Alfonso Ropero.- abril 1998
Como ya dijimos en un anterior
artículo sobre este tema, es sumamente fácil y atractivo hincar el diente a
sectas. Mes a mes, y desde diferentes ángulos, revistas del más variopinto
repertorio, dejan caer algún que otro sensacionalista artículo sobre las
sectas. En cuestión de un par de meses, si nos lo proponemos, tenemos material
más que suficiente para llenar un abultado dossier. Intenviú en noviembre nos
hablaba de las sectas satánicas en España y el resurgir de los exorcismos. En
ese mismo mes Tribuna de Actualidad se refería a las sectas y nuevos grupos
religiosos en Hollywood; más tarde Xanadu (diciembre l 997) sobre los
telepredicarores y Enigmas del Hombre v Universo, que dirige el ~
parapsicólogo espiritista Jiménez del Oso, nos advierte con voz en grito
que "Los fundamentalistas cristianos ya están aquí", un artículo
confuso a cargo de Bruno Cardeñosa y Carlos José Colima. Cómico si no fuera por
la gravedad de sus afirmaciones y el daño que puede reportar a los interesados.
Individuos e iglesias evangélicas por igual.
Con la ignorancia típica del que
ha oído ruido pero no sabe dónde. se dice que Bill Graham es "el auténtico
precursor del movimiento evangélico en EE.UU." (Enignws, p. 66). Bueno,
Billy Graham es precursor de muchas cosas, pero no del movimiento evangélico,
que estaba ya bien crecidito cuando él comenzó su andadura como predicador.
Decir, en el mismo tono, que Juan Antonio Monroy es un radiopredicador
fundamentalista español. por el simple hecho de utilizar la radio como medio y
plataforma de un mensaje cristiano, es simplemente crear confusión y dar a
entender que los medios de comunicación social deberían reservarse para el uso
de no sé qué comité de inteligencia y censura permitiera. Más serio es acusar a
José Cardona de "influyente funcionario del Ministerio de Justicia
convertido en pastor", dando a entender una trama, una conspiración al
gusto de los que quisieran creen que hay una confabulación
masónico-judeo-protestante - y lo que se quiera añadir -, para conquistar el
mundo. José Cardona nunca fue funcionario del Ministerio de Justicia. sino un
verdadero luchador por la libertad de religión y de conciencia en España, desde
su propio testimonio y persistencia personales. No teníamos bastante con la
denigración de lo no católico de algunos sectores del catolicismo romano.
que ahora tenían que venirnos los ocultistas a añadir leña al fuego. El
caso es que entre unos y otros han conseguido crear una alarma social respecto
a las sectas que aquí ya somos todos culpables de sectarios tan pronto
entonemos una música diferente. Cuentan los griegos que un día los montes se
pusieron a temblar. Todos creían que estaban con dolores de parto y esperaban
de un momento a otro el nacimiento de un titán, o de un gigante digno de padres
tan imponentes. Al final cesó la agitación y los montes parieron un ratón.
Tanta expectación para tan poco. La revista Quo ("Nadie lava más
blanco". Febrero ]998). que también ha entrado en el ruedo de los antisectas,
nos ofrece un gráfico con el número de afiliados ("enganchados",
"captados", ¡qué miedo!) a las sectas en España. Observemos el
temblor de los montes: "Jóvenes desorientados son fácilmente captados por
las sectas". "El mensaje casi siempre atractivo ofrece respuesta a
las tres situaciones que hoy más se dan en la sociedad: la soledad, el afán de
novedad y la pérdida de valores tradicionales" (Quo, p. 46). Si es así,
uno esperaría encontrar un par de miles de jóvenes en los distintos grupos que
pasan por sectarios. Pero, 1, . qué es lo que tenemos? Según el cuadro
estadístico que esta revista nos ofrece, la Misión Luz Divina o Hare Krishna
cuenta con l .500 personas (muchos de los cuales eran jóvenes hace 20 años).
Grupos Gnósticos no alcanzan la cifra de 600 personas. La temida Nueva
Acrópolis resulta que tiene 400 seguidores (Quo, p. 43). Aquí falla algo. No
salen las cuentas. Hay demasiado cuento. 1, . Dónde está el poder de captación
de las sectas, dónde los millones de zombis programados por los líderes sectarios?
Los políticos que quisieran
aprender de ellos cómo lavar el cerebro no tienen muchas garantías de
éxito. Quizá se trate de la operación contraria. No sabemos. Los reporteros,
conscientes de la ridiculez, por exiguo, de las cifras nos aclaran "que aunque
en nuestro país las estadísticas estiman" (Quo, p. 43), no confiarse, que
"en el resto del mundo occidental la cifra podría ascender a 110 millones
de personas". A lo mejor si hay vida en otros planetas también hay sectas.
He aquí un tema no investigado por los autores de ciencia ficción. Sería
interesante imaginar una conspiración sectaria a nivel intergaláctico.
Personalmente no me interesan para
nada los mencionados grupos - ni muchos otros más .-respetables " -, pero
de ahí a hacer pasar las sectas por un peligro social me parece una payasada.
Es indudable que hay intereses escondidos tras esa alarma social, unido a la
pereza mental de las masas. Se trata de un mecanismo de distracción y
intimidación del espíritu libre e investigador. No tengo por qué hacer caso a
todos los que me hablan, pero tampoco necesito a ningún subnormal que me diga
con quien tengo o no que hablar. A tutelar al cementerio, que ahí ha cesado el
peligroso oficio, la noble tarea de pensar. ¿Qué pasa entonces con el "Templo
del Sol", la matanza de Waco y los presuntos suicidas de Tenerife? Pues lo
mismo que con cualquier otro delito: asunto de la justicia. Como el abuso de
menores, las palizas a las mujeres, el tráfico de drogas, las novatadas
militares, etc. A nadie se nos ocurriría anular cl matrimonio, la educación
escolar, el uso de fármacos y el ejército (aunque hay ideologías para todos los
gustos) por los abusos y atropellos que en todas estas instituciones seculares
se producen. Los actos delictivos no son ni más ni menos sectarios, sino
criminales, y como tales deben tratarse. Lo que ocurre que cuando se utiliza en
vano el nombre de Dios y se trata de religión, o mejor, pseudoreligión, es de
fuerza que se produzca conmoción. Pero no se van a evitar mediante la alarma social,
sino mediante la educación social en el análisis personal, la tolerancia, el
diálogo y el pensamiento riguroso. A ver si huyendo de las sectas nos
sectarizamos todos. Es decir, nos idiotizamos todos por igual. Al pensamiento
cautivo tenemos que enfrentar un pensamiento libre, no la nulidad del mismo.
Las Iglesias evangélicas, se dice,
no son sectas, "pero tienen inclinación sectaria" (Enignw~', p. 69).
Estamos buenos. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra. De
lo que aquí se trata no es demonizar grupos, sociedades o incluso sectas,
propiamente dichas, sino de enseñar a pensar, a reflexionar por uno mismo, a
dialogar y pasar del enfrentamiento a la comprensión. Pero cuando faltan
argumentos sobra el portazo y la patada verbal. Hace un par de años un
sacerdote católico publicó un pequeño gran libro: ¡La iglesia como secta"! (Sal Terrae, Santander), es
un toque de atención a los que se creen amparados en la seguridad de su
religión, como libres de toda crítica. 5 u autor, Carlos F. Barberá, comienza
por recordarnos que los rasgos de fanatismo, de exclusividad y de anulación de
la personalidad que caracterizan a las sectas también se han dado y se siguen
dando en la Iglesia. ~ .A qué se debe la presencia de ese espíritu sectario en
una Iglesia que se llama católica, universal? El convencimiento y la seguridad
en la verdad pueden hacer que los cristianos se traicionen a sí mismos y se
comporten como una secta. Sólo una teología sólida y comprometida puede poner
un poco de orden en el caos de un tema que se escapa, que les viene grande, a
los chicos de la prensa.
Alfonso Ropero Predicador y ensayista evangélico
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