domingo, 9 de diciembre de 2018

Varios artículos de opimión


A vueltas con el postcristianismo.

Manuel de León
Junio 2006



Hay dos términos que se aplican con mucha profusión en estos días y que no se sabe bien si son positivos a negativos. Cuando se habla de postcristianismo o laicismo en algunos artículos, no sabemos si estamos ante el fin del cristianismo o por el contrario ante la resurrección de lo religioso. No sabemos bien si vivimos tiempos de los fundamentalismos religiosos o de una crisis regresiva de la cultura abanderada por un laicismo sin respuestas socioculturales. En el último libro del teólogo  Tamayo “Adiós a la cristiandad” parece quedar clara su postura de que corren malos tiempos para el laicismo que no ha sabido crear mecanismos para la igualdad social y el bienestar integral del ser humano. En esta lucha entre sociedad laica y sociedad religiosa, las confesiones religiosas gestionan grandes parcelas sociales para tener una presencia constante de lo religioso en lo público, por un incumplimiento reiterado de las democracias a favor de la separación de los dos poderes, Iglesia-Estado.



El proceso de descristianización afecta fundamentalmente a la vieja Europa, pero no a todo el mundo. El cristianismo se extiende y se conoce en lugares antes vedados o amurallados y no se puede hablar de un retroceso, ni de postcristianismo en general. Cierto es que las grandes esperanzas  de un avivamiento o resurrección espiritual en Europa, aún después de la caída del muro, son casi nulas. Las reservas espirituales tanto del cristianismo ortodoxo, protestante o católico, no eran tantas como se creía y bastó a la Europa del Este un régimen comunista y en la del Oeste una extraña conjunción de capitalismo y marxismo, para adormecer las conciencias y formar una sociedad relativista, indiferente y secularista. Y es cierto que de una cultura cristiana se ha pasado a una cultura anticristiana o simplemente postcristiana, en cuyo transito haya habido causas como las descritas en la tesis de Brunner, que cree haberse perdido la idea de dignidad del hombre como imagen de Dios, que se fue degradando desde la Ilustración y su pretendida mayoría de edad del hombre, con los horribles desprecios de los antihumanismos estalinistas, fascistas, nihilistas. El resultado sería la crisis de Occidente, que  aunque subida en la torre del oro y contemplando los graneros de la abundancia sin embargo ha perdido su alma cristiana.

Ahondando en las causas de este deterioro, indiferencia o perdida de fe, rechazaríamos por inconsistentes, aquellas como las apuntadas  por el jesuita Jan Kerkhfs, que apuntaba hacia la publicación de la enciclica Humanae Vitae y la prohibición del preservativo. También rechazaríamos aquellas derivaciones de las dudas creadas por Bultman sobre la interpretación de las Sagradas Escrituras que tanto revuelo causó en los años 70, pues no eran estas un problema intelectual de masas y mucho menos social. Sin embargo, podríamos admitir aquel caldo de cultivo que la influencia de los medios de comunicación y la ideologización en  educación media y universitaria (v.g. la teoría de la evolución, hecha ya un dogma de fe científica), han conducido hacia la pérdida de creencias tradicionales cristianas sobre la vida y el mundo, así como al racionalismo occidental que ha dejado una sociedad sin espíritu. Otros han dicho que Europa está viviendo un repliegue desconfiado por el debilitamiento de las democracias, el pensamiento débil, la reducción de la religión al plano privado, el consumismo convulsivo frente al hambre del resto del mundo y, sobre todo, la falta de esperanzas civiles.

Del mismo modo que la descristianización europea ha sufrido una crisis, también el laicismo no ha sabido implantarse en su sitio y de modo natural. En España que fue proclamado el Estado laico, es un hecho que la confesión católica impone su criterio y sus continuas ingerencias en asuntos civiles del gobierno son una incongruencia y representan al nuevo neoconfesionalismo. Este neoconfesionalismo es mas evidente en Estados Unidos, un país religioso y moralista, que quiere volver a los principios de la nación y recuperar la tradición de la religiosidad civil estadounidense en contra del humanismo secular. Al laicismo le cuesta encontrar su sitio y al cristianismo volver hacia una piedad interior, en espíritu y en verdad, pero no creemos en una sociedad postcristiana totalmente sin esperanza. Al cristianismo, que nació y se desarrolló rápidamente en medio del martirio y la persecución, le está costando desarrollarse desde la interioridad, simplemente porque el cristianismo es para vivirlo y no para esconderlo en la interioridad del creyente. Ese es el gran dilema.




Barbarie y esperanza cristiana

 


Manuel de León
Junio 2006




Cuando el dolor agarrota los corazones, cuando la barbarie huele a muerte despiadada y el ser humano, que aparentemente evoluciona y progresa, toca el fondo negro de la cara oculta de la crueldad, el creyente tiene el apoyo de la esperanza. Las ideologías modernas basadas en el mito del progreso indefinido tienen que enfrentar realidades como el 11-M en Madrid y no verán el progreso por ninguna parte. El ser humano desciende hasta las cavernas de la historia y apenas se distingue de la animalidad y del instinto que marca el territorio. Aquella doctrina clásica que expresaba esa dimensión congénita del hombre con el deseo natural de ver a Dios, de aspirar a la integridad de su ser y de sus fuerzas, de aspirar a la comunión entre los hombres y con el mundo, cae como un castillo de naipes con el terror y el miedo en las calles. El mismo cristiano vuelve a cuestionarse la misma pregunta ¿qué es la esperanza en mi vida? La respuesta es solo una: Jesucristo, el amor de Dios revelado en Jesús, quien nos ha llamado para una esperanza viva.
Creo que ha llegado el tiempo de teorizar menos y de ponerse a vivir lo humano desde la vocación a la que hemos sido llamados. Tendremos que convivir con las esperanzas del mundo y exponer el “logos” de nuestra esperanza con mayor pasión y en conversación amigable. El teólogo protestante Moltmann ya ha denunciado repetidas veces en su “Teología de la esperanza” el peligro de vivir en la contemplación de Dios, alejados de la realidad, viviendo una mística sospechosa del “instante eterno”, sin explicar al mundo porqué sufre con dolores de parto y como nosotros esperamos la venida de Cristo. El peligro de interpretar el cristianismo como una ideología y no como praxis de fe y esperanza en Cristo, puede que se nos confunda a los cristianos con alguna de las poderosas corrientes esperanzadas de la humanidad y seamos una mas de esas cosas “buenas” que tiene el mundo y los “hombres de buena voluntad”.¿Acaso podemos ocultarle a la humanidad, que debajo de la capa de “esperanzas” y “buena voluntad” se esconden lados oscuros, monstruos de perversión y de locura, cuyo final son caminos de muerte?
Ya dijo Gunter Grass que la peor Historia es la que recurre a la simplificación y por eso el escritor italiano Primo Levi,  que sobrevivió a los hornos crematorios  de Auschwitz , manifestó que “dentro era un infierno pero fuera no era el paraíso”. Algo ocurre en este mundo que se anticipa a lo reflexivo y racional, que nubla la visión, que lo da todo por perdido porque los genocidios se repiten a escala planetaria y los espíritus mas firmes se tambalean. Algo ocurrió en la vida de Primo Levi cuando viendo en este mundo un laberinto abierto a sus pies, encontró en la caja de la escalera de su casa, el mejor método  para suicidarse un 11 de abril de 1987, contradiciendo a la primavera y a la esperanza. Esta tendencia hacia el mal los cristianos lo llamamos pecado, trasgresión, delito. Es una ley moral y espiritual que siempre se cumple. Si meto el dedo en el fuego, me quemaré y del mismo modo, si el sentido de la vida hacia la trascendencia y hacia Dios, lo aparto de mi vida, sufriré las consecuencias morales y espirituales. Primo Levi parecía un símbolo de la vida en triunfo, pero la vida que le pertenecía a Dios, la tiró por una escalera.
Sin lugar a dudas, la primacía en la vida cristiana la tiene la fe, no la tiene la esperanza. No puede haber esperanza cristiana si uno no está en Cristo, si no es nueva criatura en Él. El apóstol Pablo considera a los paganos, como los que no tienen esperanza, porque solo a quien Dios ha regenerado, le ha creado para una esperanza viva. El cristiano pues, tiene un fundamento, descansa sobre un fundamento que pertenece a su ser. La existencia cristiana se funda sobre el hecho de que Dios se ha revelado y de que ella ha encontrado esa revelación. Hay pues una salida distinta de la angustia y del suicidio. Es todavía tiempo de pensar en el amor humano y divino desde el horror. Para no taparse moralmente los ojos es necesario nacer de nuevo, ser una nueva creación de Dios, porque de lo contrario las esperanzas de progreso solo serán monstruos en la noche. Por eso manifestaba Alberto Speer, segundo hombre de Hitler: “Uno no pierde la conciencia de la noche a la mañana; se le va erosionando lentamente, de año en año, se le carcome día a día, anestesiada por una multitud de delitos. Cosas que me hubiesen espantado y horrorizado en 1934, como el asesinato de líderes opositores, la persecución a los judíos, el encarcelamiento y tortura de hombres inocentes en los campos de concentración, en 1935 lo toleraba como “excesos desafortunados”. La paga y la consecuencia del pecado sigue siendo muerte.





 RESISTENCIA Y SUMISION

 


Manuel de León
Junio 2006



El titulo de este articulo viene inspirado de unas reflexiones hechas en plena guerra mundial (2*) por el célebre teólogo y pastor Dietrich Bonhoeffer,animador con el gran eclesiólogo protestante suizo prof. Karl Barth de la iglesia confesante que sirvio de denuncia profética a la barbarie naz y que pagó con su vida en el martirio.

Dietrich Bonhoeffer fue pastor en Cataluña (Bárcelona) y estuvo en América. Formó a varios jóvenes que sirvieron de fermento profético en Alemania y su testimonium quedó por largo tiempo grabado en los corazones de muchos europeos y americanos.

El pensamiento bonhoefferiano aporta al movimiento ecuménico dos cosas importantes : Una teología pastoral abierta y comprensiva que en el fondo se convierte en una sociologia religiosa donde se ve al ser humano en su realidad y denuncia la actitud equivocada de las iglesias oficiales o no de cerrarse en su torre de marfil presentando un cristianismo estético, poético, dogmático que no tiene que ver con las necesidades del proletariado, del campesinado,donde el Evangelio es presentado "torcidamente",y por otra parte nos lleva a una psicología religiosa profunda (No hay que olvidar que su padre era psiquiatra) donde presenta los "talantes" religiosos - cosa dicha también por el catedrático Aranguren en Espana - como variantes de un pluralismo eclesiológico que debe respetarse y que no se tuvo en cuenta debido a la terrible equivocación que la Iglesia era uniforme.Llega a la conclusión que la unidad puede vivenciarse en una cierta diversidad y que el homo vulgus que no conoce los elementos esenciales de la teo1ogia, los ignora porque las iglesias no fueron "buenas pedagogas" y lo dejaron abandonado,al mismo  tiempo, porque desconocian la psicologla y la problemática de las fuerzas del trabajo.El Evangelio no es el evangelismo que cuenta infantilmente historias para "retrasados mentales" sino que la "Buena Nueva" es amor, identificacio con el ser degradado y pecador con una salvacion inmediata (salvación = curación de la alienación) y las iglesias hablaban el patuá de Canaan, un lenguaje que las "masas" no conocen, etc.Luego el cristianismo clerical no es tampoco el Evangelio . Segunda aportación bonhoefferiana : Una terrible denuncia profética al César de turno (En este caso a Hitler) donde la ética evangélica aparece para protestar contra laa irregularidades y los terribles crimenes del nazismo que se presenta como una reaccion pequeño burguesa de corte ultra-fascista y que gana a la gran burguesia para instaurar la vieja idolatria panteista, la fuerza bruta demoniaca que presiona al mundo para "dominarlo" e incluso manifiesta una disciplina férrea y un progresismo material indiscutible que se convierte en "polvo". . . ./ "



 Dietrich Bonhoeffer pregunta al cristiano "dormido", "apolitico" (no existen personas apolíticas) que ¿qué hace con su fe ante los opresores del siglo? , Es verdad que en las asambleas liturgicas se debe de orar por los gobernantes para que Dios los guie en la funcion que tienen encomendada. Pero también debe de ser consciente del deber ético evangélico de decir NO cuando esos funcionarios estatales no hacen la voluntad de Dios y llevan el pais al desastre. El Nuevo Testamento es solemne en estas cuestiones y la época  del pastor Bonhoeffer fue desgarradora, bestial, muy agresiva, y pago con su vida esta actitud profética, fuertemente comprometida. Ese decir NO al César nazista.

 Y este NO se propagó ya entre los primeros cristianos que iban a morir al circo romano, entre aquellos reformados protestantes que eran torturados y asesinados por la Inquisición papista, entre aquellos evangélicos que todavia son "perseguidos" hoy por iglesias oficia1es neo-constantinianas que se dicen ecuménicas. (las mal llamadas "ortodoxas,etc).

Hay momentos en la historia que la alienacion religioso-política es tan grande que los seres sensibilizados que viven el Evangelio "revolucionario" profundamente, motivadamente saben decir NO a las convenienciaa del capitalismo , pagano y hedonista o a los comunistas autoritarios. . . Y el creyente lucido, no clerical, evangélico pero no evangelista puede decir con el apostol Pablo : NO ME AVERGÜENZO DEL EVANGELIO PORQUE ES POTENCIA DE DIOS PARA SALVACIÓN A TODO ZQUEL QUE CREE". , .




Alejandro Casona y los  misterios de la vida

 


Manuel de León
Junio 2006


En “Los árboles mueren de pié” Casona hace decir a su personaje Mauricio: " De los males del cuerpo ya hay muchos que se ocupan. Pero ¿quién ha pensado en los que mueren sin un solo recuerdo hermoso?, ¿en los que no han visto realizado su sueño?, ¿en los que no se han sentido estremecidos nunca por un ramalazo de misterio y de fe?".

Yo personalmente creo que Casona era un hombre de fe, que palpando buscaba a Dios, pero que una vez encontrado, lo trataba de explicar poéticamente en sus obras, muy especialmente las teatrales. Una de sus máximas era: “Si eres feliz, escóndete. No se puede andar cargado de joyas por un barrio de mendigos. No se puede pasear una felicidad como la tuya por un mundo de desgraciados”. Casona en “La tercera palabra” plantea la imagen de conceptos abstractos y explica  que los tres misterios de la vida que hacen temblar al hombre son Dios, la muerte y el amor.

 Casona tembló muchas veces en Besullo (Asturias)  tratando de entender estos misterios. Sus parientes, herreros de carros para la industria del mineral y protestantes muy preparados culturalmente también, le supieron trasmitir la fuerza del amor a Dios y a los hombres, por medio de la iglesia sencilla y la escuela rural, con una maestra evangélica titulada que preparaba a los mejor dotados para todas las titulaciones . La constante lucha de estos luteranos en la montaña asturiana, ante un clericalismo feudal y descristianizado, fortaleció aún mas los lazos de Casona con Besullo y en este ambiente encontró lo que él llamó “la felicidad total”. En este lugar y en toda Asturias encuentra el “paraíso perdido”, ese que pocas veces se encuentra en la vida terrenal de los hombres, pero que una vez encontrado los ojos siempre descansan en la maravilla de la luz que emana de aquel lugar.

En “La barca sin pescador”, título de sabor bíblico y de contenido sumamente trascendental, está basada en la fábula del mandarín. Lo cuenta Chateaubriand en “El genio del cristianismo” y dice así: “En el mas remoto confín de la China vive un mandarín inmensamente rico, al que nunca hemos visto y del cual ni siquiera hemos oído hablar. Si pudiéramos heredar su fortuna y para hacerle morir bastara con apretar un botón sin que nadie lo supiese...  ¿quién de nosotros no apretaría ese botón?” Aquí Casona juega con el pensamiento de la duda moral de ¿qué haríamos si tuviésemos la oportunidad de ser el mandarín ¿ Y si pudiésemos ser tanto como Dios? “Seréis como Dios” dijo la serpiente a Adán y Eva. En el fondo la fábula señala hacia el paraíso perdido y también al deseo humano de ser tanto como Dios ocupando su lugar.

Pero la fábula tiene otro comentario mas dramático aún en Eça de Queiroz: “El mandarín” Dice: “Después me asaltó una amargura mayor. Empecé a pensar que el mandarín tendría una numerosa familia que, despojada de la herencia que yo consumía en platos de Sèvres, iría atravesando todos los infiernos tradicionales de la miseria humana: los días sin arroz, el cuerpo sin abrigo, la limosna negada....” Casona describe que es imposible vivir en el mundo sucio de los negocios y de los placeres, porque es muy difícil quitarse de la cabeza el grito de los hijos del mandarín, el grito de la miseria creada por el pecado del homicidio del mandarín.

Otra idea que nos transmite Casona la del hombre nuevo, que muere para empezar a vivir. Un hombre viejo “capaz de arrojar cosechas enteras sin pensar en el hambre de los que las producen”, capaz de todas las violencias, pero que ahora está luchando para tener una vida limpia, donde “no quede rastro de lo que fue” y ser un hombre nuevo. La muerte es la soledad absoluta para el hombre viejo, para el nuevo hombre es la vida, la luz al final del túnel. “Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Juan 3:20)




G.T. Chesterton y el poeta pesimista.




Manuel de León
Junio 2006


Chesterton, uno de los hombres mas brillantes del siglo XX, convertido al catolicismo en 1992 y fallecido en 1936, escribió una especie de ensayo corto sobre “la salsa de la vida”. En realidad lo escribió como charla para la BBC, en un programa titulado “La salsa de la vida”. Lo que me llamó la atención fue la gran visión que tuvieron de la modernidad, tanto él, como Haldous Huxley, George Orwell, Eliot  etc, aunque no fuesen profetas perfectos. El mismo Huxley en su “Nueva visita a un mundo feliz” rectificó sus previsiones, donde ya decía, por ejemplo, que “de momento la superpoblación no es una amenaza directa para la libertad personal” y la Rusia no será el motivo de guerra en la alianza con los países  atrasados.

Chesterton creo que fue un hombre de temperamento y de fe mas optimista que el resto de los vaticinadores, aun en medio del horror de las Guerras Mundiales. Él cuenta en clave de ironía francesa una historia sobre la “alegría de vivir”, que dice así:

“Había un poeta pesimista que decidió ahogarse y cuando bajaba hacia el río le entregó sus ojos a un ciego, sus oídos a un sordo, sus piernas a un cojo y así sucesivamente, hasta que el lector espera el chapoteo del cuerpo en el agua al suicidarse. Pero lo que dice el autor, es que aquel tronco insensible, al llegar a la orilla del río empezó a experimentar la alegría de vivir: le joie de vivre. La alegría de sentirse vivo. Es preciso – termina Chesterton – profundizar mucho y quizás haber envejecido bastante para darse cuenta de la verdad que encierra este cuento”.

La alegría de la vida puede manifestarse  desbordante en los momentos de triunfo, en los momentos de romanticismo, en la época en que los hijos y la esposa han llenado de felicidad el hogar, pero es mucho mas importante ser feliz en la tranquilidad de la vida prosaica. Mas aún, el cuento dice que cuando el poeta se despoja de todos los sentidos por los que percibe las cosas y siente sus efectos, buenos o malos, es cuando experimenta la alegría de vivir. La Biblia lo describe de muchas maneras, pero, resumido en una frase lapidaria, podría decirse que la felicidad existe cuando hay paz en el corazón. Cuando nos hemos despojado de lo superfluo y lo hayamos llenado de tesoros para la eternidad.  Y puede ser  que la vida discurra en medio de zozobras, de tristezas o como dice Chesterton, muerta como una zanja llena de agua, pero es solo en apariencia. La zanja llena de agua, para los naturalistas con sus microscopios, está llena de vida, de mas vida que quince fuentes en el jardín de las apariencias de este mundo.

Quizás haya llegado el momento de hacer ver no solo al joven postmoderno la manera de divertirse por sí mismo. A uno de mis hijos, cuando salía por las noches con los amigos solía preguntarle, qué hacían los jóvenes a esas horas, sujetando esquinas con un bote de Coca-Cola.  Siempre me respondía: por ahí. Tardé un tiempo en enseñarle dónde y como podía divertirse por si mismo. Los hombres huecos, vacíos por dentro, por mucha salsa picante o de mostaza que le pongan en la noche o en los juegos de ordenador, no tendrán nada que decir. Apenas una mala conversación, que en la mayoría de los casos termina en discusión e irritación.  Creo que a la mayoría de nosotros y especialmente a los jóvenes nos falta, en primer lugar  tiempo de reflexión, de estudio, de debate y en segundo lugar la salsa espiritual de la vida. Reflexión, porque los torrentes de cosas que nos entran, que absorben nuestra vida, que aceleran el tiempo destinado a disfrutar de las cosas que nos pasan, nos dejarán siempre vacíos de eternidad. El apóstol Pablo decía , refiriéndose al hombre interior y a la levedad de la vida: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez mas excelente y eterno peso de gloria” (2ª Cort 4:17) y ese peso es el que le falta al ser humano vacío, al superficial, al pesimista, al (como dicen los iberoamericanos) de flojera continua.

La salsa espiritual tiene que tener los ingredientes de razón y fe. El siglo XVIII, siglo de las Luces, llamado Edad de Oro de la Razón, lo que dejó claro es que ni la razón ni la fe morirán nunca, pues los hombres quedarían sin luz . Una luz que no tiene nada que ver con lo psíquico o psicológico, con la fuerza de la sugestión, del instinto o del subconsciente, sino que penetra lo invisible, que se goza aún en las tribulaciones por amor  al que nos amó y se entregó por cada uno de nosotros: Cristo Jesús.



¿Cómo avivar a un escéptico cristiano?





Manuel de León
Junio 2006


Aunque parezca un título rebuscado, la misma pregunta podría ser esta: ¿Nos hemos convertido los cristianos en escépticos, apáticos y descreídos? No tiene una fácil respuesta porque un cristiano dejaría de serlo con cualquiera de los apelativos mencionados. Pero si que existe un estilo de vida escéptica y, como los griegos decían que el hombre era la medida de todas las cosas, así el hombre cristiano es la medida de su cristianismo. Es como si ese fuego ardiente que sentían sus huesos, se hubiese convertido en fuegos fatuos que solo adornan el cielo pero no queman ni purifican.

            Cuando Jaime Balmes escribió “Cartas a un escéptico en materia de religión” la problemática religiosa era distinta a la de hoy. Entonces el escéptico era combativo, se enfrentaba a la opresión religiosa y a las cadenas de dogmas y costumbres antinaturales que ahogaban la sociedad. El escéptico razonaba y reclamaba un ámbito de libertad necesario para el desarrollo de la ciencia y la técnica. Sin embargo, con el paso de los años, ese escéptico activo se ha convertido en adorador de la diosa modernidad con sus avances técnicos y sus realidades mediáticas, y mas que escéptico es un indiferente. ¿Nos habrá pasado así a nosotros los cristianos?

            Balmes decía que el escepticismo era un pecado cuyos impulsores eran los “incrédulos y los protestantes”(Carta I). Ambos grupos nacidos de la Reforma y de la Ilustración, habían conseguido romper (según Balmes) la autoridad de la Iglesia en materia de fe, lograr la libertad de examinar y la desgracia  de poder interpretar el Texto Sagrado, adquiriendo la filosofía su independencia frente a la teología. En ninguna de estas cosas acertó Balmes a la hora de mostrar el origen del indiferente e irreligioso. Mas que de la libertad y del debate teológico de la Reforma, el indiferente nace a la sombra del paraguas de la Iglesia protectora e imperial, cuyos doctores sabrían responder y él seguiría indiferente a merced de las olas.

            El mundo de hoy ha ganado en libertad y en dignidad, pero tampoco sabe como avivar y calentar el espíritu del desconfiado escéptico. Un espíritu que ha quedado varado y roto por los tirones del poder y de los dogmas por un lado y por otro la superficialidad que la técnica y la modernidad han sugerido. El escéptico  no es ni frío ni caliente, y este es un estado que describe bien la Biblia para el escéptico cristiano. Es una mezcla sin efectos éticos ni espirituales, un híbrido imposible de reproducir como modelo de cristiano que quiere crecer, avivarse y expandirse. Un fuego que no quema, una sal que no sala. Y si una luz no ilumina no es mas que un truco imposible de producir y menos  aún que sirva para salvar a los hombres.

            Me ha gustado el editorial de la revista “Reforma Protestante” nº 54 que toca el tema en profundidad, porque la sociedad indiferente también aparece en el cristianismo actual. Según el editorial, frente a este estado de indiferencia, se está clamando por una nueva Reforma y el avivamiento, pero que esto no sea un “fuego moderadamente caliente” Las grandes empresas, los grandes movimientos espirituales siempre ha sido llevados por hombres de convicciones fuertes, hombres fogosos e incorruptibles, pero nunca mediante hombres políticamente correctos, acomodaticios o de paja.

            El escéptico cristiano  puede semejarse al fariseo de los tiempos de Jesús. Nada hay incorrecto en su conducta, ni en sus ideas. Su vocabulario (algunos ya llaman jerga evangélica) es espiritualizante (que no espiritual). Reparte bendiciones. Ora con prontitud, aconseja con frases bíblicas, pero no deja ver el fondo de su vida, mantiene la distancia debida para que no nos fijemos en sus ocultaciones. Dice el editorial citado que la Reforma del siglo XVI no se llevó a cabo por hombres de paja, sino por dirigentes fogosos, exaltados, extremistas tajantes y por ello, es cierto, cometieron errores y crearon problemas Pero ¿quién no los alaba por sus logros?

La propuesta de este artículo es cómo avivar este tipo de cristiano medio fariseo y medio indiferente a la vez. Solo Dios sabe los tiempos y las sementeras. Pero, en primer lugar, creo que es necesario tirar las paredes y las barreras espiritualizantes, anular la respetabilidad espiritual y la jerga sin fundamento. En segundo lugar dejar que el Espíritu Santo haga su obra. Es cierto que a veces hay fuegos descontrolados, pero no estamos llamados para apagarlos.



Confusiones del catolicismo español.

 


Manuel de León
ICPRES Número 17 - 23 de diciembre, 2003


En 1966 publicó José Jiménez Lozano “Meditación española sobre libertad religiosa”. Es un ensayo denso en ideas y describe la evolución histórica del proceso evolutivo español sobre libertad religiosa. La crisis provocada por el Vaticano II hace que se descubran los sentimientos de intolerancia y agresividad tribal que el católico español ha vivido peculiarmente durante siglos. En la mayoría de los casos la ceguera ha sido tan antievangélica que se han pretendido usar métodos historiográficos para explicar el “homo religiosus hispanicus”. Jiménez Lozano acierta en muchos casos y es sincero al enfrentar y denunciar la xenofobia del catolicismo español, pero siempre arrima el ascua a su sardina como católico, con los apoyos de la erudición de Menéndez  Pelayo o Sánchez Albornoz y de análisis como el de Américo Castro.

El catolicismo siempre que no vence, quiere empatar. Así se pretende hacer ver que los reformadores evangélicos españoles desde Juan de Valdés, eran viejos erasmistas y que este pensamiento cabía en el catolicismo y la reforma de la cristiandad estaba dentro del “partido evangélico católico”. La España ortodoxa siempre se ha sentido dispensada del mas elemental espíritu cristiano, de normas concretas de moral y de cualquier precepto, por lo que su conciencia siempre era tranquilizada condenando a los disidentes de su modo de pensar, aunque este modo de pensar y vivir fuese el evangélico. El cristianismo  belicoso y opresivo español no solo fue mas cruel, “martillo de herejes”, con la Inquisición, sino que llegó a ser combativo e incomprensiblemente cuasi militar y provocador hasta hace pocos días. El espíritu de contrarreforma ha llevado al catolicismo a la mayor degradación de la conciencia cristiana y su furia  de “casta” y de cristianos viejos” le ha llevado a la mayor contradicción de la historia, pues se ha mantenido un río de disidencias aunque se diga que se ha mantenido la unidad religiosa católica patria. Los gruesos volúmenes  de “Historia de los heterodoxos españoles” es una muestra de los numerosos disconformes que se esconcen detrás de los eminentes heterodoxos.

 Jiménez Lozano toca la llaga del nacional-catolicismo y no le duelen prendas en dejar plasmados los versos de Julianillo después de las torturas inquisitoriales o las diatribas de Ripalda en sus catecismos. Le asustan las palabras de Reinaldo González Montes en sus “Artes de la Inquisición” y da respaldo a Borrow en su retrato religioso de la España del XIX en “La Biblia en Espña”. Sin embargo, no termina de entender al protestantismo español en este libro. En otros libros posteriores se ha acercado mas al espíritu profético y puritano de los evangélicos y los ha explicado mejor. El caso mas  repetido de estas confusiones es el de los curas que abrazaron el protestantismo. Menéndez Pelayo dice que “todos o casi todos han salido de la Iglesia por los motivos mas prosaicos, miserables y vulgares; todos a casi todos son curas o frailes apóstatas que han renegado porque les pesaba el celibato”. Que ha habido curas y frailes en el protestantismo español nadie lo niega, pero la repulsa que ha recibido el protestantismo no nace porque Blanco (White), Calderón,  Lucena o Cabrera hubiesen sido curas o frailes, ni porque quisiesen casarse. El libro que escribió J.B.Cabrera sobre el celibato del clero o el de Pepe Rodríguez de hace unos años, tiene los suficientes casos de aberraciones como para entender que el querer casarse era lo mas fiel y cristiano.

Las denuncias hechas estos días en el concierto de Navidad por Lauryn Hill conmocionando al mismo Vaticano al que acusó de corrupción, muestran a las claras el gran problema que el celibato crea en la iglesia romana y su enquistamiento no podrá ocultarse con la confusión ideológica.. No puede seguir siendo esta una razón contra los pastores protestantes ex –curas, cuando el celibato hace decir a esta mujer: “No vine aquí a celebrar el nacimiento de Cristo con ustedes”. "Dios ha sido testigo de la corrupción de su liderazgo, de la explotación y los abusos (...) por el clero,".

Dice también Jiménez Lozano en este brillante libro, que el actual protestantismo predicado por extranjeros protestantes, tanto los Borrow como los Rule, al amparo de las embajadas extranjeras, ha resultado ser mas anticatólico que protestante y mas anticlerical  y antipapista  que otra cosa. Sin embargo el Pastor ex -cura o ex –fraile no produjo en el pueblo esos sentimientos de represión. Las primeras congregaciones protestantes estuvieron muy nutridas y fueron reclamados por todas partes curas evangélicos, (algunos habían sido ex –curas católicos) pero no estaban preparados para tanta demanda.  Hay pues otras razones para que no hubiese una Segunda Reforma popular en España, pero el rechazo no fue debido a los ex –curas o ex –frailes sino al espíritu anticristiano español, formado sociológicamente por la represión sistemática de siglos.




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