroso deseo
del casamiento.
Como
quiera que fuese, se penetró tan de aquellos primeros rudimentos cristianos,
que aun después de la muerte de su maestro, que antes de tiempo le arrebataron,
hizo en la religión notables adelantos. Y así por su singular piedad y
erudición en las sagradas letras fue tenido por digno de gobernar aquella
iglesia numerosa ciertamente, pero escondida en las cuevas y obtuvo y desempeñó
el cargo de pastor, en cuanto lo permitía la penuria de las cosas.
Preso
por los inquisidores, con la ocasión aquella de los libros de Julianillo ( pues
¿como en aquella dispersión de toda la grey, se había de esconder el siervo
leal de Cristo?) y habiendo confesado ingenuamente su religión, experimentó
primero la acerbidad de la cárcel y de los tormentos; luego, la ignominia del
triunfo; y por último el suplicio de la hoguera.
Disputó
noblemente, acerca de la verdadera religión, en la misma ara del suplicio,
contra los inoportunos hipócritas, que con la vana esperanza de poder removerle
de su opinión religiosa, le dieron ocasión de responder a sus sutilezas. Pero
ellos, porque el vulgo que los rodeaba no entendiese lo que por una i otra parte se decía, trocando con astuto acuerdo,
la dicción del romance al latín; él acaso sin echar de ver el artificio, empezó
también a hablar en latín con tal afluencia i pureza de estilo, que todos se
maravillaban, de que un hombre, que iba luego a morir, estuviese tan en si, que
ni aún entonces aflojase nada en la elegancia del lenguaje.
GARCIA ARIAS.“Maestro Blanco”
Era
este hombre un ejemplo admirable en que resplandecía claramente la divina
Providencia para con sus escogidos, la cual, en virtud de su poder, los saca a
veces contra todas las leyes naturales, aun del abismo de la mas inveterada y
estudiada hipocresía, y hasta los aparta de la espontanea impugnación de la
verdad del Evangelio, que ya habían conocido - pecado que la Sagrada Escritura
llama, contra el Espíritu Santo y declara, que serán inútiles los ruegos de la
Iglesia por semejantes pecadores -
colocándolos en tanto mayor altura, cuanto en mas desesperada condición
parecían antes estar.
Fue
este Arias - a quien por la blancura de su tez y de sus cabellos apellidaban
Blanco- de agudísimo ingenio, y en cuanto lo permitía aquella época,
sobradamente instruido en el conocimiento de las sagradas letras, aunque
taimado, astuto, maligno, disimulado.
Encubría,
empero, aquellos perniciosos vicios del alma, con cierta apariencia de
santidad, tan estudiadamente apacible, que no llegándose a él muy de cerca y no
observándole repetidas veces, podía engañar aun a los mas prudentes y engañó
con efecto a muchos.
Salieron
en fin de aquella escuela Manso,Cevallos, Guerra, Pedro de Córdoba y otros,
cuyos nombres están ya fuera de memoria, que hubiera quizá valido las no
hubiesen nacido, ni dejado descendencia.
Hubo
en aquella secta, lo confieso, muchos hombres buenos y piadosos, pero de estos,
unos, después de averiguada la impostura de sus maestros, los dejaron y tomaron
mejor acuerdo; otros por los frecuentes e inmoderados ayunos y por la intensa y
profunda meditación de las cosas celestiales, superior a las fuerzas humanas, se
volvieron locos: otros, que perseveraron en su propósito, cayeron en un mal,
mayor y mas incurable, puesto que de buenos, salieron malos, de hombres de
común condición, fariseos, aborrecedores de la justicia, crucificadores de
ella, hijos de Gehenna, al doble, que sus mismos maestros.
El
otro bando se componía de ciertos oradores, que por lo mismo que profesaban con
mas sinceridad las sagradas letras, abrían, con ellas a los hombres, una
verdadera fuente de virtud y santidad, debiéndose a su industria, que aquel
pueblo de Sevilla, por esta circunstancia principalmente, el mas feliz de toda
España, oyese por espacio de 12 años y no sin fruto el Evangelio de Cristo en
toda su pureza, que es cuanto a la verdadera justicia interesa. Pues aquella
mies, que desde ocho o diez años atrás se recoge, es indudable, proviene de
aquella laboriosa renovación.
Eran
los principales defensores de la una los doctores Constantino, Egidio y Vargas,
varones por su doctrina y por la probidad de sus costumbres, esclarecidos, cuyos
afanes en dilatar la luz del Evangelio y cuyo fin de vida ilustre en lo mejor
de su tarea, por lo mismo que son dignos de eterna memoria, no consentiremos
queden en eterno olvido sepultados.
Entre
los primeros adalides de la otra, como que siendo mas admitidera y de mejor
apariencia, era, por lo tanto mas útil i lucrativa para sus profesadores,
contabase este nuestro Arias: tanto mas depravado que todos sus cofrades,
cuanto estos, acaso ignoraban la verdad, que él a fondo conocía e impugnaba.
Con
todo no servía él a la mentira, tan abiertamente, como los otros del mismo
bando, por no caer de la gracia de ciertas personas de algún crédito, que
guardaban en su corazón la verdadera piedad, sino que se manejaba con tal
astucia y como en celada, que aunque fuese conocido por los que sentían sus
dardos, todavía por otros era tenido como amigo y hermano.
Mostró
sobre todo la sagacidad y astucia de su ingenio, cuando un tal Gregorio Ruiz,
hombre - según decían - de los mas doctos, por haber dicho al interpretar
públicamente en la iglesia Mayor de Sevilla la Sagrada Escritura, algunas cosas
conforme al Evangelio, acerca de la justificación del hombre, del mérito de
Cristo y de los méritos de los hombres, antes y después de la justificación;
fue acusado por los hipócritas que perseguían aquella doctrina y citado ante el
tribunal de la Inquisición.
Pues
habiéndole los inquisidores señalado día, dos antes de comparecer en juicio
para defenderse, se fue a aconsejar del Maestro Arias, con quien había antes
tenido algún trato, por sus comunes estudios y sobre todo, por su falsa
nombradía de singular piedad.
Habían
los inquisidores prevenido a Arias, entre otros, que se preparase, para asistir
en el día señalado, a disputar con Ruiz. Echando pues mano de su ingenio,
sonsaca astutamente de aquel hombre incauto y sencillo, que lejos de temer tal
asechanza esperaba mas bien de él un saludable consejo, todas las razones y
argumentos con que pensaba defenderse en la disputa: y enterado de todo, le
despide cortésmente sin sospechar siquiera el lazo.
Sorprendido
pues de aquel ardid y despojado de sus armas, cayó vencido, dejando al solo
Arias la victoria, con tan suma inhumanidad como perfidia ganada. Tampoco
procedió con mas lealtad, en la causa el Doctor Egidio de quien luego
hablaremos.
A
pesar de todo, él fue el primero, que en el monasterio de San Isidoro de
Sevilla, introdujo algunas centellas de verdad, en un tiempo en que todos dormían el sueño profundo
de la ignorancia, en medio de aquella inveterada superstición. Pues con
frecuentes y muy devotas pláticas a que de día y de noche había lugar, muchas veces después de maitines,
desde las dos hasta las cuatro de la madrugada, trabajaba Arias por enteramente
variar toda la regla del convento, aunque no abierta sino muy solapadamente, y
llevando el agua desde muy lejanos
manantiales.
Enseñaba,
que el recitar en los coros de los conventos, de día y de noche, las sagradas
preces, ya rezando, ya cantando, no era rogar a Dios. Que los ejercicios de la
verdadera religión eran otros, que los que pensaba el vulgo religioso. Que
debían leerse y meditarse con suma atención las Sagradas Escrituras y que solo
de ellas, se podía sacar el verdadero conocimiento de Dios y de su voluntad y
aprender también la religión, que fuese ante El mas acepta. Que para obtener
esto, se debían usar otras oraciones, a saber, las dictasen nuestras mismas
necesidades y dimanasen de una verdadera fe en Dios.
Pero
aquel hombre no muy constante por naturaleza, después de aquellas faustisimas
preparaciones, con las cuales apartándolos de la presente superstición y
ganándolos maravillosamente para si, tenía suspensos los ánimos, los volvía
otra vez a los intolerables ayunos, a las vigilias perpetuas, delante del mismo
sacramento del pan, de donde, no se que nuevas inspiraciones, esperaban,
hacíales desocupar las reducidas celdas de todo ajuar y de los libros y aun de
la misma cama, acostándose en el suelo, cuando los rindiese el sueño y llevar,
en lugar de camisa, un coselete tejido de cerdas y un ceñidor de hierro, a raíz
de la carne y los volvía en fin a otras innumerables simplezas, tan perniciosas
como estas, como si aquella pésima cizaña no fuese bien recibida, a no renovar
o escardar primero la tierra, con el esmocafre de la divina palabra, según
antes dijimos.
Escusaría
tal vez a Arias de un crimen, por lo demás gravísimo y digno de castigo, la
falta de ciencia de una mejor doctrina, o ya, algún suceso fatal, por el cual,
hubiese sido forzado a acometer primero aquella empresa y después a dirigirla
por aquel medio, si no supiésemos, que él en virtud del conocimiento cabal, que
de la verdad tenía, había condenado en su interior todo lo que en lugar de la
misma verdad sustituyó, y con algunos, por entonces mismo, burlándose con mucha
gracia, de la necedad de aquellos, a quienes tan fácilmente hizo le obedeciesen
en todas cuantas cosas les prescribía.
Pero
de aquellos granitos de buena simiente, entre tantos puñadillos colmados de
simplezas, con tanta malignidad comunicados, provinieron luego - tal es la
fuerza de la elección divina - abundantes frutos de verdadera piedad. Pues
algunos, libres ya enteramente sus
ánimos de la antigua superstición y no bastante adheridos a aquella nueva,
mientras buscaban una instrucción tan sólida como piadosa, dieron sin pensarlo, con los maestros del otro
bando, que enseñaban con mas pureza la verdad.
Con
la amistad y trato de estos, adquirieron los principios de un saber mas puro y
mas sólido y empezaron sobre todo a desechar de si, aquella triste y horrible idea,
acerca de los que llaman luteranos: y como que ellos pensaban que no habían de
tener un perfecto conocimiento de la verdad, mientras no pudiesen usar alguna
vez los libros de aquellos, ni aun en esto dejó Dios de corresponder a sus
piadosos deseos.
Pues de un modo milagroso,
cuando mas descuidados estaban, no solo se les proporcionó cuantos libros de
aquellos, poco antes, habían acertado a desear, sino también lo mejor y mas
exquisito de cuanto hasta entonces se había publicado en Ginebra, o hasta entonces
en Alemania.
Enriquecidos
con aquella abundancia y mas opulentos ya que sus mismos maestros, empezaron de
tal suerte a instruir a su convento, que desde dos, que comenzaron tan
peligrosa tarea, al cabo de dos meses, aunque bien poblado el monasterio, había
muy pocos, que no hubieses gustado algún sabor de piedad y ninguno que la
contradijese.
Ya
las horas, que llaman de coro y rezo, se habían convertido en explicaciones de
la Sagrada Escritura: las preces acostumbradas por los muertos, o se habían
suprimido, o en su mayor parte cercenado: anticuádose del todo las indulgencias
y explicaciones, en otro tiempo concedidas por los Romanos Pontífices, en las
que en gran parte, estribaba aquella mole: a las imágenes, ningún culto o muy
poco ciertamente, les era dejado: conmutado se habían los ayunos
supersticiosos, en perpetua sobriedad: nadie era ya instruido para el monacato,
sino para la verdadera piedad: nadie casi hablaba ya de promover el antiguo
instituto, muchos si, de escarnecerlo, abominarlo y por último de abolirlo. Ni
se encerraba, por eso, aquella divina luz dentro de las paredes del Monasterio,
estendiase aun a la ciudad y pueblos circunvecinos, comunicándose por los
libros y la palabra.
Y
habiendo ya llevado la cosa a termino, de no quedar casi nada por destruir,
sino es aquel firmísimo ídolo de la Misa y la máscara del monacato, que
consiste en el hábito y cerquillo y no pudiendo tolerarse ya esto por mas
tiempo, sin manifiesto pecado, ni de destruirse tampoco, sin peligro cierto y
al parecer, no con gran fruto, empezaron a pensar en dejar aquel nido y
trasladarse a Alemania, a tierra mas franca para su religión.
La
tentativa aprecia grande y aun a varios, temeraria. Pues no veían medio alguno,
por el que pudiesen pasar a Alemania, casi desde el último confín de España, no
ya uno que otro, sino tantos de una vez, y estos, no solo los mas autorizados
en toda aquella comunidad, sino también,
algunos de ellos, por su doctrina singular, esclarecidos en la misma
ciudad, dejando despoblado, el mas célebre monasterio de toda Andalucía.
Y
el escabullirse uno a uno, era muy expuesto para los que fuesen postreros: y
mas estando ya los Inquisidores despiertos del profundo sueño en que antes al
parecer dormían, y avisados por algunos malévolos de tan nuevo y memorable suceso,
por los cual, o habían de salirse, a la vez, todos los que estaban de acuerdo,
o tenían que esperar juntos, el peligro que de cerca les amenazaba. Y así,
estando ellos cogidos en esta certidumbre, abrióles Dios un camino, por el
cual, valiéndose, según la ocasión, de algunos pretextos plausibles, en espacio
de un mes se escaparon doce y yendo por caminos diversos, a la vuelta de un
año, lograron verse reunidos en Ginebra donde tenían resuelto, desde antes de
salir, fijar su residencia.
Pero
los que iniciados ya en la buena doctrina permanecieron en el monasterio, o
bien porque no aprobasen la determinación de huir, o porque no estuviesen
prevenidos para la partida, quedaron a merced de la tempestad, que pocos días
después se les echó encima.
Van
ya quemados cinco del mismo monasterio, y muchos, con otras varias penas
castigados, sin que hasta ahora haya habido en Sevilla ningún auto de fe
Inquisitorio, o mejor dicho, ningún triunfo, al cual no haya acudido aquel
monasterio con alguno que otro, y aun diversos, de sus cenobitas y bien se compadece, que las semillas de la verdadera
doctrina, que por espacio de muchos días abundó en él, estén tan arraigadas
hasta las mismas piedras de edificio, que a no demolerlas y convertirlas en
polvo, no cesen de nutrir todos los años con alguno que otro Luterano, la
hoguera inquisitoria.
De
intento hemos desviado de nuestro propósito en la presente ocasión para referir
tan horrorosa historia, por el deseo de alegrar a la Iglesia de Cristo, a la
cual creeríamos ofender malignamente,si privásemos a estos santos varones, de
la memoria con que se les debe honrar, por haber combatido tan de cerca la
superstición, con no menor esfuerzo que peligro, despreciando por causa de su
religión, con tanta grandeza de alma, y renunciando, de grado, a aquellas
honras y placeres ciertos; y abrazando, en su lugar, la pobreza, el desprecio,
el destierro de su patria, las mayores afrentas y el cotidiano peligro de su
propia vida, que llena aun de otros quebrantos, defienden con suma dificultad.
Y
después de Dios, atribuimos estos memorables esfuerzos, a Arias, de quien vamos
tratando, por cuanto de aquellas primeras centellas que él, aunque con otros
fines, introdujo el primero en el monasterio, encendiose aquella grande hoguera en que ardió después, en
alabanza de Dios, el mismo convento y fuera de él, una buena parte de la
ciudad, sin contar otros muchos lugares.
Así
pues, habiendo los suyos propios, delatado a Arias repetidas veces ante los
Inquisidores, como que por la inconstancia y variedad de su carácter, les era a
ellos tan sospechoso como a los demás perjudicial, había tenido que defenderse
en juicio.
Sucedió
al fin, que en aquellos calamitosos
días, en que por una especie de fatalidad se veía cualquiera arrastrado al suplicio
por causa de religión, él fue también acusado, y no como antes, sino
formalmente. Habíaselo pronosticado así algunos años antes el mismo Constantino y bajo juramento
Pues
convidándole este un día a comer y asistiendo también Egidio y Vargas, para
reprenderle mejor y mas severamente aquella su tan lamentable perfidia, ya que
antes había burlado muchas veces otra mas blanda amonestación él, en el calor
de la disputa, como amenazándoles, llegó
a decir, que rezaba el que le obligasen a ver el espectáculo de toros sacados a
plaza, como de cuando en cuando se dan al público, augurándoles bajo es enigma,
aunque claro, el teatro Inquisitorio.
A
lo cual Constantino le dijo: “Pongote a Dios por testigo, de que entonces, no
serás tu el que vea la corrida desde lo alto, como piensas, sino que estarás en
la misma arena.”
No
obstante por uno de sus ocultos y adorables designios, hizo Dios, que este
último cautiverio no fuese la perdición de aquel hombre, aunque tan pérfido,
sino el principio de un verdadero y
hasta allí inesperado arrepentimiento.
Pues
se apoderó del ánimo suyo, un tan grave dolor por su pasada vida, que aunque
era un hombre mas medroso que las liebres o las monas, resistió entre los
mismos tormentos, a los impugnadores de la verdad, con una constancia de ánimo
inesperada, y que argüía en él, una mudanza milagrosa, y a los mismos
Inquisidores, especie de semidioses por aquella su majestad, reprendía con
durísimas palabras, diciéndoles, que eran mas a propósito para andar de
arrieros con tres o cuatro burros, y que esto les estaría mejor, que no
arrogarse la censura de las cosas de fe, que tan torpemente ignoraban. Que en
cuanto a él, de corazón le pesaba y no dejaría de pesarle. mientras viviese,
haber combatido muchas veces, delante de ellos, a sabiendas y de grado, contra
sus piadosos defensores, la misma verdad, que ahora defendía.
Cuantas
veces le llamaban a la audiencia, tenían los Padres de la fe que aguantar tan duras recriminaciones. Sacáronle al
triunfo, marcado y señalado con todas aquellas insignias, según el juicio de
los hombres, muy ignominiosas; mas lucidisimas y ante el juicio de Dios, las
honrosas de lo que se puede expresar.
Grave
ya por su ancianidad, pero mas en particular venerable, así por el insigne
arrepentimiento de su pasada vida, como por la confesión pública de la verdad,
y apoyándose en un báculo, se acercó después del triunfo, contento y
regocijado, al suplicio del fuego, compensando suficientemente al fin de su
vida, con aquel notabilisimo ejemplo de arrepentimiento, digno de eterna memoria.
¡Oh
varón verdaderamente bienaventurado y digno de que la iglesia establecida en el
mundo, le coloque en lugar preferente, entre los príncipes y mas esforzados
campeones de la fe, por haberse levantado de repente, desde la malicia mas
deplorable, hasta el punto de confesar como aquellos, la verdad. !
Pablo,
aquel selectisimo instrumento de Dios, se constituyó primeramente en el orden
de los pecadores, porque por ignorancia y en cierto modo, con buen celo, había
perseguido a la Iglesia de Dios; pero nuestro Arias, que a sabiendas y de
grado, la afligió, como un enemigo domestico, no abierta sino insidiosamente
¿en que lugar le colocaremos entre los pecadores?
Pablo
dice, que en virtud de un oculto designio de Dios, llegó él a alcanzar la
misericordia, de que por tantas razones se había hecho indigno “ para que en mi
mostrase - dice - Cristo Jesús, toda su clemencia y dejase un dechado, a los
que han de creer en él.” ¿ cuanto pues no manifiesta Cristo, en nuestro nuevo Pablo,
su clemencia, las riquezas de bondad y los tesoros de su misericordia?
CRISTÓBAL DE ARELLANO.
Monje
del convento de San Isidoro de Sevilla, según declaración de los mismos
inquisidores el hombre mas docto de cuantos habían entrado, antes que él, en el
alcázar inquisitorio, acusado por los suyos, a quienes, con una erudición cual
nunca habían conocido, sirviera en honra y provecho de ellos; fue también
arrastrado a la nasa inquisitoria.
Debió
principalmente el concepto de suma erudición, que con los inquisidores se había
granjeado, a que siendo hombre versadísimo en los libros de los Doctores de
teología, que llaman escolásticos, Aquino, Scoto, Lombardo y demás de aquella
clase, lo que ellos en sus varias controversias religiosas dijeron, sin pensar,
en apoyo de la verdad, lo acomodaba él a su propósito, con una rara destreza de
ingenio y con una memoria extremadamente feliz, dando, por supuesto, el primer
lugar, a las Sagradas Escrituras y a las sentencias de otros doctores de mas
sano juicio: de lo cual resultaba que sus adversarios todos, para quienes las
simplezas manifiestas de aquellos autores valían mucho mas que la Sagrada
Escritura, eran combatidas por sus mismos defensores.
Condenáronle,
no obstante a la hoguera, sobrepujando, para con los crueles tiranos, los
hacecillos de leña, a la erudición de aquel
y a la verdad misma. Estando ya de pie, en pública plaza, para escuchar
su sentencia, oyó que en ella, con el mayor descaro, se le achacaba un crimen
falso. Suponían haber él afirmado que la virgen pura, madre de Cristo, había
sido tan virgen como él: palabras, que de haberlas proferido cualquiera, no
menos impía que impuramente eran, por cierto, dignas, de que los santos de la
fe, lasa divulgasen por todo el teatro del orbe. Mas, este artificio, suele el
Santo Tribunal atraer un odio grandisimo, a los que sabe el vulgo mas aceptos
por su virtud singular y a todos manifiesta.
Oída
aquella impura blasfemia, Arellano, que no sin providencia de Dios, tenía
entonces suelta la lengua, exclamó delante de todo el pueblo, que aquella era
una mentira, descaradamente inventada: puesto que él, creía firmisimamente lo
contrario y lo había creído siempre: como que lo había aprendido de varios
lugares de la Escritura, por los cuales estaba dispuesto a demostrarlo en el
acto si fuese necesario.
Ya en
el borde mismo del suplicio, parose de propósito a reírse delante de él, como
para insultarle por su desgracia, uno de los monjes compañeros, a quien había
tenido por adversario y capital enemigo. Pues no basta sumir en aquella
desgracia a un hombre piadoso, dotado de tan singular erudición y además
inocente, si no le insultaban también cuando iba al suplicio.
Conmoviose
un tanto Arellano con aquel repentino e imprevisto espectáculo, mas luego,
conforme al deber de cristiano, recobró aquella tranquilidad de ánimo que le
correspondía y debía servir de ejemplo a los espectadores. Consoló también, en
el ara del suplicio, a otro monje de la misma Orden llamado Juan Crisostomo,
antes discípulo suyo y entonces, compañero de suplicio.
Por
ignorar absolutamente las causas del suplicio de este, no nos atrevimos hasta
ahora en contarle en el número, Fue sin embargo, predicador de inculpada vida y
de costumbres enteramente santas dotado; y por lo tanto no muy bien visto por
los cerdos de sus compañeros, solo a la gula entregados.
Cuatro mujeres sevillanas: ISABEL BAENA, MARÍA VIRUES, MARÍA
CORONEL, MARÍA BOHORQUES.
Sobresalían
por la singular pureza y santidad de vida, entre los que, de mas antiguo,
profesaban la piedad en aquella piisima Iglesia de Sevilla, consumida, ya casi toda, por el fuego inquisitorio.
Pero
aunque iguales en piedad, sin embargo en cuanto a la erudición verdaderamente
prodigiosa en una doncella, que en las Sagradas Letras había adquirido, con la
continua lección y meditación y trato frecuente con los piadosos y doctos
varones de que, en aquel tiempo, abundaba la ciudad de Sevilla y sobre todo,
con el ejercicio mismo de la piedad.
La casa
de la primera, esto es de la Baena, fue escuela de constante piedad y sagrado
asilo donde se tenían santas reuniones y donde resonaban de día y de noche
perpetuas alabanzas de su Dios y de su Cristo. Nada se veía allí de profano,
nada tampoco, que se encaminara a ostentar santa devoción; llenábalo todo, una
sólida y verdadera piedad. Alcanzó por fin hasta allí, la red inquisitoria y
cogió, de un solo lance, aquellas cuatro mujeres, con algunas otras de las cercanías,
por juzgarlas Dios, sin duda, ya dispuestas, para una ilustre confesión de su
nombre.
Debió
la doncella Bohorques tan grandes adelantos y erudición en las sagradas letras,
a su mediano conocimiento de la lengua latina, en virtud de la cual, en medio
de aquella cruel tiranía sobre las conciencias, que prohibe al pueblo leer en
lengua vulgar la Sagrada Escritura, podía al menos aprovecharse a su placer de
la versión latina.
El
doctor Egidio, a quien por su exquisita piedad y erudición, tenía por maestro,
solía decir de ella, que siempre salía mas instruido de su conversación.
Mientras
estuvo en la cárcel, tuvieron con ella
los frailes Dominicos curiosas disputas, en las que era ciertamente un
portento la sutileza de la muchacha en disolver y desatar con la Palabra de
Dios, espada de dos filos, los sofísticos nudos de aquellos y admirable su
buena memoria y familiaridad con los lugares de la Sagrada Escritura. Estos
frailes, cuantas veces salían de disputar con ella, aunque bajo el nombre de
obstinación, daban un manifiesto testimonio, de su constancia y sabiduría.
Después
de un prolongado cautiverio, en aquella cárcel de Cíclopes y de tormentos de
toda especie, por cuyo medio, los atormentadores, a fuerza de crueldad la
hicieron descubrir a su propia hermana, como confidenta de su doctrina, lo cual
le acarreó a esta, primero el cautiverio, después una muerte cruel en los
mismos suplicios; la sacaron por fin al triunfo, con los demás piadosos varones
y mujeres que ya antes mencionamos, mostrando a pesar de todo, en la alegría
del semblante, ser mas bien ella la que triunfaba del Santo Oficio.
Leida
en el cadalso su sentencia y después de intimarle, en público, la pena de
muerte, le preguntaron los inquisidores, si quería al fin volver en si y
confesar los errores que hasta allí tan pertinazmente había defendido: a lo
cual ella en voz alta y clara respondió que ni quería ni podía hacerlo.
Llévanla
desde allí, con tan bienaventurada compañía, a la planicie del suplicio y al
exigir los hipócritas, con no menos impiedad que imprudencia, de todo aquel
coro de mártires, la confesión de la Iglesia romana en el símbolo apostólico,
según arriba se dijo, adelantándose ella a los demás se resistió animosamente.
No
obstante, aquellos imprudentísimos enredadores, determinaron oscurecer con sus
enredos la gloria de tamaña constancia, aplicando al punto los cordeles al
cuello de los piadosos mártires, queriendo dar a entender, que en el término
mismo de la vida, habían reconocido la Iglesia Romana y que por lo tanto en
virtud de la clemencia inquisitoria, eran quemados muertos y no vivos. Y aun se
ensañaron tambien con las santas paredes que tantas veces ampararon las
piadosas congregaciones para alabanzas de Dios reunidas. Pues mandaron derribar
por los cimientos y asolar la casa de la Baena y reduciéndola a solar perpetuo,
erigieron en medio de ella un rollo de mármol, que fuese un monumento eterno,
para los impíos y ciegos idólatras, de los crímenes allí consumados y para los
fieles, de las congregaciones en nombre de Dios allí reunidas, en las que, como
entre los suyos, se halló a no dudar el mismo Cristo.
No
podemos dejar de relatar, por mas que nos salga extenso este tema, las
incidencias relatadas por Llorente y que dice así:” Murieron también entonces,
María de Virués, doña María Coronel y doña María de Bohorques todas tres
solteras, hijas de padres muy nobles, mereciendo particular mención la historia
de esta última por las circunstancias de su causa y porque un español compuso
cierta novela titulada “Cornelia Bororquia” de la cual dijo ser historia mas
que romance, no siendo ni lo uno ni lo otro, sino reunión de desatinos mal
forjados, con trastorno de los nombres de las personas que introduce y aun el
de su heroína, por no haber entendido la historia de la Inquisición escrita por
Felipe Limborg, pues citando éste dos personas por sus apellidos, Cornelia et
Bohorquia que fueron doña María Coronel y doña María Bohorques, formé con las
dos una que nunca existió, nombrada Cornelia Voroquia, fingiendo amores que no
pudo haber con el inquisidor general propietario, que se halla en Madrid y era
el arzobispo de Sevilla, a quien supone persona distinta.
Supuso
interrogatorios que jamas se ha estilado en el Santo Oficio, dio perfectamente
a conocer que su ánimo era satirizar y poner en ridículo al Santo Oficio, de
quien temiendo ser preso, huyó a Bayona.
La
verdad sencilla de la historia basta por si sola para demostrar cuan digna de
odio es la Inquisición, sin que sea necesario acudir a las armas de la fábula,
de la sátira ni del ridículo. Por lo mismo me parece mal el poema francés
intitulado la Guzmanada, pues levanta falsos testimonios indecentes a Santo
Domingo de Guzmán, cuya conducta personal fue purísima sin que yo descubra
utilidad en tales medios para desaprobar los que adoptó el santo con el fin de
extinguir la herejía de los albigenses, pues basta saber con la doctrina de San
Agustín, que no todo lo que hicieron los
santos es santo. Empero vamos a nuestra historia.
En el
suplicio mismo D. Juan Ponce de León, ya convertido, dijo a doña María que no
se fiara de en la doctrina de fray Casiodoro y cediese a la de los
predicadores; ella le contestó tratándole de ignorante, idiota y palabrero y
diciendo que no era entonces hora de gastar el tiempo en palabras, sino en la
meditación de la muerte y pasión del Redentor, para avivar mas y mas la fe por
la cual debían justificarse y ser salvos
Sin
embargo, porfiaron algunos clérigos y muchos frailes, después de puesta la
argolla al cuello y manifestando deseos
de que no la quemasen viva, movidos a compasión por su juventud y su sabiduría,
contentándose con que dijera el Credo; lo consiguieron y aunque acabado de
pronunciarle comenzó a explicar los artículos de la Iglesia Católica y del
juicio de los vivos y muertos, en sentido luterano.
2º AUTO DE FE EN SEVILLA: 22 de diciembre 1560.
Quizás
pensando en la posible visita de Felipe II, como había ocurrido en Valladolid,
los inquisidores prepararon el segundo auto de fe, con todo boato. Hubo catorce
quemados en persona, tres en estatua, treinta y cuatro penitenciados y tres
reconciliados antes del auto.
Las
tres estatuas fueron las de Egidio, Constantino y el Doctor Juan Pérez.
Respecto a Juan Pérez de Pineda, no podemos en este estudio tratarlo, ya que
nuestra pretensión divulgativa, se fija solamente en los reformadores que
permanecieron en la Península sin exilarse, y que presos por la Inquisición
fueron mártires por causa del Evangelio. Sin embargo no me resisto a decir, que
Pelayo lo llama elegante escritor; que tiene una traducción del Nuevo
Testamento y Salmos que no la hay mejor en
prosa castellana, escrita en lenguaje puro, correcto, claro y de gran lozanía y
hermosura.
Con la
“Epístola consolatoria” crea escuela narrativa, siendo una especie de sermón
para los hermanos de la Iglesia luterana
de Sevilla, notable por la dulzura de los sentimientos y lo apacible y reposado
del estilo.
“Juan
Pérez de Pineda, fue rector del Colegio de la Doctrina de Sevilla, uno de los
focos del luteranismo, y tuvo estrecha amistad con los Doctores Egidio y
Constantino. Esto es cuanto puede decirse de él antes de su salida de España-
dice Pelayo-.”
Sobre
Constantino Ponce, en páginas anteriores, ya hemos reflejado aspectos de su
vida, su sabiduría y su testimonio como defensor de la fe evangélica. Solo pues
nos resta entre los que fueron sacados en estatua, el comentar la vida del
Doctor Egidio.
Como la
fidelidad de Montes y el estilo de su narración nos atrae, lo haremos con sus
palabras.
EL DOCTOR EGIDIO, canónigo y predicador de la catedral de
Sevilla.
El
doctor Egidio, aunque no de ja de ser hombre a propósito para el estudio de las
letras y harto constante en cultivarlas, malgastó la mayor parte de su vida, en
estudios tan estériles, que después de acabado el curso o circulo de aquellos
estudios y de haber ganado en las escuelas a título de su erudición, los
últimos grados académicos, después en fin de profesar por largo tiempo la
Teología (que era la condición de aquella edad, acerca de los estudios de las
letras), apenas podía medianamente hablar en latín.
Y aun
no sería grande el mal, si a la torpe ignorancia y corrupción ya de las
lenguas, ya del buen método para aprender, no se añadiese un cierto desprecio,
blasfemo y verdaderamente impío, de las sagradas letras.
Oímosle,
de su misma boca, a aquel piadoso varón, lamentándose de la esterilidad de sus
estudios; y de las tinieblas de su siglo, decir, que eran tales aquellos
tiempos, que en la Universidad de Alcalá, donde él estudió, el que de cualquier
modo despuntaba en la Sagrada Escritura. lejos de contarle entre los doctos, le
llamaban los demás, por mal nombre “el bueno del biblista” dando ellos la palma
del saber y por consiguiente, de la sagrada Teología, aun sobre la Sagrada
Escritura, a Lombardo, Aquino, Scoto, Gregorio Arithmético y otros autores de
la misma escuela.
Estando
en Siguenza de maestro de Teología, le llamó a Sevilla, para predicador de la
catedral, un tal Alejandro, antecesor suyo en aquel cargo, recomendando su
providad y su doctrina con tal eficacia, que el cabildo de la Iglesia, contra
costumbre recibida y contra sus propias afecciones, sin publicar antes la que
llaman oposición de doctores, y sin que
él lo esperase, le enviaron a buscar y le nombraron su predicador.
Ahora
bien, a Egidio, le tenían por muy sobresaliente en la Teología, que entonces
prevalecía en todo el orbe cristiano, pero ni había predicado en público, ni
saludado siquiera las sagradas letras.
Y así,
cuando subió al púlpito, le hallaron contra todos lo que esperaban, ineptisimo
para aquel oficio; y empezó el mismo a aburrirse y los demás a despreciarle
sobre manera. Y aumentándose mas y mas cada día este desprecio, tanto a los
que, imprudentes, primero le habían llamado, como a él, que con no menor
imprudencia, tomara sobre si un cargo, para el que era completamente inepto.
Les pesó, de lo hecho, de tal suerte, que mas de una vez pensaron, él en dejar
de grado el puesto u ellos de separarle.
Al cabo
de algunos años pasados en aquella incertidumbre, vino Egidio a tropezar, con
un oportuno consejero (velando así la benignamente la divina Providencia por su
bien y el de toda la ciudad) que, en el espacio de pocas horas, le instruyó
puntualmente en el oficio de predicador cristiano, para cuyo feliz desempeño se
requerían otros estudios, otros libros y otros directores, que los que hasta
entonces a él le habían servido.
Pasmabase
al principio Egidio con aquel tan inesperado discurso y admiraba sobre todo, la
audacia de aquel hombre, que siendo del vulgo de la plebe, idiota y que no
tenia fama de muy cuerdo, se había atrevido a enseñar con tanta confianza a un
tan grande doctor, sin haberle antes tratado, ni aun conocido lo bastante.
Pero
como era de condición apacible y se le hablaba del oficio de predicador, que él
tan infelizmente ejercitaba, se dominó a si propio con facilidad, para
prestarle oídos.
Mas el
espíritu de Dios, comunicó tal virtud a las
palabras del consejero, que desde aquella hora, mudado Egidio en otro
hombre, juzgó inútiles y vanos todos los estudios y ejercicios de su vida
pasada y entendió que tenía que introducirse por otro nuevo camino a la
sabiduría, de la que ni aun el alfabeto
había aprendido.
Y como
que su mismo advertidor no le eximia del cargo de predicador, interiormente se
sentía llamado a aquel oficio del que no había de sacar en el mundo ni honra ni
provecho.
Pasmaranse
algunos, al saber el nombre del consejero, que tan breve tiempo fue, para tan
gran varón, autor de tal mudanza, y maestro de verdadera sabiduría: pero hemos
de divulgarlo, para que mas se celebren y adoren los admirables designios de
Dios, que embota y desvanece la sabiduría mundana por medio de los que el mundo
tiene por locos . Este fue RODRIGO DE VALER, a quien los inquisidores,
veintiséis años antes, condenaron públicamente en Sevilla, a título de
pseudo-profeta, pseudo-apostol, y vilisimo impostor, que después murió
desterrado por profesar la verdadera piedad.
Este
fue el que, con sus amonestaciones, despertó, primero al doctor Egidio, según
arriba dijimos y de este maestro aprendió primeramente el verdadero Evangelio
de Cristo, que antes por espacio de muchos años, ni como discípulo ni como
maestro, había oído siquiera.
Favoreciole,
en cuanto pudo, mientras se trataba su causa, ante los inquisidores, y por los
esfuerzos de él, dicen que se logró, el que inclinandose los inquisidores a la
clemencia, templasen principalmente la sentencia dada contra el relapso, como
ellos llaman.
Y no le costó poco a Egidio aquella compasión,
para con su maestro, pues atrajo un grande odio y se hizo sospechoso, a aquella
raza de Fariseos, a quienes la verdadera piedad fue siempre odiosa.
Después
de aquella saludable amonestación, vino Egidio a tener trato familiar y
estrecha amistad con Constantino de la Fuente, hombre de prodigiosa erudición,
y con aquella amistad, comunicándose uno y otro sus estudios, empezó Egidio a
instruirse en otras mejores letras, y a leer buenos autores y en una palabra, a adelantar
considerablemente en la verdadera teología.
Pero
sobre todo, como ya sabía mejor, por la comunicación con otros mas sabios, y en
particular, por su propia experiencia, de qué cosas había de platicar con fruto
al pueblo, empezó a predicar tan docta, tan piadosamente y con tanto fervor en
sus palabras, como fría, indocta y torpemente, antes lo había hecho.
Sentían
los oyentes, la virtud de una doctrina propagada con entero acuerdo por tres
hombres ya de suma autoridad, Egidio, Constantino y Vargas y así era, que
cuando mas se levantaban estos, de las inveteradas tinieblas de aquella
ignorancia, en tanto mayor estima eran estos tenidos y tanto mas se desacreditaba
cada día, con el asiduo contacto de la luz, la turba de hipócritas, que con
tanto detrimento de las almas, habían enseñado otra cosa.
Originabanse
de aquí las continuas quejas dadas a los Inquisidores, acerca de la verdad,
principalmente, acerca del doctor Egidio, que como aventajaba a sus compañeros
en sencillez de carácter y en autoridad, procuraba también mas abiertamente y
con mas frecuencia, a los enemigos de la luz.
Pero
cuando mas se atrajo el odio implacable de aquellos, fue cuando después de
pasados algunos años, en aquel empleo, por su singular doctrina y santidad de
costumbres, le eligió el Emperador para Obispo de Tortosa, pues augurando
entonces los hipócritas, que había de venir a su reino alguna terrible
calamidad, si Egidio llegase a subir a la silla episcopal, juzgaron que debían
acabar con él, aunando todas sus fuerzas y no andarse, como antes, en ligeras
escaramuzas.
Llamanle
pues seriamente al tribunal de los inquisidores, se agita su proceso por los
mas diestros artífices de la iniquidad y le sepultan en la cárcel inquisitoria.
El
principal capítulo de su proceso, era el de la justificación del hombre, al
cual seguian otros correlativos, a saber, el de los méritos de los hombres, del
purgatorio, de las purificaciones de los pecados, inventadas por la industria
humana, de Cristo, como único mediador, de la certeza de la fe en los
justificados etc...
A estos
artículos, se añadían otros, sobre la idolatría o culto a las imágenes, a los
que dio ocasión, un ídolo nefando de la santa Virgen, con artificio admirable
fabricado, según dicen por el rey Fernando el Santo, que ostentan, con gran
pompa, en algunas fiestas de la bienaventurada Virgen.
Tratose
además, de un pedazo de palo, que con prodigiosa superstición se venera en la
catedral, por suponerle parte de la cruz en que estuvo colgado Cristo,
superstición que Egidio había querido abolir, reduciendo a cenizas dicho palo.
Item: se habló también, de la invocación de los santos muertos, de la
conveniencia de suprimir en los púlpitos de los cristianos toda humana doctrina
y enseñar en ellos, puramente la Palabra de Dios: y de otras materias en
extremo necesarias.
Por vía
de apéndice añadieron, que había favorecido celosamente a Valer el de Lebrija
etc.
Respondió
a todo esto Egidio y en particular, sobre el artículo principal, hizo una tan
cumplida defensa de su doctrina, que de ello, hasta ahora, no hemos visto otra,
ni mas docta, ni mas piadosa, ni mas completa.
Con
aquella misma respuesta, abrió una anchisima puerta a sus contrarios, para
recoger otros muchos y nuevos errores y herejías. Aun no había llegado a tanto
la audacia de los Inquisidores, que pensasen en quemar, por aquellos cargos, a
tan insigne varón, si bien los contrarios los apretaban con ahínco a tamaña
crueldad; y así buscaban medio de salvar su vida, ya que de ningún modo podían
apartarle de su opinión e intercedían por él, el cabildo de la Iglesia de
Sevilla y el mismo Emperador, que poco antes le había juzgado digno de un
ilustrísimo Obispado.
Corro,
anciano venerable, que era uno de los inquisidores y conocía la piedad de
Egidio y la perversidad de los que le acusaban, le ayudaba también mucho en su
negocio, a pesar de que a ello se oponía su malvado compañero Pedro Díaz,
quien, por ser un ambiciosisimo hipócrita, había desertado al bando contrario,
después de renunciar a la verdad, que de Valer, el de Lebrija, mediante una
interpretación familiar de la Epístola de S. Pablo a los Romanos, había
aprendido y con sumo agradecimiento escuchado.
Muerto
ya Vargas y hallándose Constantino en Bélgica con el Cesar, de quien era
predicador y confesor, se requerían, por cada una de las partes, árbitros de
aquella doctrina, nueva entre los españoles. Había Egidio nombrado por su
parte, entre otros, a Bartolomé Zamora(Bartolomé Carranza de Miranda), fraile
de la secta Dominicana, hombre sumamente docto e instruido en el conocimiento
de la verdad, que por gracia del Emperador subió luego, al arzobispado de
Toledo y habiéndole perdido por su religión, o lo que se tiene por mas cierto,
por odio del arzobispo de Sevilla Primer Inquisidor, murió, hace poco, en lo
mas recio de sus contradicciones con los Inquisidores.
Mas
hallándose éste también con el Emperador no pudo intervenir en el examen del
proceso.
También
Arias, llamado vulgarmente Maestro Blanco, dio por entonces su parecer, acerca
de aquella doctrina, pero ya su historia, dijimos en qué términos y algún día,
tal vez, se publicará con la respuesta de Egidio.
Así
pues, hallándose los unos ausentes y rehusando otros el juicio por peligroso,
vino a quedar la decisión del negocio en manos de Domingo de Soto, de la secta
Dominicana, sofista de gran reputación en la Universidad de Salamanca.
Este,
después de esperado largo tiempo, fue con gran aparato, de Salamanca a Sevilla
y empezó a tratar con mayor sagacidad que la que otros antes habían usado, a
aquel hombre cándido en demasía, por ni decir incauto. Pues mostrando en todo
benevolencia y candor, luego que entendió que el hombre era inexpugnable en su
opinión, si se le atacaba de frente, aparentando consentir con él en la
doctrina, le persuadió, al fin, a que para eximirse de la infamia pública con
que ya entre todos estaba tildado, expusiese en una declaración también pública
y cumplida, los capítulos de su doctrina, puestos en tela de juicio: que él
escribiría de antemano dicha conveniente interpretación para que la adoptase,
si le acomodaba: si no, comunicando entre ambos sus razones, se publicaría
luego, la que mejor satisfaciese a la conciencia de uno y otro, y sobre todo a
la verdad.
Extiende
Soto el borrador de la declaración, repásanla entre si y convienen por fin, y
enteramente sin la menor controversia.
Señalan
los inquisidores un día de los mas solemnes y se preparan en la catedral dos
púlpitos. Estaban los púlpitos algo lejos el uno del otro, el murmullo del
pueblo, que hablaba diversamente acerca de aquellos sucesos, resonaba de
manera, que Egidio no podía oír lo que Soto decía. Y así, aquel hombre
mínimamente crédulo, cuando Soto por señas y levantando mas la voz para que el
incauto pudiese oírle, le pedía su asenso, a cada capitulo de aquella
fraudulenta revocación; él también por señas atestiguaba que convenía con lo
que Soto acaba de leer en la minuta escrita.
Condenáronle
allí, a tres años de cárcel - tal era el favor que para Egidio había granjeado
aquel perfidisimo fraile - prohibiéndole predicar, enseñar y escribir durante
diez años; y previniéndole además que en ese plazo no saliese de las fronteras
de España: y ni aun así entendió que había habido fraude en aquel acto, si bien
se maravillaba de aquellas penas: hasta que luego, que le volvieron a su
prístino encierro y le echaron en cara sus amigos el haber negado la verdad,
descubrió, por fin, el engaño.
Todo
esto lo supimos, no por otro medio, que por su misma boca y estando también en
la misma cárcel. Vio, mientras estuvo en aquella prisión, morir a tres de sus
principales enemigos, Sbarroya, sofista dominicano, Pedro Mejía, hombre que
ridículamente se arrogaba el título de filosofo, sin ciencia ninguna útil, y
Pedro Díaz, el inquisidor, que según arriba dijimos, desertó impíamente de la
verdad; y por cierto que no parecía haber sucedido sin un especial juicio de
Dios, que dentro del segundo año de su estancia en la cárcel, y mientras se
trataba de su causa, desapareciesen y fuesen uno tras otro arrebatados, tres
enemigos acérrimos de la verdad.
Vivió
Egidio después de aquella fraudulenta revocación, cuatro o cinco años, siempre
venerable a aquella piadosa iglesia y no menos útil, que cuando tenia entera libertad
de predicar.
Con
ocasión de una embajada, visitó por aquel tiempo a los hermanos, que en
Valladolid bajo la enseñanza del Doctor Cazalla, renunciando a la impiedad, se
habían alistado en el Evangelio de Cristo, y volviendo a Sevilla después de consolarlos
y confirmarlos, por la agitación del viaje, un tanto largo, vino a enfermar y a
los pocos días pasó de la trabajosa vida al eterno descanso.
Sobre
el Génesis, sobre la Epístola de S.Pablo a los Colosenses, sobre algunos Salmos
y sobre el Cantar de los Cantares, dejó en español, unos comentarios sumamente
doctos y que respiran en todo una piedad cristiana y un corazón lleno del
espíritu de Dios, los cuales, como preciosas joyas de la Iglesia, se guardan
por varones fieles, para uso de ella.
Aunque
todas estas obras son piadosisimas y muy eruditas, sin embargo, las que
escribió en la cárcel y en las mismas prisiones, exceden tanto a las otras, en
exquisita piedad y en ciertos afectos, por un verdadero espíritu de Dios
excitados; que cualquiera podrá ver en ellas, cuan gran auxilio presta en
ánimos píos y arrepentidos, la presencia real de la Cruz, para sentir con
perfección acerca de las cosas divinas.
A los
dos o tres años de haber muerto aquel religiosisimo varón, les pareció acaso a
los nuevos inquisidores, que los que entendieron en su proceso, le habían
tratado con mas blandura de la que la crueldad inquisitoria convenía, y que ya
no pudiesen sacar aquella alma bienaventurada de su imperturbable descanso y
hacerla venir al tribunal. Sácanle pues del sepulcro, le llevan al cadalso y
poniendo en su lugar y en su nombre, una figura de paja, le imponen el castigo
que, cogido en la tierra, habían impuesto, al que está con Cristo sentado a la
diestra de Dios. Pero como habita en los cielos se ríe de ellos.
En este auto de fe, muere en la hoguera el personaje mas
original, valiente y con poder de Dios: JULIAN HERNANDEZ.
De él ya hemos dado
las referencias oportunas y hemos dejado el imborrable testimonio que dio en su
vida y hasta el final de ella, en los asistentes al auto.
DOÑA FRANCISCA CHAVES.
Quizás
la figura femenina que mas valentía mostró frente a los inquisidores fue doña
Francisca Chaves. Montes dice:
“Salió
a honrar aquel mismo auto, Francisca Chaves, doncella ilustre por su fe, monja
del convento de Santa Isabel, siendo tanto mas de admirar, que la perfecta
enseñanza cristiana, penetrase también hasta aquellos claustros de mujeres, guardados
con tantos cerrojos de hierro y sobre todo, con tan obstinada superstición.
Pero al
fin, nada en el mundo puede retardar, el que se cumpla a su tiempo la gracia de
Dios, para con sus escogidos en Cristo.
Logró
tener por maestro en el Evangelio, al muy esclarecido Doctor Egidio, de quien
ya hablamos. Aun debajo de aquel modo
ocultada, no pudo para siempre esconderse la divina luz, sin que apareciendo a
su prefijado tiempo, regocijase con su aspecto a la Iglesia de Dios e
hiriese y agudamente redarguyese, las
tinieblas de los impíos.
Delataron.
al cabo, a los inquisidores y por ellos tratada como de costumbre, la sacaron
al auto y la quemaron. Cuantas veces la llamaron a la audiencia, había la
doncella cubierto de vergüenza a los señores Padres de la fe, con sus
respuestas varoniles, a pesar de no estar, por el tenor de su entera vida,
acostumbrada de modo alguna al trato de los hombres; pues defender la verdadera
religión añadía además severisimas cuanto oportunas reprensiones, sacadas de la
palabra de Dios y acomodadas con prodigiosa destreza a los padres de la fe,
llamándoles ya perros mudos, ya generación de víboras.
Principalmente
fue notable para todos los que la miraban, su desprecio a la muerte y al
suplicio y la alegría, que hasta el mismo cadalso, manifestó en su semblante.
DOÑA ANA DE RIBERA.
Nos
dice Llorente, que Ana de Ribera, era viuda del Maestro de niños Fernando de
San Juan, quemado en el año anterior. Ella fue también quemada por luterana,
como también Fray Juan Sastre, monje lego de San Isidoro y Francisca Ruiz,
mujer de Francisco Durán, alguacil de Sevilla. Dice
Llorente, que da gran compasión ver en este auto, cinco mujeres quemadas, de la
familia de aquella infeliz -feliz- demente, que dejamos citada en relación con
la estatua de Francisco Zafra. Llamabase María Gómez, viuda de Hernán Núñez,
boticario que había sido de la Villa de Lepe. Curada
de la demencia, prosiguió en su creencia evangélica y murieron junto con ella,
Leonor Gómez, su hermana, y sus tres hijos.
BARTOLOMÉ DE CARRANZA: arzobispo de Toledo.
No
podemos dejar en el tintero, pese al poco espacio disponible para ello, a la
figura mas representativa de la Inquisición: Fray Bartolomé de Carranza,
arzobispo de Toledo. Si fue evangélico o no, solo Dios lo sabe, pero de lo que
estamos seguros, es que el perseguidor de herejes, se convirtió en el objeto de
la caza del Inquisidor General Valdés y cuando lo tuvo entre sus fauces, como
perro rabioso, no le soltó.
Nadie
mejor que Telechea para adentrarnos en
el tema y poder sacar las conclusiones mas actuales. Bien es verdad, que
nuestro propósito no irá mas allá de lo que afecte al tema de la Inquisición.
Un hombre y un libro.
Así comienza Telechea el estudio histórico de
Carranza, en la edición del “Catechismo chiristiano”. En 1558 sale de las
prensas de Martín Nuncio, en Amberes, un voluminoso libro de 433 folios de 195
por 265 milimetros. Este libro del que muchos hablan y casi nadie ha leído, iba
a conocer la mas extraña historia, que
nadie hubiese sospechado proviniendo de un teólogo profesional y de gran
experiencia docente.
El
autor envió dos docenas de ejemplares a España para que lo viesen y juzgasen
algunos teólogos y frailes amigos suyos. Pronto descubriría que su obra
despertaba inquietud en la Inquisición.
Pronto
el Inquisidor General Valdés encomendaría oficialmente la censura teológica del
Catecismo a teólogos como Cano, Domingo de Soto y otros intentando impedir que
la Universidad de Alcalá diese voto alguno sobre el mismo.
En
agosto de 1559 el Catecismo quedaría incluido en el Índice de libros prohibidos
siendo apresado Carranza y sometido al más famoso proceso inquisitorial, que
duró 17 años.
Durante
estos años el grueso de la edición quedó bloqueado en Amberes, probablemente
pagado por el autor. El asunto pasó a la tercera fase del Concilio de Trento,
donde mereció la aprobación de la Comisión del Índice siendo recusada por
algunos españoles. El cardenal y el embajador tejieron una tupida red de
razones para evitar que el libro fuese aprobado por Roma. El P. Diego Laínez
general de la Compañía de Jesús, se excusó con aparente elegancia, mientras
impedía que lo hiciese el P. Salmerón.
En
España Fray Pedro de Soto elogiaba sin tasa la obra, mientras Fray Melchor Cano
encontraba en ella docenas de herejías luteranas. Gregorio XIII pronunció por
fin su sentencia, resultando la prohibición del libro.
EL HOMBRE: Fray Bartolomé Carranza de Miranda.
Fray
Bartolomé nació en la villa navarra de Miranda de Arga hacia 1503, en una
familia de modestos hidalgos y viejos cristianos, destacando un hombre, tío de
Fray Bartolomé: Sancho de Carranza.
Sancho
de Carranza, llegó a ser catedrático de la nueva Universidad de Alcalá y aunque
en principio antierasmista llegó a ser un ferviente admirador de Erasmo.
En
1525, lo encontramos en San Gregorio de Valladolid, entre los colegiales
elegidos para el prestigioso centro. Tuvo por profesor al maestro Astudillo, de
quien hiciera un alto elogio el célebre Fray Francisco de Vitoria. Por entonces
llegaba al mismo colegio otro fraile de alma gemela: Fray Luis de Granada.
Con
treinta años escasos, su personalidad se afianzaba en el campo del pensamiento
humanístico y teológico. Era estudioso y trabajador; no era ambicioso, mas la
vida se encargaría de llevarlo por caminos siempre ascendentes. En 1530 explica
Artes; tres años después es regente de teología y luego sucederá al gran
Astudillo como regente mayor.
Su vida
era fervorosa. La teología era para él vida, tanto como ciencia. Leer, meditar,
orar y enseñar o contagiar, era como concebía la profesión teológica.
En 1539
acudió a Roma a capítulo y vio reconocidos sus esfuerzos con el preciado título
de Maestro conferido por la orden. Al solemne acto acudieron cardenales
embajadores y doctores: entre los primeros se encontraba el que mas tarde se
convertiría en el papa Paulo IV.
Su
conciencia y sus luces hicieron estimable su consejo al Santo Oficio. Era
consultor de la Inquisición de Valladolid y pronto lo sería de la Suprema.
Censuraba libros, intervino en el proceso secreto del célebre Fray Antonio de
Guevara según confesión propia; predicó en el Auto de Fe de San Román. Ninguna
sombra pesaba sobre su heterodoxia. Labores de oficio le permitieron también conocer
algunas obras protestantes.
Carranza y el Concilio de Trento
Cuando
la personalidad de Carranza iba llegando a sazón, comenzaron a asediarle altos
requerimientos. Carlos V le ofreció la mitra de Cuzco, la más rica de América
declinando el nombramiento. Estaba dispuesto a ir como misionero, pero no como
obispo.
Sin
embargo no se negó a secundar la invitación de Carlos V para acudir como
teólogo imperial al Concilio de Trento. Allá fue en abril de 1545 en compañía
de Fray Domingo de Soto y del Dr. Velasco y estuvo hasta 1548. Se halló en
congregaciones generales, sesiones y comisiones particulares, y le fueron
familiares las mansiones de los embajadores del emperador. Por encargo del
cardenal Pacheco predicó sobre el tema dogmático controvertido dela justificación
en presencia de todos los españoles presentes en Trento. Ese mismo año 1546 dio
a las prensas en Venecia sus cuatro Controversias sobre la autoridad de la
Sagrada Escritura, de la tradición, del Concilio y del papa.
Vuelto
a España en 1548, fue elegido prior de Palencia donde residiría dos años,
predicando al pueblo y buscando limosnas para asistir a pobres y casar
huérfanas. En 1553 comenzó a predicar en la capilla de la corte, en Valladolid
hasta 1554. En la primavera de 1554 el
príncipe Felipe se disponía a zarpar hacia Inglaterra para celebrar su boda con
María Tudor.
Se
habría un capítulo nuevo en su vida lleno de incertidumbre, causando asombro
estas noticias en su patria chica.
La Restauración del Catolicismo en Inglaterra.
Reprimir,
y defender, y sobretodo construir en medio de ruinas, eran metas de aquella
difícil empresa de restauración del catolicismo en Inglaterra. Sin embargo tras
su viaje a Roma y luego a Trento, estuvo preparado para asomarse a Europa. En
el caso inglés, ahora le tocaba seguir de cerca la ardua empresa del retorno
del reino a la fe católica y obediencia romana. Veinte años de cisma habían
dejado en la mayor ruina material y espiritual a la vieja iglesia de Cantorbery
.
Muchos
de los cortesanos españoles que se movían junto a la corte Inglesa, reconocen
palmariamente que Carranza era el gran consejero de los reyes y del cardenal.
Vivía en el monasterio de Westminster con otros españoles, pero se movía por
las estancias reales con los monarcas y Pole, para asombro de todos y envidia
de algunos.
La
experiencia inglesa fue compleja y variada en personas y situaciones pero
enriqueció el alma de Carranza. Los últimos meses de su estancia en Inglaterra
arrojan un saldo de creciente gravedad. Si Cambridge presentaba un panorama
preocupante, Oxford mantenía más limpiamente la ortodoxia. No faltaron en las
visitas escenas macabras. En la capilla mayor de la iglesia colegial de Oxford
estaba enterrada la mujer de Pedro Mártir; en Cambridge, Martín Butzer, exdominico
y luterano, que había enseñado en aquella Universidad. En ambos lugares fueron
desenterrados y quemados los restos respectivos, con participación de Carranza.
Habiendo
transcurrido tres años intensos de su vida, dejaba una estela de actividad
incansable. “Con su acuerdo y parecer fueron relajados en veces gran número de
herejes, sin otros muchos penitenciados y reducidos” ese era el fruto de la violencia represiva
que había empleado.
Como
contrapartida, conoció el peligro: “le quisieron matar algunas veces,
procurando romperle de noche las puertas de su casa; uno de los cuales lo
confesó así, queriéndole ajusticiar”. Diversas cartas de Don Felipe, escritas
desde Flandes le daban las gracias “por el trabajo que pasaba en Inglaterra en
servicio de Dios y suyo, viendo el mucho fruto que aquel reino recibía”.
No todo
fueron actividades represivas. Durante el adviento de 1557 y la cuaresma de
1558, predicó continuamente en la capilla real. Además por aquellos meses,
salía de la imprenta de Martín Nucio el Catecismo.
Un prelado evangélico en Toledo.
Todo
justifica el calificativo de evangélico puesto en el epígrafe tanto en sus
palabras como su actividad, gestos y vida íntima. Decía Carranza en un sermón:
“Esta es la primera cátedra de España ... Hoy el día de San Eugenio, que fue el
primer catedrático de ella, el primero que enseñó la ley de Cristo y la fe. Yo,
aunque indigno, sucedo en su lugar. En estas cátedras se lee sentados, porque
suceden a Cristo, que fue el primer Maestro, cuya doctrina todos leemos y a
quien sucedemos en la lectura. Este es el primer oficio de esta dignidad... ”.
En
aquella España traumatizada por el antiprotestantismo y el anti alumbradismo,
paradigma de progresistas y conservadores de cualquier tiempo, el peligro no era
imaginario y resultan proféticas y sangrientas las palabras apuntadas en el
borrador del sermón : “Acudir lo que queda flaco en el muro: la primera piedra
que padesció fue la fe; después todas las otras virtudes comarcadas y vecinas
de la materia que se rompe. A esto habemos de acudir todos, porque el hereje
infama todo aquello que ha tratado. Agora treinta años hubo una secta que
llamaron alumbrados o dejados. Uno acusó a otro de alumbrado porque le vio
delante de un crucifijo. Así agora no quede infamada la oración mental, que es
mas excelente que la vocal; la una es buena, la otra mejor... La pasión de
Cristo, sus méritos, su sangre: no tenemos otro tesoro como este, etc.”.
Si es
verdad que en estos apuntes hay temas típicos del discurso carranciano no es
menos cierto que la mención de ciertos temas en este primer sermón es
intencionada y defensiva. Por ahí irán los tiros futuros de la Inquisición.
Con
todo, existen otros testimonios rigurosamente contemporáneos de los hechos y
que reflejan con mayor frescura el impacto producido en Toledo por la vida y
conducta de Carranza. El jesuita P. Bustamante, en carta al general P. Laínez, es buen exponente de viva emoción
y no basta a explicar la gratitud que podía sentir hacia el arzobispo que había
introducido la Compañía en Toledo. A pocas semanas de la llegada de Carranza,
escribe a Laínez: “Va dando muy buena esperanza de si, con grandes limosnas y
otras obras pías en que continuamente se ocupa. Hace muy bien el principal
oficio de buen prelado, que es predicar en su iglesia. Y como andan las manos
con la lengua persuade maravillosamente. Cierto parece que nuestro Señor, con
este santo prelado y el de Granada, nos ha resucitado los buenos pastores de la
primitiva iglesia”.
El
prelado evangélico infundió las más altas esperanzas con su presencia,
envestida del halo de la “sublimitas evangelica” que ansiara Erasmo años antes.
¿No era el camino para renovar el rostro de la iglesia, una reforma basada en
las más puras fuentes cristianas?. Sin embargo mientras esto ocurría en Toledo,
en Valladolid se dedicaban a la caza de proposiciones heréticas en su
Catecismo.
Los
incipientes ataques a su nuevo estilo, que llegaron a sus oídos por algún amigo
sincero, le descubrieron un mundo lleno de insidias, que , no pudiendo airear
vicios, sacaba astillas para la difamación hasta de las virtudes. ¿Avaricia la
austeridad? ¿Rebajamiento de la autoridad, la sencillez? ¿Contaban los ingresos
quienes no podían calcular las limosnas?.
A
finales de abril de 1559 una vez visitada y ordenada la ciudad , salía el
arzobispo de Toledo para iniciar la visita de su gran archidiócesis. No
volvería nunca mas a ella. Esos mismos días salía hacia Flandes el deán de
Oviedo, sobrino del Inquisidor General para llevar a Felipe II cartas importantísimas,
pidiendo la autorización real para procesar a Carranza.
El proceso.
Por
otra parte, los luteranos apresados en Valladolid habían mencionado en sus
declaraciones el nombre de Carranza. Cuidadosamente se extrajo cuanto pudiera
afectar a la ortodoxia del arzobispo. Su antiguo discípulo Fray Domingo de
Rojas, en un afán desesperado de salvarse de su propia caída, había
comprometido a su antiguo maestro. De sus múltiples declaraciones se extrajeron
las que hablaban de afinidad de lenguaje con los luteranos. Se designaba a
Carranza con el insidioso nombre de “amigo de los presos”.
No
hubiera pasado de reyertas frailunas si quien manejaba todos aquellos hilos no
hubiese sido la Inquisición y su
Inquisidor General Don Fernando de Valdés.
La vida
de Carranza termina realmente en la noche del 22 de Agosto, cuando fue preso
por la Inquisición mientras dormía. A partir de aquella noche, todos hablarán
del proceso. Su lengua calló y sus manos limosneras quedaron paralizadas. En
Febrero de 1560 pronunciaron el más inesperado de los fallos: el reo tenia
razón. El inquisidor general no podía ser juez de aquella causa por la
parcialidad demostrada en su instrucción. Era el más rudo golpe que hubiese
recibido el prestigio de la Inquisición. El anciano Paulo IV había muerto y
había que comunicar al nuevo papa Pío IV el proceso que no se pudo reanudar
hasta 1561.
Carranza
no pudo acudir a Trento en la segunda fase, aunque todos le recordaban. Una
comisión de obispos aprobó su Catecismo, con el gran disgusto de los teólogos
afectos a la Inquisición y al rey mismo. Por entonces contaba mas el prestigio
de la Inquisición que la razón de una persona.
Hasta
lo que era evidente, correcto o inocuo podía ser tergiversado con un
razonamiento terrible: era sospechoso en un hombre sospechoso. Era la persona
que suscitaba infinitos porqués. ¿Por qué retuvo en su celda un papelillo que
Juan de Valdés le entregó en Roma en 1539? ¿Por qué le felicitó por su
arzobispado el doctor Cazalla? ¿Por qué quería llegar a él el fugitivo Juan
Sánchez? ¿Por qué trató con el sospechoso cardenal Pole? ¿Por qué esperaban su
llegada dos pobres mujeres presas del grupo protestante Vallisoletano?.
Se
vertían inculpaciones como las siguientes:
Haber creído, dogmatizado y enseñado la justificación tal como la
entiende los herejes, haber negado la necesidad de las obras y del purgatorio,
haber tratado con herejes y no haberlos denunciado, haber defendido la certeza
de la gracia y dudado del sacrificio de la misa, haber menospreciado las normas
de la Iglesia y apocado el poder del papa...
Cuando
subió al soleo pontificio Pío V, hombre de carácter inflexible, pudo renacer la
esperanza por parte del reo. Todos pasaron horas de angustia cuando se
rumoreaba insistentemente que Pío V iba a absolver a reo. Pío V tubo la
delicadeza de informar previamente al rey y envió a España a Alejandro Casale.
Pero entretanto llegaba, moría el papa el 1 de Mayo de 1572, dejando el
engorroso pleito a su sucesor.
Gregorio
XIII como nuevo papa estaba decidido a rematar como fuese aquel escándalo. El
14 de Abril de 1576 se leía solemnemente su sentencia. En ella se hacia la
historia del proceso y se recogían las acusaciones fundamentales. Carranza era
declarado vehementer suspectus de haerecsi y su Catecismo quedaba prohibido. El
reo hizo abjuración solemne de 16 proposiciones sobre las que se fundaba la
sospecha.
Tras
tantos años de debate, tras miles de acusaciones, no se le condenaba como reo,
convicto y confeso de herejía alguna; ni siquiera se le desposeyó de su
arzobispado.
Carranza
salió de su prisión abandonando el castillo de Sant’ Angelo después, de
diecisiete años de angustia. Devotamente decía misa por primera vez ya que en
la prisión no había podido celebrarla siendo él el que había cerrado el debate
tridentino con tres oras de discurso teológico.
Su muerte: “Vox populi”
Una
retención de orina le postró en la cama: era mal de muerte. El 30 de Abril se le comunicó al papa la
extrema gravedad del enfermo. En aquel momento supremo y solemne pronunció un
discurso en latín para todos los asistentes. Invocando al cielo por testigo
hizo profesión de fe pública, recordó al rey, acató como justa la sentencia del
papa y concedió perdón a sus acusadores diciendo: “ Jamas ofendí a nuestro
señor en tener rencor contra alguno de ellos, antes rogué siempre a su divina
majestad por sus cosas y ahora los meto en mi corazón. Y yendo al lugar donde
espero ir por la voluntad y misericordia del Señor no alegaré en la tribunal
supremo cosa ninguna contra ninguno de ellos, sino le suplicaré a nuestro Señor
por todos.”
Los
cronistas nos hablan de “olas de gentes” que llegaron a descomponer el dosel
que cubría las andas. Las gentes emocionadas, prorrumpían en
exclamaciones. El preso desconocido y
asilado en 17 años moría en olor de multitud.
Su
biógrafo Salazar de Mendoza nos lo describe así: “De cuerpo fue mediano, la
cabeza grande y muy calva, la color muy morena... No tuvo el rostro hermoso,
pero sí agradable y de presencia autorizada... Pudo vivir muy larga vida, llena
de trabajos y adversos sucesos tan raros que admiraron al mundo, dejando de sí
y de su prudencia, paciencia y sufrimiento un ejemplo raro y prodigioso.”
Termina
diciendo Telechea, que sin duda era mas hermosa su alma que su figura, mas
bella la curvatura de su espíritu que las líneas de su rostro.
Juicio general del proceso.
Menéndez
y Pelayo, hace un juicio, favorable a la Inquisición, de este proceso. Sin
embargo no anda muy descaminado en todo lo demás.
“No he
de negar - dice - que la opinión general ha sido y es favorable a Carranza.
Aparte de la simpatía que despierta siempre el perseguido, han influido no
poco, en esa manera de juzgar, los cronistas y bibliógrafos dominicos y los
canónigos toledanos, como el Dr. Salazar de Mendoza, que de ninguna suerte
querían la afrenta de un hereje en su Orden ni en su catedral. Pero todo lo que
alegan en pro de Fray Bartolomé de
Carranza son razones harto fútiles: que fue buen religioso, humilde, modesto y
limosnero, que había leído mucho la Summa de Santo Tomás; que predicó con gran
fruto; que se mostró celosísimo en la visita de su arzobispado.
Todo
esto como se ve, nada prueba ni libra a nadie de ser hereje. Alguna mas fuerza
tienen los argumentos que se sacan de sus misiones en Inglaterra y Flandes; de
los herejes que convirtió con su palabra; de las universidades que reformó; de
los libros que echó a las llamas; de los pareceres siempre católicos que dio en
el Concilio de Trento. Pero aunque esto induzca en el ánimo a una sospecha
favorable, tampoco bastaría para demostrar que Carranza, contagiado en el trato
con los protestantes, no hubiese mudado después su opinión.”
Los
adversarios del Santo Oficio y a la cabeza de ellos Llorente, han contado la
cuestíón muy de ligero; para ellos Carranza no fue reo de ninguno de los
delitos que se le imputaban; toda su desgracia fue obra de la intriga, de la
codicia y de la ambición del inquisidor general D. Fernando de Valdés y de sus
amigos.
Otros
han tomado por un camino distinto. D. Adolfo de Castro sostuvo que el arzobispo
había sido real y verdaderamente protestante, con lo cual resulta justificada la
Inquisición dentro de las ideas del tiempo. Esta opinión ha tenido poco
séquito, pero encierra un fondo de verdad, como iremos, respondiendo.
Hasta
aquí los tres puntos de vista de Pelayo. Creo que podrían añadirse una cuarta o
quinta vías, en las que sin dejar abandonada la envidia y crueldad de las
instrucciones de Valdés, siempre presentes en todo el proceso, nos inclinásemos
hacía el lado protestante o católico. La frase de Valdés que dijo que “como
perro ventor, había de sacar las herejías” mostrando ganas de condenar dicho
libro, estarán presentes en todo el proceso. Pero aún hay mas, Valdés olfateó
como perro, aun después de haber muerto en la hoguera los protestantes de
Valladolid, por si alguno al final, había dicho algo que inculpase mas a Carranza;
este es el caso de Rojas.
Si Pelayo reconociese esta
depravación de la Inquisición, con sus intereses monetarios para
apoderarse de los bienes de Carranza y
adquirir notoriedad a su costa. Si a pesar de que reconoce que hubo, rencores,
celos, envidias y malas pasiones de todo genero entre Valdés y Carranza, entre
Carranza y Melchor Cano, no siguiera manteniendo que fue justamente perseguido,
estaríamos de acuerdo en todo con Pelayo. Pero él se ofusca, solo por mantener
el buen nombre de la Inquisición.
En este
juicio al proceso, nos remitimos al comentario de Telechea sobre el Catecismo y
que no podemos abordar en este artículo con gran dolor, porque es lo mejor
documentado. Las cuestiones teológicas que Pelayo cree son causas para que
Carranza fuese procesado y condenado, son mal entendidas tanto por Pelayo como
por Inquisidores.
No fueron capaces de entender su estrategia antiherética y
augura el peligro de empobrecimiento del pensamiento católico por miedo a la
herejía.
No es
tampoco extraño que Carranza, hubiese ido conociendo el Evangelio a medida que
lo combatía, y que los argumentos mas fuertes para ser condenado, viniesen de
los evangélicos de Valladolid. Sin embargo, es importante destacar que su Catecismo, visto en su contexto global,
poco de protestante tiene. Aunque el “Catecismo” deje ese sabor evangélico en
cada articulo de la fe y aunque cite con alguna profusión textos bíblicos, no
deja de estar muy lejano aun del pensamiento reformador.
Cuando
leemos, por ejemplo, sobre las imágenes, algo que la Reforma ataca con pasión,
viendo tanta superstición e idolatría, para Carranza “queda bueno el uso de las
imágenes” quitando los excesos. Sigue diciendo Carranza ” pero, por el error y
abuso de algunos particulares, el cual la Iglesia nunca lo aprobó ni enseñó, no
merece ser condenado el honesto uso de las imágenes: porque una casa es lo que
enseña la Iglesia que se debe hacer y otra cosa es la que tolera en algunos
hombres flacos y rudos por algún tiempo, hasta que sean enseñados.
Aún hay
mas, Carranza condena a Lutero y no es capaz de entender - al menos en lo que
escribió en este Catecismo - la obediencia a la Sagrada Escritura, como Palabra
de Dios. Dice así:” Los herejes de este tiempo de Martín Lutero, apretando las
palabras de este precepto, dicen que está prohibido todo uso de las imágenes,
porque la Escritura Santa dice asi: No te harás semejanza de lo que está arriba
en el cielo, ni de lo que está abajo en la tierra, ni de lo que está en las
aguas.” Y así, siguiendo este error suyo, han quitado injuriosamente de todas
las iglesias que han podido todas las imágenes, así de Nuestra Señora la Virgen
María, como de la Cruz de Jesucristo y de todos los otros santos veneradas.”
Para concluir y hacerlo con
honestidad, tengo que decir, que resulta difícil inclinarse hacia un lado - escribió, enseñó y dogmatizó proposiciones
de sabor luterano - de quienes creen que Carranza poco a poco fue convencido a la fe evangélica, según las
declaraciones de los protestantes de Valladolid, dando razón a la Inquisición
para su condena.
Sin
embargo, visto el libro en cuestión, mas parece una venganza inquisitorial y una miopía teológica de no ver mas allá del
escrito, que se hacía con intenciones antiheréticas, en las que se admitían
argumentos evidentes y escandalosos, para insistir a renglón seguido en la
doctrina católico romana.
TIEMPOS PEORES.
La
persecución no amainó después de estos autos de fe públicos. Las cáceles
seguían llenas. Se recurría a todos los medios para excitar a las masas contra
los protestantes, igual que se hacía en las persecuciones romanas. El incendio
de Roma atribuido a los cristianos, es el mismo reflejo del incendio que en
1561, fiesta de San Mateo, estalló en Valladolid. Las llamas destruyeron mas de
cuatrocientas casas, algunas de los mas importantes talleres y casas de
comercio. Fue atribuido a una conspiración de luteranos. Todos los años
siguientes, la Inquisición hacía solemne procesión, con súplicas para
guardarles de la plaga luterana y
calamidad protestante.
También
relata Cipriano de Valera en “Dos
tratados” que el vulgo crédulo creía que los protestantes, en sus asambleas
nocturnas apagaban las luces y se entregaban a los vicios mas viles.
La bula
que en este año de 1561, el Papa había enviado a España, autorizando un
jubileo, con indulgencias plenarias de los arrepentidos o que tuvieran pesar
por sus errores luteranos, fue desechada y prohibida dentro del reino. El
motivo de esta bula era sacar dinero para Roma, pero los inquisidores estaban
determinados a no dejar escapar su presa y establecer aún tiempos peores.
Las
cárceles, pese a hacer unos cinco autos de fe por año, de promedio, seguían
llenas. Fueron pues necesarios muchos años para vaciar las prisiones.
Un
hecho ocurrido en Sevilla en 1564 aprecia parar la maquinaria inquisitorial,
destruyendo el objetivo de aniquilación luterana y que se dirigía contra los
confesores. En pleno poder inquisitorial y de la religión, los confesores
abusaban de las mujeres con fines deshonestos, con toda impunidad. Los edictos
de Roma tendentes a corregir estos hechos, que habían conmocionado a la opinión
pública, la Inquisición de Sevilla, adoptó la solución de recibir todas las
quejas, de los abusos de sacerdotes en el confesionario. Acudieron tales
multitudes al Tribunal, que los inquisidores se vieron obligados a alargar los plazos y al final
tuvieron que anular el edicto de denunciación.
Sin
comentarios.
AUTOS DE FE EN MURCIA, TOLEDO, MADRID, GRANADA, VALENCIA.
El 8 de
Septiembre de 1560, los inquisidores de Murcia, en auto de fe, solemnizaron el
proceso contra cinco personas, por profesar luteranismo.
Tres
años después aparecieron como penitentes en la misma ciudad, once personas.
En
Toledo el 25 de febrero de 1560, tuvo lugar otro auto, para solaz de la joven reina Isabel de
Valois, hija de Enrique II de Francia, también se celebró una asamblea general
de las cortes del reino, para tomar juramento a don Carlos, heredero aparente
del trono.
Entre
los condenados a las llamas y otros castigos, aparecieron varios luteranos . En
este oportunidad en duque de Brunkswick,
entregó a la hoguera a uno de su comitiva, para testificar su odio por la causa
reformista y para aterrorizar a los alemanes, flamencos y franceses que estaban
presentes.
En el
mismo lugar, al año siguiente fueron quemados vivos por luteranos, cuatro
sacerdotes españoles y franceses y reconciliados otros diecinueve de las mismas
convicciones reformadas.
En 1565
la misma Inquisición vuelve a celebrar otro auto, enviando a las llamas y a
otras penas, muchos protestantes fieles y hugonotes.
Madrid
también estaba ansiosa por tener un auto de fe y destacar en su celo contra la
herejía, En 1571, para no mencionar otros casos, se realizó allí un auto en el cual dos personas fueron
quemadas vivas y una en efigie, por luteranas. El doctor Segismundo Archel de
Cerdeña, aceptó todos los cargos y dijo que era mejor católico que los
papistas, a quien llamaba ignorantes, por lo que se le puso mordaza y murió en
la pira de fuego y por el hierro de las lanzas de sus verdugos.
Tanto
en Granada como en Valencia. también se hacían
autos de fe, en su mayoría con judíos y mahometanos, pero de vez en
cuando había algún ilustre, entre los protestantes, como era el caso de don
Miguel de Vesa y Santangel, monje
cartujo de Portaceli, donde se tradujo la primera Biblia en español.
LOS TRIBUNALES DE LOGROÑO, ZARAGOZA Y BARCELONA.
El trabajo de los inquisidores en
estas provincias, era el de buscar libros “heréticos” que se introducían por la
frontera francesa, procedentes de Inglaterra y Francia. El los autos de fe de
estos tribunales. gran parte de los procesados eran protestantes.
En 1568, el Consejo de la Suprema, advierte
que el embajador de Londres, Diego de Guzmán, tenía noticias alarmantes del
progreso de la doctrina evangélica en las provincias orientales. Se habían
tenido noticias de cantidades de libros enviados por mar y tierra en idioma
castellano, con destino a España. Camuflados en toneles de vino de Borgoña o
Champaña, las “Biblias del oso” editadas en Basilea en 1569, pasaban a pesar de
las severas denuncias del Santo Oficio y la vigilancia de sus “familiares”.
Las
múltiples atrocidades en otras provincias y en el extranjero, tales como en
Goa, México, Lima, Cartagena, con autos de fe incluidos, no arredraban a los
evangélicos que querían una reforma como en resto de Europa. Estas atrocidades
en el Nuevo Mundo serían objeto de estudio, si nos fuese posible mas espacio.
Leer “La gesta del marrano” de Marcos Aguinis, premio Planeta y otros premios
por su labor a la novela histórica, nos define con rasgos de espeluznante
vértigo, las crueldades sobre Maldonado de Silva.
LOS ÚLTIMOS DE LA REFORMA
DEL SIGLO XVI
La
Inquisición sigue descubriendo algunos protestantes y los lleva a los autos de
fe. Varios de estos eran extranjeros, que pese a las protestas internacionales,
seguían muriendo en las cárceles y en los autos.
De 57
personas, cuyas sentencias se leyeron en un auto en Cuenca en 1654, solo una
estaba acusada de luteranismo. En 1680 se celebró un auto de fe en Madrid
celebrando el matrimonio del monarca español Carlos II y Mª Luisa de Borbón.
Entre las 118 víctimas presentadas, solo un protestante cuya efigie y huesos
fueron entregados a las llamas. Era Marcos de Segura, natural de Ubrique, en
Granada, que había sido reconciliado en Llerena, como hereje que negaba el
purgatorio, pero que reincidiendo fue echado a la cárcel, muriendo contumaz.
Entre
las más de mil seiscientas personas quemadas vivas en el siglo XVIII no
encontramos entre ellas ningún protestante.
El
rebusco en la viña, de vez en cuando daba algún fruto, hasta el siglo XIX, que
fue condenado DON MIGUEL JUAN ANTONIO SOLANO, natural de Verdum, en Aragón,
vecino de Esco en Jaca. Educado en el sistema aristotélico y teología
escolástica, había hecho también grandes progresos en matemáticas y la
mecánica. Su forma de ser bondadosa y su ingenio en favor de los feligreses,
había logrado fertilizar tierras y mejorar utensilios domésticos, hasta que una
enfermedad le dejó paralítico. Ante esta tesitura el buen vicario, decide
dedicarse a los estudios teológicos con más asiduidad. Poco a poco se forma un
sistema propio de doctrina, concordante en lo esencial con las doctrinas de las
iglesias protestantes.
Redactó,
en su inocencia, una declaración de sus nuevas opiniones y las envió al obispo
para su examen. El resultado fue, que la Inquisición de Zaragoza lo encerró en
prisión que en su estado, era como llevarlo al sepulcro. Aunque con ayuda de
algunos amigos, logró huir a Francia, resolvió volver de nuevo y someterse al
Tribunal. Al parecer, reconoció las opiniones, alegando que sin más ayuda que
la Biblia y el deseo de descubrir la verdad había llegado a tales conclusiones.
Expresó su convicción de ser la Biblia suficiente para conocer la verdad
salvadora.
No
quisieron llegar a la máxima pena e intentaban que se retractase. Todo inútil.
Unas fiebres le llevaron a la tumba evitando al Consejo Supremo quemarle vivo,
haciéndolo en efigie.
LA REFORMA APLASTADA: Reflexiones.
El año
1570 puede fijarse como el año en que la reforma en España, fue suprimida por
la Inquisición. Algunos pensadores dicen que algo más que la Inquisición hizo
que fuese suprimida . Su frustración no fue el resultado de la imprudencia o
infidelidad de sus dirigentes, sino todo lo contrario, hubo celo amor y entrega
a la verdad. Ser abatido por las artes inquisitoriales, no es ningún desmedro
para ninguna causa.
M’Crie,
dice con acierto, que la suerte de la Reforma en España como la de Italia, nos
enseña a no adoptar conclusiones precipitadas y temerarias. Dios puede estar
apoyando un movimiento por razones inescrutables, que escapan a nuestro devenir
histórico y profético.
La
conocida expresión de que “la sangre de los mártires es semilla de la iglesia”,
pudo ser válida en el primitivo cristianismo; pero se debe distinguir lo que
proviene por intervención especial del cielo, de los que sucede según el curso
ordinario de los acontecimientos. En una palabra, la historia testifica que la
verdadera religión no solo ha sido excluida sino desterrada, por medio de leyes
opresivas y gobiernos tiránicos.
Sin
embargo no hemos de sacar la conclusión de que la sangre de nuestro mártires,
fue en vano. Ellos ofrecieron sacrificio a Dios con su sangre, dieron testimonio
de la verdad y ese testimonio no ha muerto del todo. ¿Quién puede predecir los
efectos?. El heroísmo de los mártires españoles, fue de ayuda inestimable en
otros muchos países para sacudir el yugo de Roma. En los Países Bajos, que no
se permitió establecer la Inquisición, adquirió la libertad política y
religiosa, por esta causa alcanzó la reforma un notorio éxito. En otras partes
también se consolidó la Reforma, precisamente cuando los mártires españoles
eran pasto de las llamas.
¡Oh,
Dios cuan inescrutables son tus designios!.
EPÍLOGO ASTURIANO.
No
podemos terminar este trabajo (escrito de un tirón, y sin más tiempo que el de
pasar los apuntes), sin que hagamos un resumen de la Inquisición en el panorama
asturiano. Ya apuntábamos al principio que en Asturias más que Inquisición,
hubo inquisidores y más que ideales reformistas, sólo la ignorancia y la
sujeción a unos ideales pobres y cerrados, invadiendo toda la cultura y
religión asturiana.
Cueto titula un capítulo “las indias de España”
para expresar lo alejado y pagano que se encontraba el Principado de Asturias
del resto de España. Cita al canónigo Andrés de Prada en documento enviado a
San Francisco de Gorja sobre la realidad asturiana diciendo: “Bien se puede
decir que Asturias son unas Indias que tenemos dentro de España, donde se puede
hacer un gran servicio a Dios nuestro Señor: Lo uno porque la mies es aquí
mucha y los obreros pocos, porque este Principado tiene cuarenta leguas de mar,
donde se puede hacer mucho fruto. La gente tiene buen metal de entendimiento y
es dócil, pero hay muy pocos monasterios de frailes y los clérigos de ordinario
son idiotas...”.
El
licenciado Herrera, profesor de Alcalá, habla de una campaña misionera por la
“montaña asturiana” ya que “las gentes están llenas de ignorancia y
superstición y que dan ganas de llorar de los errores que tienen”. No hay
Indias donde “vuestras mercedes van por tantos peligros de aguas y otras
miserias que tenga más necesidades de entender la palabra de Dios que en estas
Asturias”.
De los
pocos casos en que intervino la Inquisición, siempre lo hizo por nimiedades o
idioteces. En 1602 el Santo Oficio de Galicia hace unas acusaciones a un tal
Juan Asturiano. Le culpan “que para hacer arar una vaca tomó una candela
bendita y varias ramas de laurel y de oliva benditas haciendo de ellas cuatro
cruces; y llevando la candela ardiendo con agua bendita a un aposento retirado,
permaneciendo allí a solas un cuarto de ora y habiendo salido a este término
echó las botas de cera en el agua y después ató una de las cruces a la cola de
la vaca y mandó que se la quitasen por que de allí en adelante había de arar
muy bien con ella”.
También
Feijoo, narra la historia de un caballero de Asturias que bien enterado de la
práctica de los “saludadores” , que cuando los llaman para visitar alguna
porción de ganado o ellos lo hacen de su propio motivo aunque estén todos
sanísimos y sin sospecha de rabia, señalan tales y tales cabezas que dicen
estar dañadas, soplándolas y bendiciéndolas. Reciben su gratificación y como
después el dueño ve que aquellos animales no murieron, cree que debe la vida de
ellos a la virtud del salvador.
El
clero por su parte y todo lo religioso no resultaba modélico. Los curas
celebraban las misas “sin alzacuellos y sin sotana y con polaina o botines y
con zapatos en chancleta”.
La oratoria de los sermones consistía en un
saludo y una despedida y hasta se llegó a echar multas si no se atenían a las
normas dadas por el obispo.
También
cuenta Feijoo que en el siglo XVII hubo por más de un convento “una diablearía
contagiosa que cogió a todas o casi todas las monjas” y toda su devoción se
resumía en estos versos anónimos:
Ardientes llamas
entre hierros fríos,
imposibles deseos
alborotados,
amor con llaves,
vicios enjaulados,
traidora ocupación,
logros baldíos.
Celos, locura, engaños, desvaríos,
mentales bodas, transgresión de estados,
blancos principios, fines colorados,
atroces culpas, disimulos píos.
Fermín
Canella, catedrático de la Universidad de Oviedo narra una historia a Menéndez
y Pelayo de un tal Diego Escalante, al que pusieron la infamia de “luterano”.
Esta heterodoxia sucedió dice Pelayo donde menos podía imaginarse: en Oviedo.
Lo presenta también en el contexto de que “rara avis in terra” era un
protestante en el siglo XVII, pero como veremos este Escalante tampoco era
luterano.
Una de
las excepciones entre pocas, a este panorama de superstición e ignorancia
religiosa y humanística la tenemos en el P. LUIS ALONSO DE CARBALLO. Nacido en
Cangas de Tineo en 1571, estudió la carrera eclesiástica, trasladándose a
Oviedo, de cuya Universidad fue profesor de Humanidades.
En 1616
ingresó en la Sociedad de Jesús y dedicó su vida a colegios de los Jesuitas en
Monterrey (Orense), Logroño, León, Segovia y finalmente en Villagarcia de
Campos (Valladolid) donde murió el 2 de febrero de 1635.
Carballo
concluyó su obra más original, meticulosa, erudita y descriptiva en 1613, pero
no se publicó hasta 1695. La obra estuvo 80 años pendiente de licencia
inquisitorial ¿Tenía recelo la Inquisición de estas “Antigüedades”?. Trata,
este libro, de ofrecernos una visión totalizadora de Asturias, en un todo
Nacional. Para nosotros en este estudio, exponer solamente la sospecha de que
tanta superchería asturiana no le gustó a la Inquisición.
De
Cangas de Tineo tenemos también un caso que todos los historiadores del tema
tratan que a falta de tener otros vamos a reproducir, para que quede registrada
la actividad inquisitorial en este Principado de Asturias:
En este
caso dice Cueto, no era una metáfora sexual, que el demonio intervino en un
convento de monjas. El suceso tuvo grandes repercusiones ya que estaba por
medio la salud del Rey Carlos II el Hechizado.
Por
otra parte el proceso inquisitorial contra Don Froilán, el exorcista, tiene
cuatro piezas de más de mil hojas cada una. A título de ejemplo, veamos lo que
decía aquel atípico demonio a Don Froilan, el exorcista: “Dios había permitido
que fuese hechizado el rey y ahora no permite que sean desechos los hechizos
por que su Majestad tolera que el Santísimo Sacramento de la Eucaristía esté
sin iluminaria de cirio ni de lámpara; que los religiosos de algunos conventos
mueran de hambre; que los hospitales están cerrados sin abrirse para los
enfermos pobres; que las almas de los fieles padecen graves penas en el
purgatorio porque no se le ofrecen misas en sufragio suyo y que el rey es
negligente sobre administración de justicia, permitiendo que no se haga lo que
corresponde en favor de un crucifijo que le tiene solicitada.”
Curioso
diablo -dice Cueto-, que en todo momento aparece muy preocupado por las cosas
de la iglesia, recomendando devociones marianas, exigiendo dinero para los
frailes, instando a celebrar misas para las almas del purgatorio, clamando se
hiciese justicia laboral con sus adversarios los vicarios de Dios.
La
historia mas o menos es esta. Lo que ocurría al monarca Carlos II es conocido:
era un muchacho mal hecho, desgarbado y enclenque que a sus treinta y seis
años, se le caían los dientes y los cabellos y no había manera de que pudiera
cumplir con Doña Mª Luisa de Borbón. Esto último traía muy preocupados a su
madre, su confesor Don Froilan Díaz, al cardenal Portacarrero y al Inquisidor
General Rocaberti. Después de mucho cavilar, el cuarteto llegó a la conclusión
de que el demonio andaba en la danza y que el joven Carlos estaba hechizado.
Los
exorcismos a los que se sometía resignadamente el Rey nada progresaban. La
noticia del hechizamiento corrió como la pólvora y gracias a estos rumores supo
Don Froilan Díaz que en un convento de Cangas de Tineo, había otro demonio que
estaba haciendo lo propio con tres
monjitas asturianas a las que también se les había infiltrado un demonio en el
cuerpo “que parecía las tenía obesas e inchadas”. Sospechando que se trataba
del mismo maligno, el confesor del Rey con permiso del inquisidor Rocaberti,
encargó al vicario asturiano, que preguntasen al demonio de Cangas de Narcea si
era cierto que Carlos II estaba hechizado, que lo hiciera “conforme a las
canónicas prácticas del exorcista” y que caso de que se respondiese
afirmativamente “que dijese cuáles habían sido los hechos; si estos eran
permanentes; si estaban en cosas de comida o de bebida, imágenes u otros objetos;
si había medio natural de anular los efectos”.
“En
principio, el exorcista de Cangas se negó, argumentando que no era lícito hacer
lo que pedían, pero como el Inquisidor le garantizara su impunidad, el
asturiano se puso a la faena.
El
señor Rocaberti, Inquisidor General, y el padre confesor, aconsejados del vicario de Cangas, se iban
todos los días a palacio luego que amanecía y apenas despertaba S. M. le hacían
desayunar con un gran cuenco de aceite bendito, poniéndole en cueros como su
madre le parió y estregándole primero muy bien la cabeza con el mismo aceite,
le ungieron después lo restante del cuerpo como un atleta, sin dejar parte o
resquicio que no bendijeran ni pringaran y a mayor abundamiento le propinaban
de cuando en cuando una buena purga.
La
historia se alarga porque entre unos y otros exorcistas no se ponían de
acuerdo. Para más colmo muere el Inquisidor Rocaberti y le sucede Mendoza,
obispo de Segovia, quien no se conformó con retirar a Froilán sino que le mandó
procesar por “sospechoso de herejía, por supersticioso y reo de doctrina
condenada por la iglesia, dar crédito a los demonios y valerse de ellos para
dar crédito a cosas ocultas”.
Después
de múltiples avatares meten en prisión a Don Froilán y se inicia un lío
jurídico que duraría mucho tiempo, hasta que el clérigo es liberado por el
nuevo rey aboliéndolo de la instancia.
Este
proceso es una verdadera joya, porque todas las esferas nacionales, quedan en
el más absoluto ridículo y hasta el mismo diablo es el más preocupado por las cosas
de la iglesia. Sonrojo da tener que escribir estas cosas pero esta nuestra
Asturias, en esta época, parecía estar a un en la Edad Media.
DIFERENTES PERSONALIDADES ASTURIANAS.
No
todos los intelectuales, ni todos los clérigos eran idiotas o manifestaban perfiles de ignorancia y superstición. Con la
puesta en marcha de la Universidad de Oviedo, fueron saliendo personalidades
que influyeron en la cultura y destacaron con sobresaliente en España y en
Asturias.
Como
nuestro objetivo es destacar, aquellos aspectos en que la Inquisición tuvo algo
que ver, nos detendremos solo en aquellos que tuvieron algún proceso o
simplemente fueron inquisidores.
Dos
personajes sobresalen en Asturias, no por herejes, sino por inquisidores y
perseguidores del protestantismo: Don Fernando Valdes-Salas, Inquisidor
General, que ya reseñamos, con detenimiento y del que su fuerte personalidad,
plagada de mas oscuros que claros, queda registrado en la historia, como el mas
feroz perseguidor de los evangélicos españoles, a quienes persiguió hasta lo
último de la tierra.
Don
Pedro Menéndez de Avilés, es el otro personaje sobresaliente, en los años que
afectan a la Reforma, del que daremos algunos detalles, referentes a este
estudio.
Fray Benito Jerónimo FEIJOO y MONTENEGRO.
Nacido
en Cadesmiro (Orense) de familia hidalga,
el año 1676, falleció en Oviedo
en 1764.
Ingresó
en el monasterio de San Julián de Samos. Ocupó durante cuarenta años la cátedra
de Teología en la Universidad de Oviedo y sobresale por su espíritu crítico muy
superior a todo el siglo XVIII. Su obra, está integrada por ensayos sobre
diversos temas, y como mas significativos, son los recogidos en dos libros:
Tema critico universal- Teatro crítico- y Cartas eruditas y curiosas.
Feijoo
destaca por su reveldía contra la ignorancia y la superstición milagrera y
bruja de Asturias, asi como contra el privilegio de unos pocos anclados en una sociedad Medieval.
En el
fondo de toda esta reveldía, hay además por parte de los intelesctuales
oficiales, miedo a que se les escape de las manos la vida nacional, por lo que
necesitaban defender sus rentas y sus privilegios, desde la base de que se los
habían dado. Feijoo luchará contra estos privilegios, que dejaban sumidos en la
miseria y el hambre a todo el campesinado.
De aquí
que adopten la postura de despreciar todas las novedades y de trascender a
nivel religioso, con el peligro de acabar en las temibles cárceles de la
Inquisición, cuantos como Feijoo, se atreviesen
a pasar las fronteras de lo establecido.
La
primera publicación de Feijoo, fue precisamente para defender al doctor Martin
Martínez del ataque de López de Araujo, que pretendía acusarle de ser
exceptico, en algo mas que la medicina de Galeno y de Hipócrates. Del mismo
Feijjo dieron mas de una vez sus impugnadores, que era enemigo de la religión,
entre otras cosas porque despreciaba la tradición científica española.
Feijoo y la Ilustración.
Dice
Jose Miguel Caso González que la Ilustración en Asturias, no se reduce
solamente a Feijoo, aunque él sea la figura estelar, en estos aspectos que
podríamos llamar la ilustración anticipada.
Caso
dice que Feijoo no es solo un intelectual ilustrado, sino también hombre de
acción, en la medida que él podía actuar. También dice, que Feijoo no es un
islote aislado sino que también el grupo novator valenciano jugó un papel en
este cámbio de mente, con la preocupación en los temas mas nuevos. Por ejemplo,
Feijoo sigue por medio de libros y revistas el movimiento intelectual auropeo
del momento y se entera inmediatamente de la publicación de Martín Martinez “Medicina esceptica” libro
que aparentemente estaba tan alejado de sus preocupaciones intelectuales.
Para el
propósito que nos acupa, de saber hasta donde intervino la Inquisición, en una
vida tan crítica con la sociedad en que vivía, pocas noticias se nos dan y
siempre las tomamos bajo sospecha, de intereses partidistas. Asi por ejemplo,
Daniel Cerra dice: “Feijoo ha arrastrado
consigo la polémica y la discrepancia como sombra imparable. El siglo XVIII
contempló numerosas polémicas, mas ninguna revistió la extensión e integridad
de la suscitada por los escritos feijonianos. Entre 1726, cuando aparece el
tomo I del “Teatro crítico” y 1760 fecha de la publicación del tomo V de las
“Cartas eruditas” entraron en el ruedo de la contienda, cerca de 200 libros y
folletos en pro o en contra de las posiciones o de las críticas de Feijoo”.
La
virulencia o la fatiga de la polémica, motivó a Fernando VI a dar una Real
Orden el 23 de Junio de 1675 con la tajante prohibición de que se imprimieran
impugnaciones a los escritos del Padre Maestro.
Esta
disposición suavizó un tanto las manifestaciones públicas de la controversia,
pero no las eliminó, ni mucho menos provicó la concordia y la unamnimidad
acerca de su personalidad o del sentido y efecto global de su obra.
Durante
su vida pudieron algunos de sus adversarios mas agrios buscarle complicaciones
con el Santo Oficio, o insinuarle que su espiritu crítico, se le advertía in
tanto infecto por aires del Norte o demasiado afecto al hereje Bacón, pero a
nadie se le ocurrió argüirle de insincero o heterosoxo.
Estas
acusaciones se proyectaron sobre Feijoo desde dos fretes totalemte opuestos.
Desde el conservadurismo a ultranza, que consideraba poco menos que formalmente
herética toda imnovación o crítica al lo establecido y que hacía decir al
presbitero Gil de la Cuesta, familiar del Santo Oficio, mientras sentaba sobre
sus rodrillas al niño Ramón Mesonero Romanos, aquellos ripios:
El que leyere a Feijoo,
el que traduce francés,
y el que usa capirote
hugonote.
De
estos circulos conservadores, procede sin duda el frenazo que sufre la
publicación de los escritos de Feijoo, que se interrumpe bruscamente en 1787 y
no se reanuda hasta las primeras antologías de 1852-53.
La
Inquisición una vez mas, zanjaba el asunto, dejando la obra de Feijoo sumida en
el silencio y cortando toda novedad enriquecedora.
PEDRO MENÉNDEZ DE AVILÉS.
Navegante
y conquistador del siglo XVI, adelantado de la Florida, había nacido en Avilés
- Asturias- en 1519 de una familia de rancio abolengo, descendiente por línea
paterna de la centenaria casa Santa Plaza del Concejo de Pravia. Huerfano de
padre a los 9 años, se fuga de su domicilio, encontrándosele seis meses después
en Valladolid (según Ciriaco Miguel Vigel). Siendo casi un adolescente, sienta
plaza en la armada destinada a la persecución de piratas franceses.
Durante
el reinado de Carlos V, se dedicó al corso contra navíos franceses en el
Cantábrico. Felipe II le nombró capitán general de la flota de las Indias en
1565. De regreso a España realizó una serie de traslados de tropas a Flandes y
desde 1565 fue Adelantado de la Florida, con el encargo de expulsar de allí a
los franceses. Fundó la ciudad de San Agustín, fue gobernador de Cuba hasta
1572 año en que volvió a España, donde Felipe II le encargó el mando de la
Armada Invencible, pero murió antes de poder ejercerlo, en 1574.
Entre
las actividades represoras contra los protestantes, se ha localizado en una de
las relaciones manuscritas de Fernando Valdés al emperador Carlos V referida al
auto de Rojas y Carlos de Seso, que intentaban escaparse por los puertos de
mar.
También sobre Juan Sánchez de Astudillo, criado de Pedro
Cazalla, se dice así : “De todos los ausentados, no se ha escapado sino uno que
aunque es hombre de baxa suerte, es muy culpado. Deste se tiene noticia.
Embarcó en Castroudiales, en una “zafra” que allí tenía fetada un mercader flamenco
y quando llegaron los que iban al seguimiento, era ya embarcado. Vieronse unas
cartas suyas que escribía a una devota que está presa, en que avisaba como iba
en aquella zafra a Flandes, a casa del arzobispo de Toledo o fray Juan de la
Villagarcia, su compañero, a donde dice que sería recibido y que allí le
hablarían y el nombre por quien habían de preguntar, porque se había mudado su
propio nombre. De todo esto se ha avisado al Rey nuestro señor y a su confesor
y también al capitán PEDRO MENÉNDEZ (de Avilés) que es ido a allá y es hombre
diligente para que si fuese posible, se prenda y se envíe acá.” Lo cual se hizo.
El 28
de Agosto de 1565 festividad de San Agustín, pisaba tierra prometida, a la
desembocadura del río de los Delfines. La primera operación del Adelantado don
Pedro, fue apoderarse con sus tropas de una colonia de hugonotes franceses que
se habían refugiado en aquellas lejanas, huyendo de las persecuciones
religiosas de Francia.
Aquí ya
no pudieron escapar. Todos fueron pasados a cuchillo, incluso los que lograron
huir hasta las orillas de un río, que al ser también degollados allí, el río
tomó el nombre de Matanzas.
El rey
Felipe II aprobó la inmolación, como acto de “sabia prudencia”.
A
continuación don Pedro, para lavar su conciencia, emprendió la tarea de limpiar
las costas del país y de establecer la forma de mejorar las condiciones de vida
en los territorios encomendados.
El día
13 de Agosto de 1918 fue descubierta una estatua que perpetua su memoria en el
Parque del Muelle de su villa natal, Avilés.
Escribió
numerosas cartas, informes y memorias, La mayor parte de esta correspondencia
se encuentra en el archivo de Indias. Entre ella se reseña aquella que reviste
mayor importancia: “Relación precisa para saber lo que se camina por la
longitud de Este al Oeste. Carta al rey sobre las reglas e instrucciones que debieran tenerse en todos los sucesos que
pudieran acontecer a la flota que partía a las Indias... etc. Carta sobre el
martirio que sufrió el P. Martínez, de la Compañía de Jesús, de la
Florida...etc.”
DON SANCHO DORIGA Y VALDÉS, Inquisidor de Granada.
En el
libro “ Los hijosdalgos Langreanos” de la Buelga nos relata algunos detalles de
la vida de Sancho. Dice que Sancho Doriga Valdés, el hombre que llamó a Granada
a trabajar con él en el Santo Oficio a Josef de la Buelga, era amigo suyo de su
juventud, tal vez compañero en algún colegio Mayor de Oviedo o incluso
Salamanca. Josef no siguió los estudios emprendidos, pero si lo hizo Sancho,
para poder aspirar a una escalada, que logró en la vida politico-religiosa de
su época. Así lo afirma su padre en el testamento de 25 de abril de 1653,
documento ante el escribano Antonio de Escobar.
Era
Sancho Doriga, Colegial Mayor del Arzobispo de Salamanca en 1648, cuando
presentó solicitud para oficial del Santo Oficio, cosa que obtuvo fácilmente,
dados los inmejorables antecedentes familiares que tenía. Como todos los
aspirantes a entrar en el Tribunal, tenía que probar - como para tantas otras
cosas en aquella época - su limpieza de sangre y relacionar para su examen, los
actos positivos que podría esgrimir, como los negativos que pudiera ocultar.
Por su
parte pertenecía a la Casa de Dóriga del Concejo de Valdés y por su madre a de
Inclán, de Pravia, ambas de bien probada antigüedad y con algunos miembros
ilustres en una y otra rama. Era su abuelo materno don Sancho de Inclán Arango,
aquel ilustre asturiano que a finales del siglo XVI tanto había contribuido al
buen orden y organización de las Juntas del Principado, de los que fue
Procurador General y máximo impulsor. Por parte de su padre no le faltaban
glorias de las que poder vanagloriarse: biznieto de Juan de Salas, que murió en
las Indias, siendo General de la Flota de Tierra Firme; un tío suyo era auditor
de la Rota en la Santa Sede; su padre había sido Procurador muy activo en las
Juntas del Principado por la villa de Salas y su hermano mayor don Garcia era a
la sazón Caballero del Hábito de Santiago y Teniente de Alférez Mayor del
Principado de Asturias.
Pero
sobre todas estas notas relevantes, estaba la de ser descendiente del
Inquisidor General don Fernando de Valdés-Salas, hermano de su abuela doña
Guiomar y también fundador de la Universidad de Oviedo.
Así fue
como sobre ruedas, entró en el Santo Oficio don Sancho de Doriga y Valdés, y
como - siendo a la sazón canónigo en la
catedral de Toledo - fue nombrado Inquisidor General del Reino de Granada, de
donde era Arzobispo otro tío suyo, también llamado Fernando de Valdés, como el ilustre
- y cruel - predecesor.
Su carrera
había sido meteórica, porque el nombramiento lo recibió nueve años después de
su ingreso como Oficial, en la implacable y temida institución de la Inquisición, siendo un hombre joven
todavía.
JOSEFH DE LA BUELGA estuvo muy poco tiempo trabajando para
el Santo Oficio a las órdenes de su amigo el Inquisidor general Sancho Doriga,
pero en este periodo, tuvo que presenciar como se instruían las causas. Creo
que estaba como “Familiar” o informante de Doriga. Las causas se multiplicaban
sobre todo contra los judaizantes, al ser sorprendidos en unos y otros lugares
ejerciendo sus practicas religiosas.
La
Inquisición pese a los autos de fe, como el que don Josef presenció en Granada
en 1672, no lograba persuadir a los recalcitrantes, que se empeñaban en no abjurar
de sus “abominables creencias”.
Otros
inquisidores, relacionados con estas familias, fueron:
MENENDO DE VALDÉS, “Deán de Oviedo e Inquisidor de Logroño
en 1620, según Fermín Canella y Secades en su monografía del Concejo de Salas.
ANDRÉS DE VALDÉS “Inquisidor de Logroño y Consejo de la Suprema en 1592,
según relata Canella en el mismo libro monográfico del Concejo de Salas.
FERNANDO VALDÉS Y LLANO, fue inquisidor de Valladolid, según
dice Faustino M. de Arbas en la monografía
de Cangas de Tineo en la obra “Asturias” de Bellmut y Canella.
FERNAN DE VALDÉS QUEIPO DE LLANO. Alumno y doctor teólogo en
Oviedo, colegial de San Pelayo de San Bartolomé de Salamanca, canónigo de León
e INQUISIDOR de Barcelona, Zaragoza y
Toledo, Obispo de Teruel, donde celebró sínodo en 1627, acompañó al
infante a Flandes en 1672, siendo poco
después promovido al arzobispado de Granada. En 1639, pasa a la diócesis de
Siguenza para mejor desempeñar la Plaza de Presidente del Consejo de Castilla.
JUAN DE LA BUELGA Y SOLIS. Licenciado en teología, canónigo
electoral en la iglesia magistral de Málaga, INQUISIDOR HONORARIO de Granada,
catedrático de sagrada escritura y Teología Moral y examinador. Es autor de una
obra titulada “La ambición destructora de la Sociedad” y Otras. Málaga 1820.
Esta obra estaba escrita contra el movimiento de Riego en las Cabezas de San
Juan.
Procesos inquisitoriales instruidos a asturianos.
“LA LOBERA”
CUETO,
dice que en los papeles de la Inquisición de Toledo, que se guardan en el
archivo nacional, el legajo 86 se titula: Ana María Garcia, alias “La Lobera”,
natural del lugar de Posada en Asturias: Su causa por hechicera supersticiosa y
pacto explícito.
Esta
mujer es fiel exponente de las supersticiones en torno a la licantropía que
corrían en Asturias en el siglo XVII. La historia del proceso mas o menos es
esta. Cerca de Toledo, doña María del Cerro, tenía una quinta con ganado,
apareciendo el 25 de mayo de 1648, la asturiana Ana María “La Lobera”.
Con
espíritu casi inquisitorial, la rica toledana, preguntaba si era casada. A la
respuesta de que no estaba casada sino que andaba con uno de los pastores, el
ama le dijo que “ mejor estaría trabajando, que no andar perdida entre
hombres”. También fue informada el ama que era “puta” y que la llamaban “La
Lobera” porque “echaba lobos al ganado donde los pastores o los amos no la
habían hecho buena acogida”.
Esto
creó sospechas a doña María, quien mandó traerla y encarcelarla en el oratorio,
la mandó rezar y la sometió a un minucioso careo sobre el apodo “la lobera”.
Después
de relatar toda la historia, desde que su padre la “había echado maldición”;
que los lobos eran demonios y que otra mujer asturiana le había enseñado el
oficio de “lobera”, mostrándole ciertas palabras para que acudiese el demonio.
A la pregunta ¿luego tu eres bruja? le respondió que lo sería si se hubiese
puesto la saya que la vieja le dio.
La
señora, con problemas de conciencia, escribió al Santo Oficio y empezaron a
acumularse sospechas y denuncias. Se le formulan once terribles cargos basados
en las conocidas acusaciones de doña María y el día 15 de julio de 1648 dictan
sentencia, que resultó especialmente benigna:” oír misa, sea absuelta “ad
cautelan”, abjure de “vehementi” los errores que resultan del proceso y sea
reprendida, advertida y recluida por un tiempo de cuatro meses, en la parte que
el Tribunal ordenase.
El
proceso fue sencillo y nada grave en vista de realmente en Asturias esos hechos
serían nada escandalizables, pero del Pajares para fuera, estas prácticas
cotidianas, no podían realizarse sin impunidad, como ocurrió.
¿Como
fue a parar esta infeliz a Toledo?. Este es un buen tema para mi amigo José
Herrero, etnólogo, estudioso estos días de la Babia en León y que seguro le
gustaría seguir los pasos de nuestra protagonista. Lo mas probable es que
siguiese a los pastores de la transhumancia Extremeña, es decir “vaqueiros de
alzada” por encontrarse huérfana. Cerca de Covadonga encuentra a Pedro y Juan,
pastores de los de acá para allá y vive amancebada. Entre el ganado y los
lobos, la vieja bruja y todo el entorno de soledad y miedo, convirtieron en
atracción el conjurar los lobos.
Para
los inquisidores no debía de ser un tema de su agrado, porque si sabían mucho
de brujería, de liantropía y artes similares, no estaban muy duchos.
El “quietismo” de don José Fernández del Toro: Obispo de
Oviedo.
Miguel
de Molinos y su “Guía espiritual” parece seguir la corriente mística del
iluminismo del siglo XVI. Molinos no escribe para cambiar nada, reformar o
crear herejías. Lo hizo para zanjar de un plumazo una vieja polémica, sobre la
contemplación, ociosidad o dejamiento en Dios y dejándolo en puro silencio.
De esto abría mucho que hablar y matizar, como
en casi toda la historia de las heterodoxias, que en muchos casos intervienen,
circunstancias politco-religiosas y en otros, malintencionadas especulaciones y
cegueras palmarias. ¿Quien no ha orado en silencio?
Quizás
a Molinos le sobrase teología que lo tenía confundido y necesitase la Palabra
de Dios como única fuente de revelación. Pero eso es otra historia.
Dice
Cueto que el Santo Oficio condenó a los alumbrados y después a los quietistas,
para demostrar que ambos proyectos formaban parte de una bien armada conjura
luterana, diabólica o sexual, como manía inquisitorial por la producción de
maravillosos herejes, con nombres y apellidos y vertiginosas influencias. Yo
mas bien creo que a tanta lucidez teológica no llegaban los del Santo Oficio,
sino que todo lo nuevo, lo que era una avanzadilla, aunque solo fuese una
insinuación, era cortada de raíz. Como ya hemos dicho, todos tenían que ponerse
la máscara y expresar el mismo sentir bajo pena de la hoguera. Debajo de la
máscara podía estar llorando el corazón, ardiendo el alma, volando el espíritu,
pero nada podía manifestarse. Todo ahogado, todo muerto, insípido y tembloroso,
porque detrás de cada esquina había alguien que seguía tus pasos.
El
obispo de Oviedo, don José Fernández del Toro, fue de los pocas repercusiones
que tuvo el novedoso libro del quietismo tan estudiado en círculos de nobleza
europea. Otro caso fue el del racionero de Tudela don Juan de Cansados, que
murió quemado vivo por la Inquisición.
El
obispo de Oviedo, fue separado de la diócesis, conducido a Roma y preso en el
castillo de Sant Angelo en 1716, acusado de ser discípulo de Molinos y activo
practicante del pasivo quietismo.
Cueto
dice que acaso sea este prelado el mas prestigioso intelectual eclesiástico del
misticismo quietista. También en plan sarcástico añade Cueto: “ El quietismo ha
encontrado en el viejo Principado, al cabo de los siglos, su mas perfecta y
acabada realización. Más no como práctica herética, sino como doctrina oficial
ortodoxa, la que rige los tristes sinos del país astur.”
CAMPOMANES.
Don
Pedro Rodríguez de Campomanes, es citado en registro inquisitorial, entre otras
razones - dice Cueto - por haber sido autor de la primera utopía española.
“Descripción de la Sinopia península en tierra austral.” Bajo este misterioso
título se esconde la primera gran utopía española.
Nacido
en Santa Eulalia Sorriba en 1723, murió en Madrid en 1802. Tiene en su haber la
activa intervención para expulsar a los jesuitas en 1766.67 y en los proyectos
de colonización de Sierra Morena, así como propugnó una reforma agraria y
expuso su política comercial e industrial, etc.
Para el
objeto de nuestro estudio, las relaciones con la Inquisición fueron siempre
tirantes. Menéndez y Pelayo dice de él que “fue azote y calamidad inaudita para
la Iglesia de España.” También fue precursor de la Ilustración española,
incluido en la nómina fantástica de masones ilustres.
Miguel
de Avilés en “Biblioteca de Visionarios, Heterodoxos y Marginados” incluye la
“Sinopia” de Campomanes. Este libro corto, por el que Cueto considera
heterodoxo a Campomanes, es mas que un libro, ya que exhibe descaradamente la sociedad
española del siglo XVIII, siendo un brillante juego de espacios políticos,
religiosos, económicos y sociales.
Sin
embargo pesaban en su contra también, otros libros, hechos e intenciones, tanto
como esta utopía.
Llorente
trata a Campomanes, como uno de los grandes literatos de España, el mayor de la
España, en el reinado de Fernando VI y Carlos II y primeros años de Carlos IV.
Fue director perpetuo de la Real Academia de la Historia y miembro de otras,
nacionales y extranjeras.
Nos
dice Llorente que hubo muchas declaraciones en la Inquisición contra él, como
filosofo moderno, bajo cuyo dictado se entendía en España lo mismo que los de
“impío, incrédulo, ateista y materialista.” La causa de hacer sinónimas estas
palabras, con la modernidad, era producto de los frailes y clérigos literatos y
clase media, que eran muy ignorantes.
Llorente
sigue diciendo que “ que fueron tan
genéricos y destituidos de hechos o proposiciones singulares, que unida esta
circunstancia con los cambios de opiniones políticas, jurídicas y filosóficas
del siglo XVIII y particularmente desde la expulsión de los jesuitas, produjo
en los inquisidores un grado de circunspección mayor que en otros tiempos, pues
para la prisión se había de revelar al rey el secreto, por conducto del
Inquisidor General y obtener su beneplácito. El concepto de las delaciones se
fundaba con especialidad en los principios que Campomanes en tres obras
y en otra “Dictámenes fiscales” que dio en expedientes del consejo y
real cámara, los cuales eran ciertamente mas filosóficos que los condenados en
muchas obras prohibidas en los reinados de Felipe III y IV, mas la fuerza de la
oposición pública era ya mayor a favor
de los verdaderos principios: La Inquisición misma tuvo que respetarla. No se
atrevieron los inquisidores a prender a Campomanes y se contentaron con
hablarle al corazón, por medios indirectos, de convidarle al auto de fe de
Olavide.
El
negarse a tales convites pudiera producir malas consecuencias si el Inquisidor
General hablaba al rey, y sabiendo esto, los cortesanos no faltaban a la cita,
además del interés de curiosidad que naturalmente venía de saber el contenido
de un proceso de personas notables.
Asistió
, pues, Campomanes y los inquisidores creyeron que él y otros se verían
retratados en el reo. Así pues, tomarían como dicho a ellos, lo que el
inquisidor decano reprendiese a Olavide, al fin del autillo, conforme a
estilo.”
JOVELLANOS.
Nacido
en Gijón el año 1744 desarrolla su vida en la lucha por el bienestar y progreso
de la atrasada España. Todos los líos que tuvo con la Inquisición, estuvieron
motivados por la biblioteca de Real Instituto Asturiano de Gijón, primer centro
de esta categoría académica en España. Como se sabe fundó este Instituto en
1794, con estudios de Nautica y Mineralogía.
En 1795
aparece el comisario local del Santo Oficio don Francisco López, cura de Somió,
para localizar y denunciar los frutos culturales prohibidos. El encargado de la
Biblioteca, sospechó de aquel curita que preguntaba y se interesaba por autores
extranjeros como Locke, Condillac o Wolf.
El 16
de abril de 1795 el comisario del Santo Oficio, manda esta carta al Tribunal de
Valladolid: “ Dije a V.S.I. y así procuré hacerlo, que “in continenti”
obedecería. Pero un conjunto de casualidades frustraron mis deseos, si como se
me prevenía había de evacuar esta comisión con el correspondiente disimulo y
secreto. Esperaba se me presentara ocasión oportuna para tornar a ir sin
hacerse sospechoso y hasta ahora no se verificó, y por lo mismo la razón que puedo
dar de los libros que por su rotuladura reconocí y otros papeles o discursos
que vi desde el sitio en que me senté y al paso cuando entré y salí, es el
siguiente: Amor de la patria discurso de don Juan Pablo Forner leído en la Real
Sociedad de Sevilla. Oración fúnebre del Exmo. Conde O, Reilli do Fitz por el
P. Labaig. Elogio Histórico del Exmo.Sor. Duque de Alomodovar por el Sor don
Nicolás Rodríguez Laso, Inquisidor de Valencia. Historia de la Academia Real
de Ciencias 126 tomos Fol. y dura hasta
el año 85. Esta obra está en francés. Plan de Nuevas Ordenanzas de Montes por
el P.M. Gil. Historia Romana en varios
tomos en inglés por Ho (sic). Diferentes gramáticas en francés,inglés,italiano
y español. Diccionario en inglés y francés y el nuestro de lengua castellana.
Mariana,Historia de España, dos tomos. Historia de América por el Sr. Muñoz 1
tomo. Historia de la vida de Cicerón
escrita en inglés por el bibliotecario Cornief (sic) y traducida por el señor
Azara, 4 tomos, Ensayo filosófico de
Locke un tomo en francés. Bacón dos tomos muy abultados. Si no me equivoqué, un
tomito en pasta con el rótulo Barclainf (cis) Memoria que escribió el señor
Díaz, inquisidor de Barcelona... El
Telémaco en francés. Historia del hombre por el jesuita Herbás y Pandura.
Un tomo del abate Nollet. Obras o cursos matemáticos de La Caile. Y también me
parece que hay el P. Cherlis. Estos son los libros que puedo dar razón. Hay
otros muchos en la piececita destinada a Biblioteca que no pude reconocer. Oí
que los mas o casi todos estaban en idioma ingles o francés. Igualmente oí que
además estos libros que están a la vista colocados en sus estantes, hay aun
otros mas que colocar. Se que hay un profesor y un pasante que enseñan
matemáticas; otro enseña Náutica o pilotaje, otro dibujo y finalmente el
Bibliotecario enseña lenguas inglesa y francesa...”(Citado por L- Domerge
en Les démêlés de Jovellanos avec
L’Inquisición)
No
satisfechos los del Santo Oficio, con esta relación, exigieron una relación mas
exhaustiva. esta vez el comisario local, el pobre cura de Somió, tuvo mas
dignidad y contestó que tal misión repugnaba a su carácter y que quería vivir
en paz con las gentes de Gijón.
Como es
lógico, los inquisidores de Valladolid, mandaron a otro, un tal Antonio
González Vigil, mas conocido como “el Machacón” y esta vez la Inquisición se
dio por satisfecha y coloca una “S” de sospechoso en algunos títulos.
De
estas relaciones con los esbirros del Tribunal, le quedaría a Jovellanos amarga
recuerdo, que en la memoria que redactaría sobre este Tribunal, diría que
tan venerable y terrible institución la componían frailes
llegados el empleo... para lograr el platillo y la exención del coro; que
ignoran las lenguas extrañas; que solo saben un poco de teología escolástica y
de moral casuista.”
En 1798
es destituido Jovellanos del cargo de ministro de gracia y de justicia, por
intrigas del Santo Oficio y sus secuaces, quienes esparcían por Madrid, los
títulos de filósofo anticristiano y enemigo del Santo Oficio.
Dice
Llorente que “Jovellanos había manifestado deseos de reformar el modo de
proceder y compilar los procesos en el Tribunal, para lo que proyectaba valerse
de la obra que yo había compuesto en 1793, por encargo del citado Inquisidor
General arzobispo de Selimbria; pero jamás el señor Jovellanos había proferido
proposiciones opuestas al dogma, pues antes bien, era muy amante de la pureza
de la religión.”
Como
dice Cueto, Jovellanos es uno de los casos históricos en que lo mismo vale para
un roto que para un descosido y del cual se muestran orgullosos los
representantes del pensamiento reaccionario, como los progresistas.
Lo que
si está claro, es que Jovellanos, jamás había proferido proposiciones opuestas
al catolicismo romano pero que no por ello, dejó de ser maltratado por la
Inquisición, que aunque no llegó a procesarle, fue recluido en el convento de
cartujos de Mallorca. Allí se le dio el encargo de estudiar la doctrina
cristiana y como dice Llorente “injuria bien atroz, pues la sabía mas y mejor que
sus perseguidores cortesanos.”
ORACIÓN FINAL.
Muchas
historias me han impresionado, en estas notas sobre la Inquisición. He sido
impactado por la última declaración de Seso, he admirado la erudición y
expresibidad de Ponce de la Fuente, he sido impelido a actuar con la fe y la
pasión que ardía en Julianillo, etc. Muchas vidas han desfilado y también, al
contrario que estos mártires, fueron torturadores y perseguidores viles y
crueles, en defensa de una religión sin Dios y sin esperanza; pero lo que mas
me ha impresionado es la Regla V de la “ Orden de procesar” sobre la
prohibición de libros y en especial sobre el Libro de los libros, la Biblia.
Dice así: “Como la experiencia haya
enseñado que de permitirse la Sagrada Biblia en lengua vulgar, se sigue, por la
tenacidad, ignorancia o malicia de los hombres, mas daño que provecho, SE
PROHIBE LA BIBLIA con todas sus partes impresas o de mano en lengua vulgar,
pero no las cláusulas o sentencias o capítulos que de ella anduvieren insertos
en libros de católicos que los explican y alegan. En lo cual también se añade y
se declara ser comprendido en esta prohibición el libros que vulgar y
comúnmente anda de las Epístolas y Evangelios en lengua vulgar , aunque tengan
algunas breves declaraciones en algunas partes y Evangelios, por ser como es,
por la mayor parte y casi todo el Texto Sagrado en vulgar, por el peligro de
errar en su mala inteligencia la gente
ignorante y vulgar por otros inconvenientes que se han advertido y
experimentado.
Y para
desviar los escrúpulos que en esto puede haber y que el lector sepa distinguir
lo que está o no en lengua vulgar, se declara que no es lengua vulgar la Hebrea,Griega, Latina, Caldea, Siriaca,
Etiópica, Pérsica y Arabiga. Lo cual se entiende de las originales que hoy no se
usan comúnmente en el lenguaje familiar, para que el lector tenga entendido que
todas las demás, fuera de esta, son vulgares.”
No
podía terminar, sin expresar el daño que se ha hecho a tantas generaciones ,
que no han podido escrudiñar y escuchar la Palabra de Dios en su pureza, para
bien de sus vidas y la realización plena delante de Dios y de los hombres. Quienes no han sentido el poder de las
palabras de Jesucristo en Juan 8:36 “ así que si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres.”
¿Como puede
Dios hacer daño, con su amorosa doctrina.? ¿Como no va ser provechoso escuchar de su misericordia y su justicia.?
¿Como se puede prohibir que Dios hable, si Dios es el Verbo ?¿Como el hombre
creado a su imagen, conforme a su semejanza, pese al pecado que nos asedia, si
se acerca con fe, no va a salir enseñado y alentado.?¿ Quien no entiende que de
tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel
que en El crea, no se pierda sino que tenga vida eterna.?
Es
imposible entender la maldad del hombre, que se erige en juez y quiere dominar
y subyugar, y hacer esclavo al hombre
hasta en lo espiritual.
¡Que
abramos nuestros entendimientos, para ver estos atroces errores.! Veamos si
somos también nosotros dogmáticos e intransigentes como los inquisidores, que
creamos que Dios con su Palabra puede enseñarnos verdades distintas. Abajo los
dogmatismos y las intransigencias y pongamos en alto el amor de Dios entre
nosotros, sin tener mas alto concepto de si del que debemos tener, estimando a
los demás como superiores a ti mismo, y sobre todo amemos a Dios sobre todas
las cosas.
En la
exposión permanente sobre la Inquisición, en Santillana del Mar (Cantabria)
existe un libro de visitas. En él se pueden escribir las impresiones sobre la exposición y algunos lo hacen. Hay
todo tipo de comentarios, pero en su mayoría, estos comentarios, aunque provengan de gente mas o menos
interesada en la cultura, desconocen absolutamente la historia y la Inquisición.
Muchos
decían : “Me alegro mucho, de no haber vivido en aquellos años.” Otros:”
Desconocía que pudiera existir todo esto.”
Pues
ciertamente existió la Inquisición y no podemos borrar tres siglos de nuestra
historia, como si no hubiesen dado lugar a estas terribles pasiones y
depravaciones.
Como
evangélicos y mas aún, como personas creyentes, no podemos mantener el olvido
de tanta sangre derramada, para nuestra enseñanza y admonición. Como dice el
Texto de Hebreos 12:1-4 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor
nuestro tan grande nube de testigos, despojémosnos de todo peso y del pecado
que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprovio, y se sentó a la
diestra de Dios.
Considerad
a aquel que sufrió tal contradicón de pecadores contra si mismo, para que
vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
Porque aún no habeis resistido HASTA LA SANGRE, combatiendo
contra el pecado...
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