Manuel de León. diciembre 2004
Se ha
dicho siempre, al menos en España, que
los protestantes no creemos en la Virgen. Pero lo cierto es que nosotros
sentimos una verdadera veneración y admiramos la fe de María, que desde la
postura humilde de esclava del Señor, entendió la necesidad de su salvación.
“Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”
(Lucas 1:46-47). La tradición, a la que los católicos acuden para convertir a
María en una diosa, para adorarla y paganizarla, es una verdadera farsa que Pío
IX el 8 de diciembre de 1854 convirtió en el dogma de María Inmaculada. La Bula
“Ineffabilis Deus” decía sin ruborizarse: “Es de Dios revelada la doctrina que
sostiene que la bienaventurada virgen María en el primer instante de su
concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en vista de
los méritos de Jesucristo Salvador del género humano, fue preservada inmune de
toda mancha de pecado original.”
Las cabriolas
intelectuales y teológicas que han tenido que hacer los papas, que en su
mayoría o callaron o se pronunciaron en contra, superan el límite de la
desfachatez intelectual y además niegan heréticamente la humanidad de Cristo,
nacido de “simiente de la mujer”. Detrás de este silogismo erróneo de “María sin
pecado original”,ha venido la paganización del catolicismo que no ha sabido
salir del enredo y ha emprendido una huida hacia delante donde las masas solo
quieren idolatría y espectáculo. No deberíamos de extrañarnos que, después de
la comedia idolátrica que los últimos Papas han convertido a la Plaza de San
Pedro, aprovechando la facilidad de los desplazamientos de masas por tierra,
mar y aire, aparezca otro dogma que vaya mas allá del “oráculo infalible”.
Decimos todo esto
porque, bajo el paraguas de la tradición
de la Iglesia, se va oscureciendo poco a poco la verdad histórica y si nadie
dice nada, se da por hecho cierto. Cita la Enciclopedia católica a Agustín de
Hipona como el primero de afirmar la posibilidad de “una gracia especial de
Dios para vencer por todos sus flancos al pecado” (De natura et gratia. 42)
pero nada tiene que ver con el pecado original, ya que él mismo dice en el
comentario al salmo 34: “María murió por causa del pecado original
transmitido desde Adán a todos sus descendientes”. Y no fue solo
Agustín, sino que los Padres de la Iglesia contradicen claramente la
posibilidad de que Maria no fuese mujer con todas sus consecuencias. Ambrosio en el comentario al Salmo 118 dice: “Jesús
es Él solo a quien los lazos del pecado no vencieron; ninguna criatura
concebida por el contacto del hombre y la mujer, ha sido exceptuada del pecado
original; solo ha sido exceptuado Aquel que fue concebido, sin aquel contacto y
de una virgen, por obra del Espíritu Santo”
Se señala
que de la Biblia se deduce la Inmaculada
Concepción, aunque no se mencione. Se cita Génesis 3:15 donde se expone que “la
simiente(Cristo) de la mujer(María) aplastará la cabeza de la serpiente” y
también Lucas 1:28 “alégrate llena de gracia, el Señor es contigo” y con estos textos
se dice se sugiere la concepción de Maria Inmaculada. Nada mas lejos en la
Biblia, de algo que no sea cristocentrico y mucho menos de que aparezca una
“Segunda Eva”. La Edad Media, rica en silogismos y razonamientos, trajo por
primera vez por mano del monje Pascasio Radoberto una exposición tímida de la
transustanciación en la misa y la inmaculada concepción de María. Los canónigos
de Lyón en 1140 instituyeron la fiesta
de la Inmaculada en honor de una supuesta resurrección de un cura adultero
obrada por la Virgen, ya que al morir este estaba rezando el Avemaría. Pero
esto provocó las críticas de todas las partes y
especialmente la de Bernardo (Ep. Ad Can. Lyon) donde decía : “Exceptuando Cristo, todos los
descendientes de Adán deben decir: “Fui concebido en iniquidad y en pecado me
concibió mi madre.” Y el mismo Tomas de Aquino, doctor de la Iglesia
Católica, luchó valientemente, aclarando que “la bienaventurada virgen María,
habiendo sido concebida por la unión de sus padres, ha contraído el pecado
original”(Summa Theologica)
El tema
sociológico de la mariología con mas de 4000 acepciones de la Virgen, supera la
realidad de las múltiples condenas de Papas y Concilios. León I, Gregorio
Magno, Sixto IV o Inocencio III en uno de sus sermones decía: “Eva fue formada
sin culpa y engendró en culpa; María fue formada en culpa y engendró sin la
culpa”. El Concilio de Basilea 1439 había aceptado esta doctrina, pero después
sus conclusiones fueron consideradas cismáticas. No sería hasta Trento donde se
apunta con mas claridad hacia la nueva doctrina y hasta Pío IX que decide por
uno de los bandos. Con estas consecuencias tan lamentables ¿no
deberíamos ser mas intransigentes con la idolatría?
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