“El
inmigrante” no es una novela de Dumas, es una realidad latente
a escala mundial. El emigrante es un ser humano que ha de
dejar a su esposa o esposo, sus padres, sus hijos, sus
hermanos, su tierra y sus costumbres, para enfrentarse a los
conflictos y peligros en la soledad y la nostalgia. Vienen con
la ilusión de encontrar los paraísos perdidos, con un trabajo
mas remunerado y menos agotador, pero las malas rachas, los
trabajos mas ingratos y tardíos en ocasiones, le harán
despertar amargamente del sueño.
Pero esto es solo la punta del iceberg. En un documento que ha preparado el hermano Gregorio Martínez Martínez de Almería sobre la “Iglesia Evangélica y la inmigración en España” el alto precio que el emigrante tiene que pagar sobrepasaría la ficción de una novela de desarraigo y marginación. A veces el inmigrante es recibido por otros paisanos con la idea de conllevar los gastos de vivienda o de algún negocio, pero esta aportación le saldrá muy cara. La ausencia prolongada de la familia y especialmente en la esfera de la intimidad del matrimonio, crea soledades y enfría relaciones que llegan a la ruptura del compromiso y la descomposición familiar. Las necesidades afectivas de pareja se cubren con otras personas y los presupuestos morales tradicionales dejan de sostenerse ante la fuerza y complejidad del campo afectivo. Es aquí donde el ejercicio del pastorado puede tener una ayuda especial y vital.
Pero esto es solo la punta del iceberg. En un documento que ha preparado el hermano Gregorio Martínez Martínez de Almería sobre la “Iglesia Evangélica y la inmigración en España” el alto precio que el emigrante tiene que pagar sobrepasaría la ficción de una novela de desarraigo y marginación. A veces el inmigrante es recibido por otros paisanos con la idea de conllevar los gastos de vivienda o de algún negocio, pero esta aportación le saldrá muy cara. La ausencia prolongada de la familia y especialmente en la esfera de la intimidad del matrimonio, crea soledades y enfría relaciones que llegan a la ruptura del compromiso y la descomposición familiar. Las necesidades afectivas de pareja se cubren con otras personas y los presupuestos morales tradicionales dejan de sostenerse ante la fuerza y complejidad del campo afectivo. Es aquí donde el ejercicio del pastorado puede tener una ayuda especial y vital.
Un pastorado hacia el emigrante tiene que ejercerse con
hombres de probada madurez y talante abierto. Con hombres que
conozcan bien esta problemática, tengan experiencia y no
califiquen la condición humana. Pastores alejados de
mojigaterías puritanas que cuelan el mosquito y se tragan el
camello, pero también que sepan encauzar con soluciones reales
los problemas del corazón y del espíritu. El inmigrante no
debe ver en la iglesia al tribunal que juzga su vida. No es la
sala del juicios, ni el banquillo de los acusados sino la
comunidad del amor, la comprensión y la misericordia. La
trayectoria de la actual línea moralista, con discursos
legalistas y moralizantes puede hundir en vez de salvar,
destruir en vez de edificar, perder en vez de ganar. El amor
debe cubrir multitud de faltas y servir de ayuda mediante la
paciencia y la comprensión.
Además los españoles tenemos una deuda con los inmigrantes
Latinos. Es una deuda histórica en términos de economía, pero
también de justicia puesto que la opulenta Europa lo es a
costa de haber empobrecido los lugares de los inmigrantes. Los
recursos naturales en estos países han sido esquilmados,
cuando no sustraídos. La gran deuda pendiente y que debe
repararse, es acogiendo y reconociendo los derechos de cuantos
deciden venir a cualquier parte de Europa. Con esto los
evangélicos nos beneficiamos también, en cuanto nuestras
iglesias, mermadas en este siglo de secularismo y
materialismo, sienten el calor de hermanos que se unen y
edifican la iglesia. El “miedo a la vida” que se ha tenido en
Europa también ha llegado a nuestras iglesias y estos hermanos
están supliendo esas ganas de vivir. En general, las iglesias
evangélicas reciben bien a los inmigrantes, siendo generosas
en ofertas de ayuda fraternal, pero el inmigrante necesitará
también aquello que cubra las deficiencias de su precaria
situación. El hermano inmigrante seguirá el resto de la semana
echando en falta la presencia de los hermanos, la simpatía y
la comunión que necesita en su situación de fragilidad.
Sobre todo el inmigrante es alguien que está en los planes
de Dios. La Biblia es un libro de inmigración. Muchos hombres
y mujeres, personajes importantes en la historia bíblica, son
extranjeros, venidos de provincias apartadas, que como dice
Hebreos 11 “ fueron llamados a salir de sus tierras, a dejar
sus parientes, a habitar en tiendas, a ser extranjeros,
anduvieron de acá para allá, faltos de vestido, de alimentos,
pobres...” En los evangelios leemos: Venid benditos de mi
Padre, porque fui forastero y me acogisteis” Por eso hemos de
profundizar mas en este campo y preparar hombres y mujeres que
ejerzan este diaconado con el inmigrante. Ya no pueden haber
muros de prejuicios racistas o de mentalidad tribal. Nuestro
siglo será el siglo de la inmigración. Las naciones pobres no
pueden quedar así toda la vida y mientras exista un creyente
tenemos que estar al lado del extranjero, de la viuda y del
huérfano como un trabajo que realizar para Dios. Podríamos
preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo los evangélicos en pro del
inmigrante? ¿Solo acción de caridad? Las iglesias pasivas
dedicadas al servicio cultual seguirán siendo favorables al
sistema dominante y al dios de este siglo, el Baal de nuestro
tiempo. Nos seguirá dando lujos y comodidad, pero si no
cambiamos de mentalidad, estaremos ajemos a la realidad
histórica que nos toca vivir.
Manuel de León es pastor, Presidente del Consejo Evangélico de Asturias, ha dirigido la Revista "Asturias Evangélica" y ha publicado “ORBAYU" una revista de investigación histórica, cultural y sociológica del protestantismo en Asturias
© M. de León, 2003, Asturias, España.
Manuel de León es pastor, Presidente del Consejo Evangélico de Asturias, ha dirigido la Revista "Asturias Evangélica" y ha publicado “ORBAYU" una revista de investigación histórica, cultural y sociológica del protestantismo en Asturias
© M. de León, 2003, Asturias, España.
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