Número 86
7 de Enero de 2003
Manuel de León
Este primer domingo del año 2003 creo que he tenido, en mi
pequeña congregación, un sermón demasiado desparramado y disperso. He tenido el
comentario de dos textos, les he leído una receta culinaria para el alma, les
he comentado unos Proverbios, y también he relatado un cuento con mucha
enseñanza. Sin embargo, si que ha habido un hilo conductor. Dios siempre sale
al encuentro del hombre. Decía el gran maestro Martin Lloyd-Jones "El
cristianismo es algo que nos controla. No es algo que nosotros tomamos, sino
algo que nos toma a nosotros. No es algo que controlas y manipulas, sino algo
que te controla y que gobierna toda tu vida."
Los dos textos bíblicos se referían el uno a Daniel quien
“propuso en su corazón no contaminarse” en la Babilonia de Nabucodonosor y el
otro a Moisés en Hebreos 11:26 sobre su sabia decisión: “Tuvo por mayores
riquezas, el vituperio de Cristo que los tesoros egipcios”. En este punto hice
una aclaración. No es que Moisés quisiese ser un asceta, un anacoreta, un
flagelador del cuerpo para controlar las pasiones carnales. No buscó la
humillación como objeto de salvación. No puso su vida en el ara del martirio
como si fuese una demanda de Dios. Lo que hizo Moisés fue valorar su situación
existencial frente a Dios. El dejarse llevar por la corriente es fácil, pero lo
que resulta duro es luchar contra corriente. A eso lo llaman algunos
cristianismo del sufrimiento, del renunciamiento a la vida, pero sin darse
cuenta que el cristiano valora y lucha por un tesoro mayor, en un mundo donde
los valores están trastocados y las riquezas que el hombre estima como su mas
preciado bien, se le habrán convertido en su mayor pobreza.
El caso de Daniel 1:8 es muy parecido. “Proponer en el
corazón” implica tomar una decisión, usando tu voluntad para alcanzar una meta.
A Daniel se le ofrecía la oportunidad de prepararse en la universidad
babilónica por tres años, teniendo a su alcance todos los medios para triunfar.
Hasta la comida del rey le era servida también a ellos. Pero Daniel tomó una
decisión. Tuvo que escoger entre vivir en santidad o estar alejado de los propósitos
de Dios. Tuvo que escoger entre la bendición o la maldición, entre servir a
Dios o negarle, entre afanarse por las cosas de este mundo o estar al lado de
Dios.
Sin embargo lo de estar al lado de Dios es solo un decir,
porque realmente es Dios quien está a nuestro lado y sale a nuestro encuentro.
Este era el cuento que lo explica: Una vez un hombre muy afortunado había
conseguido la mejor entrevista de su vida: Iba a entrevistar ni más ni menos que
a Dios... Se preparó concienzudamente, con las mejores ropas, su coche bien
lavado y sus preguntas bien perfiladas. Salió de casa rumbo a la cita y en el
camino empieza a llover. Las primeras gotas hicieron deslizante el pavimento y
hubo un atasco monumental. Por una ventanilla alguien tocó el cristal y
asomándose ofreció unos pañuelos de papel. El hombre de la entrevista buscó en
sus bolsillos algo para darle a ese niño de unos nueve años con un jersey
deshilachado. Cuando le iba a dar el dinero el niño ya no estaba. Se asomó y
miró hacia el suelo. El niño estaba tirado y en medio de un ataque de
epilepsia. Inmediatamente lo subió al coche, salió como pudo del
embotellamiento y lo llevó al hospital de la Cruz Roja que era el mas cercano.
Allí se lo entregó a un médico suplicándole lo atendiesen de la mejor forma,
pero pidió disculpas al doctor por tener que llegar. a las 8 en punto, a la
cita con Dios.
Pero llegó diez minutos tarde y Dios ya no estaba. Y el
hombre afortunado se ofendió y clamó al cielo: “¿Cómo no pudiste esperarme diez
minutos cuando tu eres un ser eterno? ¿No te diste cuenta que no llegué a
tiempo porque estuve atendiendo a un niño enfermo?” Y mientras, desconsolado,
clamaba sentado en su coche, una luz lo deslumbró y vio en ella la carita del
niño del jersey deshilachado y escuchó en su interior una voz que le decía: “No
te pude esperar y salí a tu encuentro”
Este cuento me sirvió para alentarnos. Les dije: Recordad
que Dios está con nosotros todo el año. Cuando el caminar parezca pedregoso y
difícil, cuando las ofensas traten de herirte, cuando la inseguridad te agobie,
cuando el dolor y la amargura te invadan, recuerda: Dios sale a tu encuentro.
Cuando seas humillado y perseguido, cuando la enfermedad se vuelva agresiva o
hasta cuando prediques la Palabra y creas que nadie la ha recibido, recuerda
que Dios va contigo.
¡Quizás el sermón no estuvo tan desparramado!
Manuel de León es pastor, Presidente del Consejo Evangélico
de Asturias, ha dirigido la Revista "Asturias Evangélica" y ha
publicado “ORBAYU" una revista de investigación histórica, cultural y
sociológica del protestantismo en Asturias
© 2003 Imagen y Comunicación protestante, España
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